Archivo de la categoría: Espiritualidad

El niño Jesús en el templo de Jerusalén

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Evangelio según San Lucas 2,41-52: 
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.
Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre,
y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.
Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos.
Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”.
Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”.
Ellos no entendieron lo que les decía.
El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.

Misa de Natividad del Señor

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Texto completo de la homilía del Papa Francisco
En esta noche brilla una «luz grande» (Is 9,1); sobre nosotros resplandece la luz del nacimiento de Jesús. Qué actuales y ciertas son las palabras del profeta Isaías, que acabamos de escuchar: «Acrecentaste la alegría, aumentaste el gozo» (Is 9,2). Nuestro corazón estaba ya lleno de alegría mientras esperaba este momento; ahora, ese sentimiento se ha incrementado hasta rebosar, porque la promesa se ha cumplido, por fin se ha realizado. El gozo y la alegría nos aseguran que el mensaje contenido en el misterio de esta noche viene verdaderamente de Dios. No hay lugar para la duda; dejémosla a los escépticos que, interrogando sólo a la razón, no encuentran nunca la verdad. No hay sitio para la indiferencia, que se apodera del corazón de quien no sabe querer, porque tiene miedo de perder algo. La tristeza es arrojada fuera, porque el Niño Jesús es el verdadero consolador del corazón.
Hoy ha nacido el Hijo de Dios: todo cambia. El Salvador del mundo viene a compartir nuestra naturaleza humana, no estamos ya solos ni abandonados. La Virgen nos ofrece a su Hijo como principio de vida nueva. La luz verdadera viene a iluminar nuestra existencia, recluida con frecuencia bajo la sombra del pecado. Hoy descubrimos nuevamente quiénes somos. En esta noche se nos muestra claro el camino a seguir para alcanzar la meta. Ahora tiene que cesar el miedo y el temor, porque la luz nos señala el camino hacia Belén. No podemos quedarnos inermes. No es justo que estemos parados. Tenemos que ir y ver a nuestro Salvador recostado en el pesebre. Este es el motivo del gozo y la alegría: este Niño «ha nacido para nosotros», «se nos ha dado», como anuncia Isaías (cf. 9,5). Al pueblo que desde hace dos mil años recorre todos los caminos del mundo, para que todos los hombres compartan esta alegría, se le confía la misión de dar a conocer al «Príncipe de la paz» y ser entre las naciones su instrumento eficaz.
Cuando oigamos hablar del nacimiento de Cristo, guardemos silencio y dejemos que ese Niño nos hable; grabemos en nuestro corazón sus palabras sin apartar la mirada de su rostro. Si lo tomamos en brazos y dejamos que nos abrace, nos dará la paz del corazón que no conoce ocaso. Este Niño nos enseña lo que es verdaderamente importante en nuestra vida. Nace en la pobreza del mundo, porque no hay un puesto en la posada para Él y su familia. Encuentra cobijo y amparo en un establo y viene recostado en un pesebre de animales. Y, sin embargo, de esta nada brota la luz de la gloria de Dios. Desde aquí, comienza para los hombres de corazón sencillo el camino de la verdadera liberación y del rescate perpetuo. De este Niño, que lleva grabados en su rostro los rasgos de la bondad, de la misericordia y del amor de Dios Padre, brota para todos nosotros sus discípulos, como enseña el apóstol Pablo, el compromiso de «renunciar a la impiedad» y a las riquezas del mundo, para vivir una vida «sobria, justa y piadosa» (Tt 2,12).
En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo, Él nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante. En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y el poner en práctica la voluntad de Dios. Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración.
Que, al igual que los pastores de Belén, nuestros ojos se llenen de estupor y maravilla al contemplar en el Niño Jesús al Hijo de Dios. Y que, ante Él, brote de nuestros corazones la invocación: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 85,8).
Cardenal Juan Luis Cipriani

Mensaje de Navidad a los peruanos

Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima y cardenal peruano, envió un mensaje por fiestas navideñas a todas las familias peruanas donde resaltó que esta importante efeméride recuerda que Jesús “viene para perdonarnos” y exhortó a pensar en el prójimo para ser hombres de buena voluntad.
“Feliz navidad tengan ustedes, con mucha alegría los saludo y me permiten entrar no solo a sus hogares sino a sus corazones. En este año, el papa Francisco al que queremos tanto nos dio ese regalo de convertirlo en el año de la misericordia, el niño Jesús viene para perdonarnos, para acompañarnos”, expresó en un mensaje para RPP Noticias el cardenal Cipriani y prosiguió:
“No pienses en ti, piensa en tanta gente que tal vez necesita tu cariño, en tantos niños que esperan tu visita, en tantos enfermos que hoy quieren verte sonreir, una sonrisa, una palabra de perdón, un abrazo, por eso esa feliz Navidad es para los hombres de buena voluntad”, reflexionó.
Por otro lado, apuntó a ayudarnos entre el prójimo mutuamente y a interpretar el mensaje de Jesús en estas Navidades 2015.
“No tengamos miedo a ayudar a los demás, no lo que te sobra, lo que necesitas, es lo que Jesús viene a decir”.
Fuente: Radio Programas del Perú.
La Navidad no es un cuento de hadas, por Ernesto Cavassa S.J.

