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Luz y alegría

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Jose Roman Flecha

Tercer domingo del tiempo ordinario
Por José-Román Flecha Andrés- www.revistaecclesia.com
“Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles”. Estas palabras del profeta Isaías que se proclaman en la liturgia de hoy nos sitúan en las tierras en torno al lago de Genesaret (Is 8, 23b-9,3). Había sido repoblado por gentes llegadas de diversos países. Por eso,  Galilea se identificaba como una región de paganos.
Sin embargo, el profeta no condena a aquellas gentes. Al contrario, adivina un futuro brillante para ellas. “A los que habitaban tierras de sombra, una luz les brillará”. El Señor les colmará de la alegría y el gozo que experimentan  los que siegan la cosecha y los que reparten un botín.
¿Cuál es la razón que justifica esas promesas?. No es el esfuerzo de las gentes, sino el don de Dios, que las libra de una esclavitud que se expresa con las imágenes de la vara, el yugo y el bastón. Dios no ignora a los que son calificados como paganos. Les concede su luz, su alegría y su libertad.
ANUNCIO Y TESTIMONIO
El evangelio de San Mateo considera que aquella promesa se ha cumplido con la aparición de Jesús por la tierra de Galilea (Mt 4, 12-23). No duda en aplicar al tiempo presente la antigua profecía de Isaías. Asombrosamente, el Mesías no ha aparecido  entre los piadosos de las tierras de Judea, sino entre los paganos de Galilea.
Es verdad que el Mesías Jesús no llega para dar su aprobación a la infidelidad, el pecado y la idolatría. Ya con sus primeras palabras invita a las gentes a la conversión. No para ser más aceptables en la sociedad de su tiempo, sino para poder acoger a Dios como Señor. Porque llega el Reino de Dios.
El evangelio dice que Jesús recorre la zona enseñando en las sinagogas, proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Tres ministerios que son confiados también a los creyentes de hoy. Tres tareas imprescindibles en el ejercicio de la evangelización.
EL CORDERO Y LA PALOMA
Pero el Enviado de Dios no puede quedar solo. Elige a hombres de aquella tierra para que compartan su misión. Las palabras que Jesús dirige a sus primeros discípulos no pueden quedar en el olvido. Con ellas se dirige también hoy a nosotros:
• “Venid y seguidme”.  La iniciativa es del Maestro. Llama a cuatro pescadores para que lo acompañen por el camino, para que vivan con él y como él, y acepten su misma suerte.
• “Os haré pescadores de hombres”. Los llamados son pescadores que ejercen su oficio en el lago de Galilea. Jesús conoce su habilidad y quiere que la apliquen al ministerio que desea confiarles.
• “Ellos dejaron las redes y le siguieron”. El texto subraya la prontitud y el desprendimiento con el que los llamados responden a Jesús. Pero nadie deja todo por nada. Los discípulos de antes y de ahora descubren en Jesús el horizonte de su vida.
– Señor Jesús, también nosotros hemos escuchado tu llamada a seguirte por el camino, poniendo nuestras habilidades al servicio del Evangelio. Gracias por habernos llamado a seguirte. Danos fidelidad en el seguimiento. Amén.

Cordero de Dios que quita el pecado del mundo

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Espiritu Santo

Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, 
Creador del cielo y de la tierra, 
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, 
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: 
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, 
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, 
por quien todo fue hecho; 
que por nosotros lo hombres, 
y por nuestra salvación bajó del cielo, 
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, 
y se hizo hombre; 
y por nuestra causa fue crucificado 
en tiempos de Poncio Pilato; 
padeció y fue sepultado, 
y resucitó al tercer día, según las Escrituras, 
y subió al cielo, 
y está sentado a la derecha del Padre; 
y de nuevo vendrá con gloria 
para juzgar a vivos y muertos, 
y su reino no tendrá fin. 
Creo en el Espíritu Santo, 
Señor y dador de vida, 
que procede del Padre y del Hijo, 
que con el Padre y el Hijo 
recibe una misma adoración y gloria, 
y que habló por los profetas. 
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo 
para el perdón de los pecados. 
Espero la resurrección de los muertos 
y la vida del mundo futuro. 
Amén.
Segundo Domingo del tiempo ordinario
Libro de Isaías 49,3.5-6
El me dijo: “Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré”. 
Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. 
El dice: “Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra”. 
Salmo 40(39),2.4.7-8.9.10
Esperaba, esperaba al Señor, 
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor,
Puso en mi boca un cántico nuevo, 
de alabanza a nuestro Dios. 
Muchos al verlo temerán y 
pondrán su confianza en el Señor.
No quisiste sacrificios ni ofrendas 
—lo dijiste y penetró en mis oídos— 
no pediste holocaustos ni víctimas.
Entonces dije: 
«Aquí estoy, de mi está escrito en el rollo del Libro.
He elegido, mi Dios, hacer tu voluntad, 
y tu Ley está en el fondo de mi ser».
Publiqué tu camino en la gran asamblea, 
no me callé, Señor, tú bien lo sabes.
Carta I de San Pablo a los Corintios 1,1-3
Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquellos que en cualquier parte invocan el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro.
Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Evangelio según San Juan 1,29-34
Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel”.
Y Juan dio este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. 
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo’.
Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios”.
Papas en orden cronológico

