Papa Francisco en Azerbaiyán

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Francisco inició en el aeropuerto de Bakú, la capital de Azerbaiyán, la última etapa de su viaje al Cáucaso. Un país en continuas tensiones con la vecina Armenia y donde hay solo 500 católicos.
De hecho, lo primero que hizo Francisco después de aterrizar fue celebrar misa para todos ellos. Les explicó que Dios no es como los hombres que intentan cambiar las cosas bruscamente o por la fuerza. Dios, dijo, es un padre paciente que guía a sus hijos hacia un cambio más profundo y radical. Un cambio de corazón.
Papa Francisco: “Así hace también con nosotros. No favorece nuestros deseos de cambiar el mundo y a los demás de manera inmediata y continuamente, sino que busca ante todo curar el corazón, el mío, el tuyo, el corazón de cada uno; Dios cambia el mundo cambiando nuestros corazones”.
Celebró la misa en inglés, puesto que gran parte de esta pequeña comunidad son trabajadores extranjeros o diplomáticos.
Después visitó al presidente de la República de Azerbaiyán, Ilham Aliyev. Ante él y las demás autoridades del país insistió en la importancia del diálogo para alcanzar la convivencia pacífica. Azerbaiyán y su vecina Armenia están enfrentados por el Nagorno Karabakh. Un conflicto que en abril provocó más de 30 víctimas mortales.
Papa Francisco: “Es necesario que crezca la cultura de la paz, la cual se nutre de una incesante disposición al diálogo y de la conciencia de que no existe otra alternativa razonable que la continua y paciente búsqueda de soluciones compartidas, mediante leales y constantes negociaciones”.
Ante el monumento de los caídos por la independencia de Azerbaiyán estuvo rezando durante varios minutos. 
Después visitó la  mezquita recién inaugurada de Heydar Aliyev. Se reunió con el jeque, Allashukur Pashazadeh, un actor fundamental en el diálogo con los musulmanes en el Cáucaso, donde son mayoría.
Desde allí pidió libertad religiosa y respeto: que los intereses mundanos no terminen justificando ningún fundamentalismo, imperialismo o colonialismo. 
Desde la mezquita de Azerbaiyán, de nuevo, el Papa envió un mensaje a los terroristas: “Una vez más, desde este lugar tan significativo, sale el grito del afligido: ¡Nunca más violencia en nombre de Dios! Que su santo nombre sea adorado, no profanado y ni mercantilizado por los odios y los conflictos humanos”.
Tras estas palabras Francisco se trasladó al aeropuerto para subir al avión y poner así punto final a su viaje al Cáucaso.
Fuente: www.romereports.com

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