Por Jorge Secada- Político.pe
En un reciente artículo de La República, Steven Levitsky critica la decisión del Jurado de dejar fuera de carrera a Guzmán y a TPP. Empieza mal, aunque después recobre algo de lucidez. Y digo que empieza mal porque apela a la reacción de “sorpresa” (y en algunos casos de “escándalo”) de la “comunidad internacional” y se pregunta retóricamente por el motivo.
No vale la pena detenerse demasiado en esto pero sí vale la pena desnudarlo: podríamos con igual verdad (la que tenga una u otra afirmación) hablar de la reacción de la “comunidad internacional” cuando Sendero aterrorizaba al país.
En algunas librerías en Estados Unidos y en Gran Bretaña se vendían folletos que elogiaban a estos criminales, y en algunos conciertos parisinos se mencionaban las luchas de liberación indígena que se libraban en el Perú. La embajada peruana en Washington protestó por escrito frente a lo primero y recibió una respuesta de un funcionario del Departamento de Estado, dándole a nuestro embajador César Atala una supuesta lección sobre libertad de expresión. Ahora, un congresista que se podría jactar de ser reconocido como uno de los que despliega menor transparencia en el Congreso estadounidense dice estar preocupado por la decisión del Jurado Nacional sobre Guzmán.
Es fácil, entonces, responder la pregunta retórica de Levitsky: hay muchas razones para la reacción de la “comunidad internacional”, y entre ellas encontraremos el prejuicio, la ignorancia y el lobby interesado. En el mundo de las ideas y en las discusiones entre personas que buscan la verdad, profesor Levitsky, lo que importa son los contenidos, no quién los expresa ni porqué lo hace, no a quién le convienen y a quién no.
Entre los argumentos que usa hay varios que se refieren a la aplicación selectiva de la ley o a su inaplicabilidad estricta, y con esto se suma a un coro de voces locales. Notemos que al igual que muchos otros, no aplica sus razonamientos al caso de Acuña, aunque en varias instancias correspondan.
En efecto, la ley se aplica selectivamente y eso está mal. Pero eso es verdad aquí y allá en la “comunidad internacional”, antes y ahora. Sugerir que, por lo tanto, no debe aplicarse nunca es una conclusión digna de un mal cachimbo. Igual sucede con respecto al hecho de que toda la ley en todo su detalle sea estrictamente inaplicable.
Lo central es que no estamos hablando ni de meros formalismos ni de exigencias absurdas. Así como no comprar votos es un asunto fundamental, también lo es que las agrupaciones políticas cumplan con algunos requisitos elementales. Y aquí el detalle cuenta.
El Jurado Nacional le pidió a TPP subsanar la manera en que había seleccionado sus candidatos. TPP, con la necesaria complicidad de su candidato presidencial, decidió no hacer una asamblea sino falsificar actas para pretender que la habían hecho. Eso no es un mero formalismo y si Levitsky hiciera algo similar en su país, y lo descubrieran, terminaría en Canadá.
Es indignante, pues, que se atreva a escribir: “Algunos falsifican bien, otros no. Pero nadie cumple de verdad.” Que se sepa, ni Acción Popular, ni el Frente Amplio, ni Peruanos Por el Kambio han fraguado actas y mentido públicamente frente al Jurado Nacional. Hasta en el caso de la coalición del Apra con el PPC, el incumplimiento de un reglamento interno no los han llevado, que sepamos, a falsificar documentos frente a un pedido de que subsanen la falta. Y habrá que ver qué sucede conforme se presenten pruebas de que Keiko ha estado comprando votos.
El origen de los problemas de Guzmán es Guzmán mismo. Ya para empezar su candidatura usó un “partido” como mero vehículo y meramente porque tenía inscripción (¿o es que Guzmán y el dorado e irracional Áureo tienen otras coincidencias e historia política compartida?). No sorprende (salvo tal vez a la “comunidad internacional”, habrá que ver) que ahora digan que no reconocerán al nuevo presidente. Algo hemos avanzado —tal vez mal y hasta pésimo, pero algo y para adelante— con las resoluciones del Jurado Nacional; y quienes dicen respetar la institucionalidad hacen bien en esforzarse por rescatar lo que en ellas y en los procedimientos del Jurado hay de rescatable, que no es poco.
Por último, Mr. Levitsky, “el sur de Norteamérica” es México. Cuando hable del sur de su país, diga el sur de los Estados Unidos o el sur estadounidense, por favor.
