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Por Andrés Beltramo Álvarez- Vatican Insider
La Santa Sede confirmó a Anna Maria Marques Cintra como nueva rectora de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP), en Brasil. No se dejó intimidar por las amenazas, quejas e insultos de un grupo de estudiantes y profesores que se oponían al nombramiento. Un bloque “defensor de la democracia” que, en sus protestas, llegó incluso a decapitar un muñeco del Papa.
Un decreto firmado por el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica del Vaticano, refrendó la designación de la rectora y del profesor José Eduardo Martínez como vicerrector, ambos para el periodo 2012-2016.
El texto, fechado el 20 de enero, agradeció los servicios del rector saliente Dirceu de Mello. Y auguró a la nueva funcionaria que “realice un fructuoso trabajo académico y científico a favor de la universidad”. Se trata de un escrito que debería poner un punto final a una encendida polémica durante meses.
A mediados de 2012 el Consejo Superior de la Universidad (CONSUN) formó una terna de candidatos para suceder al rector saliente. Tras una consulta, el más votado fue el propio de Mello. Como lo indica el estatuto la lista se completó con los otros dos catedráticos que alcanzaron mayor consenso y se mandó al Gran Canciller, el arzobispo de Sao Paulo Odilo Pedro Scherer, a quien tocó la decisión definitiva. Según la costumbre, el arzobispo se limitaba a avalar al más votado. Pero en este caso eligió a la tercera de la lista.
La determinación desató la rabia generalizada. Y fue el pretexto para lanzar una resistencia que terminó convirtiéndose en un ataque directo contra la Iglesia: manifestaciones, la toma de la rectoría, el bloqueo al dictado de clases, destrozos y una huelga de profesores de casi un mes.
El 28 de noviembre el CONSUN anuló la terna que había mandado antes al Gran Canciller y nombró un rector interino, en un intento de última hora por mantener el control de la institución. Eso no impidió que, 48 horas después, Marques Cintra tomase posesión de su puesto en medio de protestas.
Días más tarde un juez de Sao Paulo ordenó el alejamiento preliminar de la funcionaria, como respuesta a un recurso legal interpuesto contra su designación por el Centro Académico el 22 de agosto. Así la disputa alcanzó los tribunales. El 19 de diciembre la rectora dejó su puesto, aunque temporalmente, porque el domingo 23 otro magistrado echó abajo la sentencia y ordenó su reinstalación.
Ese mismo día, en uno de los patios de la universidad, tuvo lugar un acto montado por la compañía Teatro Oficina. Una exhibición para “rechazar la injerencia de la Iglesia”, según sus organizadores. Dos personajes de aspecto siniestro se abalanzaron contra una cruz y cuestionaron a un muñeco vestido de blanco, como el Papa. Al final le cortaron la cabeza con una sierra eléctrica, en medio de aplausos.
Por lo pronto una de las primeras decisiones de la nueva rectora fue prohibir la realización de manifestaciones y eventos públicos en los campus sin autorización previa. ¿El objetivo? “No comprometer el desarrollo de las actividades lectivas y administrativas” en la universidad.