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Emaús

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Evangelio según San Lucas 24,13-35:
Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?“. Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!”.
“¿Qué cosa?”, les preguntó. Ellos respondieron: “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron“.
Jesús les dijo: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”. El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista”.
Y se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?“.
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: “Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!“.
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Por Andrea Tornielli- Vatican Insider.
«Nuestro camino ecuménico crece de manera misteriosa y sin duda actual, gracias a un verdadero y propio ecumenismo de la sangre». En la residencia patriarcal del Papa Copto Tawadros II, que se encuentra en el viejo Cairo cristiano y que incluye la catedral dedicada a San Marcos, Papa Francisco vive la última cita de su primer día en Egipto. En este lugar, en diciembre de 2016, durante los festejos por el “Mawalidˮ, el aniversario del nacimiento de Mahoma, una bomba explotó a poca distancia de las oficinas del Patriarca y provocó la muerte de 29 personas además de 31 heridos entre los fieles.
Después del encuentro privado, Tawadros II dijo al Pontífice: «Ustedes han seguido las huellas y el camino de su intercesor Francisco de Asís: hace casi mil años él se detuvo en Egipto y, con el sultán Al Kamel, hizo una de las experiencias más importantes del diálogo intercultural en la historia, un diálogo que se renueva hoy con su visita que confirma que el diálogo es la vía y el puente que une a los pueblos y es constante esperanza de la humanidad durante el curso de los siglos». Después añadió: «No les ocultamos, Santidad, que en los últimos meses nuestra Iglesia y nuestra patria han vivido experiencias dramáticas y dolorosas, cuando la mano culpable del terrorismo se armó para asesinar a personas inocentes que rezaban sin temor en compañía de su Salvador». Las palabras de Tawadros II se refieren a los atentados del Domingo de Ramos en contra de las iglesias coptas de Alejandría y Tanta, reivindicados por el llamado Estado Islámico. En estos tiempos difíciles «se manifiesta el verdadero valor de los egipcios, unidos en la alegría y en el dolor, anunciando al mundo entero que nuestra desgracia y el dolor son los de una patria unida y compacta –prosiguió el Patriarca copto-. Las mentes criminales no podrán romper nunca ni disminuir los corazones de los ciudadanos cuyo valor es un ejemplo para todas las generaciones».
«Me llena de alegría», dijo Francisco, «al llegar aquí como peregrino, estaba seguro de recibir la bendición de un Hermano que me esperaba. Era grande el deseo de encontrarnos otra vez: mantengo muy vivo el recuerdo de la visita que Vuestra Santidad realizó a Roma, poco después de mi elección, el 10 de mayo de 2013, una fecha que se ha convertido felizmente en la oportunidad para celebrar cada año la Jornada de Amistad copto-católica».
El Papa después recordó «ese momento crucial que supuso en las relaciones entre la sede de Pedro y la de Marcos», que es la Declaración Común que firmaron Pablo VI y Shenouda III en 1973, con la que, después de siglos de historia difíciles, aclaraba el acuerdo entre ambas Iglesias con respecto al problema teológico de las dos naturalezas de Cristo: humana y divina.
«Juntos hemos confesado –añadió Bergoglio– que pertenecemos a Jesús y que él es nuestro todo. Aún más, hemos comprendido que, siendo suyos, no podemos seguir pensando en ir adelante cada uno por su camino, porque traicionaríamos su voluntad». El Pontífice también explicó que no hay solamente un ecumenismo «realizado con gestos, palabras y esfuerzo, sino también una comunión ya efectiva, que crece cada día en la relación viva con el Señor Jesús, se fundamenta en la fe profesada y se basa realmente en nuestro Bautismo».
«Estamos llamados a testimoniarlo juntos –continuó–, a llevar al mundo nuestra fe, sobre todo, como es propio de la fe: viviéndola, porque la presencia de Jesús se transmite con la vida y habla el lenguaje del amor gratuito y concreto. Coptos ortodoxos y Católicos podemos hablar cada vez más esta lengua común de la caridad: antes de comenzar un proyecto para hacer el bien, sería hermoso preguntarnos si podemos hacerlo con nuestros hermanos y hermanas que comparten la fe en Jesús».
Después de haber reconocido la atención «genuina y fraterna» que Tawadros dedica a la Iglesia copto-católica, Francisco habló sobre el martirio. «Nuestro camino ecuménico crece de manera misteriosa y sin duda actual, gracias a un verdadero y propio ecumenismo de la sangre. San Juan escribe que Jesús vino “con agua y sangre”, quien cree en él, “vence al mundo”. Con agua y sangre: viviendo una vida nueva en nuestro mismo Bautismo, una vida de amor, siempre y por todos, también a costa de derramar la sangre. Cuántos mártires en esta tierra, desde los primeros siglos del Cristianismo, han vivido la fe de manera heroica y hasta el final, prefiriendo derramar su sangre antes que renegar del Señor y ceder a las lisonjas del mal o a la tentación de responder al mal con el mal. Así lo testimonia el venerable Martirologio de la Iglesia Copta».
«Aun recientemente, por desgracia –recordó el Papa–, la sangre inocente de fieles indefensos ha sido derramada cruelmente: su sangre inocente nos une. Querido Hermano, igual que la Jerusalén celeste es una, así también nuestro martirologio es uno, y vuestros sufrimientos son también nuestros sufrimientos. Fortalecidos por vuestro testimonio, esforcémonos en oponernos a la violencia predicando y sembrando el bien, haciendo crecer la concordia y manteniendo la unidad, rezando para que los muchos sacrificios abran el camino a un futuro de comunión plena entre nosotros y de paz para todos».
Al final de la Visita de cortesía al Papa Tawadros II, en el Patriarcado copto-ortodoxo de El Cairo, Francisco y Tawadros firmaron una declaración conjunta de 12 puntos. De la delcaración se deduce el gran camino de acercamiento que se ha hecho durante los últimos años y que ha permitido cancelar casi todas las diferencias teológicas. El párrafo más significativo es el penúltimo, en el que se afronta el tema de los bautismos. Según la práctica eclesial, la Iglesia copta a veces renueva el bautismo cuando cristianos que primero pertenecían a otras Iglesias piden entrar a ella. «En obediencia de la obra del Espíritu Santo, que santifica a la Iglesia, la conserva por todas las edades y la conduce a la plena unidad», firmaron el Papa de Roma y el Papa copto, «para agradar al corazón del Señor Jesús, así como los de nuestros hijos e hijas en la fe, declaran recíprocamente que nosotros, con una sola mente y un solo corazón, trataremos sinceramente de no repetir el bautismo que ha sido suministrado en una de nuestras Iglesias para cualquier persona que desee unirse a la otra». Esto, continúa la declaración, «confesamos en la obediencia de las Sagradas Escrituras y a la fe de los tres Concilios Ecuménicos reunidos en Nicea, Constantinopla y Efeso».
Con el Canto de los Mártires concluyó la procesión ecuménica en la iglesia de San Pedro, en la que participaron, además de Papa Francisco y Papa Tawadros II, también el Patriarca de Constantinopla Bartolomé, el Patriarca copto-católico Ibrahim Isaac Sidrak y el Patriarca católico sirio de Antioquía, Gregorios III Laham. Papa Francisco recitó una oración en español en la iglesia de San Pedro: ««Señor Jesús, te pido que nos bendigas. Bendice a mi hermano el Papa Tawadros II, te pido que bendigas a todos mis hermanos obispos que estamos aquí, que bendigas a todos mis hermanos cristianos y que nos lleves por el camino de la caridad y del trabajar juntos hacia la mesa de la Eucaristía, Amén». Fuera de la iglesia, los dos Papas recordaron con un ramo de flores y un cirio encendido a las víctimas del grave atentado suicida que llevó a cabo un joven de 22 años afiliado al Daesh, que provocó 29 muertos y 31 heridos. Sus fotos se encuentran expuestas en un panel que se encuentra al lado de una escultura en la que están todos sus nombres.

Pequeño vals vienés

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Por Federico García Lorca
En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.
Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.
Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.
En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.
Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del “Te quiero siempre”.
En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

¡Hemos visto al Señor!

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Evangelio según San Juan 20,19-31: 
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”.
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.
Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
Tomas respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”.
Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