La Navidad no es un cuento de hadas

Por Ernesto Cavassa SJ– Diario El Comercio
“Se reza a un niño nacido en un establo. No cabe una mirada a las almas hecha desde más cerca, desde más abajo, desde más en casa. Por eso es verdadero el pesebre: un origen tan humilde para un fundador no se lo inventa uno. Las sagas no pintan cuadros de miseria y, menos aún, los mantienen durante toda una vida. El pesebre, el hijo del carpintero, el visionario que se mueve entre gente baja y el patíbulo al final… todo eso está hecho con material histórico, no con el material dorado tan querido por la leyenda”.
El texto que acabo de citar no procede de un afamado teólogo o de alguna autoridad eclesiástica. Expresa la mirada de un pensador ajeno a la Iglesia, el filósofo marxista alemán Ernst Bloch (1885-1977), autor de obras como “Espíritu de utopía” o “El principio esperanza”. Con razón, Bloch contrapone el relato cristiano a los de la literatura clásica que coloca a sus dioses en el Olimpo disputando entre sí el favor de las diosas y la adoración de los hombres.
La cita de Bloch concuerda con todos los testimonios cristianos. Los evangelios de Mateo y de Lucas ubican el nacimiento de Jesús en un territorio específico y en una determinada situación histórica: “Jesús nació en Belén, un pueblo de Judea, durante el reinado de Herodes” (Mt 2,1). Lucas amplía el escenario contextualizándolo: “El emperador Augusto dispuso la realización de un censo obligando a todos a empadronarse en su ciudad natal” (Lc 2, 1-2). Por ello, la familia es forzada a trasladarse de Nazaret a Belén.
Sin embargo, no es solo el dato cronológico o territorial lo que hace “histórico” lo recogido en el material literario. Lo que llama la atención es el “pesebre”. Lo dice Lucas: “María dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo puso en un pesebre porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc  2,7). El pesebre remite a establos y, en Palestina, estos se ubicaban normalmente en grutas. La Iglesia del siglo siguiente (Justino, Orígenes) asume esa tradición. Todos los testimonios coinciden en el origen humilde de Jesús, el Hijo de Dios.
Pero, ¿es esto razonable? En el supuesto de que Dios tenga un origen, ¿no es más lógico imaginarse otro, digamos, más digno, más meritorio, más propio de aquello que llamamos Dios? Aún más, ¿cómo hacemos para combinar los atributos asignados a Dios (omnipotencia, omnisciencia) con la total dependencia de un bebe a sus progenitores? ¿Dónde está el “poder” del Todopoderoso nacido en un establo? Razón tiene Bloch para decir que eso no puede inventarse. Los hombres solemos colocar a Dios en las alturas, no en las bajuras.
Pablo decía, por ello, que el mensaje cristiano es “locura para los judíos y necedad para los gentiles” (1 Corintios 1, 18-30). Es un “escándalo” para la racionalidad humana. Benedicto XVI habla del “escándalo de la cruz” al que Peter-Hans Kolvenbach, anterior superior general de los jesuitas, añade el “escándalo del pesebre”. La fuerza del cristianismo está precisamente en su capacidad de remover conciencias, no de edulcorarlas. Lamentablemente hemos hecho de la Navidad un cuento de hadas, traicionando al Evangelio y vaciando su capacidad movilizadora. Transmitimos así una buena noticia aguada poco creíble para nuestros contemporáneos.
¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo recuperar la fuerza utópica del Evangelio, la que puede ofrecer  esperanza al hombre de hoy? No queda otro camino que el mostrado por Dios en Jesús: ir, con él, a los bajos fondos del mundo, a los pesebres y a las grutas donde nacen hoy muchos hijos de migrantes forzados a salir de sus patrias, acercarse a los niños sin hogar que deambulan abandonados en las periferias de las grandes ciudades, asistir y defender a aquellos no atendidos por ningún programa de asistencia social, proponer políticas públicas que aseguren la adecuada protección a todo bebe recién nacido, una cuidadosa atención materno-infantil y el desarrollo integral de todos los niños, especialmente durante la primera infancia. Un cristianismo de menos cuento y mayor justicia social. Habrá entonces Navidad.

Nacimiento del niño Jesús

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nacimiento Jesús

Hace muchos, muchos años, Dios mandó al arcángel Gabriel a visitar a María, una dulce doncella judía. Gabriel tenía un mensaje para María: ‘Vas a tener un hijo y se llamará Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y reinará para siempre’.
¿Cómo puede ser? – preguntó María – si no he he estado con ningún hombre. Y el arcángel le dijo que aquel niño era el hijo de Dios.
María estaba prometida con un carpintero, de nombre José, quien al principio no creyó la historia de María y el bebé que llevaba dentro. Sin embargo, el ángel se le apareció en sueños y le contó lo sucedido. Desde entonces, decidió estar al lado de María.
Era 24 de diciembre y María y, su marido, José iban camino de Belén tal y como había ordenado César Augusto. José iba caminando y María, a punto de dar a luz a su hijo, sentaba en un burro.
A su llegada a Belén, María y José buscaron un lugar para alojarse, pero llegaron demasiado tarde y todos estaban llenos. Finalmente, un buen señor les prestó su establo para que pasaran la noche.

