Sí o sí

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Fiesta electoral

Por Alfonso Baella Herrera- Diario Expreso
La revocatoria es una realidad en nuestro país hace más de una década. Al llegar a Lima, en virtud del actual proceso contra la autoridad edil capitalina, ocasionó el despertar de quienes recién ahora advierten las supuestas abominables consecuencias sobre la institucionalidad, la democracia y hasta sobre el desarrollo del país. Mientras era en provincias todo bien, pero cuando llega aquí todo mal.
Para unos revocar debilita a la autoridad legítimamente elegida, corta su ciclo de actuación, no es “políticamente correcto”, suena vulgar y tiene, según algunos de sus críticos, hasta una connotación propia del lumpen de la política. Para otros la revocatoria es legal, constitucional y absolutamente legítima.
Lo cierto es que una enorme masa de ciudadanos percibe que sus autoridades elegidas se apartan de los ofrecimientos electorales. Las promesas son usadas sólo como el combustible de la campaña. Ofrecen lo que sea con tal de llamar la atención, lograr adhesión y ganar una elección. Termina la contienda electoral y se vira o, en la mayoría de casos, se olvida. La frustración es moneda de todos los días y el que votó y se siente, con razón, frustrado tiene que esperar hasta las próximas elecciones.
La alternativa para que esto no ocurra, dicen los “defensores de la institucionalidad”, es aprender a votar, preocuparse por conocer a los candidatos, su ejecutoria, estudiar cada partido político, leer las propuestas. En pocas palabras, informarse.
Me pregunto: ¿Más información es garantía de algo? Sinceramente, no lo creo.
Los ejemplos, en que los elegidos –conocidos o desconocidos– son descubiertos en actos de corrupción o traicionando juramentos o principios éticos y morales fundamentales, crecen. No son sólo alcaldes o presidentes regionales que creen que llegaron para servirse o para favorecer a sus partidarios. El tema va más allá; sin duda los congresistas y la propia Presidencia de la República están en la lista. La institucionalidad, por culpa y obra de los propios actores, es carcomida, devaluada y envilecida.
Los ciudadanos ven un sistema político que no ofrece las garantías para corregir o enmendar, en el corto plazo, el rumbo de los que se tuercen. La revocatoria representa la única forma en que podemos “ajustar las cuentas”, sobre la marcha, a las autoridades que muestran claros síntomas de corrupción, incapacidad y mentira flagrante. Cierto que tiene que corregirse y mejorarse, pero cierto también que sería peor no tenerla. El sistema político tiene que funcionar y quienes damos el poder –los electores– debemos poder demandar el cumplimiento de promesas, explicaciones convincentes sobre su no cumplimiento, si es el caso, o accionar la revocatoria para cambiar las cosas y dar un escarmiento.
En una democracia que está en formación, como la nuestra, no hay nada que atente más contra la institucionalidad que la incapacidad y la mentira de los elegidos. Por eso hay un miedo revocador que cunde entre los políticos. Obviamente. Ya les llegará la hora a quienes creen que pueden pasar gato por liebre. El 17 de marzo puede ser el principio. Pero el mensaje es claro y viene de lo más profundo. La política y los políticos tienen que cambiar, sí o sí.