A PROPÓSITO DE “EN EL CORAZÓN DE LAS MASAS” DE RENÉ VOILLAUME [1]
Por Michel Nurdin, Hermanito de Jesús.
1. En el corazón de las masas es el libro que dio a conocer a René Voillaume como autor espiritual y como fundador. También es el libro que ha centrado y dominado el primer periodo que distinguimos de la obra (literaria) de René Voillaume, aquella que corresponde a esta refundación de la Fraternidad de los hermanitos de Jesús tras la Segunda Guerra mundial, y que se extiende hasta Vaticano II (incluido). Es un periodo “fuente”. En el corazón de las masas se sitúa en un conjunto poco conocido – con los retiros fundacionales de la Fraternidad secular, Una regla de vida (1950), conferencias  a veces algo molestas[2] de lo cual tenemos algunos ecos en el primer volumen de Cartas a las Fraternidades. Durante el segundo periodo, post conciliar, el autor espiritual se hace más clásico y su enseñanza está sin duda alguna más espontáneamente en concordancia con su fondo personal.
Au coeur de masses tiene una génesis. El libro aparece primero en Aix en Provence, en julio 1949, bajo la forma de fascículos fotocopiados.  El conjunto es titulado: “La espiritualidad de las fraternidades del Padre Foucauld”  Esta publicación responde a necesidades internas apremiantes: hay que explicar la nueva orientación de la Fraternidad; ella atrae la atención en los medios católicos franceses porque está en consonancia con la renovación apostólica-misionera entonces activa. Al mismo tiempo, hay que iniciar la formación religiosa de los recién llegados, cada vez más numerosos: mientras que desde 1933 a 1945 solamente hubo diez entradas en la fraternidad de El Abiodh (Argelia), hubo ocho en 1946, otras tantas en 1947, trece en 1948, quince en 1950, etc.
2. Esta edición artesanal –que pronto estará agotada– tiene por título “Recopilación de conferencias y textos diversos”. Estos textos son leídos por los cercanos a René Voillaume; y estiman -como le escribe Monseñor De Provenchères, el 7 de agosto 1948- que “su lectura sería beneficiosa, incluso para otros además de los hermanitos”. En sus recuerdos, el padre piensa que él empezó a considerar la publicación de sus conferencias en abril 1947, después de una visita a Monseñor Richaud, y que se llegó a una decisión en el primavera 1948[3]; pero añade que su aparición en Cerf, “sólo tendrá lugar dos años más tarde”. Hay que decir que en la época los editores religiosos se mostraban más bien reticentes ante manuscritos de “espiritualidad”; el título de las policopias no era muy atractivo.
Los diversos textos así reunidos se extienden sobre varios años. Aquí, yo quisiera simplemente atraer la atención sobre las conferencias que figuran a la cabeza de la edición policopiada. Fueron dadas a los novicios, en El Abiodh, en los últimos meses de 1946, al regreso de una estancia en Francia sobre las cuales habría que detenerse[4]. Tres de las conferencias se refieren al “Misterio de Nazaret” – en la vida de Jesús, en la del Padre De Foucauld, en la de los religiosos que se dedicaban a ella; el manuscrito de la cuarta conferencia (8 de diciembre) tiene un título que interroga: “¿son los Hermanitos contemplativos?” En sus recuerdos, René Voillaume escribe que este texto sobre la vida contemplativa constituía junto con el de “Nazaret, forma de vida religiosa”, “la carta fundacional de la fraternidad obrera[5]” que verá la luz seis meses más tarde (1º de mayo 1947).
En cuanto a la reflexión sobre el misterio de “Nazaret” hay que observar que estas siguen a las conclusiones que René Voillaume había sacado, dos años antes (junio 1944), de su balance de diez años vividos en El Abiodh, balance hecho al término de una seria crisis interna: los hermanos sentían entonces un profundo malestar respecto a su fidelidad al Padre De Foucauld quien, hay que decirlo, no les facilitaba las cosas; en efecto, la fidelidad a lo que él vivió recortaba la fidelidad a lo que había escrito (la Regla de 1899, en especial) pero está lejos de identificarse con ella!… Enumerando “lo que faltaba”, René Voillaume escribe: una presencia suficiente de alma y de espíritu del Padre De Foucauld; un cierto sentido de la pobreza y del trabajo; una profundización mayor del gran misterio de la vida escondida de Nazaret” (manuscrito de Djebel Aissa, cap.V).
3. En el Corazón de las Masas salió de la imprenta el 30 de diciembre de 1950, con un título propuesto por Michel Carrouges. El texto es el de la edición policopiada, revisada (algunos ángulos son redondeados) y aumentados con dos mensajes importantes del prior a sus hermanos. El libro aparece en las Ediciones du Cerf, en la colección “Rencontres”, las cuales no admitían ni tratados de teología ni escritos de espiritualidad sino testimonios de renovación a la obra en la Iglesia de Francia, con títulos “significativos”: ¿Francia país de misión?, ¿Resurgimiento o declive del clero francés?, etc.
El libro es bien acogido por los censores patentados y más aún por el público puesto que desde el final del año (1951), se prevé un suplemento que será publicado bajo el título: Que ellos sean uno. Y en abril 1952, aparece la segunda edición: será En el corazón de las masas en su forma definitiva, la más conocida, por no decir la única conocida. Aligerada del lado de las meditaciones, el texto se ha enriquecido con dos grandes cartas del prior a sus hermanos: una sobre la obediencia religiosa, que desencadenará una controversia entre los teólogos; la otra sobre “la oración de los pobres”, esta carta remplaza el texto sobre “la vida contemplativa de las fraternidades” -lo cual sentirá René Voillaume- porque “trata del mismo tema pero bajo otro punto de vista. Hubiese sido preferible unir los textos[6]
Constituido de esta manera, el libro tendrá una bella carrera: 50 mil en 1955, 115 mil en la colección “Foi Vivante”, el Padre Bro quiso marcar el volumen 100 mil (nº 100-101) en 1969. Sin hablar de las traducciones: la primera italiana, en 1953, con un prefacio de Monseñor Montini (futuro papa Pablo VI) que no será publicado porque en esa época, no convenía; la quinceava y la última en chino (Taiwán 1985); hay que hacer notar las dos traducciones “clandestinas” en 1969, en húngaro y checo.
De ahí mi última observación, que es una pregunta: ¿por qué una difusión así, cuando el subtítulo del libro precisa bien que se trata de “la vida religiosa de los Hermanitos del Padre De Foucauld”?
4. He recogido algunos elementos de respuesta a esta pregunta en las publicaciones de la época. Algunos tienen un Valor ante todo informativo, y no me voy a detener en ellos. Otros ponen en juego valores que me parecen aún perfectamente válidos hoy, aún viviendo en un mundo humano y eclesial profundamente diferente, que tiene otro lenguaje y otras preocupaciones o “problemas”:
a) En la reseña que da “La Vida Espiritual” (abril 1951, p. 431 -433), el Padre Bonduelle estima que “El Corazón de las Masas” presenta  “una vida religiosa que se construye en una total renovación y en plena correspondencia con el estado concreto de una civilización en alza”. Cualquiera que sea la respuesta que nosotros, hermanitos, hayamos podido dar a las esperanzas presentadas en el libro de René Voillaume, es un hecho que éste incitaba, indirectamente, al mundo de los religiosos y religiosas a una reflexión sobre su situación y sus prácticas a mediados del siglo XX. Una docena de años antes del decreto Perfectae caritatis de Vaticano II, a su manera, En el Corazón de las Masas invitaba a más realismo y transparencia evangélica. No es necesario detenerse sobre este punto que sin duda alguna no es el más significativo.
b) Puesto que esta reseña se detiene más sobre los problemas de vida religiosa, su final capta la atención e incluso sorprende. Ella amplía singularmente los horizontes: “se dirige a los cristianos (subrayado en el texto) y se deja ver la extrema valía cristiana de una vida vivida en el espíritu de Tamanrasset”. Diez años más tarde, en Christus (1961, p. 100), el Padre Courel escribirá: [en el momento de la aparición de En el Corazón de las masas] “algunos quisieron ver un verdadero manifiesto proclamando una especie de revolución respecto a la concepción tradicional de la vida religiosa. Ciertamente eso era decir demasiado. Pero sigue siendo cierto  que ese libro ayudó a más de un sacerdote y a más de un laico en su esfuerzo de oración y en su búsqueda de la pobreza”. Volveré a ello al terminar. Pero si tantos cristianos, clérigos y laicos, han sido sensibles al soplo evangélico de “En el Corazón de las Masas” (y lo han dado a conocer), no es solamente porque éste se sitúa en el dinamismo de la vocación bautismal[7]. Según mi parecer, es también porque es más fácilmente “perceptible”, en el caso de la vocación de los hermanitos de Jesús: vocación no especializada eclesialmente (carga pastoral, educacional, etc.) y que deja en la condición humana común.
c) Foucauld. Esto es lo que dice a su manera (en 1953, p. 75), la reseña publicada en la Revista de ascética y mística (que entonces era la gran revista de teología espiritual de la Compañía de Jesús): “El Padre Voillaume hace revivir la experiencia del Padre Carlos de Foucauld. Él desaparece ante esta autoridad excepcional. Pero interpreta al ermitaño muerto sin dejar discípulo inmediato con una inteligencia que supera en mucho la simple lectura de los textos” El crítico, que se une aquí a lo que Monseñor Richaud escribía a René Voillaume, el 2 de marzo de 1948 (“Tengo la impresión que Ud. entresaca lo mas enriquecedor y subyacente en el mensaje espiritual del Padre De Foucauld”), añadiendo: “Nadie se sorprenderá de ver su libro tan rápidamente convertido en el breviario espiritual de muchos sacerdotes y numerosos militantes católicos”. No hay que olvidar tampoco que al término de la guerra que había visto la promoción 128 de San Cyr bautizada con su nombre, el Padre Foucauld conoció un gran reconocimiento en Francia (publicaciones del Padre Gorré, exposición en los Invalides, el artículo de Madeleine Delbrêl “Por qué amamos al Padre Foucauld” en La Vie Espiritual de noviembre 1946,etc). Es en este contexto en el cual aparece “En el corazón de las masas y, seguidamente, habrá como un juego de espejos entre el autor y aquél que le inspiraba y que la Iglesia acaba de beatificar.
d) Terminaré rápidamente con el elemento de respuesta a la pregunta hecha que es sin duda alguna la más decisiva para comprender el impacto que tuvo En el Corazón de las Masas. Puede ser presentado con la fórmula de Monseñor De Provenchères, en su prefacio al libro, resumiendo el mensaje del hermano Carlos de Jesús: “Presencia a Dios–Presencia a los hombres”. Por lo que respecta a la búsqueda de Dios y de los caminos que ella exige, o bien impone, al hombre reconciliado con Dios por Jesucristo, propiamente hablando, En el Corazón de las Masas no es innovación alguna. Los caminos propuestos integran la presencia a los hombres y son remodelados aquí o allá; pero, puesto que Dios es Dios,  siempre es sobre Él que ellos deben “medirse”. La novedad se sitúa más bien del lado de la presencia a los hombres y más concretamente, si así puede decirse, del lado de la “humanidad” de esta presencia (su peso y su realismo humano). Si esta novedad permanece relativa puesto que no se refiere sino a la vida religiosa tradicional, ella no deja de tener interés o incidencia para los laicos. A título de contra ejemplo, se podría recordar aquí la declaración de un cardenal del Santo Oficio estimando que el sacerdote trabajando en fábrica (puesto que es de él de quien se trata) “recibe la influencia del ambiente nefasto para su vida espiritual”, poniendo en peligro su fe y sus costumbres[8].En la charla sobre “la vida contemplativa de las fraternidades”, René Voillaume recuerda la evolución de las formas de vida religiosa contemplativa; ésta “tiende a salir del claustro y a penetrar en la vida cotidiana de los humanos”; “ya no se trata solamente de encontrar a Dios solo sino de llegar a una asimilación de vida con el Corazón de Jesús Salvador y Redentor del mundo” (1ª edición, p. 193 – 194). Una nota al pie de página lleva al Humanismo integral: diez años antes (1936), Jacques Maritain, defendiendo “el impacto temporal del Evangelio”, defendía también la santificación de la vida secular y “un nuevo estilo de santidad” exigida por nuestra era de civilización; y al término de la guerra, en 1945, su defensa se hará aún más insistente[9]En cuanto a las charlas sobre “Nazaret”, ellas nos muestran cómo, para nosotros hermanitos, “la salida del claustro” se hará por el camino que abre el Padre De Foucauld. Hay que observar que René Voillaume no se compromete entonces en las reconstituciones de la vida de Jesús en Nazaret, ya sean, más o menos imaginativas, del Padre De Foucauld, o las nuestras. Él nos lleva al misterio de Nazaret, fuente de exigencias y de libertad para aquél que se compromete a seguir a Jesús el Nazareno. Para Jesús, efectivamente, y para él solo, “el estado de vida ha sido el objeto de una opción soberanamente libre y personal que denota un amor de preferencia y también una voluntad de enseñarnos algo por medio de esa opción”. En otros términos, Dios, al darnos (Jn 3, 16), al entregarnos (Rom 8, 32) a su único Hijo en la Persona de Jesús de Nazaret, nos enseña algo de su mirada sobre el mundo de los hombres, de su Designio de salvación y más concretamente de los caminos y las formas por las cuales Él sigue con su Designio, algo de su amor por cada uno de nosotros y su predilección por los pequeños y los pobres. Al mismo tiempo, él nos enseña algo de la respuesta que espera de nosotros, cristianos, personal y eclesialmente.
Notas:
[1] Reflexiones propuestas el 18 de noviembre 2005, en el momento de la presentación de la biografía de René Voillaume por Marcel LAUNAY, René Voillaume, contemplación y acción y de la biografía espiritual  de Hermanita Magdeleine, ambas publicadas en las Ediciones de Cerf en 2005. Ellas se inscriben en los márgenes del noveno capítulo del libro de Marcel Launay.
[2] Por ejemplo la conferencia sobre la Santa Virgen publicada en Demeures de Dieu (Edc. Du Cerf, 1954) –las autoridades romanas pidieron algunas correcciones– o bien  El apostolado silencioso de la amistad, conferencia hecha en Sâo Paulo el 1º de diciembre 1953 (unos amigos romanos aconsejaron prudencia).
[3] Ver Histórico de la fundación de El Abiodh, IX /II, p. 302, 404-405.
[4] En el momento de esa estancia, René Voillaume descubre el movimiento misionero al interior de la Iglesia de Francia, y del cual él solamente tuvo una breve noticia en el otoño de 1945. De esta época datan sus contactos con los laicos (a los que llamaríamos hoy “consagrados”) como Monique Maunoury en Ivry y Marguerite Taride en Toulouse, y su amistad con Jacques Loew quien, el primero, anunció el proyecto de fraternidad obrera (en Temoignage chrétien, a finales de julio 1946).
[5] Ver Histórico, op.cit. IX / II, p. 299.
[6] Ver Ibid.
[7] Para quien lo haya olvidado, el Vaticano II recuerda claramente que “la consagración particular [de los religiosos] se arraiga íntimamente en la consagración del bautismo y lo expresa con más plenitud” (Perf. Caritatis, nº 5).
[8] Ver la carta del Cardenal Pizzardo, del 3 de julio 1957.
[9] Él llega a escribir: “La vida contemplativa, tal vez bajo formas nuevas, se hace accesible, no solamente a algunos privilegiados, sino al hombre común si él cree realmente en Dios, será la condición prerrequerida a esta actividad misma que se esfuerza en hacer penetrar la levadura del Evangelio por todos sitios en el mundo”. Ver final del Cap. VI de Raison y raisons, Obras completas, IX, p. 374 -375.