José juntó paja e hizo una cama para su esposa. Lo que ninguno de los dos imaginaba antes de trasladarse ese día a Belén es que era el momento de que naciera Jesús.
Y así nació Jesús, en un establo, y su madre, la Virgen María le colocó sobre un pesebre, el lugar donde se ponía la comida de los animales. Al caer la noche, en el cielo nació una estrella que iluminaba más que las demás y se situó encima del lugar donde esta el niño.
Muy lejos de allí, en Oriente, tres sabios astrólogos llamados Melchor, Gaspar y Baltasar, sabían que esa estrella significaba que un nuevo rey estaba a punto de nacer. Los tres sabios, a los que conocemos como los tres Reyes Magos, fueron siguiendo la brillante estrella hasta el pesebre de Belén para visitar a Jesús.
Cuando llegaron a su destino, Melchor, Gaspar y Baltasar buscaron el pesebre y le regalaron al Niño oro, incienso y mirra. Al poco de nacer, el rey Herodes, atemorizado por la noticia de que había nacido el hijo de Dios, mandó matar a todos los bebés. María y Jose huyeron a Egipto y volvieron tiempo después, cuando Herodes murió. Se instalaron en Nazaret y allí pasó su infancia Jesús.
Hoy en día, de la misma forma que los Reyes de Oriente llevaron regalos a Jesús, la noche del 24 de diciembre, llevan regalos a todas las casas para conmemorar el nacimiento del Niño.
Fuente: Antena 3 y www.guiainfantil.com

Religados con Dios, por Francisco Miró Quesada Rada

Religados con Dios

Por Francisco Miró Quesada Rada– Diario El Comercio
En el 2010 tuve la oportunidad de visitar un templo sintoísta en Japón. Me llamó la atención que las personas aplaudieran cuando se acercaban a los altares. Le pregunté a mi guía por qué hacían eso y él me respondió:
–Aplauden para que los espíritus se levanten porque están durmiendo.
La respuesta me pareció razonable. Si los espíritus duermen, hay que despertarlos para conversar con ellos. Sin embargo, cuando le pregunté si creían en Dios, me dijo:
–Hay ocho mil dioses y el tuyo está entre ellos.
Entonces, me funcionó el chip monoteísta:
–¿Cómo sabes tú que hay ocho mil dioses? ¿Los has contado? –inquerí.
Mis palabras fueron irónicas e irrespetuosas, pero en ese momento no me di cuenta. Minutos después, reparé que había ofendido su sensibilidad religiosa y me disculpé.
¿Cómo es Dios? Hace unos años le hicieron esta pregunta a una poderosa computadora y esta respondió: “Dios es convexo”. Para el ordenador, Dios tiene la forma del universo. A Dios lo representamos de diversos modos, sobre todo a través del arte.
En la historia, la mayoría de las culturas fueron politeístas, como la egipcia, la persa, la griega, la romana, la germana, la andina y otras, pero ahora predomina el monoteísmo. Ya no son varios dioses, sino hay un solo Dios creador de todo lo que existe en el universo.
El monoteísmo es de origen oriental y si bien algunos filósofos, como Platón, hablan de un gran demiurgo, creador de todo y al que todos se someten, esta idea fue solo planteada como posibilidad en un conjunto de creencias politeístas.
Antes que los judíos, Akenatón, emperador egipcio, creó la adoración de Atón como único Dios y causó una revolución religiosa, proscrita tras su muerte.
Los hebreos hablaron de un solo Dios: Jehová. Esta creencia fue recogida por los cristianos y musulmanes. Había nacido el monoteísmo estructural que se va imponiendo cuando se convirtió en religión oficial de un pueblo.
La consolidación del cristianismo se debió a la decisión del emperador romano Constantino de declararlo religión oficial del Estado Romano. Algunos historiadores dicen que lo hizo por cálculo político. Igualmente el islam se consolidó cuando se hizo oficial y se expandió.
¿Por qué hay millones de adoradores de Alá y seguidores de Mahoma su profeta? ¿Por qué hay millones de cristianos, adoradores de Cristo, hijo de Dios, el Dios verdadero que por acto milagroso se encarnó en la Virgen María y se hizo hombre para la salvación del mundo del peor flagelo de la humanidad que es el pecado y que mañana recordamos su nacimiento?
Estas religiones se expandieron por el mundo porque las culturas a las que pertenecen fueron imperios y, por lo general, los países dominantes imponen sus creencias religiosas.
Sin embargo, hay otro hecho más interesante: ¿por qué cuando aparece el racionalismo filosófico, que todo lo cuestiona, no pudo terminar con las creencias religiosas, en especial el monoteísmo?
Ello se debe a que en el ser humano existe la esperanza de que puede vivir después de la muerte, que vamos hacia Dios, así en el mundo quedamos religados con Dios y no separados de él, pese a que no lo vemos y ni siquiera sabemos qué forma tiene. Eso se llama fe y la fe es un misterio para la compresión humana.