Ladrón de siete suelas

Le gustaba llevar relojes de marca del tipo Patek Phillip y trajes de firma a la medida, mientras predicaba por televisión su «socialismo siglo XXI» y abrazaba a los niños y ancianos para conquistar el corazón de los desposeídos. En los 14 años que gobernó a Venezuela, Hugo Chávez no se privó de ningún placer mundano como son los innumerables viajes que hizo alrededor del planeta, hospedarse en los hoteles más caros, tener vehículos y llevar joyas costosas.
Así lo relata a ABC el sastre Giovanni Scutaro, quien en los primeros años de su gobierno le cambió sus trajes sencillos de «liquiliqui» (traje típico llanero de cuello Mao) y uniforme militar por conjuntos de última moda de cachemir, corbatas de seda y finas camisas de marca española. Los zapatos también de firma.
La influencia del apellido Chávez ha dado luz verde para gastar
Su numerosa familia compuesta por sus padres, seis hermanos, cuatros hijos y varios nietos y una larga lista de sobrinos y ahijados, tampoco quiso quedarse atrás. La influencia del apellido Chávez les ha dado luz verde para gastar a manos llenas el presupuesto público. Sus preferencias especialmente por los entretenimientos y espectáculos «made in USA» han contrastado con el discurso «antiimperialista» de su líder.
Sin ningún rubor ni tapujo, las hijas Rosinés y María Gabriela han colgado sus fotografías en las redes sociales mostrando cómo disfrutan de la vida privilegiada por llevar el apellido presidencial. En sus viajes al exterior se codearon con la élite política y artística internacional. No se perdieron ningún estreno de artistas como Justin Bieber o Madonna, mientras el común de los venezolanos no sueña con esas banalidades ni viajar en primera clase porque tiene los dólares restringidos por el control de cambio de la oficina de CADIVI. María Gabriela tiene debilidad por los coches de carrera
María Gabriela, la hija predilecta del líder, también tiene debilidad por los coches de carrera. Con fondos de la petrolera estatal financió al piloto criollo Pastor Maldonado en los circuitos de la Formula 1. Estos caprichos elitistas han sido criticados por la base chavista, especialmente por los 17,000 damnificados que esperan en refugios desde hace dos años que les den una vivienda.
Predicar para otros
El diputado opositor Carlos Berrisbeitía estima que Chávez habría gastado más de 350 millones de dólares en sus viajes al exterior durante 14 años, en los que siempre llevó una nutrida delegación incluyendo a su familia. «Ningún otro jefe de Estado del continente americano ha derrochado tanto».
La «familia real» como denominan a los Chávez en Barinas, era una familia humilde que surgió prácticamente de la nada y que nunca aplicó la prédica del mandatario de que «ser rico es malo». Tal vez pensó que eso era para los pobres y que el ejemplo no empieza por casa.
«Ningún otro jefe de Estado del continente ha derrochado tanto»
Lo cierto es que la prensa extranjera estima que Chávez ha dejado una herencia incalculable para su familia. Las cifras hablan de unos 2.000 millones de dólares, una fortuna que habría amasado la familia presidencial, según publicó hace dos semanas Jerry Brewer, presidente de la ONG Criminal Justice International Associates (CJIA) de Virginia del Norte.
Al pie de monte andino está situado Barinas, de 35,200 kilómetros cuadrados con una población de 800,000 habitantes, estado natal de Chávez , convertido en el feudo de su familia porque lo ha gobernado su padre Hugo de los Reyes y su hermano mayor Adán en estos 14 años de era chavista. Al parecer la fortuna sólo ha tocado la puerta del clan presidencial en Barinas, pues éste figura entre los estados más pobres de Venezuela.
El feudo de 45.000 hectáreas de la «familia real» en Barinas incluye una fortuna de 17 fincas, 10 vehículos tipo Hummer, residencias veraniegas, joyas con esmeraldas, rubíes y relojes de oro de 24 kilates, ropa de marcas como Coco Channel. Lo dice el diputado Wilmer Azuaje que los conoce como la palma de su mano.
El patrimonio familiar alcanza un valor de 535 millones de dólares, de los cuales 265 millones de dólares están depositados en cuentas bancarias en el exterior, afirma Azuaje.
La madre, Elena Frías, ha cambiado mucho de estilo desde que su hijo ascendió a la Presidencia. Sus fotografías la delatan. De mostrarse como una mujer humilde y sencilla al comenzar el gobierno ha pasado a ser una señora encopetada y enjoyada cuyo rostro muestra a la legua que ha pasado muchas veces por el quirófano. En el año 2008, la cuenta bancaria de Elena contaba con 16.3 millones de dólares, que ahora deben haber aumentado, según el diario mexicano La Razón.
Fuente: Diario ABC de Madrid.

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