USIL distingue al Cardenal Cipriani como Doctor Honoris Causa

En una solemne ceremonia, realizada el pasado jueves 20 de abril, el Cardenal Juan Luis Cipriani recibió la investidura como Doctor Honoris Causa de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), en reconocimiento a su destacada trayectoria como pastor, teólogo y consejero de las nuevas generaciones en el Perú.
Durante su discurso de agradecimiento, el Cardenal Cipriani destacó que este reconocimiento es un gesto del amor que se profesa a la Iglesia en el Perú y a sus Pastores. Reflexionó sobre la promoción y profundización de la “cultura del encuentro” de la cual nos habla el Papa Francisco; y sobre la importancia del protagonismo de la juventud en estos tiempos.
La Cultura del Encuentro
Mencionó que en estos días el desafío de nuestra generación para construir una cultura del encuentro se basa en la superación de la división que existe en la sociedad peruana.
“La Iglesia promueve la cultura del encuentro que se fundamenta en la reflexión libre entre la Revelación de la verdad sobrenatural y la experiencia humana que conduce a la verdad natural; en el diálogo sobre cuestiones opinables con el Estado, la sociedad y todas las instancias temporales, en las que la Iglesia no tiene ciertamente soluciones propias pero en el que aportará siempre la defensa de la dignidad humana reflejada de manera eximia y misteriosa en Jesucristo Verdadero Dios y Verdadero hombre”.
La libertad de la Juventud
Afirmó que la juventud requiere de reflexión, aprendizaje y paciencia en un ambiente de acompañamiento, sea familiar, escolar, universitario; o también social, laboral, político y participativo.
“¡Juventud!: asume tu papel como generación que recibe el legado de tus hermanos mayores y haz de nuestra Patria, un Perú grande, generoso, justo. Sin apelar al fácil escapismo de la ruptura y el aislamiento, sé fiel a la Iglesia. ¡Juventud!: Reconoce, construye y mejora lo recibido de tus mayores. Lo que encuentres que debes corregir, hazlo con profundidad, humildad y con la alegría que Dios pone en tu corazón.
Dijo también que la cultura del encuentro cultivada por la juventud tiene su mejor realización en el seno de la Universidad, que es el mejor lugar de encuentro para afrontar los problemas y desafíos.
“La Universidad San Ignacio de Loyola que hoy nos acoge es una expresión de ese sentido de servicio e investigación, de espíritu empresarial y laboral, de formación de líderes libres y responsables. Este clima de elevado espíritu de competencia es el mejor escenario para forjar el futuro de nuestra Patria”.
En otro momento, expresó su reconocimiento a los miembros del Comando “Chavín de Huántar” y a todos los rehenes de la Embajada del Japón. Asimismo, recordó al presidente Fernando Belaúnde Terry y su frase: “El Perú como doctrina”, que sirven de ejemplo e inspiración para las nuevas generaciones.
La ceremonia fue presidida por el fundador presidente de la USIL, Raúl Diez Canseco Terry, y el rector de la Universidad, Dr. Ramiro Salas Bravo; asimismo, acompañaron el acto de honor el presidente del Poder Judicial del Perú, Dr. Duberlí Rodríguez; los exvicepresidentes de la República, Francisco Tudela y Luis Giampietri; así como destacados políticos, representantes del cuerpo diplomático y de la Iglesia Católica, académicos, directores de colegio, docentes y alumnos de la USIL.
Fuente: www.arzobispadodelima.org

Domingo de Resurrección 2017

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Evangelio según San Juan 20,1-9:
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

Resurrección

Felipe Zegarra

Por Felipe Zegarra– Diario El Comercio.
Para mucha gente en nuestro país –de toda condición social, etnia, idioma, cultura–, la vida es algo muy complicado. Sin duda hay momentos buenos, pero más frecuentes son –o parecen ser– las tristezas, las dificultades, los problemas. De un pasado mejor apenas hay memoria y el futuro, ¿quién sabe qué nos traerá? 
Con ese ánimo –“pesimismo de la realidad”, lo llamó Vasconcelos–, ¿qué sentido tienen los días de la Semana Santa? No son pocos los que piensan en Asia, San Bartolo o algo por el estilo. Otros sienten que pasarán días aburridos en sus casas, quizá con la compañía principal de su celular.
Para muchas y muchos con práctica cristiana, la Semana Santa se trata de ir a la Iglesia el Domingo de Ramos (hay que guardar el ramo bendito en casa) y el Viernes de Pasión… Pero eso no parece muy alentador.
¡Perdón! Pero el Viernes Santo la Iglesia lee la Pasión según San Juan, donde Jesús, que era juzgado, interroga también a Pilato, el juez, y con buen “dominio de escena”. Y ya desde ese día se abre una esperanza: la muerte de Jesús no es la última palabra. Los que no celebran el Sábado de Gloria o el Domingo de Resurrección se pierden además algo fundamental: El “Dios amigo de la vida”, que no nos creó para la muerte (Sabiduría 11,24 y 26), pues “no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva” (Ezequiel 18,21-28), inaugura en y con Jesús el camino de la muerte a la vida y vida en plenitud.
Ocurre que Jesús, puede decir cualquiera, “me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2,20), pues fue siempre fiel en su servicio a la humanidad, y ese amor y la entrega que lo consumó llevó al Padre a resucitar a Jesús y a convertir a sus discípulos en testigos (ver Hechos 2,32). Amor que significó desvivirse, servir, acompañar, alegrar.
El más joven de los discípulos, junto al lago de Galilea, se limitó a exclamar al verlo: “¡Es el Señor!”. Es decir, el viviente, quien ha triunfado sobre esa terrible muerte de cruz. “Sí, claro… ¿Y a mí, qué?”, pensarán muchos. Pues que también para cada persona, entre sus dificultades y problemas, se abre cada día una esperanza: para cada uno, esta vida es el camino a la Resurrección. A una amiga desesperanzada, Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; y el que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11,25), porque nos considera semejantes a Él, y nos llama a vivir aun después de muertos.
Los amigos y seguidores de Jesús, a lo largo de casi veinte siglos, lo han entendido así, y viven con esperanza y con una actitud compleja, hecha de confianza, libertad y audacia (Hechos 4,29-31). Es por eso que el obispo de Roma, Francisco –a quien solemos llamar “Papa”– escribió poco después de su elección un documento que llamó: “El gozo del Evangelio” (Evangelii Gaudium). Y no exageró, precisamente porque “evangelio” quiere decir “Buena Noticia” (no “mala noticia”, ¡por favor!). Así lo entendió el pueblo de Israel, tras pasar 48 años en el exilio, cuando proclamó con un profeta qué hermosos son los pies del que trae las buenas nuevas (ver Isaías 52,7). Y así puede –¡debe! – entenderlo todo el que esté dispuesto a creer y a crecer en la fe. 
Recuerdo, para terminar, dos frases importantes. Vasconcelos agregó otra a la que cité casi al inicio: “y optimismo del ideal”. Y alguien más, quizá Santa Teresa de Ávila, nos interpeló seriamente al escribir: “Velar se debe la vida de tal suerte – que viva quede en la muerte”. Es que se trata del don del Dios: el amor.

