Perú: la embestida contra el Sodalicio
Por Andrés Beltramo Álvarez
“Las acusaciones son falsas”. El Sodalicio de Vida Cristiana no piensa pasar por alto el reportaje periodístico publicado el 22 de agosto en Perú y que involucra a su fundador, Luis Fernando Figari Rodrigo, en supuestos abusos sexuales contra un menor. La “familia sodálite” está convencida de su inocencia y responderá por vías legales a la “embestida” pública.
La cúpula de esa sociedad de vida apostólica, una de las comunidades religiosas de mayor crecimiento e influencia en Latinoamérica, decidió afrontar abiertamente el problema. Por eso Andrés Tapia, encargado de la oficina de comunicaciones de la región peruana del Sodalicio, envió una carta a Juan Carlos Tafur, director de Diario16, para desmentir la información.
“Deploramos la difusión hecha de una información que el Arzobispado de Lima no ha confirmado y de la que ni el señor Figari, ni tampoco el Sodalitium, han sido notificados. Consultado sobre lo aparecido en la noticia, el señor Figari ha declarado que los hechos ahí mencionados son falsos”, indicó el texto fechado el mismo 22 de agosto.
“El artículo en mención daña su dignidad, honra y buen nombre, y los de la familia sodálite. El respeto debido a la justicia, a la verdad y a la caridad cristiana, nos lleva a considerar tomar acciones en resguardo de los mismos”, agregó.
Según el reporte de Diario16, firmado por Ethel Flores, existe una denuncia que data de “hace pocos meses” contra Figari Rodrigo tanto por “abusos sexuales graves” como por “maltratos físicos, psicológicos y espirituales”.
Alfonso Figueroa Alvear
El periódico habría tenido acceso al documento a través de la víctima, quien supuestamente presentó su queja ante la Arquidiócesis de la capital peruana por hechos de hace unos 30 años, cuando la persona en cuestión era un adolescente de 16: “vulnerable y con serios cuestionamientos sobre su orientación sexual”.
Además, de acuerdo a la información del diario, la denuncia “fue remitida al Vaticano para que, luego de una rigurosa evaluación, se autorice el inicio de un proceso canónico”. Pero en Roma aseguran que ni el Arzobispado ni la Santa Sede tienen conocimiento de tal acusación.
Luis Fernando Figari Rodrigo no es sacerdote, es un “laico consagrado”. Hasta hace unos meses ocupaba el puesto de superior general del Sodalitium Christianae Vitae (SCV), que él mismo fundó en 1971.
La llamada “familia sodálite” convoca a diversas instituciones: Asociación de María Inmaculada para mujeres (1974), Movimiento de Vida Cristiana (1985), Fraternidad Mariana de la Reconciliación (1991), la Hermandad Nuestra Señora de la Reconciliación (1995) y las Siervas del Plan de Dios (1998).
Ex miembro del Pontificio Consejo para los Laicos, Figari es un emblema del laicado militante en Latinoamérica. Tras una juventud de búsqueda y conversión, logró conformar un grupo de confianza que llevó los grupos por él creados a tener presencia en los cinco continentes.
En 1997 el Papa Juan Pablo II concedió la aprobación definitiva al Sodalicio como sociedad de vida apostólica. En 1994 tocó al turno al Movimiento de Vida Cristiana, que recibió el título de Asociación de Derecho Pontificio.
Una historia de crecimiento y expansión no exenta de dificultades. En la década de los 90 del siglo pasado algunos ex miembros de la comunidad denunciaron públicamente abusos psicológicos y maltratos. Una excesiva rigidez, casi militarista, vivida en las casas de los consagrados habría propiciado los excesos. Los señalamientos siempre quedaron a nivel de prensa.
En 2010 Figari y sus seguidores debieron afrontar el capítulo más duro. Mientras realizaban las investigaciones para promover la causa de beatificación de uno de los suyos, Germán Doig, se llevaron una desagradable sorpresa.
Se trataba de un personaje que fue -durante años- el vicario general del Sodalitium, alabado como “apóstol de la nueva evangelización” por obispos y sacerdotes. Falleció el 13 de febrero de 2001. Sus compañeros nunca dudaron de su “fama de santidad”. Pero la realidad era otra.
Así, a finales de enero último, la Asamblea General del Sodalicio debió emitir un comunicado en el cual reconoció “inconductas sexuales” de Doig, “reñidas con su condición de cristiano y de laico consagrado”.
Los testimonios de las “víctimas” (al parecer dos) tuvieron “consistencia y credibilidad”, al menos así lo estableció el mismo boletín, el cual reveló que los involucrados pidieron guardar el anonimato y, por ello, el proceso se condujo bajo la “más estricta confidencialidad”.
“Luego de la sorpresa inicial, del dolor y el desconcierto –porque esta doble vida nos era desconocida-, una comisión de autoridades de nuestra comunidad comenzó un proceso de investigación a lo largo del cual recibió dos testimonios adicionales entre junio de 2008 y diciembre de 2010. En ningún caso se trató de abuso de niños”, apuntó la nota.
Esta información sobre Doig provocó una herida profunda en su amigo, Luis Fernando Figari, quien decidió renunciar a su puesto de superior general del Sodalicio. Una determinación obligada también por su precario estado de salud, tras una larga operación a la cual se sometió a mediados de 2010.
El 25 de enero de 2011 la Asamblea eligió como nuevo superior a Eduardo Regal Villa, vicario general desde 2001. Asumió las riendas de la obra en su momento más difícil aunque, hasta ahora, no ha sufrido desbandadas masivas. Muchos “sodálites” deben todavía digerir el trago amargo, otros tantos buscan un nuevo inicio: una reforma interna para dejar atrás los errores del pasado.
Fuente: Vatican Insider-Diario La Stampa.