Nombre Origen Pontificado
S. Pedro Galilea (Israel) Mártir en 64 o 67
S. Lino Toscana (Italia) 68-79
S. Anacleto o Cleto Roma (Italia) 80-92
S. Clemente Roma (Italia) 92-99 o 68-76
S. Evaristo Grecia 99 o 96-108
S. Alejandro I Roma (Italia) 108 o 109-116 o 119
S. Sixto I Roma (Italia) 117 o 119-126 o 128
S. Telesforo Grecia 127 o 128- 137 o 138
S. Higinio Grecia 138-142 o 149
S. Pío I Aquilea (Italia) 142 o 146-157 o 161
S. Aniceto Siria 150 o 157-153 o 168
S. Sotero Campania (Italia) 162 o 168-170 o 177
S. Eleuterio Epiro (Grecia) 171 o 177-185 o 193
S. Víctor I África 186 o 189-197 o 201
S. Ceferino Roma (Italia) 198-217 o 218
S. Calixto I Roma (Italia) 218-222
S. Urbano I Roma (Italia) 222-230
S. Ponciano Roma (Italia) 230-235
S. Antero Grecia 235-236
S. Fabian Roma (Italia) 236-250
S. Cornelio Roma (Italia) 251-253
S. Lucio I Roma (Italia) 253-254
S. Esteban I Roma (Italia) 254-257
S. Sixto II Grecia 257-258
S. Dionisio Desconocido 259-268
S. Félix I Roma (Italia) 269-274
S. Eutiquiano Luni (Italia) 275-283
S. Cayo Dalmacia 283-296
S. Marcelino Roma (Italia) 296-304
S. Marcelo I Roma (Italia) 306-309
S. Eusebio Grecia 309
S. Melquíades África 311-314
S. Silvestre I Roma (Italia) 314-335
S. Marcos Roma (Italia) 336
S. Julio I Roma (Italia) 337-352
Liberio Roma (Italia) 352-366
S. Dámaso I Roma (Italia) 366-384
S. Siricio Roma (Italia) 384-399
S. Anastasio I Roma (Italia) 399-401
S. Inocencio I Albano (Italia) 401-417
S. Zósimo Grecia 417-418
S. Bonifacio I Roma (Italia) 418-422
S. Celestino I Campania (Italia) 422-432
S. Sixto III Roma (Italia) 432-440
S. León I Magno Toscana (Italia) 440-461
S. Hilario Cerdeña 461-468
S. Simplicio Tívoli (Italia) 468-483
S. Félix III o II Roma (Italia) 483-492
S. Gelasio I África 492-496
Anastasio II Roma (Italia) 496-498
S. Símmaco Cerdeña 498-514
S. Hormisdas Frosinone (Italia) 514-523
S. Juan I Toscana (Italia) 523-526
S. Félix IV o III Samnio (Italia) 526-530
Bonifacio II Roma (Italia) 530-532
Juan II Roma (Italia) 533-535
S. Agapito I Roma (Italia) 535-536
S. Silverio Frosinone (Italia) 536-537
Vigilio Roma (Italia) 537-555
Pelagio I Roma (Italia) 556-561
Juan III Roma (Italia) 561-574
Benedicto I Roma (Italia) 575-579
Pelagio II Roma (Italia) 579-590
S. Gregorio I Magno Roma (Italia) 590-604
Sabiniano Toscana (Italia) 604-606
Bonifacio III Roma (Italia) 607
S. Bonifacio IV Abruzos (Italia) 608-615
S. Adeodato I Roma (Italia) 615-618
Bonifacio V Nápoles (Italia) 619-625
Honorio I Campania (Italia) 625-638
Severino Roma (Italia) 640
Juan IV Dalmacia 640-642
Teodoro I Jerusalén (Israel) 642-649
S. Martín I Todi (Italia) 649-655
S. Eugenio I Roma (Italia) 654-657
S. Vitaliano Segni (Italia) 657-672
Adeodato II Roma (Italia) 672-676
Dono Roma (Italia) 676-678
S. Agatón Sicilia (Italia) 678-681
S. León II Sicilia (Italia) 682-683
S. Benedicto II Roma (Italia) 684-685
Juan V Siria 685-686
Conón Desconocido 686-687
S. Sergio I Siria 687-701
Juan VI Grecia 701-705
Juan VII Grecia 705-707
Sisinio Siria 708
Constantino Siria 708-715
S. Gregorio II Roma (Italia) 715-731
S. Gregorio III Siria 731-741
S. Zacarías Grecia 741-752
Esteban II (III) Roma (Italia) 752-757
S.Pablo I Roma (Italia) 757-767
Esteban III (IV) Sicilia (Italia) 768-772
Adriano I Roma (Italia) 772-795
S. León III Roma (Italia) 795-816
Esteban IV (V) Roma (Italia) 816-817
S. Pascual I Roma (Italia) 817-824
Eugenio II Roma (Italia) 824-827
Valentín Roma (Italia) 827
Gregorio IV Roma (Italia) 827-844
Sergio II Roma (Italia) 844-847
S. León IV Roma (Italia) 847-855
Benedicto III Roma (Italia) 855-858
S. Nicolás I Magno Roma (Italia) 858-867
Adriano II Roma (Italia) 867-872
Juan VIII Roma (Italia) 872-882
Marino I Toscana (Italia) 882-884
S.Adriano III Roma (Italia) 884-885
Esteban V (VI) Roma (Italia) 885-891
Formoso Desconocido 891-896
Bonifacio VI Roma (Italia) 896
Esteban VI (VII) Roma (Italia) 896-897
Romano Toscana (Italia) 897
Teodoro II Roma (Italia) 897
Juan IX Tívoli (Italia) 898-900
Benedicto IV Roma (Italia) 900-903
León V Ardea (Italia) 903
Sergio III Roma (Italia) 904-911
Anastasio III Roma (Italia) 911-913
Landón Sabina (Italia) 913-914
Juan X Ímola (Italia) 914-928
León VI Roma (Italia) 928
Esteban VII (VIII) Roma (Italia) 929-931
Juan XI Roma (Italia) 931-936
León VII Roma (Italia) 936-939
Esteban VIII (IX) Roma (Italia) 939-942
Marino II Roma (Italia) 942-946
Agapito II Roma (Italia) 946-955
Juan XII Roma (Italia) 955-964
León VIII Roma (Italia) 963-965
Benedicto V Roma (Italia) 964-965
Juan XIII Roma (Italia) 965-972
Benedicto VI Roma (Italia) 973-974
Benedicto VII Roma (Italia) 974-983
Juan XIV Pavia (Italia) 983-984
Juan XV Roma (Italia) 985-996
Gregorio V Sajonia (Alemania) 996-999
Silvestre II Aquitania (Francia) 999-1003
Juan XVII Roma (Italia) 1003
Juan XVIII Roma (Italia) 1003-1009
Sergio IV Roma (Italia) 1009-1012
Benedicto VIII Roma (Italia) 1012-1024
Juan XIX Roma (Italia) 1024-1032
Benedicto IX Roma (Italia) 1032-1044
Silvestre III Roma (Italia) 1045
Benedicto IX (segunda vuelta) Roma (Italia) 1045
Gregorio VI Roma (Italia) 1045-1046
Clemente II Sajonia 1046-1047
Benedicto IX (tercera vuelta) Roma (Italia) 1047-1048
Dámaso II Tirol 1048
S. León IX Alsacia (Francia) 1049-1054
Víctor II Alemania 1055-1057
Esteban IX (X) Lorena (Francia) 1057-1058
Nicolás II Borgoña (Francia) 1059-1061
Alejandro II Milán (Italia) 1061-1073
S.Gregorio VII Toscana (Italia) 1073-1085
B. Víctor III Benevento (Italia) 1086-1087
B. Urbano II Francia 1088-1099
Pascual II Ravena (Italia) 1099-1118
Gelasio II Gaeta (Italia) 1118-1119
Calixto II Borgoña (Francia) 1119-1124
Honorio II Ímola (Italia) 1124-1130
Inocencio II Roma (Italia) 1130-1143
Celestino II Umbría (Italia) 1143-1144
Lucio II Bolonia (Italia) 1144-1145
B. Eugenio III Pisa (Italia) 1145-1153
Anastasio IV Roma (Italia) 1153-1154
Adriano IV Inglaterra 1154-1159
Alejandro III Siena (Italia) 1159-1181
Lucio III Lucca (Italia) 1181-1185
Urbano III Milán (Italia) 1185-1187
Gregorio VIII Benevento (Italia) 1187
Clemente III Roma (Italia) 1187-1191
Celestino III Roma (Italia) 1191-1198
Inocencio III Roma (Italia) 1198-1216
Honorio III Roma (Italia) 1216-1227
Gregorio IX Anagni (Italia) 1227-1241
Celestino IV Milán (Italia) 1241
Inocencio IV Génova (Italia) 1243-1254
Alejandro IV Roma (Italia) 1254-1261
Urbano IV Francia 1261-1264
Clemente IV Francia 1265-1268
B. Gregorio X Piacenza (Italia) 1271-1276
B. Inocencio V Saboya 1276
Adriano V Génova (Italia) 1276
Juan XXI Lisboa (Portugal) 1276-1277
Nicolás III Roma (Italia) 1277-1280
Martín IV Francia 1281-1285
Honorio IV Roma (Italia) 1285-1287
Nicolás IV Áscoli (Italia) 1288-1292
S.Celestino V Molisse (Italia) 1294
Bonifacio VIII Anagni (Italia) 1294-1303
B. Benedicto XI Treviso (Italia) 1303-1304
Clemente V Francia 1305-1314
Juan XXII Francia 1316-1334
Benedicto XII Francia 1334-1342
Clemente VI Francia 1342-1352
Inocencio VI Francia 1352-1362
B. Urbano V Francia 1362-1370
Gregorio XI Francia 1370-1378
Urbano VI Nápoles (Italia) 1378-1389
Bonifacio IX Nápoles (Italia) 1389-1404
Inocencio VII Sulmona (Italia) 1404-1406
Gregorio XII Venecia (Italia) 1406-1415
Martín V Roma (Italia) 1417-1431
Eugenio IV Venecia (Italia) 1431-1447
Nicolás V Sarzana (Italia) 1447-1455
Calixto III Játiva (España) 1455-1458
Pío II Siena (Italia) 1458-1464
Pablo II Venecia (Italia) 1464-1471
Sixto IV Savona (Italia) 1471-1484
Inocencio VIII Génova (Italia) 1484-1492
Alejandro VI Játiva (España) 1492-1503
Pío III Siena (Italia) 1503
Julio II Savona (Italia) 1503-1513
León X Florencia (Italia) 1513-1521
Adriano VI Utrech (Holanda) 1522-1523
Clemente VII Florencia (Italia) 1523-1534
Pablo III Roma (Italia) 1534-1549
Julio III Roma (Italia) 1550-1555
Marcelo II Lazio (Italia) 1555
Pablo IV Nápoles (Italia) 1555-1559
Pío IV Milán (Italia) 1559-1565
S. Pío V Alessandría (Italia) 1566-1572
Gregorio XIII Bolonia (Italia) 1572-1585
Sixto V Áncona (Italia) 1585-1590
Urbano VII Roma (Italia) 1590
Gregorio XIV Cremona (Italia) 1590-1591
Inocencio IX Bolonia (Italia) 1591
Clemente VIII Florencia (Italia) 1592-1605
León XI Florencia (Italia) 1605
Pablo V Roma (Italia) 1605-1621
Gregorio XV Bolonia (Italia) 1621-1623
Urbano VIII Florencia (Italia) 1623-1644
Inocencio X Roma (Italia) 1644-1655
Alejandro VII Siena (Italia) 1655-1667
Clemente IX Pistoia (Italia) 1667-1669
Clemente X Roma (Italia) 1670-1676
B. Inocencio XI Como (Italia) 1676-1689
Alejandro VIII Venecia (Italia) 1689-1691
Inocencio XII Spinazola (Italia) 1691-1700
Clemente XI Urbino (Italia) 1700-1721
Inocencio XIII Roma (Italia) 1721-1724
Benedicto XIII Bari (Italia) 1724-1730
Clemente XII Florencia (Italia) 1730-1740
Benedicto XIV Bolonia (Italia) 1740-1758
Clemente XIII Venecia (Italia) 1758-1769
Clemente XIV Rímini (Italia) 1769-1774
Pío VI Cesena (Italia) 1775-1799
Pío VII Cesena (Italia) 1800-1823
León XII Spoleto (Italia) 1823-1829
Pío VIII Áncona (Italia) 1829-1830
Gregorio XVI Belluno (Italia) 1831-1846
B. Pío IX Senigallia (Italia) 1846-1878
León XIII Carpineto romano (Italia) 1878-1903
S. Pío X Treviso (Italia) 1903-1914
Benedicto XV Génova (Italia) 1914-1922
Pío XI Milán (Italia) 1922-1939
Pío XII Roma (Italia) 1939-1958
S. Juan XXIII Bérgamo (Italia) 1958-1963
Pablo VI Brescia (Italia) 1963-1978
Juan Pablo I Belluno (Italia) 1978
S. Juan Pablo II Wadowice (Polonia) 1978-2005
Benedicto XVI Marktl am Inn (Alemania) 2005-2013
Francisco Buenos Aires (Argentina) 2013-

Bautismo del Señor

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Bautismo de Jesus

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El evangelio de hoy (Mt 3, 13-17) lleva como título “Jesús recibe el bautismo de Juan”, cuando debiera ser la “teofanía de Jesús en el Jordán”. Teofanía o revelación por parte de Dios, manifestando que Jesús es su Hijo. Y en el Jordán, porque es el lugar que Dios escogió para esta epifanía. Epifanías mostrando a Jesús como Dios, las hubo antes -(el canto de los ángeles en su nacimiento (Lc 2, 9+); la estrella que guía a los Reyes hasta Jesús (Mt 2,1+)- y las habrá después (las Bodas de Caná (Jn 2, 1+); la Transfiguración del Señor (Mt 17, 5). Pero la más importante de todas es ésta en el Jordán. Es tan importante que, como muy pocas veces, la recogen los cuatro evangelistas (Mt 3, 13+; Mc 1,9+; Lc 3,21+ y Jn 1, 29+). Por algo será.
Digamos que el acontecimiento es importante 1. porque es el mismo Padre Dios en persona quien se hace presente para decir a todos que Jesucristo es su Hijo, el Amado, el Elegido; 2. Porque Dios se presenta como Trinidad de Personas no obstante ser un solo Dios. En efecto, tenemos al Padre, que habla de su Hijo, y al Espíritu Santo que, en forma de paloma, se posa en y unge a Jesús (Lc 4, 18); y 3. Porque señala el inicio sin retorno de la misión de Jesús. Así lo reconocen los evangelistas que hacen partir de este acontecimiento el ministerio público de Jesús. Digamos de paso que el hecho del bautismo de Jesús por Juan tiene sólo una importancia relativa: en cuanto que es la circunstancia, que Dios aprovechó para su epifanía y en cuanto que es un referente del bautismo que nos trajo Jesús: en el espíritu santo y el fuego (Mt 3, 11) o en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 19)
Para Jesús la epifanía en el Jordán es mucho más dinámica que lo que parece. Mucho más que una mera aunque transcendente proclamación de Dios sobre Sí mismo (que es Trinidad) y sobre Jesús (que es su Hijo). Lo que ahí y en ese momento pasa, pone en acción imparable a Jesús que se deja llevar por el Espíritu al Desierto, a Judea, a Galilea…, actuando como el misionero (enviado) del Padre para evangelizar a los pobres (4, 14-21). Digamos que en la vida ministerial de Jesús el Cristo (el Mesías), todo empezó en el Jordán, en el nombre del Padre y por la acción del Espíritu Santo. Buen recordatorio y estímulo para nosotros, que en el bautismo tuvimos nuestra propia epifanía y el Espíritu entró de protagonista en nuestras vidas.
Sólo nos falta imitar a Jesús y hacer lo que Él hizo, de palabra y de obra. Ante todo tomar conciencia y sentirnos orgullosos de nuestra condición de hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y templos vivos del Espíritu Santo. Luego tomar conciencia y sentirnos orgullos de pertenecer y participar en la Iglesia. Frecuentar la eucaristía y familiarizarnos con la Palabra de Dios. Pasar haciendo bien el bien y optando siempre por los pobres. Trabajar en paz y por la paz, desde la justicia y para la solidaridad. Vivir en comunión con todos y construir comunidad con algunos… Estas y otras muchas cosas podremos hacerlas si, como Jesús, nos sentimos y actuamos como hijos de Dios, dejándonos conducir por su Espíritu.