La esencia del cristianismo

Raúl Zegarra

Por Raúl Zegarra– Diario El Comercio.
Tras la muerte de Jesús, algo inesperado sucedió. Algunas de sus discípulas se dirigían a la tumba para embalsamar el cuerpo, pero al llegar fueron abrumadas por algo que no anticipaban: el cuerpo de su maestro y amigo no estaba más allí.
Después de la sorpresa, las conjeturas inevitables emergieron. María Magdalena asumió de inmediato que alguien había robado el cuerpo, nos cuenta Juan (20, 2). En efecto, ninguno de los cuatro evangelios nos indica que los discípulos esperaban la resurrección. Esta idea les tuvo que ser revelada por una presencia extraña, posiblemente un ángel. Y tal revelación, de hecho, no les trajo consuelo. Marcos nos dice que las mujeres huyeron de la tumba llenas de terror y espanto (16, 8). Tan poco esperada era la resurrección, que Lucas enfatiza que los apóstoles no creyeron en el testimonio de las mujeres (24, 11).
Pensemos por un segundo en esto. Ni ellas ni el resto de los discípulos esperaban la resurrección. Acongojados, más bien, empezaban a asimilar la muerte del rabí. La tumba vacía, entonces, supuso un momento de definición. Frente a la tumba, estas mujeres definirían el futuro del cristianismo: Jesús no ha muerto; ha resucitado.
Luego de este momento fundacional, la historia toda del cristianismo cambiaría. Los evangelistas narrarían la vida de Jesús como una de profecías cumplidas, yendo a la Biblia Hebrea para señalar cómo en ella se anticipaba la muerte del que ahora llamaban con mayor convicción, el Cristo. La resurrección daría cumplimiento a todas estas profecías y la historia trágica de la derrota del Mesías se convertiría pronto en una de victoria.
Este acto de definición frente al cadáver ausente de Jesús debe invitarnos a reflexionar sobre qué es el cristianismo, particularmente hoy en Domingo de Resurrección. ¿Cuál es la esencia del cristianismo? Este debate, por supuesto, es tan antiguo como la historia de esta fe. Sin embargo, tuvo un pico extraordinario a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Tres fueron sus figuras decisivas: Adolf von Harnack, Alfred Loisy, y Ernst Troeltsch.
Harnack apelaría exclusivamente a los evangelios para buscar la respuesta. Para él, el estudio crítico de las escrituras señala que la esencia del cristianismo se define por tres factores: la expectativa del reino, el rol paternal de Dios y el valor infinito de la vida humana, y la invitación a una forma de virtud radical marcada por el mandamiento del amor, siendo esto último la clave.
Loisy no podría sino estar de acuerdo. Sin embargo, notaría que la exclusión deliberada de la tradición de la Iglesia debilitaba la posición de Harnack. En clara línea católica, señalaría que no es posible saber lo que el cristianismo es si no contamos con la ayuda de su larga tradición de interpretación. Pero, añadiría, la importancia de la tradición no supone dogmatismo. Por el contrario, la interpretación ha de ser fluida, como la historia misma del cristianismo.
Troeltsch entraría al debate para, a mi juicio, darle la respuesta definitiva. Harnack y Loisy, argumentaría, tienen razón. Para definir la esencia del cristianismo necesitamos de los evangelios y de la tradición. No obstante, él llevaría la posición de Loisy a su zenit. En un movimiento brillante, Troeltsch propuso que cada vez que la pregunta por la esencia del cristianismo se plantea, tal esencia es definida nuevamente. La idea es sencilla, pero crucial. Puesto que el cristianismo es una fe viva y no un mero objeto de estudio, cada nuevo momento en su historia le da nueva forma.
Sí, el cristianismo es el mensaje de Jesús recopilado en los evangelios. Sí, es la interpretación de ese mensaje en las epístolas de Pablo. Sí, es la tradición de los Padres de la Iglesia. Sí, es también la crítica de Lutero y Calvino y las respuestas de Eck y Moro. Sí, es el Vaticano I, pero también Vaticano II. Y, esto es fundamental, es cada acto creativo de ayer y hoy que le va dando nueva forma y lo reinterpreta a cada paso.
Por supuesto, no toda interpretación es igualmente válida. Un cristianismo que no cree en Cristo y en su mensaje de amor por el prójimo, por ejemplo, difícilmente podría llevar tal nombre. Pero uno que no cree en la autoridad de Roma, en cambio, supone una forma perfectamente válida, como lo muestra la rica historia del protestantismo.
La resurrección de Jesús, entonces, nos recuerda que el cristianismo es una fe viva y que desde sus inicios estuvo marcada por decisiones fundamentales. ¿Resucitó o no el Señor? Sí, respondieron los discípulos. ¿Es Jesús Dios o tan solo un profeta? Dios, respondió la mayoría. ¿El primado de Pedro o la igualdad entre los obispos?, preguntaron los patriarcas de Oriente. Divergencia marcó la respuesta. ¿Roma o solo la Biblia?, preguntó la Reforma. Las respuestas fueron disímiles.
Pero no toda diferencia supone ruptura. Y las diferencias, de hecho, nos ayudan a profundizar nuestra fe.  Frente a la tumba vacía de Jesús nos toca hoy también tomar decisiones. ¿Igualdad de derechos para hombres y mujeres o roles preconcebidos que los eliminan? ¿Darle estatus legal al amor entre parejas del mismo sexo o invisibilizarlas? La manera en la que respondamos a estas preguntas y muchas otras definirá la esencia del cristianismo hoy.
Aprendamos de las discípulas. No dejemos que el terror por lo desconocido nos abrume. Que nuestra fe en el amor venza el espanto y que ella haga del cristianismo una fe abierta donde todos tengan un lugar en la mesa del Señor.

San Hugo de Grenoble

Por Meg Hunter-Kilmer– es-aleteia.org
La vocación cristiana de la humildad es difícil.
Para las personas que son tremendamente talentosas, apuestas y que caen bien a todo el mundo, su desafío está en ser más conscientes de sus defectos y del hecho de que todo lo bueno viene de Dios.
“¿Quién es el que te distingue?”, pregunta san Pablo en 1 Corintios 4:7. “¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?”.
Los que tienen problemas de orgullo harían bien en recordar que todo don y talento y atributo positivo que poseen es todo un regalo.
Para otros, la dificultad está en otro lugar.
A pesar de tus dones, te sientes incompetente ante la tarea que el Señor ha puesto ante ti. Cada vez que fallas, surge la tentación de rendirte, seguro de que nunca podrás ser suficiente. En lugar de reconocer que el Señor aprueba a los que responden a su vocación, te desesperas porque tu esfuerzo solo termina en fracaso.
San Hugo de Grenoble (1053-1132) fue uno de estos últimos. A pesar de ser un hombre apuesto, habilidoso y tan brillante que fue elegido obispo con 27 años, Hugo estaba tan convencido de su propia incompetencia que, en más de una ocasión, llegó a abandonar su puesto para retirarse a un monasterio, ofreciendo su resignación ante un trabajo que sentía que no podía abarcar.
Nacido en Francia en el seno de una familia devota y elogiado por su inteligencia desde muy joven, este lego de 27 años protestó abiertamente cuando fue elegido obispo.
“¡Pero les repito que no soy digno de ello!”, exclamaba. “¿Qué tipo de cuento es este?”, preguntaba al obispo Hugo de Die.
“¿Quién te pide que actúes solo con tu propia fuerza? Primero confía en Dios, Él te ayudará”. Por primera vez aleccionaban a Hugo de Grenoble con la lección que se convertiría en el lema de su vida: es Dios quien obra en ti, o dicho de otra forma (con las palabras de Éxodo 14:14), que “Yahveh peleará por vosotros, que vosotros no tendréis que preocuparos”.
El obispo Hugo quedó abrumado ante las tareas que le esperaban cuando heredó una diócesis repleta de corrupción y apatía. Pero nunca había fracasado antes, así que aceptó voluntariosamente al personal de su obispo y empezó a luchar contra la simonía, la ignorancia y la impureza clerical por toda la diócesis.
Perseveró durante dos años, pero con poco éxito. Desanimado por su lento progreso, se declaró a sí mismo no apto para el episcopado y se retiró a un monasterio a vivir como monje benedictino. Durante un año, las cartas se sucedieron entre el monasterio y el Vaticano, desde donde el Papa le recordaba firmemente que el Señor no necesitaba de su talento, sino de su fidelidad.
“¡Pero le repito que no puedo hacer nada bueno ni digno de valor!”, insistía. A lo que el papa san Gregorio VII repondía: “Muy bien, así sea. No puedes hacer nada, hijo mío, pero eres obispo, y el sacramento puede hacerlo todo”.
Escarmentado, el buen obispo regresó a Grenoble para continuar con lo que estaba convencido sería una batalla infructuosa.
A menudo somos nosotros únicamente los que no logramos ver los buenos efectos de nuestro trabajo, y san Hugo se pasó los siguientes 50 años tratando una y otra vez de renunciar a su cargo, incapaz de ver la reforma que estaba consiguiendo con su liderazgo y su ejemplo.
San Hugo, que probablemente es más conocido por su contribución a la formación de la Orden de los Cartujos (san Bruno fue su mentor y san Hugo le dio la tierra que se convertiría en la Gran Cartuja), se retiraba a menudo al silencio del monasterio.
Cada vez que se nombraba un Papa nuevo, Hugo presentaba su dimisión de nuevo, implorando al Santo Padre que encontrara a alguien más apropiado para la tarea. Y todas las veces, Roma y san Bruno le recordaban su deber, tanto para su diócesis como para Dios, que era quien obraba a través de él.
Después de su episcopado de 52 años, la diócesis de Grenoble era un lugar totalmente diferente, transformado por los dones naturales de san Hugo y el poder de Dios a través de su humilde siervo.
Al final de su vida, todavía esperanzado con poder retirarse a una vida de silenciosa oración, san Hugo fue capaz de hacer suyas las palabras de Isaías: “Yahveh, tú nos pondrás a salvo, que también llevas a cabo todas nuestras obras” (Isaías 26:12).
Así, pasó medio siglo reformando al clero, atendiendo a los pobres e inspirando a los fieles a seguir sus humildes pasos. A pesar de sufrir unos agotadores dolores de cabeza durante años, nunca se quejó ni bajó su ritmo de trabajo, y al final de su vida escuchó cómo el Padre le recibía a un descanso bien merecido: “Bien hecho, mi buen y leal siervo”.
Recemos por todos los que se sienten incapaces de vivir la vida que el Señor les ha concedido, por que reconozcan con humildad que Dios mismo luchará por ellos.
San Hugo de Grenoble, ¡ruega por nosotros!

Bendito el que viene en nombre del Señor

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Evangelio según San Mateo 26,14-75.27,1-66: 
Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”. Y resolvieron darle treinta monedas de plata.
Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”.
El respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: ‘El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'”.
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”.
El respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar.
El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”.
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?”. “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen y coman, esto es mi Cuerpo”.
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: “Beban todos de ella,
porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados.
Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre”.
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Entonces Jesús les dijo: “Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la Escritura: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño.
Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea”.
Pedro, tomando la palabra, le dijo: “Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás”.
Jesús le respondió: “Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces”.
Pedro le dijo: “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré”. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo: “Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar”.
Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces les dijo: “Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo”.
Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: “Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro: “¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora?
Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.
Se alejó por segunda vez y suplicó: “Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad”.
Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño.
Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.
Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo: “Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar”.
Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo.
El traidor les había dado esta señal: “Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo”.
Inmediatamente se acercó a Jesús, diciéndole: “Salud, Maestro”, y lo besó.
Jesús le dijo: “Amigo, ¡cumple tu cometido!”. Entonces se abalanzaron sobre él y lo detuvieron.
Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja.
Jesús le dijo: “Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere.
¿O piensas que no puedo recurrir a mi Padre? El pondría inmediatamente a mi disposición más de doce legiones de ángeles.
Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?”.
Y en ese momento dijo Jesús a la multitud: “¿Soy acaso un ladrón, para que salgan a arrestarme con espadas y palos? Todos los días me sentaba a enseñar en el Templo, y ustedes no me detuvieron”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
Los que habían arrestado a Jesús lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos.
Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; entró y se sentó con los servidores, para ver cómo terminaba todo.
Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte;
pero no lo encontraron, a pesar de haberse presentado numerosos testigos falsos. Finalmente, se presentaron dos que declararon: “Este hombre dijo: ‘Yo puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días'”.
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos declaran contra ti?”.
Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió: “Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”.
Jesús le respondió: “Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo”.
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: “Ha blasfemado, ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia.
¿Qué les parece?”. Ellos respondieron: “Merece la muerte”.
Luego lo escupieron en la cara y lo abofetearon. Otros lo golpeaban,
diciéndole: “Tú, que eres el Mesías, profetiza, dinos quién te golpeó”.
Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio. Una sirvienta se acercó y le dijo: “Tú también estabas con Jesús, el Galileo”.
Pero él lo negó delante de todos, diciendo: “No sé lo que quieres decir”.
Al retirarse hacia la puerta, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí: “Este es uno de los que acompañaban a Jesús, el Nazareno”.
Y nuevamente Pedro negó con juramento: “Yo no conozco a ese hombre”.
Un poco más tarde, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: “Seguro que tú también eres uno de ellos; hasta tu acento te traiciona”.
Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. En seguida cantó el gallo,
y Pedro recordó las palabras que Jesús había dicho: “Antes que cante el gallo, me negarás tres veces”. Y saliendo, lloró amargamente.
Cuando amaneció, todos los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús.
Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron.
Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos,
diciendo: “He pecado, entregando sangre inocente”. Ellos respondieron: “¿Qué nos importa? Es asunto tuyo”.
Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó.
Los sumos sacerdotes, juntando el dinero, dijeron: “No está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre”.
Después de deliberar, compraron con él un campo, llamado “del alfarero”, para sepultar a los extranjeros.
Por esta razón se lo llama hasta el día de hoy “Campo de sangre”.
Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: Y ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los israelitas.
Con el dinero se compró el “Campo del alfarero”, como el Señor me lo había ordenado.
Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó: “¿Tú eres el rey de los judíos?”. El respondió: “Tú lo dices”.
Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada.
Pilato le dijo: “¿No oyes todo lo que declaran contra ti?”.
Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al gobernador.
En cada Fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso, a elección del pueblo.
Había entonces uno famoso, llamado Barrabás.
Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido: “¿A quién quieren que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?”.
El sabía bien que lo habían entregado por envidia.
Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: “No te mezcles en el asunto de ese justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho”.
Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó: “¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?”. Ellos respondieron: “A Barrabás”.
Pilato continuó: “¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?”. Todos respondieron: “¡Que sea crucificado!”.
El insistió: “¿Qué mal ha hecho?”. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: “¡Que sea crucificado!”.
Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: “Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes”.
Y todo el pueblo respondió: “Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”.
Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él.
Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo.
Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: “Salud, rey de los judíos”.
Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza.
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.
Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa “lugar del Cráneo”, le dieron de beber vino con hiel. El lo probó, pero no quiso tomarlo.
Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron;
y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo.
Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: “Este es Jesús, el rey de los judíos”.
Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían: “Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!”.
De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo: “¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él.
Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: “Yo soy Hijo de Dios”.
También lo insultaban los ladrones crucificados con él.
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región.
Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: “Elí, Elí, lemá sabactani”, que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: “Está llamando a Elías”.
En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber.
Pero los otros le decían: “Espera, veamos si Elías viene a salvarlo”.
Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.
Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.
El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: “¡Verdaderamente, este era el Hijo de Dios!”.
Había allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo.
Entre ellas estaban María Magdalena, María -la madre de Santiago y de José- y la madre de los hijos de Zebedeo.
Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús,
y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran.
Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia
y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue.
María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro.
A la mañana siguiente, es decir, después del día de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y se presentaron ante Pilato,
diciéndole: “Señor, nosotros nos hemos acordado de que ese impostor, cuando aún vivía, dijo: ‘A los tres días resucitaré’.
Ordena que el sepulcro sea custodiado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y luego digan al pueblo: ‘¡Ha resucitado!’. Este último engaño sería peor que el primero”.
Pilato les respondió: “Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean conveniente”.
Ellos fueron y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y dejando allí la guardia.

