Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El evangelio de las hermanas Marta y María (Lc 10, 38-42) es hoy de especial vigencia e importancia. Lo fue siempre, porque se quiso ver y fundar en él la preeminencia de la vida de oración, representada en María, a quien Jesús alabó, sobre la vida de acción, representada en Marta, a quien Jesús reprendió. Al margen de esta cuestión y para nosotros hoy, pienso que este evangelio nos trae un doble mensaje igualmente importante: 1. realizar la unidad en nuestras vidas, y 2. dar más atención a la persona que a las cosas que la persona pueda necesitar.
Ustedes saben que Marta y María vivieron en Betania, una finca cercana a Jerusalem, y que junto con su hermano Lázaro, fueron una familia amiga de Jesús y los apóstoles, a quienes acogían con mucho afecto y esmerada atención. Marta, que era extrovertida y activa, actuaba como ama de casa, yendo y viniendo, mientras preparaba la comida y la mesa. María, más introvertida y contemplativa, simplemente se había sentado y era toda oídos para Jesús. ¿Qué piensan ustedes que fue lo bueno y lo malo de cada una de ellas?
En el caso de Marta, pienso que todo hubiera estado todo perfecto si se sienta un rato y se pone a escuchar atentamente a Jesús. En el caso de María, si se levanta un rato y se pone a ayudar a su hermana. Es decir, si cada una hubiera hecho ambas cosas al mismo tiempo… Es lo que yo llamo unidad de vida, o vivir uniendo contemplación y acción, trabajo y oración. Somos un todo aunque tengamos cuerpo, alma y espíritu.
Lamentablemente no solemos vivir como un todo, como teniendo una sola vida, siendo de una sola pieza. Sino que vivimos divididos: un rato y un lugar para Dios, otro rato (siempre el más grande) y otro lugar (el mundo) para nosotros y los nuestros. Vivimos como teniendo varias vidas. Es por eso que hablamos de servir a Dios (en la iglesia) y de hacer nuestras cosas (fuera de la iglesia), como si se tratara de cosas distintas. Nos falta aprender a amar a Dios, a nosotros mismos y al prójimo, en un mismo abrazo.
La otra importante lección es que tenemos que prestar más atención a la persona (actitud de María) que a las cosas que la persona necesita (actitud de Marta). Los hijos y hasta los mismos esposos, en su mutua relación, suelen quejase de que no se les considera. Los papás se desviven por llevar las cosas al hogar, porque no falte nada a los hijos, pero no se les da tiempo ni atención personal. Cuando se trata de conversar con los hijos, o con la esposa y viceversa, siempre estamos apurados y con algo que hacer.
¿De qué se quejan si lo tienen todo?, se oye decir. Lo tienen todo, menos lo que más necesitan: atención personal, compañía, afecto. Hoy más que nunca la gente busca quien le escuche, como hizo María la de Betania. Dar de nosotros a fondo perdido.
Sabiduría de María
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