Cuarto domingo de Adviento 2015

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Bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre

Evangelio según San Lucas 1,39-45: 
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

Tercer domingo de adviento 2015

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Por José-Román Flecha Andrés- Revista Ecclesia
“Alégrate, hija de Sión, grita de gozo, Israel, Regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén”. El tercer domingo del Adviento está marcado por el signo de la alegría. Así lo refleja esta exhortación del profeta Sofonías, que se proclama en este día (Sof 3,14).
Es verdad que, con demasiada frecuencia, en este mundo nuestro se confunde la alegría con la satisfacción. Ponemos nuestra alegría en las cosas que poseemos o adquirimos. O en el triunfo de nuestro partido político o de nuestro equipo favorito.
Es legítimo alegrarse por estas cosas y por otras muchas que nos gustan y nos ofrecen un descanso. Pero el profeta Sofonías anota la causa última de la alegría de su pueblo: “El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temas mal alguno” (Sof 3,15).
Mientras se acerca la celebración del nacimiento de Jesús, podemos examinar nuestra conciencia para ver qué es lo que nos produce alegría. Y por qué muchas personas dicen que estos días de fiesta sólo les producen tristeza.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
El evangelio de Lucas que leemos en este tercer domingo de Adviento (Lc 3, 10-16) nos recuerda las preguntas que suscita en las gentes la predicación de Juan, hijo de Zacarías. En realidad es siempre la misma pregunta: “Entonces, ¿qué hacemos?”

  • En primer lugar, Juan exhorta a todos a compartir sus vestidos y su comida con los que padecen necesidad. Con ello, evoca algunas de las obras que constituyen el verdadero ayuno, como ya decían los antiguos profetas (Is 58,7).
  • A los publicanos o cobradores de tributos, Juan les exhorta a no exigir a las gentes más de lo establecido. Esa era, en efecto, la crítica más habitual a los que contrataban ese servicio y trataban de beneficiarse a costa de los contribuyentes.
  • A los soldados les responde pidiéndoles que no hagan extorsión a nadie, que se contenten con su paga y que no utilicen su puesto para aprovecharse de las gentes por medio de falsas denuncias.

EL NUEVO BAUTISMO
Como se ve, Juan no se andaba por las ramas. Sus indicaciones eran atinadas. Y verdaderas, puesto que revelaban su propia vida. Por eso todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías. Pero él sólo pretendía anunciar al que venía detrás de él:

  • El que viene es más fuerte que Juan. Pero su fortaleza no se manifestará en la violencia, sino en el servicio humilde a los demás.
  • El que viene bautiza con Espíritu Santo y fuego. El Espíritu es el aliento que da vida y el fuego el elemento que calienta y purifica de la escoria.
  • El que viene trae en su mano el instrumento de labranza separar el trigo de la paja. Ante el Mesías se estima lo que vale y alimenta y se desecha todo lo que ha de ser arrojado al fuego

– Señor Jesús, nos alegra de verdad la próxima celebración de tu nacimiento. Que esa alegría nos ayude a cambiar de vida, a rechazar nuestras idolatrías y a aceptar ese nuevo bautismo con el que tú sometes a discernimiento nuestros deseos y nuestras obras. Ven Señor Jesús. Amén.