Domingo de Ramos

El Domingo de Ramos recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. De esta manera comenzamos con la semana más importante en la historia de la humanidad.
1) Tiene un antecedente en el Antiguo testamento

Obra de Fabio Fabbi / Dominio público.Obra de Fabio Fabbi.
El Rey Salomón, hijo de David, también fue recibido con gran alegría al llegar al pueblo: “Los allegados de David hicieron montar a Salomón sobre la mula del rey… todo el pueblo gritó: ‘Viva el rey…’.  Subió después todo el pueblo detrás de él; la gente tocaba las flautas y manifestaba tan  gran alegría que la tierra se hendía con sus voces” (1 Re 1, 38-40).
2) ¿Solo se pueden usar palmas?
Según el Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia, en Domingo de Ramos tenemos estas otras opciones: “La procesión, que conmemora la entrada mesiánica de Cristo en Jerusalén, es de carácter alegre y popular. Los fieles suelen mantener ramas palma o de oliva u otra vegetación, que han sido bendecidas el Domingo de Ramos, en sus casas o en sus lugares de trabajo.
3) ¿Por qué Jesús entró a Jerusalén de esa manera?
Dominio público.En su libro Jesús de Nazareth, Benedicto XVI nos da esta explicación:
Jesús reclama el derecho de los reyes, conocido en la antigüedad, para requisar los modos de transporte.
La utilización de un animal sobre el que hasta ahora nadie se sienta es un signo más del derecho de reyes. Lo más sorprendente, sin embargo, son las alusiones del Antiguo Testamento que dan un significado más profundo a todo el episodio.
Por ahora notemos esto: Jesús está, en efecto haciendo una afirmación real. Él quiere que su camino y su acción sean entendidos en términos de las promesas del Antiguo Testamento que se cumplen en su persona.
Al mismo tiempo, a través del anclaje en el texto en Zacarías 9:9, el “zelote” está excluido de la exégesis del reino: Jesús no está construyendo sobre la violencia; no instiga una revuelta militar contra Roma. Su poder es de otro tipo: se encuentra en la pobreza de Dios, la paz de Dios, que identifica al único poder que puede redimir [Jesús de Nazaret, vol. 2].
4) ¿Por qué el pueblo gritaba Hosanna?
Benedicto XVI nos vuelve a dar la respuesta en su libro Jesús de Nazareth:
Originalmente se trataba de una palabra de súplica urgente, que significa algo así como: ¡Ven en nuestra ayuda! Los sacerdotes la repetían en un tono monótono en el séptimo día de la Fiesta de los Tabernáculos, durante la procesión de siete veces alrededor del altar del sacrificio, como una oración urgente para la lluvia.
Pero como la Fiesta de los Tabernáculos cambió gradualmente de una fiesta de petición a una de elogio, así también el grito de ayuda se volvió cada vez más en un grito de júbilo.
En la época de Jesús, la palabra también había adquirido connotaciones mesiánicas. En la aclamación Hosanna, nos encontramos con una expresión de las complejas emociones de los peregrinos que acompañan a Jesús y a sus discípulos: alegría y alabanza a Dios en el momento de la entrada procesional, esperanza de que había llegado la hora del Mesías, y al mismo tiempo una oración para que el reino de David, y por lo tanto la realeza de Dios sobre Israel, fuera restablecida [Jesús de Nazaret, vol. 2].
5) Quienes recibieron a Jesús el Domingo de Ramos no eran las mismas personas que pidieron su crucifixión

Dominio público.Muchos piensan que las personas que recibieron con palmas a Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén eran las mismas persona que gritaron “crucifíquenlo” durante su juicio. Sin embargo, eso es solo un mito y Benedicto XVI lo explica así: Los tres evangelios sinópticos, así como San Juan, dejan muy claro que la escena de homenaje mesiánico de Jesús se produjo en su entrada en la ciudad y que los participantes no eran los habitantes de Jerusalén, sino las multitudes que acompañaron a Jesús y entraron en la Ciudad Santa con él.
Este punto se ve con mayor claridad en el relato de Mateo del pasaje inmediatamente después del Hosanna a Jesús, Hijo de David: “Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es este? Y la multitud decía: Este es el profeta Jesús de Nazaret de Galilea” (Mt 21:10-11).
La gente había oído hablar del profeta de Nazaret, pero él no parece tener ninguna importancia para Jerusalén, y la gente no lo conocía.
La multitud que rindió homenaje a Jesús en la puerta de entrada a la ciudad no era la misma multitud que luego exigió su crucifixión.
Fuente: http://es.churchpop.com

Stanley Francis Rother

Estados Unidos tendrá pronto a su primer mártir beatificado por la Iglesia Católica ya que el Papa Francisco firmó el pasado 2 de diciembre el decreto en el que se reconoce el martirio del Padre Stanley Francis Rother, originario de la pequeña población de Okarche en Oklahoma y asesinado en Guatemala en 1981, donde era conocido como el Padre Aplas o Padre Francisco.
En Okarche, la parroquia, el colegio y las granjas eran los pilares de la vida comunitaria. El pequeño Stanley asistió toda su vida al mismo colegio y vivió con su familia hasta que entró al seminario.
Rodeado de buenos sacerdotes y de una vibrante vida parroquial, Stanley sintió desde muy joven el llamado de Dios a ser sacerdote. A pesar de ello, este joven tuvo que luchar luego de reprobar muchos cursos antes de graduarse del seminario Mount St. Mary’s en Maryland.
Al escuchar las luchas del joven Stanley, la hermana Clarissa Tenbrick, quien fue su profesora cuando estaba en quinto grado, le escribió para alentarlo y le recordó que San Juan María Vianney, Patrono de los sacerdotes, también había experimentado ese tipo de luchas en el seminario.
“Ellos eran hombres sencillos que supieron que estaban llamados al sacerdocio y alguien debía autorizarlos para que cumplieran sus estudios y se hicieran sacerdotes”, dijo en entrevista con Catholic News Agency, Maria Scaperlanda, autora del libro The Shepherd Who Didn’t Run, (El pastor que no salió corriendo), una biografía de este mártir.
“Ellos trajeron consigo bondad, sencillez y un corazón generoso en todo lo que hacían”, aseguró la autora.
Cuando Rother estaba todavía en el seminario, el entonces Papa Juan XXIII pidió a las diócesis de Estados Unidos que enviaran asistencia y establecieran misiones en Centroamérica.
Fue así que pronto las diócesis de Oklahoma City y Tulsa, también en el estado de Oklahoma, establecieron una misión en Santiago Atitlán, Guatemala, una comunidad rural de muy escasos recursos, cuya población es mayoritariamente indígena.
Pocos años después de ordenado, el Padre Rother aceptó la invitación de unirse a este equipo misionero, donde pasaría los siguientes 13 años de su vida.
Al llegar a la misión de los indios mayas de Tz’utujil, en la villa no tenían un nombre equivalente a Stanley, por lo que comenzaron a llamarlo Padre Francisco.
El sacerdote había aprendido de joven, en la granja de su familia la ética de trabajo que serviría mucho en este nuevo lugar. Como sacerdote misionero, fue llamado no solamente a celebrar Misa y a administrar los sacramentos sino a ayudar en tareas sencillas como reparar camiones o a trabajar en los campos.
Construyó una cooperativa de agricultores, un colegio, un hospital y la primera estación de radio católica, la cual podría llevar catequesis a los lugares más remotos.
“Es sorprendente cómo Dios no pierde ningún detalle”, relata Scaperlanda. “El mismo amor por la tierra y ese pequeño pueblo donde todos se ayudaban entre ellos, todo lo que aprendió en Okarche es exactamente lo que necesitó cuando llegó a Santiago”, indica.
“El Padre Francisco también era conocido por su amabilidad, el olvido de sí mismo, por ser una persona alegre y por estar siempre presente entre sus feligreses, Decenas de fotos muestran a niños risueños corriendo detrás  suyo y tomando sus manos”, afirma la autora.
“El Padre Stanley tenía una disposición natural a compartir la labor con ellos, a partir el pan con ellos y a celebrar la vida con ellos, lo que hizo que la comunidad en Guatemala dijera que el Padre Stanley, era nuestro padre”, dice su biógrafa.
Con el paso de los años la violencia de la guerra civil de Guatemala llegó a la que antes era una aldea pacífica. Pronto llegaron a hacer parte de la vida diaria las desapariciones, los asesinatos y el peligro, pero el Padre Rother permaneció firme y apoyando a su gente.
En los años de 1980 y 1981, la violencia llegó a un punto casi insoportable y el sacerdote veía cómo sus amigos y feligreses eran secuestrados o asesinados.
En una carta a los católicos de Oklahoma durante la que fue su última Navidad, el sacerdote compartió los peligros que diariamente enfrentaba en su parroquia y en su misión.
“La realidad es que estamos en peligro. Pero no sabemos cuándo o de qué manera el gobierno usará sus fuerzas para reprimir a la Iglesia… Dada esta situación confieso que no estoy listo para salir de aquí todavía… pero si este es mi destino yo daría mi vida  por estar aquí (…) Existe todavía mucho bien que puede ser entregado también bajo estas circunstancias”.
El sacerdote finalizó su carta con la que se convirtió en la frase que en adelante acompañaría su firma: “El pastor no puede salir corriendo ante la primera señal de peligro. Ora por nosotros para que podamos ser un signo del amor de Cristo hacia nuestra gente, para que nuestra presencia entre ellos pueda fortificarlos para que ellos soporten estos sufrimientos en preparación para el Reino de Dios que ya llega”.
En enero de 1981, cuando se encontraba en peligro y su nombre estaba dentro de una lista de posibles muertos, el Padre Stanley Rother regresó a Oklahoma por unos meses, pero cuando se aproximaba la Pascua decidió regresar a pasar Semana Santa con su gente en Guatemala.
La mañana del 28 de julio de 1981 tres “ladinos” –hombres que masacraban indígenas y campesinos de Guatemala desde la década de los 60–, irrumpieron en la rectoría.
Al no querer poner en peligro a los demás en la misión de su parroquia, el Padre Francisco luchó, pero no pidió ayuda. Pasaron 15 minutos. Se escucharon dos disparos. Mataron al sacerdote y los asesinos se fueron de la tierra de misión.
Maria Scaperlanda, quien ha trabajado en la causa de canonización del Padre Rother, dijo que el sacerdote es un buen testimonio y ejemplo: “él dio de comer al hambriento, acogió al forastero, visitó a los enfermos, consoló a los afligidos, soportó pacientemente las incomodidades, sepultó a los muertos”.
“Su vida es también un gran ejemplo de cómo las personas que viven una vida ordinaria están llamadas a hacer cosas extraordinarias por Dios”, aseguró la biógrafa.
“Lo que más me ha impactado de la vida del Padre Stanley fue lo sencillo que era”, dijo.
Sobre el sacerdote, el Arzobispo de Oklahoma, Monseñor Paul Coakley, señaló que “necesitamos el testimonio de hombres y mujeres santos que nos recuerden que estamos llamados a la santidad. Estos hombres y mujeres vienen de lugares ordinarios como Okarche, Oklahoma”.
“Aunque los detalles son diferentes, creo que el llamado es el mismo y el reto es también el mismo. Como el Padre Francisco, cada uno de nosotros es llamado a decir ‘sí’ al Señor con todo nuestro corazón. Estamos llamados a ver a quién está de pie ante nosotros como un hijo de Dios, a tratarlos con respeto y con un corazón generoso”, agregó.
“Estamos llamados a ser santos ya sea que vivamos en Okarche, Oklahoma, en Nueva York o en Ciudad de Guatemala”, concluyó Maria.
Fuente: ACI Prensa.