Oro, incienso y mirra

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Cada 6 de enero se celebra el día de los Reyes Magos. Melchor, Gaspar y Baltasar, los tres hombres que visitaron al niño Jesús a pocas horas de nacido guiados por una estrella para adorarlo y llevarle tres regalos.
En el libro de Mateo, se cuenta que los magos al llegar al pesebre expresaron: “¿Dónde está el Rey de los judíos? Hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”.
En las mismas santas escrituras se dice que “al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, postrándose, lo adoraron y abriendo sus tesoros le ofrecieron presentes: Oro, incienso y mirra. Pero, ¿qué significaban?:
Los magos colocaron sus ofrendas a sus pies. El oro era la riqueza como tributo al Rey, el incienso, con su aroma dulce, era para el sacerdote y la mirra para la sepultura.
Melchor, un anciano, procedente de Europa, entregó la Mirra, una sustancia rojiza aromatizada común en Medio Oriente para la elaboración de perfumes; sin embargo, en aquellos tiempos era utilizada para el aceite de la santa unción, para uso santísimo y como bálsamo para la santa sepultura.Gaspar, el más joven de los tres reyes magos, procedente de Asia entregó el Incienso. Era una preparación de resinas aromáticas usado para rituales religiosos. En aquel entonces se quemaba en el Tabernáculo de Moisés y en el Templo de Salomón sobre el altar de oro del incienso. Era para uso exclusivamente sagrado. El incienso es el símbolo de Dios.
Baltasar, un hombre de raza negra procedente de África entrega el Oro, el más preciado de los metales. Es símbolo de realeza, dignidad, soberanía y autoridad. Representa posición, gobierno y dominio. El oro da seguridad, influencia e identidad al que lo posee.
En resumen, el oro entregado por los magos a Jesús eran un reconocimiento de su realeza; el incienso, un homenaje supremo a su divinidad y la mirra, un anuncio a sus padecimientos como redentor de la humanidad.
Fuente: Radio Programas del Perú.

San Gaspar del Búfalo

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San Gaspar del Bufalo

El apóstol a la devoción de la Preciosa Sangre, nació en Roma el 6 de Enero de 1786. Como sacerdote desarrolló su trabajo de apostolado en Roma y después se convirtió en un misionero dedicado. En sus viajes misioneros en Italia invitó a los fieles a reflexionar y adorar la Preciosa Sangre de Cristo. En el año 1815 fundó la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre; en 1834, con su apoyo, Santa María de Mattias fundó la Congregación de las Hermanas Adoratrices de la Sangre de Cristo. Gaspar fue beatificado por San Pío X en 1904 y canonizado por Pío XII en 1954. Manifestando su particular devoción a San Gaspar del Bufalo, el Papa Juan XXIII visitó su cuerpo en la iglesia de Santa Maria en Trivio el 4 de enero de 1963, donde permanece para la veneración por los fieles.
Biografía

  • 1786. 6 de enero: nace Gaspar del Búfalo en Roma. Es bautizado al dia siguiente.
  • 1788. Sufre una grave enfermedad en los ojos, con peligro de muerte. Es salvado por la intercesión de San Francisco Javier.
  • 1808. 31 de julio: después de completar los estudios teológicos, es ordenado sacerdote en la Iglesia de San Vicente de Paul en Montecitorio. Celebra la primera misa el 2 de agosto. El 23 de octubre funda el Oratorio nocturno de Santa María en Vincis con los hermanos Bonanni, Santelli y Gonnelli. El 8 de diciembre apoya al hermano Albertini en la institución de la Cofradía de la Preciosa Sangre in San Nicola en Carcere y predica el sermón.
  • 1809. El 17 de mayo: Napoleón suprime los Estados Pontificios. El 6 de julio el Papa Pío VII es deportado.
  • 1810. 13 de junio: niega juramento a Napoleón Bonaparte que había invadido los Estados Pontificios afirmando “no puedo, no quiero, no debo”. Es apresado varias veces y exiliado en Piacenza. En septiembre enferma y casi muere. En diciembre es trasladado a Bolonia.
  • 1811. 20 de octubre: muere Annunziata del Bufalo, madre de Gaspar. 13 de septiembre: Rechaza jurar fidelidad a Napoleón por segunda vez. Gaspar es arrestado en Bolonia y enviado a la prisión de San Juan en Monte.
  • 1813. 12 de enero: Gaspar es trasladado a la prisión en Imola. 5 de marzo: Gaspar es trasladado a la fortaleza en Imola. 16 de mayo: Tras negarse a prestar juramento a Napoleón por tercera vez, Gaspar es trasladado a la fortaleza en Lugo. 17 de junio: el hermano Bonanni, en Roma, instituye el grupo de sacerdotes llamados “Trabajadores Evangélicos”, para promover la predicación de misiones. 10 de diciembre: Gaspar es enviado a Bolonia y, negándose a jurar una vez más, es condenado y enviado a Córcega. 20 de diciembre 20: llega a Florencia a la espera de órdenes para ir a Livorno donde será embarcado a Córcega. 27 de diciembre: los “Trabajadores Evangélicos” le escriben desde Florencia, a través del secretario Antonio Santelli, invitándole a ser miembro del grupo.
  • 1814. 14 de enero: Gaspar responde con entusiasmo a la invitación. El 26 de enero: Murat entra en Roma y devuelve la libertad a los sacerdotes que estaban detenidos o exiliados por negarse a hacer juramento a Napoleón. En febrero, Gaspar regresa a Roma tras cuatro años de exilio y prisión. 10 de marzo: Napoleon libera a Pío VII. 24 de mayo: Pío VII regresa a Roma. 30 de noviembre: Pío VII confía el monasterio y la Iglesia de San Félix de Giano para el establecimiento del Instituto de las Misiones. 8 de diciembre: Gaspar comienza su actividad misionera con su primera misión en la Iglesia de San Nicolás en Carcere, Roma.
  • 1815. 20 de julio: Gaspar renuncia a ser canónigo en San Marcos para dedicarse a las misiones por completo. 15 de agosto: se abre la primera casa del Instituto en San Félix en Giano (Umbria). Cuatro miembros cantan un Te Deum para la ocasión. Del 20 de noviembre al 10 de diciembre: El Papa llama a los predicadores más famosos en Benevento para misiones. Gaspar está entre ellos.
  • 1816. Predica retiros y misiones.
  • 1817. Predica retiros y misiones. Gaspar es nombrado Primer Promotor y Misionero de la Cofradía de la Preciosa Sangre.
  • 1818. Predica retiros y misiones.
  • 1819. Predica retiros y misiones. Publica su “Método de las Misiones Sagradas” y las reglas para el establecimiento de las sociedades parroquiales para dar continuidad a las misiones. 22 de julio: Con la intención de extirpar el bandidaje y la delincuencia que campeaba en Marittima y Campagna, el Papa Pío VII publica el decreto de la destrucción de la ciudad de Sonnino, ciudad fuerte de los bandidos.
  • 1820. Predica retiros y misiones. 7 de junio: en Pievetornia se celebra el primer Congreso del Instituto, donde Gaspar clarifica y amplía las Reglas que ya habían sido diseñadas en Giano inicialmente.
  • 1821. En Roma, Gaspar prepara el “Proyecto de la Cultura Religiosa y Moral para la provincia de Marittima y Campagna”. 28 de octubre: Pío VII firma el documento por el que encarga a Gaspar la reforma moral de las provincias infestadas de bandidaje y ordena la apertura de seis casas de misión en la zona. Gaspar hace un viaje de inspección a Marittma y Campagna, contacta con los obispos y autoridades civiles con el objetivo de encontrar instalaciones apropiadas para las fundaciones.
  • 1822. Predica retiros y misiones. 3 de marzo: Misión en Vallecorsa. Gaspar se encuentra por primera vez con María de Mattias. Durante la predicación, él mira hacia ella y apunta al crucifijo que está sosteniendo. Giovanni Merlini será su director espiritual. Ella fundará posteriormente las hermanas Adoratrices.
  • 1823. Predica retiros y misiones. 18 de abril: apertura de la casa de misión en Benevento. 20 de agosto: el Papa Pío VII muere en Roma. 28 de septiembre: elección del Papa León XII.
  • 1826. Predica misiones y ejercicios espirituales. Apertura de casas de misión en Sonnino y Sermoneta. Reapertura de la casa de Terracina. 7 de enero: el cardenal Giulio Della Somaglia, pide a San Gaspar un misionero para misiones extranjeras. En enero el Papa León XII llama a San Gaspar a Roma desde San Félix, Giano. En febrero el Papa León XII quiere enviar a San Gaspar como Nuncio en Brasil. 17 de febrero: San Gaspar busca la cooperación de Monseñor Cristaldi para que la petición sea anulada. De todas formas tiene que permanecer en Roma trabajando en la Propaganda Fide. 13 de marzo: el Padre Gaspare Carboneri y el hermano Giacomo Velletrani marchan al extranjero. 2 de octubre: Monseñor Bellisario Cristaldi es nombrado Cardenal in pectore. A mediados de Octubre: San Gaspar recibe permiso para concluir su actividad misionera. 25 de octubre: San Gaspar vuelve a San Félix, en Giano (Umbria).
  • 1827. Predica misiones y ejercicios espirituales. Apertura de casa de misión en Pievetorina. 11 de febrero: el padre Carboneri llega a Ancona, de vuelta de sus misiones extranjeras.
  • 1828. Febrero: Bellisario Cristaldi marcha a Nápoles por razones de salud. 4 de febrero: clausura de la casa de Terracina. 16 de febrero: clausura de la casa de Sonnino. 20 de marzo: apertura de casa de estudios en Albano Laziale (Roma). 15 diciembre: León XII nombra a Bellisario Cristaldi como Cardenal. Diciembre: El Cardenal Cristaldi renuncia como Tesorero General (puesto que ocupaba desde el 6 de junio de 1820) y le reemplaza el obispo Mario Mattei.
  • 1829. 10 de febrero: muere León XII. 13 de marzo: es elegido Pío VIII. Abril: Pío VIII suspende el pago de subsidos para el gobierno de las casas en las provincias de Marittima y Campagna. 3 de junio: El Papa revoca la suspensión del susbidio. Septiembre: Gaspar abre la casa de estudios en Benevento y marcha a Nápoles para discutir la fundación de una casa allí.
  • 1830. 30 de noviembre: muere Pío VIII. San Gaspar continúa predicando en numerosas misiones.
  • 1831. 2 de febrero: elección del Papa Gregorio XVI. 25 de febrero: muere el Cardenal Bellisario Cristaldi. 31 de octubre: muere Antonio del Bufalo, padre de San Gaspar, en Roma. 16 de noviembre: apertura de la casa de misión en Nepi.
  • 1832. 28 de mayo: apertura de la casa en Macerata Feltria (Pesaro). 29 de diciembre: apertura de casa en Cesena (Forli)
  • 1833. 20 de abril: reapertura de la casa en Sonnino (Latina). 25 de Octubre: Apertura de casa de misión de Pennabilli (Pesaro).
  • 1834. 4 de marzo: María de Mattias inicia el Instituto de las Adoratrices de la Sangre de Cristo en Acuto (Frosenone). 2 de junio: inauguración de la nueva casa de misión en Vallecorsa (Frosenone).
  • 1835. Junio: Presentación de un documento descriptivo sobre la Congregación al Papa Gregorio XVI mediante la mediación del Cardenal Fransoni. Septiembre-Octubre: revisión del Método y las Directrices de la Congregación en Albano. Durante estos dos años (1834-1835) San Gaspar predicó aproximadamente nueve retiros espirituales, dos misiones populares, un mes mariano, un mes de la Preciosa Sangre y dedicó mucha energía a la visita de las casas de misión (había unas 17 casas).
  • 1836. Agosto: el cólera ya presente en Italia, llega a Ancona. Final de diciembre: Durante la misión en Nepi se pone enfermo.
  • 1837. Agosto: El cólera irrumpe en la ciudad de Roma. Predica las “40 Horas” en la nueva iglesia en Roma. 15 de octubre: preside la acción de gracias por el fin de la cólera en Roma. Octubre: Regresa a Albano para su recuperación, por orden médica. 4 de diciembre: Gaspar regresa a Roma. 28 de diciembre: Gaspar muere en Roma, después de una vida al servicio del Evangelio y de la Iglesia a través sobre todo de las misiones populares.
  • 1954: canonización en San Pedro.