Inmaculada Concepción

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“Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles.”
Dogma proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
Ver imagen originalEl Papa Francisco anunció en la Basílica de San Pedro la celebración de un Jubileo de la Misericordia, un Año Santo extraordinario.
Este Jubileo comenzará con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Cristo Rey del Universo.
El Pontífice anunció el Año Santo así: “queridos hermanos y hermanas, he pensado a menudo en cómo la Iglesia puede poner más en evidencia su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Por esto he decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia, Lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: ‘Seamos misericordiosos como el Padre’”.
“Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo. Lo confiamos a partir de ahora a la Madre de la Misericordia para que dirija a nosotros su mirada y vele en nuestro camino”.
El anuncio, que coincide con el segundo aniversario de su elección como Sucesor de San Pedro, lo realizó el Santo Padre durante la homilía que pronunció en la celebración penitencial con la que dio inicio a la iniciativa “24 horas para el Señor”, alentada y a cargo del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización.
La iniciativa ha sido acogida en todo el mundo con el fin de promover la apertura extraordinaria de las iglesias y favorecer la celebración del sacramento de la Reconciliación.
El Jubileo de la Misericordia busca resaltar además la importancia y la continuidad del Concilio Vaticano II, que concluyó hace 50 años.
La misericordia es uno de los temas más importantes en el pontificado del Papa Francisco quien ya como obispo escogió como lema propio “miserando atque eligendo”, que puede traducirse como “Lo miró con misericordia y lo eligió” o “Amándolo lo eligió”.
El desarrollo de este Año se hará notar en numerosos aspectos. Las lecturas para los domingos del tiempo ordinario serán tomadas del Evangelio de Lucas, conocido como “el evangelista de la misericordia”.
Este apelativo al evangelista que no conoció en persona a Cristo viene dado por ser el único que relata algunas de las parábolas más emblemáticas, como la del hijo pródigo, la del buen samaritano o la oveja perdida.
En el Domingo de la Divina Misericordia -fiesta instituida por San Juan Pablo II, que se celebra el domingo siguiente a la Pascua– se leerá y publicará la bula del Año Santo junto a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
El rito inicial del Jubileo es la apertura de la Puerta Santa. Se trata de una puerta que se abre solamente durante el Año Santo, mientas el resto de años permanece sellada. Tienen una Puerta Santa las cuatro basílicas mayores de Roma: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María Mayor.
El rito de la apertura expresa simbólicamente el concepto que, durante el tiempo jubilar, se ofrece a los fieles una “vía extraordinaria” hacia la salvación. Luego de la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, serán abiertas sucesivamente las puertas de las otras basílicas mayores.
Los orígenes del Jubileo se remontan al judaísmo. Este Año santo se celebraba cada 50 años, y durante el mismo se debía restituir la igualdad a todos los hijos de Israel, ofreciendo nuevas posibilidades a las familias que habían perdido sus propiedades e incluso la libertad personal.
Por otro lado, a los ricos, el año jubilar les recordaba que llegaría el tiempo en el que los esclavos israelitas, llegados a ser nuevamente iguales a ellos, podrían reivindicar sus derechos.
La Iglesia inició la tradición del Año Santo con el Papa Bonifacio VIII, en el año
1300, quién previó la realización de un jubileo cada siglo.
Desde el año 1475 –para permitir a cada generación vivir al menos un Año Santo- el  jubileo ordinario comenzó a espaciarse cada 25 años.
Un jubileo extraordinario, como es el caso del que proclamará el Papa Francisco, en cambio, se proclama con ocasión de un acontecimiento de particular importancia.
Los Años Santos ordinarios celebrados hasta hoy han sido 26. El último fue el Jubileo del año 2000, proclamado por San Juan Pablo II.
La costumbre de proclamar Años Santos extraordinarios se remonta al siglo XVI. Los últimos de ellos, celebrados el siglo pasado, fueron el de 1933, proclamado por Pío XI con motivo del XIX centenario de la Redención, y el de 1983, proclamado por Juan Pablo II por los 1950 años de la Redención.
La Iglesia católica ha dado al jubileo hebreo un significado más espiritual que consiste en un perdón general, una indulgencia abierta a todos, y en la posibilidad de renovar la relación con Dios y con el prójimo. De este modo, el Año Santo es siempre una oportunidad para profundizar la fe y vivir con un compromiso renovado el testimonio cristiano.
Estos son los años jubilares con los respectivos Papas:
1300: Bonifacio VIII
1350: Clemente VI
1390: proclamado por Urbano VI, presidido por Bonifacio IX
1400: segundo jubileo de Bonifacio IX
1423: Martín V
1450: Nicolás V
1475: proclamado por Pablo II, presidido por Sixto IV
1500: Alejandro VI
1525: Clemente VII
1550: proclamado por Pablo III, presidido por Julio III
1575: Gregorio XIII
1600: Clemente VIII
1625: Urbano VIII
1650: Inocencio X
1675: Clemente X
1700: Abierto por Inocencio XII, concluido por Clemente XI
1725: Benedicto XIII
1750: Benedicto XIV
1775: proclamado por Clemente XIV, presidido por Pío VI
1825: León XII
1875: Pío IX
1900: León XIII
1925: Pío XI
1933: Pío XI
1950: Pío XII
1975: Pablo VI
1983: Juan Pablo II
2000: Juan Pablo II
2015: Francisco
En los años 1800 y 1850 no hubo Jubileo a causa de las circunstancias políticas de la época.
Fuente: www.aciprensa.com

Accidente

El arzobispo metropolitano de Huancayo, monseñor Pedro Ricardo Barreto Jimeno, celebró  la misa por la festividad de la Inmaculada Concepción, los 71 años de la creación de la Diócesis de Huancayo y la apertura del Año de la Misericordia,  en una silla de ruedas.
Hace casi dos semanas sufrió una lesión en la rodilla izquierda al dar un “mal paso”, durante la visita pastoral. El médico diagnosticó una esguince y le aplicaron una venda especial que lo mantendrá en reposo por unos 12 días más sin caminar, pero sí podrá movilizarse sobre una silla de ruedas.
Tratándose de un día especial para la Iglesia en Huancayo, ayudado por los sacerdotes de la Arquidiócesis y seminaristas asistió a esta gran manifestación de fe a la que acudieron más de tres mil personas de las cinco vicarías de la Arquidiócesis, en el coliseo del Colegio “San José” de Jauja. La primera parte de la misa hizo en silla de ruedas y la consagración apoyado en el pie derecho.
Durante su homilía destacó el inicio de un año especial de la misericordia y dijo que para Dios no hay nada imposible como celebrar la misa aun estando lesionado. Hizo un llamado a vivir este tiempo especial de perdón y a hacer la voluntad de Dios que es perdonar y hacer el bien.
Fuente: Diario Correo de Huancayo.

