La Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) rompió su silencio. Ante las continuas revelaciones sobre reglaje y hasta interceptación telefónica a políticos, incluso del propio gobierno, indicaron que estas afirmaciones no corresponden a la tarea que le asigna la ley.
En el mismo pronunciamiento refiere que ahora se hace cargo, de “producir conocimiento útil para la toma de decisiones en materia de seguridad y defensa nacional”. A renglón seguido señala que busca proteger al Estado de amenazas o riesgos a la seguridad y defensa nacional como la corrupción.
Explicaciones
La DINI agrega que no hace seguimientos ni interceptaciones a políticos, como el caso del líder aprista Alan García. “Ni ha recibido disposición alguna del presidente de la República o de la presidenta del Consejo de Ministros en ese sentido”, apunta.
Sobre la denuncia de reglaje contra la vicepresidente Marisol Espinoza, indicaron que la presencia de agentes de inteligencia en inmediaciones de su domicilio, se trató de una labor específica que ya le fue explicada tanto a ella como al Parlamento.
Investigaciones
Luz Salgado, miembro de la Comisión de Inteligencia del Parlamento, señaló a Gestión que este grupo de trabajo intensificará esta semana las investigaciones sobre el presunto reglaje a políticos.<
Adelantó que han pedido a la Superintendencia Nacional de Registros Públicos y a la propia Dirección de Inteligencia el registro de empresas privadas que operan en el Perú. “Sin embargo, no hemos recibido respuesta. Esta información es fundamental”, añadió la legisladora.
Por su parte, el legislador Mauricio Mulder (Apra), reveló que en el 2007, cuando fue miembro de la Comisión de Inteligencia, se detectaron 16 empresas que se dedicaban a este tipo de labor.
Fuente: Diario Gestión.
El director de la DINI, Javier Briceño negó ante la Comisión Permanente del Congreso de la República que exista reglaje contra la vicepresidenta Marisol Espinoza tal como denunciaron medios de comunicación.
Briceño aseguró que los agentes policiales actuaron dentro del denominado plan Islámicos el cual tenía como objeto tomar las medidas de seguridad ante la realización de la COP20.
Negó que la intervención de los agentes fuera frente a la vivienda de Marisol Espinoza sino a unos 200 metros e incluso mostró fotos correspondientes al 3 de noviembre del año pasado.
Además, Briceño añadió que el plan Islámicos investiga las relaciones entre el fundamentalismo iraní y nuestro país los cuales tendrían conexiones con “organizaciones sociales y políticas de corte radical de la macro región sur y centro del país”.
Indico que Joys Edwar Quiroga Vargas es considerado como el operador político e ideológico del gobierno de ese país del medio oriente en nuestro territorio.
Fuente: Diario Correo.
El escándalo más grave de la Argentina reciente
Por Pilar Rahola- Diario Clarín
Cuando un fiscal que lleva el caso más grave de terrorismo de Argentina, y acaba de acusar a la presidenta Cristina de “fabricar la inocencia” de los asesinos de 85 personas después de un acuerdo económico con Irán, aparece muerto en su baño, a un día de presentar las pruebas en el Parlamento, un infierno de preguntas se ciernen sobre el país, su Gobierno y su presidenta. Hoy, el más ingenuo de los argentinos sabe que Argentina se enfrenta al escándalo más grave de su historia reciente.
A pesar de que la hipótesis del suicidio es la que vende la oficialidad, los que conocíamos a Alberto Nisman -personalmente, me consideraba su amiga- no lo creeremos nunca. Sabíamos de su entusiasmo, de sus años de lucha por esclarecer la verdad, de los riesgos que había asumido (“algún día me matarán por esto”, me dijo alguna vez), de la valentía de acusar a Irán con nombres y apellidos, y, ahora mismo, de la fortaleza que mostraba al acusar directamente a la presidencia argentina de pacto con Irán, para tirar cal viva a la verdad de los asesinatos. “Estoy muy tranquilo”, aseguró a quienes lo entrevistaron, y al periodista Nicolás Wiñazki de Clarín le soltó una frase rotunda respecto a las escuchas telefónicas en su poder: “Tengo a los iraníes aceptando que pusieron la bomba”. Y de golpe, ¿ese hombre alegre, valiente y comprometido con su trabajo se suicida justo el día antes de mostrar al mundo las pruebas que tenía? ¿Y ello, poco después de volver de un feliz viaje por Europa con su hija? Lo dicho: nunca los que lo conocíamos vamos a creer la hipótesis del suicidio, a no ser que se trate de lo que la diputada Carrió ha bautizado como “suicidio asistido”.
A partir de aquí, el infierno de preguntas se abre en canal, al tiempo que las vergüenzas del Gabinete K estallan en un escándalo de proporciones cósmicas. Tanto, que el relato, si no fuera porque se trata de una trágica realidad, parecería un guión cinematográfico: un atentado atroz con decenas de víctimas sin cerrar; Irán acusado por la Fiscalía de ser el responsable de la masacre; el Gobierno argentino haciendo suculentos negocios con el país acusado y, de golpe, cambiando la versión de los hechos; un fiscal que recibe escuchas telefónicas que señalan con el dedo a la presidencia en un acto de ruin complicidad para esconder la verdad; y cuando está a punto de mostrar las pruebas, una oportuna muerte en la bañera. ¡Qué pestazo, qué hedor, qué repugnancia!
Ha muerto Alberto Nisman. Al fiscal, mi homenaje por su valentía, su sentido de la responsabilidad, su tenacidad por demostrar quiénes decidieron asesinar a 85 personas. Y al amigo, el dolor por su pérdida, la rabia por su extraña muerte, y la estima eterna. Nisman era uno de esos tipos magníficos que nos cruzamos por el camino. Con su muerte, Argentina es hoy un país más triste, más huérfano y más oscuro.