Acontecimientos singulares

  • En Roma dio una atención especial a los comerciantes que venían del campo a la ciudad y fundó la Cofradía de la Preciosa Sangre.
  • Salvó Sonnino, conocida por ser tierra de ladrones, de ser destruida.
  • Dijo un día: “Por Cristo hay que hacer mucho, de prisa y bien”. En las misiones populares que predicaba le acompañaba un gran crucifijo.
  • Juan XXIII definió a San Gaspar como “el verdadero y mayor apóstol de la devoción a la Preciosa Sangre en el mundo”; su máxima era: “hablar poco, hablar bien, hablar en el momento oportuno”.

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Sagrada Familia

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Sagrada Familia

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Todavía con la mirada (de los ojos y del corazón) en el Niño Dios, que está en la cuna del belén, el evangelio de hoy (Mt 2,13-15.19-23) nos pide fijar la atención en la familia. Desde luego, la sagrada Familia de Nazareth, pero también la familia en general, la tuya y la mía. Evidentemente en el llamado Misterio de Navidad, sus tres personajes son parte del Misterio, pero el principal es Jesús, que acapara nuestro interés por ser el Hijo de Dios hecho hombre. En la misa de Noche Buena lo vimos como un bebé inerme y vulnerable, ¡Él que es el Hijo de Dios!; en la misa de Navidad, lo contemplamos como el Hijo de Dios, ¡Él que es un bebé! Hoy, la iglesia quiere que lo veamos en el seno de una familia y como parte de la misma. Con todo lo que esto entrañó de fácil y difícil, y de lo que entraña para todas nuestras familias.
Reflejo de la Familia de Dios, que es una comunidad de tres Personas divinas, la Familia de Nazaret es, debe ser, modelo para toda familia humana. Lamentablemente muy pocas veces nos la proponemos como modelo o la tenemos en cuenta. Quizá porque sólo pensamos en ella cuando llega la Navidad o la Fiesta de la Sagrada Familia o el día del Niño por Nacer. O porque, siendo ellos santos, pensamos que todo les era fácil y como caído del cielo. Pero no fue así, y por donde se la mire, en lo divino y en lo humano o social, tuvo tantos y más problemas que la mayoría de nuestras familias. Si no, díganme cuál de nuestras familias ha sido por un buen tiempo “familia sin techo”, perseguida, emigrante en país extraño (Egipto), refugiada en Nazareth, pobre… Es por ello que la Sagrada Familia puede enseñarnos a ser y vivir felices en medio de las adversidades y puede mostrarnos cómo surgir de la nada o teniendo muy poco.
En otro orden de cosas, la sagrada familia de Nazareth vive y nos enseña a vivir los principios fundamentales y las virtudes propias de la familia que se construye sobre el matrimonio de un hombre con una mujer, como el de María con José. Hoy son muchas las circunstancias, de todo género y origen, que atentan contra su comunión feliz, pero no voy a referirme a ellas. Considero más importante referirme a los principios sólidos que fundamentan la vida en familia y a las virtudes humanocristianas que la facilitan y santifican. Entre los principios enumero los sgtes. : el de la unidad en la diversidad y viceversa, por el que la familia se convierte en icono o retrato vivo de Dios (Uno y Trino); el de la reciprocidad corresponsable, y los de ser santuario de la vida, casa de Dios, formadora de personas, transmisora de valores (empezando por el de la fe) y  promotora del bien común (célula del tejido social).
Entre las virtudes familiares: ante todo el amor recíproco, con todas las características que, según la Escritura debe tener el amor (1 Cor 13, 4-6). La autoridad, que es compartida por los esposos-papás y que ha de ser ejercitada siempre en diálogo, corresponsabilidad y bondad, sobre todo con los hijos. Hay que ser firmes, pero siempre con bondad. Así la obediencia no les caerá pesada y será como la expresión de su amor y respeto a los papás y de su aporte a la felicidad del hogar.
FAMILIA Y EVANGELIZACIÓN
Como deben saberlo, hace ya un mes la Santa Sede  presentó el documento preparatorio de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el Vaticano del 5 al 19 de octubre de 2014. Su tema: “Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”, el que se dará en dos asambleas y dos años: en el 2014, la Asamblea General Extraordinaria, que recogerá testimonios y propuestas de los obispos para anunciar y vivir el Evangelio visto desde la familia; y en el 2015, la Asamblea General Ordinaria, cuyo fin será dar las líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia”.
En una evangelización que compromete a todos, ¿cómo compromete a las familias cristianas, que tienen su modelo en la Sagrada Familia, que hoy celebramos? Digamos que, en relación con la evangelización, la familia tiene una doble tarea: pasiva una, abriéndose a la misión y a los misioneros y acogiéndolos; y activa la otra, asumiendo su rol de agente activo y de protagonista de la evangelización. Dicho de otro modo, las familias deben ser evangelizadas y evangelizadoras. Lo que obliga por igual a todas, si bien algunas podrán ser más evangelizadoras por estar más evangelizadas al haber iniciado antes y/o con mayor empeño el camino de la conversión y de la renovación.
En ambos casos, la tarea evangelizadora principal de la familia tendrá que consistir en ser cada vez más una familia cristiana: más familia y más cristiana. “¡Familia, sé lo que eres!”, gritaba el Papa Juan Pablo II. Además deberá convertirse en “escuela de fe”, en “comunidad discípula misionera”, donde se vive y se transmite el amor de Cristo que está en la base de su mutua relación. Y donde, desde el amor de Cristo y en Iglesia, se transmite y educa la fe de los hijos y, si es el caso, la de los esposos. Todo esto, a base de oración en común, de creación de un ambiente sano en el hogar, del testimonio de vida de los padres y la introducción de los hijos en la iniciación cristiana, preferentemente a través de la “catequesis familiar”.
“Animada por el espíritu evangelizador en su propio interior, la familia, en cuanto Iglesia doméstica, está llamada a ser un signo luminoso de la presencia de Cristo y de su amor incluso para los «alejados», para las familias que no creen todavía y para las familias cristianas que no viven coherentemente la fe recibida. Está llamada «con su ejemplo y testimonio» a iluminar «a los que buscan la verdad»” (Familiares Consorcio de Juan pablo II, 54). En relación con el entorno, ¡qué hermosos gesto y lección evangelizadores el de la familia que sale de casa y va a la misa dominical, vestida de fiesta y con alegría en el corazón! Aún sin proponérselo, ese ejemplo llama la atención y cunde misioneramente.
Los siguientes son también gestos y hechos evangelizadores, que las familias pueden llevar a cabo con sencillez. A lo mejor participar en algún “Cenáculo Misionero”, en el que los vecinos se reúnen rotativamente para orar (el Santo Rosario, por ejemplo), y ofrecer eventualmente su casa para ello. Acoger y pasar a otras familias la Capilla Misionera de la Medalla Milagrosa. Servir de enlace en el sector o en el edificio en el que viven, dando oportunidad al ingreso de misioneros. Formar parte de la Pastoral Familiar de la parroquia o integrar algún movimiento (como el de Encuentro Matrimonial). Participar en el Equipo o Movimiento Misionero parroquial. Propiciar que los enfermos, los niños y los jóvenes de la casa integren algún Grupo Misionero o Parroquial.