Beato Federico Ozanam

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En 1809 la familia Ozanam se establece temporalmente en Italia. Federico Ozanam nace en Milán el 23 de abril de 1813. Es el quinto de catorce hijos, de los que solo cuatro sobrevivieron. En 1815 su familia vuelve a Lyón, de donde es originaria. Allí pasa su infancia y adolescencia (1816-1830). En el Colegio Real de Lyón, el abad José Matías Noirot forma a Federico en la reflexión personal, la filosofía, el rigor intelectual y le proporciona las referencias para estructurar su inteligencia, su vida y su fe.
Bachiller (1829), Federico emprende la carrera universitaria en Lyón, y después en París, hacia donde parte el 1 de noviembre de 1831, alojándose en casa del sabio Andrés-María Ampère. Es licenciado en Derecho (1834) y Letras (1835), doctor en Derecho (1836), doctor en Letras (1839) con una tesis sobre Dante y la Filosofía católica en el siglo XIII, agregado en Letras (1840), profesor titular de Literatura de la Sorbona (1846). Federico es un laico cristiano comprometido que pone su inteligencia y su fe al servicio de la verdad. La Conferencia de historia, los cursos magistrales en la Sorbona, las lecciones en provincias y el extranjero, las publicaciones científicas, como las conferencias de Nuestra Señora de París por el Padre Lacordaire, tratan de demostrar la verdad del cristianismo en el entorno cultural, social y político nacido de las instituciones de la República.
Algunas corrientes laicas reprochan a los jóvenes de la Conferencia de historia que hablan en lugar de actuar. Para responder al desafío, seis de ellos, entre los que está Federico, lanzan el 23 de abril de 1833 la conferencia de Caridad, inicio de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Tienen entre diecinueve y veintitrés años, Federico cumple veinte ese mismo día.  Emmanuel Bailly del periódico La Tribuna Católica será su guía y Sor Rosalie Rendu, Hija de la Caridad, su consejera. Ser amigos para amar; testimoniar justicia y misericordia en la línea de san Vicente de Paúl. Para hacer esto, hay que entregarse a Dios, darle un sí sin reservas y dejarse amar y guiar por él.
El 23 de junio de 1841, Federico se casa con Amelia Soulacroix, hija del Rector de la Universidad de Lyón. Tienen una hija, María. El hogar es -según sus contemporáneos- ejemplar y la familia constituye una pequeña iglesia. El trabajo universitario, el compromiso militante y las obligaciones familiares provocan un agotamiento que afecta a su salud. Federico cae gravemente enfermo en Pisa. Repatriado de urgencia, muere en Marsella el 8 de septiembre de 1853, tras dejar el secreto de su vida.
Sus restos mortales son trasladados a París, a la cripta de la Iglesia de San José de los Carmelitas, en el Instituto Católico de París.
El viernes 22 de agosto de 1997, en el marco de las duodécimas Jornadas Mundiales de la Juventud, en la catedral de Nuestra Señora de París, Juan Pablo II beatifica a Federico Ozanam.
Su fiesta se celebra el 9 de septiembre.
Fuente: Familia Vicenciana.
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Santa Catalina Labouré

Nació en Francia, de una familia campesina, en 1806. Al quedar huérfana de madre a los 9 años le encomendó a la Santísima Virgen que le sirviera de madre, y la Madre de Dios le aceptó su petición. Como su hermana mayor se fue de monja vicentina, Catalina tuvo que quedarse al frente de los trabajos de la cocina y del lavadero en la casa de su padre, y por esto no pudo aprender a leer ni a escribir.
A los 14 años pidió a su papá que le permitiera irse de religiosa a un convento pero él, que la necesitaba para atender los muchos oficios de la casa, no se lo permitió. Ella le pedía a Nuestro Señor que le concediera lo que tanto deseaba: ser religiosa. Y una noche vio en sueños a un anciano sacerdote que le decía: “Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos”. La imagen de ese sacerdote se le quedó grabada para siempre en la memoria.
Al fin, a los 24 años, logró que su padre la dejara ir a visitar a la hermana religiosa, y al llegar a la sala del convento vio allí el retrato de San Vicente de Paúl y se dió cuenta de que ese era el sacerdote que había visto en sueños y que la había invitado a ayudarle a cuidar enfermos. Desde ese día se propuso ser hermana vicentina, y tanto insistió que al fin fue aceptada en la comunidad.
Ver imagen originalEl 27 de noviembre de 1830 estando Santa Catalina rezando en la capilla del convento, la Virgen María se le apareció totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra. Ella le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen María “M”, y una cruz, con esta frase “Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti”. Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración.
Catalina le comentó a su confesor esta aparición, pero él no le creyó. Sin embargo el sacerdote al darse cuenta de la santidad de Catalina, intercedió ante el Arzobispo para obtener el permiso para hacer las medallas y por ende, los milagros.
Desde 1830, fecha de las apariciones, hasta 1876, fecha de su muerte, Catalina estuvo en el convento sin que nadie se le ocurriera que ella era a la que se le había aparecido la Virgen María para recomendarle la Medalla Milagrosa. En los últimos años obtuvo que se pusiera una imagen de la Virgen Milagrosa en el sitio donde se le había aparecido.
Al fin, ocho meses antes de su muerte, fallecido ya su antiguo confesor, Catalina le contó a su nueva superiora todas las apariciones con todo detalle y se supo quién era la afortunada que había visto y oído a la Virgen. Por eso cuando ella murió, todo el pueblo se volcó a sus funerales.
En 1947 el santo Padre Pío XII declaró santa a Catalina Labouré.
Fuente: www.aciprensa.com

Segundo domingo de adviento 2015

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Evangelio según San Lucas 3,1-6: 
El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene,
bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados,
como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos.
Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios.