“Me han metido el dedo…”
Por Ricardo Uceda– Diario La República.
La cosa iba mal, pero se puso peor cuando Daniel Urresti empezó a decir, primero internamente y luego en público, que de llegar al gobierno investigaría a Nadine Heredia. Por otra parte, el candidato estaba disgustado porque no recibía apoyo material para la campaña.
El tesorero del Partido Nacionalista, Julio Torres, dijo que había 1.3 millones de soles para gastar y solo 300 mil ejecutados. Había cerrado el caño. Todos sabían que no firmaba un cheque sin el visto bueno de Nadine.
A fines de febrero hubo una agitada reunión en el local de campaña del congresista Fredy Otárola, en la avenida Armendáriz, Miraflores. Había unos cuarenta dirigentes, entre ellos Daniel Urresti y el número 1 de la lista por Lima, el congresista Daniel Abugattás. Él fue quien abrió fuegos. Aludió al tuit de Nadine apoyando la candidatura de Julio Guzmán en su diferendo con el JNE.
–Qué partido es este en el que esta señora, que es la presidenta, apoya a Guzmán y no a su candidato. Y los gobernadores del Estado apoyando a Guzmán. ¿Qué es esto?
Intervino un ex militar, miembro del equipo de Urresti. Leyó una lista de 25 gobernadores y funcionarios que habían sido vistos en los mítines de Todos por el Perú. Dijo que había algunas fotos, aunque no las mostró. La discusión se tornó más acalorada.
Abugattás afirmó que lo peor era que había corrupción en el gobierno. Dijo tener pruebas de que un miembro del gabinete se entendía con una empresa extranjera (dio detalles y el nombre, que aquí se omiten por falta de comprobación).
No ataquen a Cynthia
Otárola no intervino. Cynthia Montes, personera del Partido Nacionalista y brazo derecho de Nadine, se paró:
–Cómo es posible que ataquen así a Nadine Heredia. Ella es la presidenta del partido. Y no se está metiendo en la campaña porque el candidato le pidió que no lo hiciera.
–Sí se está metiendo –dijo Urresti–. Pero para favorecer a otro.
Cynthia Montes estaba muy afectada por los ataques. Se puso a llorar. Habló entonces Luis Enrique Raygada, candidato por Lima, ex embajador en Venezuela, quien goza, o gozaba, de la confianza de los Humala:
–Por favor, no ataquen a Cynthia. Ella no tiene la culpa.
Montes abandonó la reunión, acompañada por Violeta Oliveros, del entorno de Nadine, otra candidata. Raygada las acompañó a la puerta y regresó. En los días siguientes Ollanta Humala y Nadine Heredia decidieron deshacerse de Urresti. El miércoles 2 de marzo fue definitivo. Abugattás largó de mala manera a un congresista que vino a proponerle que convenciera al candidato para que renuncie. Mientras tanto, Urresti viajó a Piura. Desde el aeropuerto envió un mensaje por el chat grupal de candidatos nacionalistas. Dijo que el tesorero no había querido pagar el pasaje de su guardaespaldas. Se lamentó de que le hicieran eso a él, que había sido ministro del Interior y se había enfrentado con la minería ilegal. Varios se solidarizaron y hasta ofrecieron hacer una colecta. Urresti respondió que aunque tuviera que viajar en bus, o a pie, continuaría en la campaña.
¿Por qué no entraste?
Por la noche, el Comité Ejecutivo Nacional fue convocado a Palacio de Gobierno. Lo integran ocho: Ollanta Humala, Nadine Heredia, Cynthia Montes, y los congresistas Ana María Solórzano, Javier Isla, Fredy Otárola, Daniel Abugattás y Agustín Molina. De todos ellos, Urresti sabía que la mayoría estaba por desembarcarlo. Incluso Solórzano había deslizado la posibilidad públicamente (después lo haría Molina). Abugattás definitivamente estaba en contra. De Otárola no estaba seguro.
Abugattás no había sido citado, pero se enteró de la convocatoria y fue. Llegado a Palacio, lo hicieron esperar buen rato en una pieza. Pasaban los minutos y nadie lo hacía pasar. En un pasillo vio salir a la Solórzano, quien se mostró sorprendida:
–¿Por qué no entraste? La reunión ya acabó.
En ese momento fue invitado a pasar. Fue recibido por Ollanta Humala y Nadine. Una reunión tensa y breve, en la que se enteró de que el CEN había decidido liquidar a Urresti. Preguntó por qué no lo habían citado si era miembro del comité.