Santas Perpetua y Felicidad

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Perpetua y Felicidad
Acta de Martirio
En Cartago, a 6 de marzo de 203
(Traducción de J. Bollando, “Acta Sanctorum” 6 marzo t.I.)
PROLOGO
Si los antiguos ejemplos de fe son testimonio de la gracia de Dios y sirven de edificación para los hombres, y se escribieron para que, recordando los hechos con la lectura, el hombre fuera confortando, y el Señor honrado, ¿por qué no hemos de recoger los documentos recientes que sirven lo mismo para esos dos fines? Estas cosas también han de ser necesarias a los venideros, y si en su tiempo son tenidas en menos, es por un excesivo culto de la antigüedad. Pero consideren que en todo tiempo es la misma la virtud del Espíritu Santo, y más abundante aún en los últimos tiempos, conforme al desbordamiento de gracia que tendrá lugar al fin del mundo. Porque dice el Señor: “En los últimos días derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán sus hijos e hijas, y enviaré mi Espíritu sobre mis siervos y mis siervas. Y los jóvenes tendrán visiones, y los ancianos, sueños”. Así, pues, nosotros reconocemos y respetamos las visiones y profecías anunciadas, lo mismo que las demás manifestaciones del Espíritu Santo, como útiles para la Iglesia, a la que El es enviado, y reparte a todos sus dones conforme a la medida que el Señor ha señalado a cada uno. Por eso hemos hecho esta narración cuya lectura servirá para gloria de Dios, a fin de que la ignorancia o el desaliento no haga creer que sólo a los antiguos les asistió la gracia divina del martirio o de la revelación. Porque Dios cumple siempre su promesa, para que sirva a los infelices de testimonio y a los fieles de ayuda. En cuanto a nosotros hermanos e hijos nuestros, os anunciamos lo que vimos y palpamos, a fin de que vosotros que fuisteis testigos de estas cosas os acordéis de la gloria del Señor, y los que ahora os enteráis por la narración que se os hace, entréis en comunión con los santos mártires y por mediación de ellos con Nuestro Señor Jesucristo, a quien se debe todo honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Prisión de los mártires
Fueron apresados los catecúmenos Revocato y Felicidad, ambos esclavos, junto con el joven Secúndulo. También lo fue Vibia Perpetua, de familia noble, educada con esmero, y casada con uno de la nobleza. Vivían aún sus padres, dos hermanos, uno de ellos igualmente catecúmeno, y un niño de pecho. Ella contaba alrededor de veintidós años. Narró de su propia mano todo su martirio.
“Estando yo -dice ella- con los perseguidores, como mi padre guiado por el amor natural, se esforzase por desviarme de mi propósito y perderme, le dije: “Padre mío; ¿ves en el suelo ese vaso o jarro, o como se le quiera llamar?” Y le respondió: “Le veo”. Entonces yo le dije: “¿Acaso se le puede llamar de otro modo?”, y él me contestó: “No”. De la misma manera, yo no me puedo llamar otra cosa que “cristiana”. Mi padre, al oír mis palabras, fuera de sí, se arrojó sobre mi para sacarme los ojos, pero sólo me maltrató, y se retiró vencido con sus argumentos infernales. Con esto no volvió en algunos días, de lo que di gracias a Dios, porque su ausencia me fue un gran alivio. Precisamente en aquellos pocos días recibimos el bautismo, y a mi, estando dentro del agua, me inspiró el Espíritu Santo que no pidiera otra cosa que el poder resistir el amor paternal.
A los pocos días fuimos encarcelados, y mi espanto fue grande al verme en tales tinieblas que nunca había experimentado. ¡Oh día terrible! Hacinamiento de presos, calor era insoportable, los golpes de los soldados, y en mi a todo esto se añadía la preocupación por mi hijo. Tercio y Pomponio, carísimos diáconos, consiguieron con dinero que cada día fuéramos pasados durante algunas horas a un departamento más confortable de la cárcel. Salidos de ella, cada uno podía hacer lo que le pareciera. Yo amamantaba a mi hijo, ya casi muerto de hambre; preocupada por él, hablaba a mi madre, confortaba a mi hermano, y les recomendaba mi hijo. Me era gran tormento ver cómo sufrían por mi. Este martirio duró muchos días, hasta que conseguí que el niño quedara conmigo en la cárcel, entonces ya estuve tranquila, libre de la inquietud por el hijo: desde aquel momento la cárcel me pareció un palacio, y prefería estar en ella a cualquier otro lugar.
Por aquellos días me dijo mi hermano: “Señora hermana, ahora estás elevada a una gran dignidad, tanta que me atrevo a pedirte que ores a Dios para que te muestre si esto terminará con el martirio, o con la libertad”. Y yo que conocía mi trato con Dios, y había sido objeto de tantos favores, le respondí confiada: “Mañana te lo diré”. Y ore al Señor y me mostró lo que sigue: “Vi una escalera que llegaba hasta el cielo, larguísima y muy estrecha, tanto, que sólo uno podía subir por ella. En los brazos de la escalera estaban clavadas toda suerte de herramientas: espadas, lanzas, anzuelos y segures; de manera que el que subiera distraído y no mirando siempre arriba, se desgarraría las carnes entre tantos hierros. A los pies de la escala estaba echado un gran dragón, que acechaba a los que subían, y les ponía espanto.
El primero en subir fue Saturo, quien como no estaba con nosotros cuando fuimos apresados, se presentó después voluntario, por el amor que nos profesaba. A1 llegar al extremo de la escalera se volvió hacia mi y me dijo: “Perpetua, te espero aquí, pero cuida que no te muerda el dragón”. Yo le contesté: “Confío en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que no me hará daño”. Y el dragón, como si me tuviera miedo, sacó la cabeza de debajo de la escalera, y yo pisándosela me serví de ella como de primer peldaño. Cuando llegué a la cima vi un inmenso prado, en medio del cual estaba sentado un venerable anciano, completamente cano y en traje de pastor, ocupado en ordeñar a sus ovejas. Alrededor de él había una gran muchedumbre vestida de blancos hábitos. Levantó la cabeza, me miró y dijo: “Has llegado con felicidad, hija”. Y llamándome me ofreció un trozo de queso que yo recibí con ambas manos y lo comí; los circunstantes dijeron: Amén. Sus voces me despertaron, y al volver en mi, noté que aun tenía en la boca una cosa que no se explicar. En seguida lo conté todo a mi hermano, y comprendimos que la hora del martirio se acercaba, perdiendo desde aquel momento toda esperanza de parte de los hombres.
Confesión de la fe
A los pocos días corrió la voz de que íbamos a ser interrogados. Mi padre vino desde la ciudad (Tuburbio) completamente apenado, y fue donde yo estaba, para conseguir hacerme desistir de mi propósito y me dijo: “Hija mía, compadécete de mis canas; apiádate de tu padre, si es que merezco tal nombre. Ya que te he criado, y gracias a mis cuidados has llegado a esta flor de la juventud, y siempre te he preferido a tus hermanos, no me hagas ser la vergüenza de los hombres piensa en tus hermanos, en tu madre, en tu tía; piensa en tu hijo que no podrá vivir sin ti. Abandona tu propósito que sería para todos nosotros la perdición. Si tú eres condenada, nadie de nosotros osará presentarse en público”. Así me hablaba mi padre, y me besaba las manos, movido del gran amor que me tenía. Se echaba a mis pies, y con lágrimas en los ojos me llamaba no hija, sino señora. ¡Qué compasión me daba mi padre, que iba a ser el único de mi familia que no se había de alegrar de mi pasión! Yo le consolé diciendo: “En el tribunal sucederá lo que sea voluntad divina, porque más dependemos del poder de Dios que del nuestro propio”. Mi padre se retiró muy apenado.
Al cabo de algunos días, a la hora de la comida, fuimos llevados ante el tribunal, instalado en el foro. En seguida se corrió la noticia por los alrededores del foro y se juntó un gran gentío. Subimos al tablado y habiendo sido interrogados los demás todos confesaron la fe. Cuando llegó mi vez apareció mi padre con el niño en los brazos y me arrastró fuera de la escalinata, suplicándome tuviera compasión de mi hijo. E1 procurador Hilariano, que hacía las veces del procónsul difunto Minucio Timiniano, me dijo: “Apiádate de las canas de tu padre y de la delicadeza del niño. Sacrifica por la salud de los emperadores”. Yo le respondí. “No sacrifico”.
Hilariano: “¿Eres cristiana?”
Respondí: “Lo soy”.
Y como mi padre se esforzara por hacerme cambiar de parecer, Hilariano mandó echarle de allí, y le hirió con una vara, lo cual me causó tanto dolor, como si me hubiera dado a mi; tanta compasión me daba la vejez de mi pobre padre. Luego se pronunció sentencia contra todos nosotros, condenándosenos a las bestias, y volvimos a la cárcel muy contentos. Como mi hijo solía estar conmigo en la cárcel y tomar allí el pecho, encargué al diácono Pomponio que fuera por él a casa de mi padre; pero mi padre no se lo quiso entregar, y fue voluntad divina que desde aquel día el niño no se volviera a acordar del pecho, y esto no me causara a mi preocupación ni ardor alguno en los pechos.
A los pocos días, mientras estábamos en la oración, comencé a hablar y nombré a Dinócrates, lo que me causó admiración porque no me había acordado de él hasta entonces. Su desgracia me produjo pena y comprendí que era yo entonces digna y que debía interceder por él y comencé a pedir y suplicar con gemidos por él al Señor. La noche siguiente vi lo que sigue: Dinócrates salía de un lugar tenebroso donde había muchos compartimentos muy oscuros. Venía sofocado y sediento, la cara sucia y el color pálido; en la cara tenía la herida con que había muerto.
Este Dinócrates era hermano carnal mío, que había muerto a los siete años de un cáncer tan horrible en la cara que daba asco a todo el mundo. Por él era por quien hice yo oración; entre los dos había un gran espacio que ni él ni yo podíamos franquear. Había en el lugar donde Dinócrates estaba un estanque lleno de agua, cuyas paredes eran más altas que la estatura del niño, y Dinócrates se estiraba como para beber. A mí me daba pena, porque el estanque tenía agua, pero por la altura de la pared no podía beber.
Cuando desperté comprendí que mi hermano estaba sufriendo pero confiaba poder socorrerle y oré por él, hasta que fuimos llevados a la cárcel castrense (porque debíamos combatir en los juegos que se daban para solemnizar el natalicio del César Geta). Todo el tiempo estuve pidiendo con lágrimas de felicidad por Dinócrates.
El día que estuvimos en el cepo vi lo siguiente: El lugar, el mismo que antes, y a Dinócrates muy limpio, muy bien vestido y alegre, y donde antes había tenido la llaga tenía una cicatriz; los bordes del estanque de que antes hablé habían descendido hasta la cintura del niño, quien continuamente sacaba agua. Sobre el borde del estanque había una jarra de oro llena de agua. Dinócrates se acercó a ella y bebió, y el agua de la jarra no disminuía; y luego de beber se puso a Jugar alegremente como suelen los niños. En esto me desperté y comprendí que mi hermano ya no sufría.
Poco días después, Pudente, soldado de guardia de la cárcel que nos estimaba, comprendió que el Señor nos favorecía con su gracia, y permitía que entraran muchos a visitarnos para que mutuamente nos consoláramos.
Ya estaba próximo el día de las fiestas, cuando mi padre se presento en la cárcel, consumido por la tristeza, arrancándose la barba’ echándose por tierra, maldiciendo sus días y diciendo tales cosas, capaces de conmover a toda criatura. ¡Qué compasión me daba su vejez!
La víspera de nuestro combate tuve la siguiente visión: Me pareció ver venir a la cárcel al diácono Pomponio y que golpeaba fuertemente a la puerta; salí a su encuentro y abrí. Su traje era blanco, cuajado de perlas de oro. E1 me dijo: “Perpetua, te esperamos, ven”; y tomándome la mano me llevó a lugares ásperos y desiguales. Así que llegamos jadeando al anfiteatro, me llevó al centro de la arena y me dijo: “No temas, estoy contigo y te acompañaré en el combate”, y se marchó. Vi un enorme gentío, que me miraba atónito; y como sabía que estaba condenada a las bestias, me maravillaba al no verlas por ninguna parte. Salió contra mi un egipcio de horrible aspecto, seguido de sus ayudas. A mí se acercaron mis auxiliares y partidarios, unos jóvenes hermosos, me desnudaron y me pareció transformarme en varón. Mis padrinos comenzaron a pintarme con aceite, como es costumbre entré los atletas, mientas tanto el egipcio se revolcaba en la arena. Y salió un hombre de una estatura extraordinaria, que sobrepasaba el techo del anfiteatro, vestido de una túnica de: púrpura, sujeta al pecho con dos broches llenos de adornos de oro y plata; traía una vara de lanista y un ramo verde cuajado de manzanas de oro. Impuso silencio y dijo: “Si este egipcio vence a esta mujer, la matará; en cambio si es ella la vencedora, recibirá en premio este ramo”, y se retiró. Nos aproximamos, pues, el uno al otro y vinimos a las manos. El quería sujetarme por los pies, pero yo le golpeaba el rostro dándole patadas; de repente fui levantada por los aires, comencé a pisotearle como si pisoteara la tierra Así que hallé un momento de descanso, junté las manos, crucé Los dedos y cogiéndole por la cabeza cayo de bruces y se la aplasté.
