Cardenal Charles Maung Bo SDB

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Cardenal Charles Maung Bo SDB

Por Paolo Affatato- Vatican Insider
Para él, la fe es poesía. Pero no es ningún idealista. El arzobispo Charles Maung Bo, nuevo cardenal birmano anunciado por Papa Francisco, ha comprendido el impulso profético y creativo de las Sagradas Escrituras, asimilando la capacidad de tocar las cuerdas del alma, alcanzando vetas de absoluta pureza literaria.
Pero su anuncio, el que regala a la Iglesia y al país desde hace casi cuarenta años de servicio pastoral, es muy concreto y nada vago, etéreo o abstracto. Es un anuncio muy práctico, propio de un pastor que ha vivido los años más oscuros de la dictadura militar y que ahora no duda en proponer valores y objetivos claros (en una fase crucial para la nación, comprometida en una transición diplomática tras años de dictadura) para la Birmania del futuro. Por ejemplo, pide con el estilo que lo caracteriza que el gobierno devuelva a la Iglesia la libertad en el campo de la educación y la propiedad de las escuelas que fueron confiscadas en el pasado.
Habla desde el púlpito poética, pero directamente, influido por el carisma de don Bosco. El arzobispo de 66 años, bien llevados, es un hombre ágil, movido por una «santa inquietud» por el Reino de Dios. Se trata de un sacerdote que, frente a la clama de un té matutino, prefiere la descarga de un café bien cargado.
Charles nació en la pequeña localidad de Monhla, cerca de Mandalay, la segunda ciudad de Myanmar. Su padre murió cuando él tenía solamente dos años. Fue encomendado al cuidado de los sacerdotes salesianos en Mandalay, en donde recibió una sólida instrucción. Entró al seminario salesiano «Nazaret» de Anisakan, un instituto que acaba de festejar los 50 años de actividad y que es un semillero de vocaciones a la vida consagrada.
Salesiano desde 1976, comenzó los años de servicio pastoral como párroco en Loihkam (entre 1976 y 1981), y después en Lashio (de 1981 a 1983). Allí se convirtió en administrador y después en prefecto apostólico. Fue consagrado obispo en 1990. Permaneció durante 6 años en un territorio de difícil gobierno, tanto a nivel social como político: en el estado de Shan, en donde vive la homónima minoría étnica en conflicto con el régimen. Y se encuentra en el «corazón» del ‘triángulo del oro’, centro neurálgico del comercio global de droga.
El joven salesiano, en 1996, fue transferido a la diócesis de Pathein y después a Mandalay. En mayo de 2003 fue nombrado arzobispo de Yangon, la capital. Desde esta ciudad guia la conferencia de los 16 obispos birmanos y da un aporte esencial también mediante la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia. Y también, con una presencia discreta pero práctica, forma parte de los miembros del Pontificio Consejo para la Cultura.
En las últimas décadas, el obispo Bo ha demostrado una extraordinaria agilidad política, logrando moverse por el territorio minado de una sociedad bajo el régimen militar y en una nación budista en la que los católicos representan una muy pequeña minoría (son 750 mil de 51 millones de personas). Pero logró desarrollar su servicio a pesar de la opresión y del aislamiento en la tierra que fue re-bautizada «Myanmar» por los militares.
En el mensaje por el nuevo año, escrito con su acostumbrado lenguaje de imágenes, Bo eligió como expresión central la invitación que Cristo dirige a los apóstoles: «¡No tengan miedo!». El arzobispo lo retoma recordando, con el teólogo protestante Karl Barth, que «el cristiano tiene una Biblia en la mano y el periódico en la otra», por lo que se trata de una invitación que impacta a la sociedad, a los políticos y a los líderes religiosos de la Birmania del presente. 
Los primeros destinatarios del mensaje son los ciudadanos, a quienes llama a «no tener miedo de pedir el derecho a la dignidad y a la prosperidad», y, a poco de las elecciones decisivas en la historia del país, llama a «no tener miedo del voto». «Hijos e hijas de Myanmar, no tengan miedo de los sueños: el futuro les pertenece», afirma el nuevo cardenal.
El sueño es una nación en la que «haya una única guerra, la guerra contra la pobreza», un mal que afecta al 40% de la población. Mientras se están construyendo 8000 nuevas habitaciones de hoteles para turistas en Yangon, «las escuelas en las aldeas no tienen techos adecuados». Por ello, el tercer llamado de Bo va hacia los gobernantes: «No tengan miedo de dar al pueblo libertad, educación, paz. No tengan miedo de devolver las escuelas cristianas a los legítimos propietarios; de garantizar los derechos a las minorías; de vigilar a todos los que predican el odio y la venganza». Con valentía, ha marcado las líneas guía para el nuevo camino democrático del país.

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