–Es que sabíamos que estabas en contra –dijo, sonriendo, un miembro de la pareja presidencial.
Urresti en Palacio
El viernes 4, a su regreso de Piura, Urresti convocó al grupo de campaña en Jesús María. Estaban los postulantes a las vicepresidencias, Susana Villarán y Maciste Díaz. También Abugattás y varios otros candidatos. Ya sabían que Ollanta y Nadine habían decidido retirar las listas. Villarán había sido llamada a Palacio de Gobierno el día anterior y se lo habían dicho. Entre los asistentes prevalecía la desazón. Alguien planteó resistir, hacer respetar sus derechos ante el JNE.
Varios se pusieron a leer, algunos a releer, el estatuto del partido. Estaban con las cabezas juntas, como si miraran un mapa. Al cabo de un rato cayeron en cuenta que el estatuto no les daba ninguna posibilidad de rebelarse. Todo el poder recaía en la presidenta y en el CEN que controlaba.
Maciste Díaz fue llamado a Palacio de Gobierno. Salió y nunca más volvió. Luego llamaron a Urresti. El aún candidato dijo que iría y que se haría escuchar. Partió antes del mediodía pero pasó mucho tiempo antes de que se reportara por teléfono.
Llamó como a las dos de la tarde. Dijo que lo habían hecho esperar más de una hora en una sala de Palacio, sin teléfono celular. Creía que en realidad lo habían querido sacar de la reunión de Jesús María. Había salido a almorzar y recién podía comunicarse.
–Me han metido el dedo –dijo.
Los chats del adiós
Urresti llamó de nuevo por la tarde. Ya había hablado con Humala. Le dijo a Abugattás que se iba a sumergir, no hablaría nada más. En efecto, fue la última vez que lo vieron. Hasta el domingo, en que reapareció en un programa dominical.
Varios protagonistas intercambiaron feroces mensajes de despedida en el chat grupal de campaña. Se leían protestas, pedidos de que devolvieran el dinero invertido. En un mensaje se reprodujo el documento de retiro de las listas presentado ante el JNE. Alguien comentó:
–La firma del compatriota Otárola da que pensar. De los otros no se puede esperar nada.
Otárola respondió el chat. Explicó que él no era como los machitos que cuando llegaron al poder se olvidaron de los militantes. Era una alusión a Abugattás. Añadió que a él también le dolía el retiro de las listas.
–¿Por qué firmó, si estaba en desacuerdo –retrucó una militante.
–La lealtad a los líderes es un valor que no se debe perder –respondió Otárola.
En el chat apareció un puño con el pulgar hacia arriba, signo de aprobación de una periodista de Palacio. Y luego, un mensaje de Abugattás:
–Dan náuseas tus comentarios. ¿Qué te ofrecieron? ¿Candidaturas, obritas, puestos de trabajo? Todos sabemos cómo son las cosas…
Patricia Li renuncia
La presidenta de Somos Perú, Patricia Li Sotelo, renunció a su candidatura al Congreso por Lima en la lista de Alianza para el Progreso (APP), agrupación liderada por César Acuña.
Fuentes de APP señalaron a El Comercio que la decisión de quien llevaba el número 11 en dicha lista al Parlamento fue tomada por motivos personales.
De otro lado, el JEE Lima Centro 1 emitió una resolución en la cual acepta la disidencia de la presidenta de Somos Perú.
“Aceptar la renuncia de Rosa Patricia Li Sotelo como candidata al Congreso de la República por la organización política “Alianza para el Progreso”, para participar en las Elecciones Generales 2016″, concluye el documento del organismo electoral.
Patricia Li Sotelo milita en Somos Perú desde el 2004. Alcanzó la alcaldía de Punta Negra en las elecciones municipales del 2002. Tentó la reelección en el 2006 pero no fue elegida.
En 2010 postuló a la alcaldía de Pueblo Libre, sin embargo corrió la misma suerte que en el 2006.
Vale anotar que el pasado 28 de enero, la presidenta de Somos Perú defendió a César Acuña de las acusaciones por haber cometido plagio en su tesis de doctorado, trabajo que le valió alcanzar el grado de doctor por la Universidad Complutense de Madrid.
“Estamos tranquilos, el señor Acuña no ha mentido en su hoja de vida. Tiene el doctorado y la universidad se la ha dado, él no ha declarado una mentira”, dijo a radio Exitosa aquella vez.
Fuente: Diario El Comercio y Radio Exitosa.