El pueblo comenzó a aplaudir y mis padrinos a cantar. Yo me acerqué al lanista y recibí el ramo; el me besó y me dijo: “Hija, la paz sea contigo”, y yo me fui triunfante a la puerta Sanavivaria. En esto desperté, y entendí que no había de luchar contra las fieras, sino contra el diablo, pero estaba segura de mi victoria.
Todo esto es lo que ocurrió hasta la víspera de los juegos; lo que después sucedió, escríbalo el que quiera.
Visión de Saturo
El bienaventurado Saturo tuvo también la visión siguiente, la cual él mismo escribió: Después que hubimos padecido el martirio y salimos de la carne, fuimos llevados por cuatro ángeles hacia Oriente, sin que nos tocaran con sus manos. Íbamos, no como nos solemos acostar de ordinario, sino ligeramente inclinados, cual los que suben una suave pendiente. Pasado el primer mundo, vimos una gran Luz, y yo dije a  Perpetua, que estaba a mi lado: “Esto es lo que el Señor nos había prometido; se ha cumplido la promesa”. Mientras éramos llevados por los cuatro ángeles, se presentó a nuestra vista una gran extensión, a modo de inmenso vergel, lleno de rosales y toda especie de flores. Los árboles eran tan altos como cipreses, cuyas hojas caían sin cesar. Cuatro ángeles más resplandecientes aun que los que nos llevaban había en aquel jardín, los cuales al vernos llegar nos hicieron reverencia y dijeron llenos de admiración a los otros ángeles: “Estos son estos son”. Los ángeles que nos conducían, llenos de un temor respetuoso, nos dejaron en tierra, y anduvimos por una ancha vía, donde nos encontramos con Jocundo, Saturnino y Artaxio, que habían sido quemados en la misma persecución; también encontramos a Quinto que había fallecido en la cárcel. Preguntamos a los mártires por los demás compañeros, pero los ángeles nos dijeron: ‘Primero venid entrad y saludad al Señor”.
Y cerca de allí vimos un edificio cuyas paredes parecían construidas de rayos de luz. En el vestíbulo había en pie cuatro ángeles, que al entrar nos vistieron blancas túnicas. Pasamos adentro, y oímos una voz acordada que decía sin cesar: “Santo, Santo, Santo”. En el lugar aquel estaba sentado un venerable anciano de cabellos de nieve con rostro Juvenil; sus pies no los vimos por tenerlos cubiertos. A su derecha e izquierda había cuatro ancianos y detrás estaban en pie otros muchos.
Entramos atónitos, nos presentamos ante el trono ayudados por cuatro ángeles, y besamos en el rostro al Señor mientras E1 nos acariciaba con su mano. Los ancianos nos mandaron poner de pie, y así lo hicimos, y a todos les dimos el ósculo de paz. Luego nos dijeron: “Id y divertios”. Yo dije a Perpetua: “Tienes lo que anhelabas”. Y me contestó: “Gracias a Dios; cuando vivía en la carne estaba alegre pero ahora lo estoy más aun”.
Salimos, y a la puerta encontramos al obispo Optato a la derecha, y al presbítero y doctor Aspasio a la izquierda, separados y tristes. Se echaron a nuestros pies y nos dijeron: “Poned paz entre nosotros, porque vosotros os marchasteis y a nosotros nos dejasteis en este estado”. Nosotros les dijimos: “¿Acaso no eres tú nuestro obispo y tú nuestro presbítero? ¿Cómo es que os postráis a nuestros pies?” Nos conmovimos y los abrazamos, y Perpetua comenzó a hablar con ellos; nos retiramos un poco con ellos a un jardincillo y nos colocamos bajo un rosal. Estábamos conversando con ellos, cuando unos ángeles se acercaron diciendo: “Dejadlos que se solacen, y si tenéis entre vosotros algunas disensiones, perdonaos mutuamente”; y los apartaron al uno del otro.
A Optato le dijeron: “Corrige a tu pueblo, porque tus asambleas se parecen a las salidas del circo donde disputan las diversas facciones”. Y nos pareció como que querían cerrar las puertas. Allí reconocimos a muchos hermanos, pero todos mártires; un perfume inexplicable nos alimentaba y saciaba, el cual nos servía de alimento”. Al llegar a esto me desperté muy gozoso.
Muere Secúndulo en la cárcel. Parto de Felicidad.
Estas son las maravillosas visiones de Saturo y Perpetua, tal como ellos las escribieron.
A Secúndulo le llamó Dios para sí estando aun en la cárcel. Este fue un favor con que quiso dispensarle de luchar con las fieras; favor que, aunque sensible para el alma deseosa del martirio, agradeció el cuerpo.
En cuanto a Felicidad, también halló gracia ante el Señor. Cuando fue arrestada se hallaba en el octavo mes de embarazo (porque fue apresada estando encinta). A medida que se acercaba el día de los juegos, aumentaba en ella la tristeza, por razón de que acaso por hallarse en aquel estado fuese aplazado su martirio; porque la ley prohíbe la ejecución de una mujer encinta. Aumentaba su temor el pensar que más tarde podía mezclarse su sangre inocente con la de algún malvado y criminal. Los demás compañeros de cárcel tenían el mismo temor, y se entristecían al pensar que tan buena compañera iba a quedar sola en el camino de la esperanza. Tres días antes de los juegos, se unieron todos en un mismo deseo y lo encomendaron al Señor. Terminada la oración, los dolores del parto se hicieron sentir, y como sólo se hallaba en el octavo mes los dolores eran más agudos. Y como ella gimiese, los carceleros le dijeron: “Si ahora te quejas, ¿qué harás cuando seas arrojada a las fieras, de las que te burlas, al no querer sacrificar?” “Ahora soy yo la que sufro, respondió ella; pero entonces otro estará en mí que padecerá por mí porque yo padeceré por él”. Felicidad dio a luz una hija, que educó y crió una cristiana.
Puesto que el Espíritu Santo ha permitido, y permitiéndolo ha manifestado su voluntad, de que fuera escrita la narración del combate, aunque indigno personalmente de tanta gloria, sin embargo de eso cumpliendo los deseos de la muy venerada Perpetua (porque no hago más que ejecutar su voluntad), haré la continuación de su narración, dando a conocer su constancia y fortaleza de ánimo.
Como el tribuno tratase con dureza a los encarcelados, a causa de las habladurías de algunos insensatos, que decían poder ser librados de la cárcel por medio de encantamientos, y artes mágicas, Perpetua se encaró con él y le dijo: “¿Por qué no concedes algún alivio a presos tan distinguidos que son propiedad del César y han de luchar en las fiestas de su natalicio? ¿O es que no redunda en honor y gloria tuya el que nos presentes rollizos al César?” Temió el tribuno y se ruborizó, y desde aquel día les concedió cierta libertad, de manera que pudieron ser visitados por sus correligionarios y familiares, aunque él pensaba que no debían salir de la cárcel.
La víspera de los juegos, al celebrar la cena llamada de la libertad, los mártires, en cuanto de ellos dependió, la convirtieron en ágape. Durante ella, con su inquebrantable constancia, dirigieron algunas palabras a la multitud, conminándola con el juicio divino, afirmando la felicidad del martirio. Saturo, reprendiendo la curiosidad de los asistentes, dijo: “¿No os basta el día de mañana para mirar a vuestro gusto a aquellos a quienes odiáis? Hoy, amigos; mañana, enemigos: fijaos bien en nuestras caras, para que nos reconozcáis el último día”. Los paganos se retiraron confusos, y muchos de ellos creyeron.
Martirio
Por fin amaneció el día del triunfo, y entraron en el anfiteatro con las caras tan alegres como si entraran en el cielo; emocionados ciertamente; pero de gozo, no de miedo.
Perpetua seguía a: sus compañeros con paso grave, como corresponde a una matrona de Cristo, amada de Dios. Los ojos bajos, para ocultar su brillo a los espectadores.
Por su parte, Felicidad iba alegre de su alumbramiento, y de poder luchar con las fieras, hasta derramar su sangre, de las manos de la partera a las del reciario.
Llegados a la entrada del anfiteatro, quisieron vestir a los hombres el hábito de los sacerdotes de Saturno, y a las mujeres, el de las sacerdotisas de Ceres. Todos rehusaron con generosa intrepidez, diciendo: “Hemos venido voluntariamente aquí por conservar nuestra libertad, y por eso damos nuestras vidas; este es el único contrato que tenemos con vosotros”. La injusticia reconoció a la justicia, y el tribuno permitió que entrasen con sus propios hábitos.
Perpetua cantaba, viéndose ya pisoteando la cabeza del egipcio. Revocato, Saturnino y Saturo conminaban al pueblo, y cuando llegaron enfrente de Hilario, le dijeron: “Tú nos juzgas, pero a ti te juzgará Dios”. Oyendo esto el pueblo, pidió que nos azotasen los domadores. Los mártires se alegraron de poder de ese modo participar de la Pasión del Señor.
Aquel que había dicho: “Pedid y recibiréis”, concedió a cada uno el género de muerte que había deseado. Cuando los mártires hablaban entre sí, del género de martirio que cada cual deseaba, Saturnino era partidario de que le arrojaran a toda clase de fieras, para acrecentar así la corona.
En cuanto comenzó el espectáculo, contra Revocato, se soltó un leopardo; también le hirió en el estrado un oso. Saturo a nada tenía tanto horror como al oso, y así, deseaba ser devorado por un leopardo. Al querer echar contra él un jabalí, éste, arremetió contra el guarda, quien murió a los pocos días de la herida recibida. Saturo fue arrastrado por un leopardo, y al ser expuesto a un oso, éste no quiso salir de la cueva, y así quedó ileso por segunda vez.
Para luchar contra las mujeres había sido dispuesta una vaca bravía, como para insultar a su sexo; sin duda que el diablo había inspirado tal idea, porque semejante animal jamás se usó en los juegos. Fueron despojadas de sus vestidos, y metidas en una red, y así se las expuso. Horrorizóse el pueblo al ver a la una tan joven y tan delicada, y a la otra, que acaba de dar a luz, con los pechos aun destilando. Se las hizo volver a ponerse sus respectivas vestiduras. La primera en ser expuesta fue Perpetua, que, lanzada por los aires, cayó de espaldas; al incorporarse y ver su túnica rasgada de arriba abajo, se la aplicó al cuerpo, más preocupada del pudor que del dolor. Llamada por encargados del anfiteatro, se recogió el cabello con unas fíbula, porque no era digno de una mártir ir con los cabellos descompuestos, para que no se creyera que lloraba en su propio triunfo. Se levantó, y al ver a Felicidad en el suelo la dio una mano y la ayudó a incorporarse. El pueblo, compadecido, pidió que se las llevara a la puerta Sanavivaria. Allí, a Perpetua la recibió un catecúmeno, por nombre Rústico, que siempre la había profesado mucho afecto. Pareció despertar de un profundo sueño -tan abstraído había estado su espíritu en éxtasis-, mirando en su derredor, dijo, con admiración de todos los presentes: “¿Cuándo vamos a ser expuestas a la vaca”? Y como la dijesen que ya lo habían sido, no lo podía creer, hasta que reconoció en sí en sus vestiduras las huellas de la lucha. En seguida, mandando llamar a su hermano y a Rústico, le dijo: “Estad firmes en la fe, amaos unos a otros y no os escandalicéis de nuestros tormentos”. Entre tanto Saturo había sido conducido a otra puerta, y decía al soldado (Pudente): “Al fin, como yo había predicho, ninguna fiera me ha dañado; así, pues, apresúrate a creer, porque has de saber que en seguida voy a ser expuesto a un leopardo que de una dentellada me quitará la vida”. Luego, para dar fin a los juegos, se arrojó contra él un leopardo, y de un solo mordisco quedó bañado en sangre. “Ya se ha lavado, ya está salvado”, dijo el pueblo -aludiendo al bautismo-. Realmente salvo estaba el que de aquel modo se había bautizado. Luego dijo a Pudente: “Acuérdate de mi fe, y que lo que acabas de ver no te entristezca, sino más bien te corrobore en ella”. Al mismo tiempo le pedía su anillo, y empapándole en la sangre de su herida, se le devolvió, dejándosele como herencia y como recuerdo de su muerte. Desde allí, ya desvanecido, fue llevado a donde los demás mártires estaban para ser estrangulado. El pueblo pidió que fueran sacados al medio del anfiteatro, para gozar del espectáculo de ver penetrar con sus ojos cómplices del homicidio la espada en el cuerpo de los mártires. Estos, espontáneamente, se levantaron para dar gusto al pueblo, y se besaron unos a otros para acabar en paz su martirio. Luego, inmóviles y en silencio, recibieron en sus cuerpos la espada. Saturo, que iba a la cabeza, fue el primero en morir. A Perpetua aún la esperaba un nuevo tormento, porque habiendo caído en manos de un gladiador bisoño, éste hirió varias veces entre las vértebras, lo que la arrancó gritos de dolor, hasta que ella misma dirigió la espada a su garganta. Parecía que esta mujer fuerte no podía morir más que por su propia voluntad, porque el espíritu inmundo la temía.