“La verdad se defiende siempre”

En su más reciente programa Diálogo de Fe, el Cardenal Primado del Perú, Monseñor Juan Luis Cipriani Thorne, habló sobre el valor de la verdad, basándose en el dictámen evangélico “La Verdad os hará libres”.
“La verdad de Jesucristo no tiene temor, viene a anunciar siempre la paz, la serenidad, la justicia y no se siente arrinconada ni asustada frente a ataques ideológicos o religiosos. Todo queremos ser libres, pero casi ninguno quiere defender la verdad. Cada uno tiene ‘su verdad’: del político, del teólogo, del ateo. Mil verdades. Mil libertades”, refirió.
“Yo no negocio con la libertad si es que tengo que esclavizar la verdad. ¿Qué puede limitar esa verdad o influir para que mientas? Una serie de situaciones personales como el afán del poder. Hoy la gente quiere llegar al poder”, reflexionó el purpurado.
El Cardenal Cipriani hizo aplicaciones prácticas de la anterior doctrina al debate en la vida pública.
“Se están cuestionando valores últimos. ¿Qué candidato defiende la vida del aborto? ¿Qué candidato va a defender el matrimonio como una institución fundamental? ¿Qué candidato va a ayudar a la mujer en su tarea de ser madre? ¿Qué candidato va a apoyar a la familia y la educación de los niños? Son temas que están siendo discutidos como si fueran meramente políticos de un grupo contra otro, pero no”, señaló.
“La vida es un valor absoluto. El matrimonio también, porque el hombre y la mujer viven esa complementariedad. La igualdad de género es un ataque a la verdad. Nuestro pueblo no quiere el aborto, no porque sea conservador, sino porque es un pueblo sano. Le gusta la familia, sus hijos, la justicia, el poder tener menos corrupción. La tentación de mentir es muy grande. Es casi la peor violencia que se puede hacer al ser humano”, continuó.
En ese sentido recordó que en muchas ocasiones el afán del poder hace que se deje de lado a la verdad.
“La gente busca el máximo de placer. Cuando uno va viendo tendencias que procuran atacar la verdad son las tendencias que te van haciendo menos libre. El poder te esclaviza, o la mentira; por eso hay que educar a los niños para que reconozcan el valor de la verdad”, mencionó.
El buen uso de la palabra en las redes sociales
El Cardenal Cipriani recalcó como también en el “continente digital” hay que respetar la verdad a través del uso éticamente correcto de las redes sociales.
“En las redes como son pocos caracteres, muchos piensan que hay que saber con qué eslogan y frase publicar para tener impacto, ser tendencia y ser viral. Por eso buscan las palabras y frases y si pega los van a multiplicar y así a ‘fulanito’ le pusimos un letrero hasta la muerte y no es verdad [lo que se ha publicado]”, lamentó.
Fuente: http://es.gaudiumpress.org/content/74886-Cardenal-Cipriani—La-verdad-se-defiende-siempre-a-pesar-de-los-ataques-ideologicos-#ixzz3tW1Pmqo2

Beatificación de mártires en Chimbote

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En la ciudad de Chimbote, al norte de Perú, el Cardenal Angelo Amato, Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, proclamó beatos a los sacerdotes mártires Alessandro Dordi, Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski. Los tres presbíteros fueron asesinados en 1991 por el grupo terrorista marxista Sendero Luminoso.
Asistieron obispos de distintas diócesis del Perú, y un gran número de sacerdotes. Al inicio de la ceremonia, el Obispo de Chimbote, Monseor Ángel Simón Piorno, pidió al Papa Francisco, por intercesión del Cardenal Amato, que se proclame beatos a los tres sacerdotes misioneros.
Tras la lectura breve de las biografías de los mártires, el Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos leyó el mensaje del Santo Padre con el que los tres sacerdotes fueron proclamados oficialmente beatos.
En su homilía, el Cardenal Angelo Amato destacó la relación entre el martirio y la próxima celebración de la Navidad.
Con su encarnación, Jesús ha traído a la tierra el idioma del cielo, la lengua del cielo, que es la caridad”, indicó.
Jesús, en su vida terrena, “ha hablado la lengua de Dios. El Evangelio es el idioma de la caridad”.
Con la caridad, Jesús ha trasladado el cielo a la tierra y por eso la caridad es esencial para los cristianos”, subrayó, y señaló la importancia para los fieles “testimoniar la caridad”.
El Cardenal Amato indicó que los mártires “hablaron el idioma de la caridad de Dios”.
A pesar de que “provenían de países lejanos, tenían idiomas distintos. El Padre Miguel y el Padre Zbigniew hablaban polaco, Don Alessandro italiano”, y cuando vinieron a Perú aprendieron a hablar español.
Pero en realidad, la lengua de los tres mártires fue sobre todo la de la caridad”, aseguró, pues “su predicación, su comportamiento, su apostolado, su aceptación del martirio fueron lecciones de caridad. Porque la caridad vence al odio y aplaca la venganza”, dijo.
La caridad perdona a los asesinos”, dijo, y con ello alienta la reconciliación.
Para el Cardenal Amato, “es la caridad el autentico ‘sendero luminoso’ que trae vida y no muerte”, paz y no guerra y fraternidad y no división.
En el caso de los mártires asesinados en el norte peruano, su apostolado fue el “de la ayuda a los necesitados, de la defensa de los pequeños y los débiles”.
La autoridad vaticana recordó que “durante el periodo del terror revolucionario, la ideología de la muerte causó atentados sobre todo contra la Iglesia y los sacerdotes, incendiando, profanando” y matando.
En respuesta, la vida cristiana de los fieles de la Iglesia probó que “la religión cristiana no anestesia a los pueblos sino que promueve los auténticos valores humanos creando justicia y armonía social”.
El Cardenal Amato subrayó que los mártires “fueron asesinados por odio a la fe, como corderos llevados al matadero”, y recordó que en las exequias de los sacerdotes el pueblo acompañó los ataúdes con flores y lágrimas.
Los mártires, señaló, nos dejan tres mensajes. “El primero es un mensaje de fe. Los mártires superaron las numerosas dificultades de su misión en tierra peruana gracias a una extraordinaria confianza en la providencia divina”.
Esto “les dio la serenidad para abandonarse en el plan de Dios” incluso “a pesar del concreto peligro de muerte”.
“Un segundo mensaje es el de la caridad: Por amor se han hecho misioneros, impulsados por la influencia de anunciar a Cristo y de llevar a los pueblos la Buena Nueva del Evangelio”.
Los mártires beatificados “educaban a los niños y los jóvenes en el amor de Jesús. Ayudaban a los necesitados, asistían a los enfermos”, especialmente en la epidemia de cólera que golpeó Perú en 1991.
Además, recordó, “enseñaron a cultivar los campos, a construir carreteras. No tenían enemigos, todos les respetaban y les amaban”.
El Cardenal indicó que el tercer mensaje que dejan los mártires “es el de la fidelidad a la vocación cristiana y misionera”.
“Los mártires eran asiduos a la oración, llevando con alegría una vida pobre y sencilla”, destacó.
Los nuevos beatos “son mártires tanto por la sangre” como “por la confesión de la caridad que transforma nuestra historia contaminada por el mal en historia de salvación, fermento de esperanza y caridad”.
“Los mártires nos invitan a afrontar también nosotros el martirio del cansancio cotidiano, que significa fidelidad en la familia”, así como el perdón continua para quien nos ofende, el “compromiso en la educación de los hijos” y la colaboración con el bien común en el trabajo.
El Cardenal Amato finalizó su homilía pidiendo a los mártires que rueguen por la Iglesia en Ancash, el Perú y todo el mundo.
En la multitudinaria ceremonia participaron también cientos de religiosos y religiosas, que desde tempranas horas de la mañana esperaban con alegría el momento de la proclamación de los beatos.
Fuente: ACI Prensa.