¡Lázaro, ven afuera!

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Evangelio según San Juan 11,1-45:
Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta.
María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo.
Las hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, el que tú amas, está enfermo”.
Al oír esto, Jesús dijo: “Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.
Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
Después dijo a sus discípulos: “Volvamos a Judea”.
Los discípulos le dijeron: “Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?”.
Jesús les respondió: “¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él”.
Después agregó: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo”.
Sus discípulos le dijeron: “Señor, si duerme, se curará”.
Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.
Entonces les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto,
y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo”.
Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: “Vayamos también nosotros a morir con él”.
Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”.
Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”.
Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”.
Jesús le dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;  y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”.
Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”.
Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: “El Maestro está aquí y te llama”.
Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro.
Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado.
Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.
Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: “¿Dónde lo pusieron?”. Le respondieron: “Ven, Señor, y lo verás”.
Y Jesús lloró.
Los judíos dijeron: “¡Cómo lo amaba!”.
Pero algunos decían: “Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?”.
Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: “Quiten la piedra”. Marta, la hermana del difunto, le respondió: “Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto”.
Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”.
Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: “Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado”.
Después de decir esto, gritó con voz fuerte: “¡Lázaro, ven afuera!”.
El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: “Desátenlo para que pueda caminar”.
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundoProbablemente la imagen más famosa de Jesús del planeta, conocida tanto por su tamaño como por la ubicación, es la estatua de Jesucristo de Río de Janeiro, Brasil. Podrías pensar de que se trata de la estatua más grande de Jesús que existe en el mundo, sin embargo sería un error. El Jesús que se eleva por encima de la montaña Corcovado, dominando Río, es la cuarta  estatua más grande de Cristo sobre la Tierra.
Echa un vistazo a las otras imágenes, son más grandes a medida que se avanza:

1. Cristo Rey. México.
Altura: 20,5 m.

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

La estatua de Cristo Rey está situada encima de una colina con un curioso nombre, El Cerro del Cubilete. El Cerro del Cubilete (más una montaña que un cerro, a decir verdad) tiene una altura de 2,700 metros y está situada en el estado de Guanajuato, México.

2. Cristo Redentor de Maratea, Italia.
Altura: 21,23 m.

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

Conocido como el Cristo Redentor di Maratea, esta estatua fue hecha en mármol blanco y gris azulado procedente de la cantera de la cercana ciudad de Carrara. A diferencia de las otras estatuas, construidas con donaciones públicas, el Cristo Redentor fue erigido utilizando los fondos de un solo individuo. Stefano Rivetti era un empresario piamontés que quiso rendir homenaje tanto a su religión como a la gente de su pueblo, Maratea. La estatua se erige encima del Monte San Biagio, la colina que domina la ciudad.

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

3. Cristo de las Noas, México.
Altura: 21,8 m.

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El nombre de la colina sobre la que se construyó (Cerro de las Noas) da nombre a este Cristo, cuya construcción empezó en 1973 y tardó  diecisiete años en terminarse. A sus pies encontramos una réplica de la Tierra Santa, así como un restaurante.

4. Cristo del Pacífico. Perú.
Altura: 22 metros.

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El Cristo del Pacífico, como se le conoce en el Perú, fue el regalo de despedida de un presidente saliente. Cuando perdió las elecciones presidenciales de 2011, el jefe de Estado saliente decidió que su último regalo a su pueblo sería una copia bastante directa de la estatua del Cristo Redentor de Río de Janeiro. Sin embargo, esto tuvo una gran cantidad de críticas, ya que muchos peruanos hubieran querido tener un Cristo de diseño propio en vez de la reproducción de uno ya existente.

5. Cristo del Sagrado Corazón. México.
Altura: 23 metros.

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Situado a seis kilómetros de la ciudad mexicana de Rosarito, encima de la localidad de El Morro, encontramos esta gigante combinación de acero y fibra de vidrio. Mientras que casi todas las grandes estatuas de Cristo de todo el mundo son de color blanco o blanco y negro, esta es de vivos colores.

6. Cristo Rey de Los Álamos. México.
Altura: 23,3 metros.

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Situado en la ciudad fronteriza de Tijuana, en el Estado de Baja California, la estatua se construyó con resina y fibra de vidrio, por lo que es la única imagen monumental de Cristo construida con la combinación de dichos materiales. La estatua, de casi 24 metros de altura, reposa sobre en una cúpula de la iglesia de San Martín de Porres de Tijuana, que representa el cielo.

7. El Cristo Roto. México.
Altura: 25 metros.

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Esta estatua gigante tan inusual de Cristo está en San José de Gracia, Aguascalientes, México. El Cristo Roto atrae a miles de peregrinos cada año, y como consecuencia de ello crecen las infraestructuras que el municipio pone a disposición de los peregrinos, debido a la alta demanda. Leyendo el cartel que encontramos en su base podemos entender porqué el escultor diseño de esta manera tan inusual la imagen de Cristo:

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

8. Cristo Rey de Houches. Francia.
Altura: 25 metros.

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La estatua de Cristo Rey es una gigantesca imagen de 25 metros de altura, situada en el pueblo de Les Houches, Haute-Savoie, en Francia. El monumento está situado en un promontorio rocoso que domina el valle de Chamonix. L’Abbé Claude Delassiat, pastor de Les Houches, inició la construcción de esta estatua. Él quería una estatua que encarna la idea que proclama la realeza universal de Cristo,  y la cifra es ciertamente real. La primera piedra se colocó en agosto de 1933 y después de un año de trabajo, la estatua fue inaugurada el 19 de agosto 1934.

9. Jesús de la Misericordia. Nicaragua.
Altura: 26 metros.

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El Cristo de la Misericordia apunta hacia el sur desde su pedestal en San Juan del Sur. El Cristo de la Misericordia se levanta por encima de la ciudad en el extremo norte de la bahía, y es la mayor estatua de Cristo en América Central. Levantar una estatua al Cristo de la Misericordia era el sueño de un hombre de negocios local, Erwin González, quien hizo su fortuna con el turismo. González es propietario de los terrenos sobre los que se construyó la estatua (un exclusivo complejo residencial). 

10. Cristo Rey. Colombia.
Altura: 26 metros.

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La ciudad colombiana de Cali es el hogar de Cristo Rey, situado encima de una de las dos grandes montañas que se levantan sobre la ciudad. Este monumento fue construido en 1953 como un homenaje a la paz y un símbolo de seguridad para los locales. Se encuentra en la parte superior de Los Cristales Hill y cuenta con un mirador desde donde se puede admirar una vista panorámica de la ciudad de Cali.

11. Cristo Rei de Dili, Timor Oriental
Altura: 27 metros.

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

La estatua de Cristo Rey fue un regalo del gobierno de Indonesia al pueblo de Timor Oriental. En ese momento Timor Oriental seguía siendo una provincia de Indonesia, pero se convirtió en un estado soberano por derecho propio en 2002 (el primer nuevo Estado del siglo XXI). Desde entonces Cristo Rey se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de este país recientemente independizado. A diferencia de la mayoría de las estatuas en esta lista, este Cristo Rey está hecho de cobre en lugar de piedra. Se compone de 27 secciones separadas que fueron fabricadas en Bandung y montadas in situ, un proceso que duró tres meses. Finalmente se inauguró en 1996.

12. Cristo Rey. Portugal.
Altura: 28 metros.

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Esta estatua de Cristo Rey se empezó a planificar en 1940 pero su inauguración no tuvo lugar hasta 1959 Se convirtió en un símbolo de gratitud del pueblo portugués por haber sido librado de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Si los pedestales de las estatuas contaran para medir su altura sería el monumento más alto de Jesús de todo el mundo. La figura de Cristo está sobre el pedestal de pie con los brazos extendidos hacia la ciudad, como si quisiera abrazarla. Si te resulta familiar, es porque se basa en su más famosa contraparte brasileña.