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Navidad 2013

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Navidad andina

En su mensaje Urbi et Orbi (“para la ciudad y para el mundo”), con ocasión de la Navidad, la primera que celebra desde su elección como Pontífice en marzo de este año, el Papa Francisco hizo un llamado por la paz y exhortó a pedirle a Dios “que nos ayude a construirla cada día, en nuestra vida”.
A continuación, ACI Prensa reproduce el texto completo del mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco:
“Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.
Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero, ¡Feliz Navidad!
Hago mías las palabras del cántico de los ángeles, que se aparecieron a los pastores de Belén la noche de la Navidad. Un cántico que une cielo y tierra, elevando al cielo la alabanza y la gloria y saludando a la tierra de los hombres con el deseo de la paz.
Les invito a todos a hacer suyo este cántico, que es el de cada hombre y mujer que vigila en la noche, que espera un mundo mejor, que se preocupa de los otros, intentado hacer humildemente su propio deber.
Gloria a Dios.
A esto nos invita la Navidad en primer lugar: a dar gloria a Dios, porque es bueno, fiel, misericordioso. En este día mi deseo es que todos puedan conocer el verdadero rostro de Dios, el Padre que nos ha dado a Jesús. Me gustaría que todos pudieran sentir a Dios cerca, sentirse en su presencia, que lo amen, que lo adoren.
Y que todos nosotros demos gloria a Dios, sobre todo, con la vida, con una vida entregada por amor a Él y a los hermanos.
Paz a los hombres.
La verdadera paz no es un equilibrio de fuerzas opuestas. No es pura “fachada”, que esconde luchas y divisiones. La paz es un compromiso cotidiano, que se logra contando con el don de Dios, con la gracia que nos ha dado en Jesucristo.
Viendo al Niño en el Belén, pensemos en los niños que son las víctimas más vulnerables de las guerras, pero pensemos también en los ancianos, en las mujeres maltratadas, en los enfermos… ¡Las guerras destrozan tantas vidas y causan tanto sufrimiento!
Demasiadas ha destrozado en los últimos tiempos el conflicto de Siria, generando odios y venganzas. Sigamos rezando al Señor para que el amado pueblo sirio se vea libre de más sufrimientos y las partes en conflicto pongan fin a la violencia y garanticen el acceso a la ayuda humanitaria.
Hemos podido comprobar la fuerza de la oración. Y me alegra que hoy se unan a nuestra oración por la paz en Siria creyentes de diversas confesiones religiosas. No perdamos nunca la fuerza de la oración. La fuerza para decir a Dios: Señor, concede tu paz a Siria y al mundo entero.
Concede la paz a la República Centroafricana, a menudo olvidada por los hombres. Pero tú, Señor, no te olvidas de nadie. Y quieres que reine la paz también en aquella tierra, atormentada por una espiral de violencia y de miseria, donde muchas personas carecen de techo, agua y alimento, sin lo mínimo indispensable para vivir.
Que se afiance la concordia en Sudán del Sur, donde las tensiones actuales ya han provocado víctimas y amenazan la pacífica convivencia de este joven Estado.
NavidadTú, Príncipe de la paz, convierte el corazón de los violentos, allá donde se encuentren, para que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo. Vela por Nigeria, lacerada por continuas violencias que no respetan ni a los inocentes e indefensos.
Bendice la tierra que elegiste para venir al mundo y haz que lleguen a feliz término las negociaciones de paz entre israelitas y palestinos. Sana las llagas de la querida tierra de Iraq, azotada todavía por frecuentes atentados.
Tú, Señor de la vida, protege a cuantos sufren persecución a causa de tu nombre. Alienta y conforta a los desplazados y refugiados, especialmente en el Cuerno de África y en el este de la República Democrática del Congo.
Haz que los emigrantes, que buscan una vida digna, encuentren acogida y ayuda. Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en Lampedusa.
Niño de Belén, toca el corazón de cuantos están involucrados en la trata de seres humanos, para que se den cuenta de la gravedad de este delito contra la humanidad.
Dirige tu mirada sobre los niños secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, y sobre los que se ven obligados a convertirse en soldados, robándoles su infancia.
Señor, del cielo y de la tierra, mira a nuestro planeta, que a menudo la codicia y el egoísmo de los hombres explota indiscriminadamente. Asiste y protege a cuantos son víctimas de los desastres naturales, sobre todo al querido pueblo filipino, gravemente afectado por el reciente tifón.
Queridos hermanos y hermanas, en este mundo, en esta humanidad hoy ha nacido el Salvador, Cristo el Señor. No pasemos de largo ante el Niño de Belén. Dejemos que nuestro corazón se conmueva, se enardezca con la ternura de Dios; necesitamos sus caricias.
El amor de Dios es grande; a Él la gloria por los siglos. Dios es nuestra paz: pidámosle que nos ayude a construirla cada día, en nuestra vida, en nuestras familias, en nuestras ciudades y naciones, en el mundo entero. Dejémonos conmover por la bondad de Dios”.

Domingo de Adviento 2013

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Jesus y San Jose

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
A un par de días de la llegada de Jesús en Navidad, el evangelio (Mt 1, 18-24) nos presenta a José como el prototipo de lo que hemos de hacer para acogerlo y hacerlo crecer en nosotros y en el entorno. En las tres semanas anteriores, los responsables de mostrarnos el camino y de conducirnos al encuentro de Jesús, fueron los profetas Isaías y Juan Bautista. En esta ocasión es José, el casto esposo de María y padre adoptivo de Jesús. La clase de persona que fue José y el hecho de que su trato con Jesús tuvo que ver con su nacimiento y con su desarrollo, lo convierten en un guía privilegiado.
Porque el mismo Padre Dios lo escogió para ser el padre adoptivo de Jesús, es decir, su custodio y guía ante la ley y la vida. Ahora bien, si el Padre Dios confió su Hijo a José, cómo no habríamos de confiar nosotros en José para ir a Jesús. En concreto y por circunstancias especiales, que, según Mateo, habían sido previstas por los profetas, José es el responsable de que Jesús nazca en Belem, de que se llame Jesús (=salvador), de que lo lleve a Egipto para salvarlo de Herodes y de que, muerto éste, regrese a su patria y se afinque en Nazareth. A imitación de José, nosotros debiéramos preocuparnos de hacerlo nacer y crecer sanamente en nosotros y en tantos otros que aún no lo conocen. Sería la buena obra misionera, que el Padre Dios espera de nosotros en esta Navidad.
Porque siendo José un hombre justo (Mt 1, 19), respetuoso de la ley y cumplidor de la voluntad de Dios, va a saber actuar siempre correctamente. Dudo que los cristianos lleguemos a tener tantas situaciones difíciles y dudas sobre la fe en Jesús como las tuvo José. Por ejemplo, su perplejidad al ver en estado a su prometida María, a quien él tanto quiere y admira. ¿Cómo entender y solucionar la situación que se le presentó? Mateo nos habla de las pesadillas que tuvo José, de sus dudas entre denunciarla (para cumplir con la ley) y abandonarla (para no perjudicarla), etc. Sabemos cómo, a las finales, Dios Padre acude en su ayuda  -es lo que bíblicamente quiere decir que un ángel del Señor se le apareció en sueños (Mt  1,20)- , y le hace saber que el niño de su prometida María es obra del Espíritu Santo, y que puede llevársela a casa con toda confianza y hacerla su esposa.
Porque al casarse José con María va a empezar a realizarse el Plan Salvador de Dios. Al respecto, la participación de José es parte integral de ese Plan, sobre todo para Mateo, que, a diferencia de Lucas, va a hacer partir su relato de la infancia de Jesús con la anunciación de un Ángel a José (Mt 1, 20-21). Encomiamos siempre y nos desafía el Sí maravilloso y generoso que, en la Anunciación, María dio a Dios. Debiéramos encomiar también, aunque en otro orden y plano, el Sí maravilloso y esforzado que José dio a Dios. Encomiarlo y sentirnos desafiados por el mismo, ya que encierra la larga lista de responsabilidades que José tuvo que asumir para que María y Jesús realizasen su misión. Es por ello que la Iglesia nos lo propone hoy como ejemplo a seguir, empezando por imitar su espíritu de oración y su gran fe, todo un abandono activo en Dios.

