Cocktail carbono neutral

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Cocktail COP20

Político cambio climático
El Perú pulsa en estos días el nervio del volcán.
Ser el anfitrión de las cruciales discusiones de la COP20, la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tiene al país bajo los reflectores globales.
Si China e India pasan por el aro del compromiso de la reducción de gases de efecto invernadero, los acuerdos podrían en verdad tenderle la cama a la COP de París del próximo año, de donde saldrá la legislación mundial sobre la materia.
El ministro del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, quien preside la cita, hizo votos porque “esta sea la COP que ponga los cimientos claros y sólidos del nuevo acuerdo climático global”.
El presidente Ollanta Humala envió un mensaje grabado al evento inaugurado en el Cuartel General del Ejército.
Rescató el pasado de “una civilización milenaria que supo armonizar su desarrollo material, social y humano con la sostenibilidad del medio ambiente en un país megadiverso”.
Pero los reflectores le han recordado que en el presente no todos son ceviches y pisco sours servidos por el hoy repleto circuito de hoteles limeños.
El New York Times tituló lapidario que “Perú se prepara para las conversaciones sobre el clima mientras mueren sus indígenas defensores del bosque”.
El asesinato de Edwin Chota y sus dos compañeros a manos de madereros ilegales brasileños en septiembre se ha convertido en un caso emblemático (Leer: Bosques que Matan) . Y vuelve a poner en evidencia las debilidades de un Estado que busca potenciar su papel regional a la vez que ganan espacio las economías ilegales.
No es el único contraste. A este Tarzán se le calentó la selva.
BIDEl martes 2, Humala recibió a la francesa Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), que luego siguió viaje a Chile.
Lagarde se declaró optimista por el efecto que la baja del precio del petróleo tendría en la mayoría de economías.
Ya en Palacio señaló que “he felicitado al Presidente por todas las políticas macroeconómicas que se están poniendo en práctica, las mismas que permiten alcanzar un desarrollo inclusivo y traer estabilidad económica al país”.
“El Perú es un país con índices inflacionarios dentro de los parámetros previstos, con menor deuda en América Latina, menor nivel de desempleo y mantiene una fuerte inversión pública en obras de infraestructura millonarias que nos permite mirar con optimismo el próximo año”, la secundó Humala.
El problema es que las políticas públicas para apuntalar ese optimismo se enredaron en los dominios de los ‘otorongos’.
El jueves 27, el pleno del Congreso aprobó en primera votación la reducción del impuesto a la renta propuesta en el cuarto paquete de estímulo económico presentado por el Ejecutivo.
Iglesia peruanaSin embargo, también se votó en contra de exonerarla de la segunda votación. La bancada PPC-APP ya adelantó que solo le dará luz verde si se deja sin efecto el aumento compensatorio al impuesto a los dividendos. Y cabe especular que la bancada proempresarial de Fuerza Popular iría en la misma dirección.
A eso se añade que los acápites laborales –que incluyen flexibilización de despidos– y medioambientales del paquete ni siquiera comenzaron a ser discutidos.
Con ese panorama, el efecto de las medidas promovidas por el titular del MEF Alonso Segura es todavía de pronóstico reservado.
Las críticas han venido de tendencias distintas como las que representan los exministros Luis Carranza y Kurt Burneo.
El mensaje reactivador no ha llegado con la claridad esperada y a la vez se corre el riesgo de comprometer la buena salud fiscal del país.
Y la confianza, aquella variable ahora tan mencionada para explicar la ambivalencia del sector privado, es vulnerada en una concentración de titulares.
La vitrina de la COP coincide con el agravamiento del caso del empresario Martín Belaunde Lossio, quien fuera cercano colaborador de la pareja presidencial (Leer: Anatomía Antalsis) .
Un paquete de correos electrónicos provenientes de la cuenta de Belaunde Lossio, prófugo desde mayo por el caso ancashino de “La Centralita”, llegó al Programa Cuarto Poder. Desde ahí y de otros medios se desarrolla en las últimas semanas una narrativa que se quiere acercar a Palacio de Gobierno, en un esquema de licitaciones de obras públicas en varias regiones ganadas por Belaunde y sus socios.
El gobierno debería ser el primer interesado en determinar –y comunicar– el verdadero alcance del problema.
Presionado por la prensa, Humala respondió el pasado 25 que “nosotros no tenemos nada que ver con este señor. Trabajó para la campaña en el 2006 y luego cada uno tomó su camino. Los que deben responder son los gobiernos regionales. El señor Belaunde tiene que responder y tiene que ponerse a derecho”.
¿Su examigo es un gran pericote o más un chivo expiatorio que permita quitarle oxígeno político?
En el Congreso se debate la conformación de una comisión investigadora que se sumará a la que se dedica al caso de la vigilancia policial irregular prestada al ex operador montesinista Óscar López Meneses, probablemente el más rastrero de esta fauna.
Una puesta en escena con acentos absurdos que no termina luego de más de un año y que tiene a su último actor en el coronel EP retirado Oswaldo Zapata, tío de López Meneses y compañero de promoción de Humala que se ha pasado los últimos días recordándole al Presidente la vieja amistad que tenía con ambos y las leyendas de sus propios nexos montesinistas.
Eso sí, Zapata niega que tuviera nada que ver en ningún resguardo.
Con Humala, tan llano a negar a los amigos de su época de polo rojo y más atrás, se aplica muy bien lo de criar cuervos para que saquen ojos.
Cuando en el país se discute el futuro ambiental del mundo ¿podrá el gobierno regular su propio calentamiento local?
Fuente: Revista CARETAS.

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