Por Antonio Elduayen Jiménez CM
“Vengan y lo verán”, fue la respuesta de Jesús a dos discípulos de Juan el Bautista, que le preguntaron: Rabbí (Maestro), ¿dónde vives? Los dos discípulos eran Juan, de unos 18 años, y Andrés (30 y tantos años y griego parlante). Queremos hablar contigo… Hablemos…, es nuestro equivalente de la expresión aramea dónde vives… Ven y lo verás…, que ellos usaron. Desde entonces, el Ven y Verás de Jesús se ha convertido en el santo y seña de la Promoción Vocacional de la Iglesia.
La conversación de Jesús con Juan y Andrés, marcó sus vidas para siempre. Tanto que, aún después de muchos años, recordarían que había sido a las 4 de la tarde: cuando se encontraron con Jesús. ¿De qué hablaron en esas largas 12 horas? El tema o temas de la conversación son fácilmente deducibles del contexto en el que Juan sitúa el relato. Y la pastoral vocacional haría muy bien en tenerlos en cuenta para calar hondo y obtener de Dios buenas vocaciones.
¿Qué pasó en aquella noche? Está, sin duda, la conversación mantenida (su fondo y forma), pero está también la predisposición favorable que ellos llevaron, impresionados por la gran admiración que su Maestro Juan le tiene a Jesús. Y están sobre todo ese halo de santidad que rodea a Jesús y su magnetismo personal que, incluso cuando está en silencio, los atrae, seduce y cautiva. El resultado fue una experiencia personal de Jesús tan fascinante que conmovió y transformó sus vidas.
Al amanecer, Juan y Andrés están y se sienten cambiados y ganados por y para Jesús. El “oiga, Rabbí”; con que le saludaron al comienzo, se ha convertido en adhesión plena a Jesús como el Mesías. Un convencimiento tan vivo que en cuanto Andrés avista a su hermano Simón, le dice entusiasmado: hemos encontrado al Mesías… y lo lleva a Jesús. Le pasó lo mismo a Juan, quien al encontrar a su hermano Santiago y, luego, a su amigo Felipe, los presenta ante Jesús, de quien se convierten en incondicionales. El encuentro y diálogo de aquella noche con Jesús no sólo los convirtió en sus discípulos sino también en sus apóstoles.
Siguiendo la invitación de Juan el Bautista se convirtieron en apostoles de Jesús: el Cordero de Dios… Amigo es Platón, había dicho Aristóteles unos años en Atenas, pero es más amiga la verdad… Para Andrés y Juan la verdad era Jesucristo y, por ello, no dudaron en seguirla, dejando al Bautista y decidiéndose por el nuevo Maestro. Ellos buscaron a Jesús y, habiéndolo encontrado, optaron por Él y lo dieron a conocer a todos los suyos. Que sea el feliz final de nuestra Promoción Vocacional.
Seguimiento de Jesucristo
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