Fracaso de la ultraizquierda

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José Kast, líder de republicanos.
Las encuestas algo habían anticipado, pero la realidad llegó a los interesados en la estadística electoral como una avalancha incontenible. La derecha conservadora, representada por el Partido Republicano, se convirtió el domingo 7 de mayo en el conglomerado más votado en las elecciones del Consejo Constitucional, el segundo intento que despliega Chile para reemplazar la Constitución de 1980. Esta vez, a diferencia de la primera, serán los defensores de esa Carta Magna quienes tengan la mayoría, y los republicanos ya han dicho que quieren un texto “bastante similar” al que se busca reemplazar.
Visto desde la distancia, el vaivén electoral chileno parece incomprensible. Con una participación de más del 80 por ciento, con voto obligatorio y con el tema constitucional superado en la agenda pública por problemas que parecen acuciar más a los chilenos, este proceso no logró concitar el nivel de atención del primero. “Creo que los resultados se explican porque las personas están buscando todo lo contrario de lo que pasó en el primer proceso”, dice a DW Kenneth Bunker, director ejecutivo de tresquintos.cl y analista político.
Los expertos estiman que el éxito de la ultraderecha responde al contexto social: aumento de la sensación de inseguridad, economía en apuros y crisis migratoria. “Todas las listas compitieron por quién ofrecía más seguridad, aunque eso no tuviera nada que ver con la Constitución; pero si compites ahí siempre te van a ganar los conservadores, porque tienen un discurso más simplista y mejor logrado. Elaboraron una retórica patriota sobre esto, por un lado los chilenos y por el otro los que no defienden a Chile, que es exactamente la estructura del discurso público de Pinochet. Entonces, no solo pusieron el tema, sino que además lo estructuraron de manera inteligente”, explica a DW Mario Álvarez, doctor en Comunicación Política de la Universidad de Leeds y académico de la Universidad de la Frontera.
Gobierno en apuros
El resultado electoral no solo es un duro golpe para el gobierno del presidente Gabriel Boric, cuya alianza obtuvo 16 de los 50 asientos, sino también para la ex Concertación, que se quedó sin cupos. Tampoco la derecha tradicional, con 11 constituyentes, puede cantar victoria, porque los republicanos sumaron 23 curules. “Es un terremoto de proporciones épicas”, dice Bunker. “La gente busca soluciones desmedidas porque los problemas son desmedidos, y los partidos tradicionales no van a dar respuesta a eso”, estima. Para el experto, además, el gobierno manejó mal los tiempos porque no enfrentó los problemas y llegó a las elecciones con varias crisis activas.
Álvarez destaca que el presidente Boric, sin embargo, cuenta con una base de apoyo estable. “Pese a todas las dificultades que ha tenido para llevar adelante sus reformas, puede mirar con cierta tranquilidad el hecho de que la votación del apruebo no bajó mucho. El problema es que la oposición inevitablemente va a entrar en una carrera por quién es más de derecha y eso va a ser muy complicado de manejar para el gobierno, porque cada vez le van a rechazar más cosas. Miremos lo mal que les fue a los sectores de derecha que se han mostrado dialogantes”, señala.
Votos nulos que significan algo
Otro elemento que ha llamado la atención, aparte del péndulo que parece guiar los movimientos electorales chilenos, es la enorme cantidad de votos nulos y blancos, que sumados llegan al 21.54 por ciento del total de los emitidos. “Si es que esos votos dicen algo es que a la gente no le interesa participar en esto mientras no haya mejores condiciones en el día a día. La ciudadanía entiende que no se puede pensar en el largo plazo si no se puede lidiar con la cotidianidad”, explica Bunker. “Los nulos van a ser un campo de disputa, porque son muchas personas y pueden dar vuelta una elección o un plebiscito muy apretado”, pondera Álvarez.
El académico de la Universidad de la Frontera dice que ahora hay que ver qué quiere el electorado republicano, porque “no hay evidencia de que se trate solo de un voto conservador, parroquial. A mí me parece que se trata de electores que están en contra de cosas: contra este proceso, contra el gobierno, contra el feminismo”. A la vez, considerando la alta cantidad de votos nulos, el apoyo masivo al partido que no desea cambiar la Constitución de 1980 y el desánimo general frente al tema, Álvarez no descarta que la nueva propuesta también se rechace. Lo que podría desarmar eso es que los republicanos “busquen dar una imagen de gobernabilidad y usen este proceso para ello”.
Fuente: DW.

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