Prelatura y Diocesis de Chimbote

El 26 de noviembre de 1962, SS. Juan XXIII mediante la Bula “Ecclesiae Propositum” crea la Prelatura de Chimbote, desmembrando territorios de la Diócesis de Huaraz y haciéndola sufragánea de la Arquidiócesis de Trujillo. Fue nombrado Prelado de esta Jurisdicción Eclesiástica Monseñor Carlos Santiago Burke OP, quien ejerció el cargo durante 16 años hasta su renuncia en 1978. El 02 de junio de 1978, fue nombrado por Pablo VI, Obispo Prelado Monseñor Luis Armando Bambarén Gastelumendi SJ, quien tomó posesión el 25 de julio de 1978.
Al elevarse la Prelatura a Diócesis, Juan Pablo II lo nombró Primer Obispo de Chimbote. El 04 de febrero de 2004 Su Santidad Juan Pablo II aceptó la renuncia presentada por Monseñor Bambarén a su cargo como Obispo de la Diócesis de Chimbote y nombró a Monseñor Ángel Simón Piorno como nuevo Obispo de nuestra Iglesia Local, el cual tomó posesión de la Diócesis el 02 de mayo de 2004.
El sucesor de Monseñor Ángel Simón será el carmelita descalzo Ángel Ernesto Zapata Bances OCD.

San Francisco Javier

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El Papa Pío X nombró a San Francisco Javier como Patrono de todos los misioneros porque fue sin duda uno de los misioneros más grandes que han existido, siendo llamado con justa razón el “gigante de la historia de las misiones”.
San Francisco empezó a ser misionero a los 35 años y murió de sólo 46. En once años recorrió la India (país inmenso), el Japón y varios países más. Su deseo de ir a Japón era tan grande que exclamaba: “si no consigo barco, iré nadando”. Fue un verdadero héroe misionero.
El santo nació cerca de Pamplona (España) en el castillo de Javier, en el año 1506. Fue enviado a estudiar a la Universidad La Sorbona de París, y estando allí conoció a San Ignacio de Loyola con quien estableció una sólida amistad. San Ignacio le repetía constantemente la famosa frase de Jesucristo: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?” y fue justamente esta amistad y las frecuentes pláticas e intensas oraciones lo que transformó por completo a San Francisco Javier, quien fue uno de los siete primeros religiosos con los cuales San Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de Padres Jesuitas.

Su gran anhelo era poder misionar y convertir a la gran nación china. Pero en ese lugar estaba prohibida la entrada a los blancos de Europa. Al fin consiguió que el capitán de un barco lo llevara a la isla desierta de San Cian, a 100 kilómetros de Hong-Kong, pero allí lo dejaron abandonado, se enfermó y consumido por la fiebre, murió el 3 de diciembre de 1552, pronunciando el nombre de Jesús, la edad de 46 años.
Años más tarde, sus compañeros de la congregación quisieron llevar sus restos a Goa, y encontraron su cuerpo incorrupto, conservandose así hasta nuestros días. San Francisco Javier fue declarado santo por el Sumo Pontífice en 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San Isidro.
Fuente: www.aciprensa.com