Pierde título de Cardenal

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OBrien

Significativa decisión de Papa Francisco: el arzobispo escocés se había visto involucrado en un escándalo sexual. No sucedía desde 1927, cuando el cardenal jesuita Billot perdió la púrpura.
Por Andrea Tornielli- Vatican Insider
Desde 1927 no se había repetido que un cardenal perdiera la dignidad de la púrpura. No sucedió ni siquiera en el caso del arzobispo de Viena, el cardenal Hans Hermann Groer, obligado a retirarse en oración y a no mostrarse en público después de las acusaciones de haber abusado de algunos seminaristas. En cambio, ahora sí sucedió.
«El Santo Padre –se lee en el comunicado vaticano– ha aceptado la renuncia a los derechos y a las prerrogativas del cardenalato, expresadas en los cánones 349, 353 y 356 del Código de Derecho Canónico, presentada, al final de un largo itinerario de oración, por su eminencia el señor cardenal Keith Patrick O’Brien, arzobispo emérito de Saint Andrews y Edimburgo. Con esta medida, Su Santidad manifiesta a todos los fieles de la Iglesia de Escocia su preocupación pastoral y los anima a continuar con confianza el camino de renovación y de reconciliación».
Los cánones citados son los que se refieren al cardenalato, es decir al «peculiar colegio» de los electores del Papa (canon 349), que participan en los Consistorios (canon 353), colaboran con el Pontífice y deben viajar a Roma cada vez que se les convoque (canon 356). En otras palabras, O’Brien pierde los derechos y  prerrogativas del cardenalato. El comunicado afirma que la renuncia fue presentada por el todavía entonces purpurado, pero no hay que dejar de advertir la coincidencia temporal con la investigación sobre su caso, encomendada en abril de 2014 al obispo Charles Scicluna, que fue Promotor de Justicia en la Congregación para la Doctrina de la Fe, y ahora es arzobispo de Malta.
El cardenal O’Brien no estuvo presente en el Cónclave de 2013. Poco tiempo antes, el prelado escocés había admitido sus responsabilidades: «Hubo momentos en los que mi conducta sexual estuvo por debajo de los estándares a mi exigidos como sacerdote, arzobispo y cardenal», había dicho. Después, hace dos años y «de acuerdo con el Santo Padre», O’Brien dejó Escocia «durante algunos meses» para recogerse en «renovación espiritual, oración y penitencia».
El anuncio hace evidente cuál fue el resultado de la investigación de monseñor Scicluna y demuestra la veracidad de las acusaciones en contra del cardenal. Aunque la renuncia haya sido presentada formalmente por le mismo O’Brien, es probable que se haya tratado de una decisión acordada y de alguna manera solicitada por la misma Santa Sede.
La pérdida de los derechos y prerrogativas del cardenalato por parte de un miembro del colegio de los purpurados no se daba desde septiembre de 1927, cuando el enérgico Pío XI acogió la renuncia (solicitada) de Luis Billot, jesuita y eminente teólogo neotomista, de cuyas manos el Pontífice originario de Brianza había recibido cinco años antes la tiara durante la ceremonia de encoronación. En el caso de Billot, autor de estudios que se convirtieron en textos clásicos en el ámbito de la dogmática, no hubo escándalos sexuales de por medio, sino su cercanía a la Action Française de Charles Maurras, condenada en 1926 por el mismo Pío XI. Billot también perdió el título de cardenal.
Con la inédita decisión, se confirma la voluntad de Papa Francisco de seguir por la valiente vía que emprendió su predecesor Benedicto XVI frente a este tipo de escándalos.

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