13. Cristo del Otero. Palencia. España.
Altura: 30 metros.

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El Cristo del Otero se encuentra a las afueras de la ciudad española de Palencia,  en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Fue construido en 1931 en un estilo inspirado en el movimiento Art Deco. Fue el proyecto del escultor Victorio Macho, que está enterrado a sus pies. Es probablemente uno de las esculturas monumentales de Jesús menos conocidas. Su esbelta forma y su pura verticalidad se cree que son debidos a los deseos de su creador de que la estatua fuera vista desde abajo. Algo complicado si tenemos en cuenta los campos de cereales casi planos de Castilla que rodean la estatua.

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

14. Cristo Redentor. Brasil.
Altura: 30,1 metros.

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

Tal vez la más famosa estatua de Jesús de todo el mundo. Es la más antigua de las estatuas de esta lista, fue construida entre 1926 y 1931 y ha sido la inspiración para la construcción de algunas de las estatuas de Jesús que se reparten por el mundo. Aunque la idea de una estatua gigante por encima de la ciudad ya fue sugerida a mediados de la década de 1850, no fue hasta 1921 cuando la idea tomó fuerza y se abrió una suscripción pública para su construcción. En 2010 los dedos de la estatua, la cabeza y las cejas fueron dañados por un rayo.

15. Cristo de Vung Tau – Vietnam
Altura: 32 metros.

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La Asociación Católica de la ciudad vietnamita de Vung Tau comenzó la construcción de esta enorme estatua en 1974 y la terminó en 1993. La estatua está frente al mar y al igual que muchas otras de esta lista tiene sus brazos extendidos. A diferencia de otros ejemplos, sin embargo, esta tiene unos halos metálicos alrededor de su cabeza, que además de tener una función decorativa actúan como pararrayos. La estatua es de hormigón recubierto de granito. Si es capaz de subir los escalones que llevan a los brazos, puede pasear por ellos, ya que son unos balcones desde los que se puede contemplar un espectacular paisaje.

16. Cristo Rey. Polonia.
Altura: 33 metros.

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

Conocido en Polonia como Pomnik Chrystusa Król , este Cristo Rey es la estatua más alta de Jesús del planeta, si se cuenta su corona. Completado en 2010, este inmenso proyecto fue supervisado por un sacerdote jubilado, Sylwester Zawadzki. Está hecha de hormigón y fibra de vidrio y su altura (33 metros) simboliza la edad a la que se cree que Jesús murió. Las estadísticas son alarmantes. Solo la cabeza pesa unas enormes quince toneladas y en conjunto la estatua pesa poco más de 440 toneladas.
La estatua (cerca de Świebodzin) no tiene un solo diseñador. Las distintas partes de la  inmensa figura fueron diseñados por varias personas. Se construyó con donaciones provenientes de todo el mundo. Aunque hubo cierta resistencia por parte de la organización que se encarga de los asuntos relativos a las prácticas litúrgicas de la Iglesia católica y, de hecho, el gobierno de Polonia detuvo el trabajo por un tiempo debido a problemas de salud laboral y seguridad, el proyecto fue terminado en 2010.

17. Cristo de La Paz. Bolivia.
Altura: 34,2 metros.

Las 17 estatuas de Cristo más altas del mundo

El Cristo de la Paz se encuentra justo al este de la ciudad de Cochabamba, en el centro de Bolivia. Aunque se puede tratar de subir caminando a la colina de San Pedro, sobre la que se asienta, es más cómodo hacerlo mediante un teleférico.
Cristo está con los brazos extendidos, apuntando al Sur, la izquierda, y al Norte, a la derecha. Se tardó en construir diez años, terminado en noviembre de 1997. Es otra estatua inspirada en el  Cristo Redentor de Río de Janeiro. Está a una altura de 2,840 metros sobre el nivel del mar, lo que hace que no sólo sea la mayor estatua de Jesucristo en el mundo, si no que sea también la que está a más altura. 
Fuente: http://www.husmeandoporlared.com/2013/07/las-17-estatuas-cristo-mas-altas-mundo.html#ixzz4d5OsjDYF

Creo, Señor

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Evangelio según San Juan 9,1-41:
Jesús, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.
Sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”.
“Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”.
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego,
diciéndole: “Ve a lavarte a la piscina de Siloé”, que significa “Enviado”. El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.
Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: “¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?”.
Unos opinaban: “Es el mismo”. “No, respondían otros, es uno que se le parece”. El decía: “Soy realmente yo”.
Ellos le dijeron: “¿Cómo se te han abierto los ojos?”.
El respondió: “Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: ‘Ve a lavarte a Siloé’. Yo fui, me lavé y vi”.
Ellos le preguntaron: “¿Dónde está?”. El respondió: “No lo sé”.
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos.
Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos.
Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: “Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo”.
Algunos fariseos decían: “Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?”. Y se produjo una división entre ellos.
Entonces dijeron nuevamente al ciego: “Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?”. El hombre respondió: “Es un profeta”.
Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres
y les preguntaron: “¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?”.
Sus padres respondieron: “Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego,
pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta”.
Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías.
Por esta razón dijeron: “Tiene bastante edad, pregúntenle a él”.
Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: “Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”.
“Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo”.
Ellos le preguntaron: “¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?”.
El les respondió: “Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?”.
Ellos lo injuriaron y le dijeron: “¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés!
Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este”.
El hombre les respondió: “Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos.
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad.
Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada”.
Ellos le respondieron: “Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?”. Y lo echaron.
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: “¿Crees en el Hijo del hombre?”.
El respondió: “¿Quién es, Señor, para que crea en él?”.
Jesús le dijo: “Tú lo has visto: es el que te está hablando”.
Entonces él exclamó: “Creo, Señor”, y se postró ante él.
Después Jesús agregó: “He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven”.
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: “¿Acaso también nosotros somos ciegos?”.
Jesús les respondió: “Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: ‘Vemos’, su pecado permanece”.

Misa de presentación de la parroquia San Josemaría Escrivá de Balaguer

Este domingo, el Cardenal Juan Luis Cipriani presidió la Misa de presentación de la parroquia San Josemaría Escrivá de Balaguer, la cual contó con la presencia de Monseñor Raúl Chau y el alcalde de San Borja, el Sr. Marco Álvarez.
El Arzobispo de Lima agradeció al ingeniero Luis Cadarso, a sus obreros y colaboradores, y a todos lo que han trabajado día a día en la construcción del Templo, y de especial manera a todos los feligreses que forman parte de esta comunidad parroquial. “Debo recordar que San Josemaría siempre buscó y habló de las últimas piedras, por eso esto hay que terminarlo bien”.
San Josemaría Escrivá de Balaguer
Recordando al Santo fundador del Opus Dei, nuestro Arzobispo nos hizo un llamado a vivir con sencillez, alegría y siempre al servicio de los demás.
“San Josemaría, ayúdanos a vivir con esa sencillez con la que tú viviste con tanta naturalidad, servir a los demás, de manera especial a la gente más necesitada, a la gente más pobre, a los que están más solos, a los enfermos, a todos que hagan una labor de apoyo y solidaridad. Como la Marcha que se ha convertido en una Marcha de Solidaridad en ayuda a nuestros hermanos que están pasando necesidad y así es la Iglesia, nuestra madre Iglesia, sencilla y humilde”.
Cuaresma, un tiempo de alegría y de abrir el corazón al perdón
Además, el Cardenal invitó a vivir este tiempo de Cuaresma con alegría, acompañando a Jesús hasta la Cruz. “Hoy, cuarto domingo de Cuaresma, la Iglesia recuerda dentro del ambiente de Cuaresma, la alegría. Alégrate. La Iglesia nos enseña que la alegría es la Cruz, esa alegría que como tantas veces escuchamos al fundador, tiene sus raíces en forma de Cruz. La verdadera alegría nace de la Cruz y esto es lo que nos ha enseñado Jesús”. Así, invitó a recordar que no es posible buscar cómo estar alegres dejando de lado las dificultades, ya que es a través de ellas que encontramos el camino hacia Jesús. “Hay que estar alegres de sabernos hijos de Dios, y esto es una enseñanza de San Josemaría Escrivá”.
Exhortó también a dar siempre espacio al perdón, invitando al párroco a tener muchos horarios de confesiones en el cual las personas se encuentren con el sacramento de la Reconciliación, tan importante para prepararse para vivir la Semana Santa.
Culminar la obra
Finalmente, invitó a los feligreses a creer con fe viva y ardiente, y a trabajar unidos por culminar esta obra que Jesús ha encomendado.
“Qué difícil es creer, Señor, porque creer es un don de Dios que nos pide que abramos nuestros corazones. La fe ilumina, la fe crece. Madre, ayúdanos a creer con obras, danos ese impulso de la fe, danos ese entusiasmo de la humildad. Por favor, ayúdenme a terminar la obra”.
Fuente: Arquidiócesis de Lima.

“La Marcha por la Vida hoy se convierte en una marcha de solidaridad”

Juan Luis Cipriani informó en su programa Diálogo de Fe que todas las parroquias de Lima recibirán donaciones para los damnificados por las lluvias en el país. El Cardenal recordó que este sábado iba a desarrollarse la Marcha por la Vida, pero tal como anunció la semana pasada en RPP Noticias, la movilización se canceló para centrarse en la ayuda a los más necesitados.
“Hoy estaba programada la Marcha por la Vida, que reúne a medio millón, un millón, a la gran multitud de los peruanos de todas las clases sociales que defienden la vida desde la concepción. Ante estas dificultades y en unidad con nuestros hermanos, hemos hecho un programa dirigido a lo que es una marcha de solidaridad y de ayuda

Campaña #PerúDaLaMano de RPP ya recolectó 200 toneladas de donaciones

En todas las parroquias de Lima se están recibiendo, sobre todo, alimentos, agua y algunas medicinas.  En todas la parroquias para que esa marcha por la vida sea una marcha por la solidaridad. Todos estamos llamando a las puertas, si tienes algo llévalo a la parroquia más cercana.
Tenemos todo un programa de voluntariado. Hemos empezado en Carapongo y en varios sitios de Chosica y Punta Hermosa. Hemos instalado comedores, carpas y atención médica desde el Arzobispado de Lima, con mucha ilusión. Por eso la Marcha por la Vida hoy se convierte en una marcha de solidaridad con todos los damnificados”
Lluvias en el país. Desde mediados de enero, las lluvias, huaicos y desbordes de ríos golpean el norte y centro del Perú. Ciudades y pueblos han sido inundados, miles de personas quedaron aisladas, y tierras agrícolas y ganaderas fueron destruidas. Según el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), hay más de 80 muertos, 100,000 damnificados y medio millón de afectados a nivel nacional.
Fuente: Radio Programas del Perú.

Cómo se evangelizó Corea

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Aunque sólo hubo un sacerdote en toda Corea durante los primeros 50 años de cristiandad, Yi Byeok y sus compañeros contribuyeron a difundir una fe que prospera hoy día.