No hay navidad sin Jesús

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Navidad

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El evangelio de hoy nos habla de Juan, como Precursor, y de Jesús, como Mesías (Mt 11, 2-11). Lo que, en el contexto del Adviento, equivale a preguntarnos: qué hemos de hacer para ser precursores como Juan, y otros-Cristo o Mesías como Jesús. En cuanto precursores, nuestro menester es convertirnos e invitar a la conversón, preparar la venida del Señor y hacer discípulos misioneros, seducidos por Él y anunciándolo y llevándolo a los demás. En cuanto cristianos (otros-Cristo), nuestro menester es sentirnos orgullosos de Jesús (y no defraudados), y hacer ver con los hechos que Él es el Mesías, y que donde Él está todo cambia para bien (los ciegos ven, etc.). El evangelio, pues, de este 3º domingo de Adviento es un llamado a la acción y a la esperanza activa y fecunda, en favor de cuanto encierra y significa la Navidad: acoger toda vida naciente y realizar el Plan de Dios para el mundo.
Lamentablemente el Adviento que nosotros vivimos no nos hace ser muy precursores del Señor para el mundo, ni siquiera para los vecinos y sólo un poco entre nuestros familiares y amigos. Cuando más, adornamos la casa con motivos navideños y guirnaldas de luces, ponemos el pino navideño, armamos el belén y colocamos la corona de adviento. A veces, hasta oramos y tocamos y cantamos villancicos entorno al belén y la corona de Adviento, cuyas velas encendemos… Todo esto está muy bien, pero es insuficiente. Sobre todo cuando la propaganda comercial y el consumismo nos hacen perder el sentido religioso y cristiano de la Navidad y reducen cuanto hacemos a casi sólo un maquillaje.
Dentro de una sana alegría urge volver a la sencillez y profundidad de la Navidad. Y a un Adviento que no se limite a dar un superficial barniz navideño o a acentuar la expectativa por la fiesta de la Navidad (más que por Jesús que llega). Como dije arriba, el ser precursores, debe llevarnos a la conversión, al testimonio personal y familiar, a ser misioneros anunciando, preparando y anticipando la Navidad entre la gente y los nuestros. Que podamos tener y propiciar un encuentro personal, estrecho y vivo, con Jesús. Que amemos y acojamos la vida (en cualquier mamá en gestación), que crezca nuestro sentido y ejemplo de pertenencia y participación en la comunidad cristiana a través de la parroquia. Que hagamos y animemos a hacer pública nuestra fe participando en la Misa dominical y en otras celebraciones. Que alejemos de nosotros toda violencia, mentira y corrupción. Que amemos y sirvamos a los pobres…
A todo eso y mucho más, le llamamos esperanza activa y fecunda, que es el alma del Adviento. Activa, porque quien así espera no se limita a sentarse y a aguardar pasivamente a que la cosa venga sino que la apura y jala. Y fecunda, porque produce buenos y abundantes frutos (Gal 5, 22). No se limita a soñar con el que viene y lo que trae, sino que lo anticipa, empezando a vivir, aquí y ahora, la paz, el amor, la gracia, la benignidad, la salvación… del Divino Niño. Al respecto y recordando que somos administradores del Adviento, es bueno recordar la parábola del buen administrador y portarnos como él: para que, cuando el Señor venga, nos encuentre cumpliendo nuestro deber (en activa espera). Entonces el Señor nos felicitará y nos premiará encomendándonos el cuidado de todo lo que tiene (Lc 12, 43-44).
Nuestra Señora de Guadalupe y de la Milagrosa: dos advocaciones especiales de María
Dos advocaciones… y dos apariciones muy especiales de María. Porque así Ella lo quiso y por los resultados. En nuestra parroquia las unimos por un acontecimiento también muy especial, pues su creación fue un 12 de diciembre, Fiesta de Ntra. Sra. de Guadalupe. Para nosotros, los de La Medalla Milagrosa, la fecha de la fiesta, su aparición y su imagen, recobran un valor muy significativo, que es bueno recordar de vez en cuando para bendecir la maternal solicitud María por sus hijos. Veamos algunos detalles.
Nuestra parroquia nació por inspiración de Nuestra Señora de Guadalupe, un 12.12. Es lo que hay que pensar, ya que el Decreto arzobispal de creación de nuestra Parroquia lleva como fecha el 12,12, Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Fue Ella sin duda quien inspiró al entonces arzobispo y cardenal de Lima, Monseñor Juan Landázuri Rickets, a expedir el Decreto de creación de nuestra parroquia. Desde ese día, Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa mantiene con Nuestra Señora de Guadalupe una relación entrañable, agradeciéndole el haber sido puesta como Titular de la recién creada parroquia. Por razones prácticas, solemos adelantar y celebrar la fecha de creación de la parroquia al 27 de Noviembre, fecha de la Fiesta de nuestra Titular. Pero su aniversario institucional, el 56º, es el 12 de diciembre.
“La Guadalupana” y “La Milagrosa” se parecen también en los detalles y las circunstancias de la aparición. En ambos casos, la Virgen se manifiesta a una sola persona (Juan Diego y Catalina) y conversa con ambos con un cariño inmenso, maternalmente. En cuanto a las circunstancias históricas, Nuestra Señora de Guadalupe se da en 1531, a los 10 años de la conquista de Mexico y en los comienzos de su evangelización (y de la evangelización del Continente Latinoamericano, en la que tanto influyó). A su vez, la aparición de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa se tiene en 1830, en los comienzos del Modernismo (racionalismo, industrialismo, socialismo, etc.), que exige una nueva evangelización. Bajo distintas advocaciones y bajo circunstancias tan diferentes, el mensaje de la Virgen Madre es el mismo: hacer ver que es nuestra Madre, que nos ama y que está presente en los momentos cruciales de nuestra historia, animando la evangelización de su Hijo.
En relación con la imagen de sí misma que la Virgen Madre nos da, quiero resaltar sólo dos aspectos:
En ambos casos la imagen es su retrato fiel y auténtico. Es Ella quien estampa su imagen en la tilma o ayate de Juan Diego. Y es Ella quien le dice a Catalina Labouré que haga acuñar una Medalla según lo que está viendo. En la historia mariana, son los dos únicos retratos dados directa o indirectamente, por la Virgen Madre. Y los más analizados y estudiados por los científicos y los historiadores.
En ambos casos María se presenta inculturada, es decir, según lugar y tiempo, y como Ella quiere ser vista y querida por sus hijos. A “Juan Dieguito”, que “representa a todos los indígenas…”, se le aparece como indígena, con su atuendo y hablándole en náhuatl, lengua que aún se habla en varias regiones de Mexico. A Catalina, que representa a los “inmaculistas” o defensores de la Inmaculada Concepción, se presenta con los colores blanco y azul (característicos de la Inmaculada y de la paz), y con sus manos extendidas, llenas de gracias, para que el pueblo las alcance (las gracias y las manos).
Iglesia joven con rica historiaDiócesis de Huacho: Una Iglesia joven con rica historia
PRESENTACIÓN: Monseñor Antonio Santarsiero Rosa OSJ
INTRODUCCIÓN: Dr. Filomeno Zubieta Núñez 
I PARTE: La Iglesia Católica en las provincias de Chancay, Cajatambo y Canta, siglos XVI-XX

  • El mito de Vichama en la historia regional/ Filomeno Zubieta Núñez
  • Santo Toribio en Huacho. Documentos para estudiar su presencia/ José Antonio Benito Rodríguez
  • Cofradías rurales en los corregimientos de Chancay y Cajatambo, siglo XVII/Luis Alberto Rosado Loarte
  • La Compañía de Jesús en la Diócesis de Huacho (siglos XVI-XVIII)/ Hugo La Rosa Cordero
  • Los Mercedarios en la región de Huacho y Chancay/ Severo Aparicio Quispe
  • Presencia franciscana en la Diócesis de Huacho/ Ricardo Briceño Mercado
  • Presencia de los Misioneros Claretianos en Huacho/ Amador Martínez
  • Huacho y la Iglesia en la Independencia/ Raúl Adanaque Velásquez
  • La figura episcopal de Bartolomé de la Heras/ Armando Nieto Vélez SJ
  • Descripción de la Doctrina según la visita pastoral mandada hacer por el Arzobispo Javier de Luna Pizarro en 1848/ Miguel Ángel Silva Esquén
  • Visita pastoral de monseñor Manuel Tovar a las provincias de Chancay y Canta, 1900-1902/ Filomeno Zubieta Núñez
  • Iglesias en el área de Oyón y Cajatambo/ Antonio San Cristóbal

Iglesia joven con rica historiaII PARTE: La Diócesis de Huacho

  • Episcopologio del Obispado de Huacho/ Carlos Giovani La Rosa Benedicto
  • La Diócesis de Huacho desde su creación hasta la inauguración del Seminario Diocesano Virgen del Carmen de Huaura/ Luis Alberto Rosado Loarte
  • La iglesia de San Bartolomé de Huacho, iglesia Catedral/ Luis Alberto Rosado Loarte
  • La festividad de la Santísima virgen del Carmen de Huaura, reseña histórica de su devoción/ Luis Alberto Rosado Loarte
  • El Archivo del Obispado de Huacho: apuntes históricos y fondos documentales/Melecio Tineo Morón