Homilía de Monseñor Alberto Campos OFM
Estimados hermanos y hermanas en Cristo y Francisco de Asís: Paz y Bien.
Tengo el honor y la alegría de presidir esta Misa de Apertura en este II Seminario Franciscano sobre Evangelización y Misión en la Amazonía como un hermano franciscano que presta un servicio episcopal en el Vicariato de San José del Amazonas.
Expreso mi gratitud como misionero franciscano en la Selva por su presencia en este rincón de la Amazonía peruana para reanimarnos juntos en este proyecto integral continuando la benemérita labor de tantos hermanos y hermanas misioneros que nos han dado testimonio de entrega y heroísmo a lo largo de varios siglos y que en los últimos años nos sentíamos olvidados y abandonados por la misma Orden Franciscana.
Iniciamos nuestro Seminario invocando la acción del Espíritu Santo, protagonista de la misión, y que ha acompañado la obra misionera de Jesucristo y de la Iglesia desde sus comienzos hasta la actualidad y que ha movido los corazones de nuestros hermanos Francisco y Clara de Asís desde hace 800 años para anunciar la buena nueva del Reino de Dios hasta los confines de la tierra.
El Evangelio que hoy escuchamos recoge el llamado que el Señor hizo a los 72 discípulos para enviarlos de dos en dos a los lugares donde Él quería ir. Él Señor también ha querido estar en la Amazonía y nos llama para ser sacramento de su presencia entre los pequeños: porque “la cosecha es abundante y los obreros aún son pocos”. Nos pide que vayamos con las actitudes de sencillez y pobreza de recursos, que seamos mensajeros de la paz y del Reino y que recibamos de las personas y familias lo que nos quieran compartir.
Este Evangelio marcó la vocación misionera de Francisco, quien envió a los hermanos de dos en dos hacia los diversos puntos de la tierra conviviendo con sencillez y fraternidad con todas las creaturas. Nuestro continente americano también ha recibido esta presencia franciscana desde el S. XVI. Pero aún hay lugares donde el mensaje del Evangelio y del Reino no ha llegado.
Por eso la Orden al celebrar el octavo centenario de su fundación ha asumido un gesto profético en favor de la Amazonía para promover un proyecto misionero integral que proclame el Evangelio de la vida, privilegie a los pobres y comunidades indígenas, ribereñas y urbanas y proteja la creación. Por eso estamos reunidos en este Seminario.
La evangelización franciscana en la Amazonía comenzó desde fines del S. XVI pero en situaciones muy precarias pues era un campo misionero difícil, misterioso e inaccesible con un abandono por parte del Estado y de la misma Iglesia. El misionero tenía que predicar el Evangelio en esta vasta zona amazónica de una forma integral dedicándose a la formación cristiana, educación, salud, programas de desarrollo y promoción humana tratando de recuperar la identidad y dignidad perdida de los pobladores de esta marginada región.
El Papa Pío X en 1912 dirigió una Encíclica: “Lacrimabili Statu Indorum” lamentándose de la miserable condición de los indios en tiempos del caucho y pidiendo a la Iglesia actuar en beneficio de sus pobladores. Con esta iniciativa se fortaleció la presencia de la Iglesia a través de las tres Prefecturas Apostólicas creadas en Perú encomendadas a los dominicos (Madre de Dios), franciscanos (San Ramón) y agustinos (Iquitos) y creándose nuevos Vicariatos encomendados a los jesuitas (Jaén), pasionistas (Yurimaguas), franciscanos (San José del Amazonas y Requena) y a la Sociedad de Misiones Extranjeras de Québec-Canadá (Pucallpa).
La Iglesia de Brasil tomó la iniciativa a favor de la misión en la Amazonía y en el Documento de Aparecida se plasma la solidaridad de toda la Iglesia de América para esta vasta zona que está siendo devastada, es nuestra casa común y patrimonio de la humanidad.
La Amazonía es un espacio donde podemos vivir en plenitud los valores de nuestra vocación misionera franciscana porque convivimos en un santuario verde con las demás criaturas de la naturaleza, con comunidades indígenas y ribereñas que nos enseñan desde su cosmovisión a vivir en simplicidad y armonía con toda la creación, a relacionarnos con Dios, con los pobres, enfermos, leprosos y muchas personas excluidas para poner toda nuestra confianza en Dios y en su providencia.
Por eso debemos dar gracias a Dios por la celebración de este Seminario Franciscano y pedir las luces al Espíritu Santo para que nos guíe y podamos construir juntos este anhelado proyecto misionero franciscano descubriendo los desafíos que nos presenta la dura realidad de la Selva, sus potencialidades y encontremos la solidaridad de otros hermanos y hermanas que se nos unan en este compromiso misionero integral.
San Francisco nos pedía que “debemos desear por encima de todo tener el Espíritu del Señor y su santa operación”. Estemos atentos a las luces del Espíritu Santo sabiendo, como dice el apóstol Santiago en la primera lectura, que “todo lo bueno viene de Dios y nos engendra con su Palabra”.
Que la Virgen María, madre de Jesús y madre nuestra, misionera en nuestro Continente americano y muy apreciada en nuestras comunidades amazónicas nos acompañe en este Seminario y sea inspiración para nuestra labor misionera inculturada.
Hermanos, hermanas: Que el Señor nos bendiga y nos guarde. Así sea.
Grupo de niños de la Institución Educativa Aldea del Niño Beato Junípero Serra de Mazamari, obra creada por el misionero franciscano Fray Joaquin Ferrer Beniel OFM (QEPD).
Parque Ecoturístico Selva Central
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