Por Meg Hunter-Kilmer– www.es.aleteia.org
La historia de la Iglesia va impulsada por los misioneros, valientes hombres y mujeres que dejaron atrás su familia y su hogar para integrarse en culturas foráneas, arriesgando sus propias vidas para presentar a extraños el amor de Jesús. Todo país tiene sus fundadores: san Francisco Javier en el Japón del siglo XVI, san Agustín de Canterbury en la Inglaterra del siglo VI, santo Tomás en la India del siglo I.
En Corea, la historia es diferente.
En Corea no se introdujo el Evangelio por obra de algún sacerdote carismático o una compañía de frailes abnegados. Corea, de hecho, es el único país que se autoevangelizó. Más de dos siglos después de que Francisco Javier llevara el Evangelio a Japón y más de un milenio después de que los nestorianos predicaran por primera vez la palabra de Cristo en China, todavía no se había producido ninguna misión en Corea. Había cristianos que habían entrado ocasionalmente en la península, claro, en su mayoría por cuestiones de comercio o expediciones militares, pero nadie había predicado a Jesús a su pueblo.
Sin embargo, un puñado de libros cristianos habían entrado en Corea y eran objeto de estudio de sabios budistas y otros intrigados por el cristianismo como filosofía extranjera, no como religión. Entre ellos estaba Yu Byeok, un joven que en 1770 empezó a estudiar un libro católico del siervo de Dios Matteo Ricci, escrito en chino. Con solo 16 años, se consagró al estudio de la fe, reuniendo a otros hombres (jóvenes y mayores) en torno a él, en la localidad de Chon Jin Am, conocida como lugar de nacimiento del catolicismo en Corea.
Durante 14 años, estos hombres se enfrentaron a las más profundas cuestiones sobre la existencia humana, con la única guía de un puñado de libros traídos de contrabando desde China. Dejaron atrás a madres, padres, e incluso (en el caso de Yi Byeok) esposa e hijos, por la búsqueda de la verdad. Poco a poco, quedaron convencidos de que lo que leían era verdad y empezaron a practicarlo. Cada siete días, celebraban una especie de sabbat, aunque no tenían forma de saber qué día era en realidad el domingo. Estudiaban y debatían y adoraban juntos, siempre liderados por Yi Byeok, famoso en toda la región por su sabiduría y conocimiento. Los ancianos consultaban con él y los jóvenes renunciaban a mucho por poder estudiar a su lado.
Finalmente, en 1784, Yi Byeok descubrió que uno de su grupo, Yi Seung-Hun, tenía planes de viajar a China. Conocida como “el reino ermitaño”, Corea estaba totalmente cerrada al mundo exterior con la excepción de esta embajada anual a China, y Yi Byeok aprovechó la oportunidad para tener contacto con cristianos de fuera. Yu Seung-Hun fue enviado con instrucciones de aprender todo lo que pudiera, obtener libros y artículos sagrados y pedir el Bautismo. Bautizado como Pedro, Yi Seung-Hun volvió a Corea para conceder el Bautismo a los demás, en especial a Yu Byeok, el precursor, a quien bautizaron como Juan el Bautista.
Entonces las compañías bajaron de la montaña y partieron a evangelizar y a trasladar sus reuniones a Seúl, para que el creciente número de cristianos pudiera asistir. Después de solo un año, según indican los registros, ya había más de mil cristianos en Corea. Sin embargo, el gobierno coreano, extremadamente xenófobo tras ver los efectos del imperialismo occidental en otras naciones asiáticas, desconfiaba de esta nueva fe. En 1785 el cristianismo se ilegalizó, aunque parece que hubo muy poca tortura o martirios hasta 1801.
Como con casi todas las cosas, Yi Byeok era la excepción. El centro del movimiento y el claro líder de la nueva Iglesia, Yi Byeok atrajo duras críticas del Gobierno y de su familia. Por fin, cuando se negó a renunciar a su fe, fue encerrado en su hogar familiar. Algunas fuentes dicen que lo mataron de hambre, otros que su ayuno le venció y que murió de agotamiento, pero ciertamente Yi Byeok murió igual que vivió: completamente entregado al Evangelio.
Tras la muerte de Yi Byeok, el cristianismo continuó extendiéndose. A pesar de que durante los próximos diez años no hubo sacerdotes en todo el país, los cristianos legos ejercieron de misioneros, tratando incluso de celebrar misa y escuchar en confesión antes de descubrir que era algo imposible para los seglares. Aunque únicamente hubo un sacerdote en toda Corea durante los primeros 50 años de cristianismo y ese sacerdote solo estuvo seis años antes de ser martirizado, la fe siguió expandiéndose. A pesar de las persecuciones constantes durante el siglo XIX y después por los comunistas durante la Guerra de Corea, la Iglesia persistió. Hoy, el 10 por ciento de los surcoreanos son católicos y hay cientos de santos, beatos o siervos de Dios.
La causa para la canonización del siervo de Dios Juan Bautista Yi Byeok sigue avanzando, junto con sus 132 compañeros. Todavía no tienen día festivo, pero Yi Byeok en particular sería un excelente intercesor para aquellos que buscan la verdad, en especial los que confían en su intelecto, para que sean guiados hacia una relación con Jesús. Siervo de Dios Yi Byeok, ¡reza por nosotros!

Dame de beber

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Evangelio según San Juan 4,5-42:
Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José.
Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”.
Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
La samaritana le respondió: “¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva”.
“Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?
¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?”.
Jesús le respondió: “El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed,
pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna”.
“Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla”.
Jesús le respondió: “Ve, llama a tu marido y vuelve aquí”.
La mujer respondió: “No tengo marido”. Jesús continuó: “Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad”.
La mujer le dijo: “Señor, veo que eres un profeta.
Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar”.
Jesús le respondió: “Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
La mujer le dijo: “Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo”.
Jesús le respondió: “Soy yo, el que habla contigo”.
En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: “¿Qué quieres de ella?” o “¿Por qué hablas con ella?”.
La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
“Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?”.
Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro.
Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: “Come, Maestro”.
Pero él les dijo: “Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen”.
Los discípulos se preguntaban entre sí: “¿Alguien le habrá traído de comer?”.
Jesús les respondió: “Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra.
Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega.
Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría.
Porque en esto se cumple el proverbio: ‘no siembra y otro cosecha’
Yo los envié a cosechar adonde ustedes no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos”.
Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: “Me ha dicho todo lo que hice”.
Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días.
Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra.
Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo”.La Marcha por la Vida, cuyo objetivo es la

Marcha por la Vida

Nuestro Cardenal Juan Luis Cipriani anunció en RPP Noticias la cancelación de la Marcha por la Vida, programada para el próximo 25 de marzo. Según el Cardenal, la decisión se tomó “con mucho dolor” pero con el objetivo que toda la ayuda y el voluntariado de la organización se centre en los afectados por las lluvias y huaicos en el país.
“Tengo que anunciar una decisión muy dura, muy difícil, porque durante meses hemos estado preparando miles de personas y de jóvenes la Marcha por la Vida que era el día 25 de marzo. Habiendo evaluado con serenidad y contemplando al país, hemos cancelado la Marcha por la Vida, con enorme dolor y sabiendo que hay muchísima gente que ha estado trabajando horas de horas”, dijo Cipriani en el programa Diálogo de Fe.
Unificar esfuerzos. El Cardenal explicó que el principal motivo de la cancelación son los desastres en el país por los huaicos y las lluvias. “Queremos que todo ese esfuerzo se canalice en una tendencia grande de voluntariado hacia las zonas y dificultades que hay en el país, canalizar todas las ayudas que hemos recibido hacia la gente más necesitada”.
A través de RPP Noticias, Cipriani le pidió disculpas a quienes trabajaron en la organización de la marcha, pero dijo que comprenderán las razones de la cancelación. “Todos entenderán que todo el país reclama esa responsabilidad. Están en juego la vida y la dignidad de muchos compatriotas nuestros. Seguiremos defendiendo la vida”.
Emergencia en el Perú. Desde mediados de enero, el Fenómeno El Niño Costero afecta a Perú y Ecuador. Las lluvias, huaicos y desbordes golpean el norte y centro del país inundando ciudades y pueblos, dejando a miles de personas aisladas, destruyendo tierras agrícolas y ganaderas. Según el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), hay medio millón de damnificados a nivel nacional y millones de afectados.
“Señor, danos esa fortaleza y esa sabiduría para movernos a ayudar a los demás. No por política, por quedar bien o por imagen, sino por realidad, por involucrarse en el tema”. 
Juan Luis Cipriani

“Seamos Cristo en la oración y en los sacramentos”

El Cardenal Juan Luis Cipriani presidió la Misa de toma de posesión canónica del padre Víctor Solís en la parroquia Santa Rosa de Lima de Lince, el domingo 19 de marzo.
Durante su homilía destacó que la comunidad parroquial de Santa Rosa de Lima tiene una trayectoria de gran colaboración con el párroco, de gran unidad en el trabajo y de enorme devoción al Santísimo Sacramento.
“Se ve que la presencia de Santa Rosa los ayuda a tener una especial cercanía a Jesús Eucaristía. Te encomiendo esta comunidad parroquial para que enseñándole con la palabra y el ejemplo, practicando con esa devoción la celebración de la Santa Misa y también la frecuencia de atención en el confesionario que es una tradición en esta parroquia. Asimismo, la colaboración con tanta gente que por la edad o por la enfermedad están necesitando de la palabra, de la visita y de la unción del párroco”.
“Padre Víctor, recibes una comunidad devota, generosa, unida. Atiéndela como has hecho siempre en otros lugares. Procura fomentar ese amor a la Eucaristía. Y ojalá broten esas vocaciones que necesitamos para el sacerdocio, para la vida consagrada”.
Animó a que seamos Cristo en la oración, en los sacramentos y en nuestra vida ordinaria. Y que estemos atentos para reconocer a Cristo que pasa a nuestro lado, a Cristo que está en el prójimo.
“Señor, dame esa fe. Si conocieras que el don de Dios está ahí, si conocieras la conversión, es algo que viene de Dios. En el momento menos esperado Jesús se cruzará en tu camino, ni te darás cuenta. Si te dieras cuenta que ese amigo, que ese sacerdote, que esa confesión, que este papá, que este profesor, que cada uno de ellos es Cristo. Por eso hay que pedir ser humildes.
Al finalizar la celebración eucarística se rezó la Oración al Señor de los Milagros por nuestro Perú, para pedir por todas las personas afectadas por los fenómenos naturales.
“Pidamos a Jesús esa fe para reconocerlo en el hogar, en los padres de familia, en los hijos. Lo reconocemos hoy en que tantos hermanos nuestros están sufriendo la inclemencia de las lluvias y la destrucción; lo reconocemos en esa gente que por edad o por alguna enfermedad está postrada; o lo reconocemos en nuestros amigos. Si no lo vemos ahí no lo veremos nunca”.
“Hoy, como ustedes saben, el Perú sufre por estas circunstancias del clima, que cada uno vea cómo puede colaborar para aliviar esto. Tu pequeña ayuda, tu lata de leche, tu conserva, no va a resolver el problema, pero te encuentras con Jesús que te dice «Gracias»”.
Concelebraron la Misa el padre José Antonio Ubillus, vicario episcopal; el padre Víctor Solís, nuevo párroco de Santa Rosa de Lima; el padre Niltón Zárate, vicario parroquial; el padre Julio Rodríguez; el padre Paulo Piérola y el padre Luis Sarmiento.

Resplandecía como el sol

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Evangelio según San Mateo 17,1-9: 
Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”.
Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”.
Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”.