Detectives del Papa y tinterillos locales

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Por Paola Ugaz- IDL Reporteros.
El alto y delgado Bertomeu contrasta con el bajo y compacto Scicluna como los recordados Benitín y Eneas de la añorada historieta. Detrás de la apariencia, ambos son hábiles, experimentados y eficaces detectives de la Iglesia. Scicluna ha participado en virtualmente todas las mayores investigaciones sobre escándalos de abusos, en particular sexuales, que han sacudido este siglo a la Iglesia en América Latina.
Investigó primero, en el 2004, el masivo escándalo de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo, en México. Lo hizo por orden del entonces cardenal Ratzinger, antes de que éste se convirtiera en el Papa Benedicto XVI. Luego, junto con Bertomeu, en 2018, fueron enviados a Chile, a investigar las acusaciones contra el obispo Juan Barros, por encubrimiento de los abusos del sacerdote chileno Fernando Karadima. Las investigaciones en ambos casos fueron decisivas.
Ambos sacerdotes establecieron su centro de operaciones en la Nunciatura Apostólica de la avenida Salaverry, en Jesus María.
Giuliana Caccia participó en la conferencia «Los derechos del niño por nacer» realizada en el Congreso de la República. (Foto: Tribunal Constitucional)
Si bien la lista estaba cerrada por Bertomeu; personal de la Nunciatura le pidió recibir a dos testigos más durante su primer día, cuando no había llegado aún Scicluna.
Se trataba de un hombre y una mujer: Sebastián Blanco y Giuliana Caccia. Y aquel lunes por la tarde, Bertomeu entrevistó a ambos por separado.
Caccia denunció haber sido hostigada por dos ex sodálites en Twitter/X. No dio sus nombres, pero ahora sabemos que se trataba de José Enrique Escardó (el primer denunciante del Sodalicio en el 2000) y de Martín Scheuch. Ni Escardó ni Scheuch, han sido considerados víctimas pasibles de reparación por la organización.
Blanco, por su parte, afirmó que el Sodalicio le templó el carácter. El método educativo del Sodalicio era válido, sostuvo, no obstante “las mentiras” del libro de Salinas y Ugaz.

Monseñor José Antonio Eguren reclama por su expulsión del Sodalicio sin debido proceso

El ex arzobispo de Piura y Tumbes, José Eguren Anselmi, publicó un comunicado donde cuestiona su expulsión de la comunidad del Sodalicio. Eguren hace hincapié que nunca fue notificado ni se le informó sobre los delitos que se le imputan. Del mismo modo, saluda a los otros integrantes del Sodalicio que también fueron expulsados, señalando que los acompaña espiritualmente.
Fuente: NoticiasPiura30.pe

Arzobispo emérito de Piura expulsado del Sodalicio

Califica de “falsa imputación periodística” el que se le hubiera considerado “cabeza de una organización criminal de tráfico de tierras en Catacaos-Piura”. “Ya ha sido esclarecida en toda su extensión, hasta la saciedad, por parte de abogados y expertos”.
Fuente: José Beltrán Director Revista Vida Nueva.
«Muchas personas en sus comunicaciones de estos días me han expresado su pena y mortificación por la forma como se ha comunicado nuestra expulsión, donde a un grupo de diez hermanos se nos atribuye a todos por igual, y sin ningún tipo de aclaración o precisión, actos gravísimos. Haberlo hecho de esta manera, me advierten, constituye una injuria y un daño a la reputación y al buen nombre de todos los expulsados, así como a la justicia y a la verdad que siempre han guiado a la Iglesia, más aún cuando uno de ellos es un obispo. En mi caso, puedo asegurar que no he pasado por un debido proceso».

Indica que desconoce los delitos que se le imputan

Por Leydi Timaná Mendoza– Diario Correo.
Mi querida comunidad en la que aprendí a amar al señor Jesús con el corazón inmaculado y doloroso de la madre, y a servir a la iglesia como ella quiere ser servida. A lo largo de toda mi vida de sodálite sacerdote y de obispo, no he buscado otra cosa sino amar a la iglesia y hacerla amar. Con ese mismo amor, con profundo dolor y obediencia, acojo esta decisión”, precisa el comunicado.
Señaló que muchos han cuestionado la forma de cómo se ha dado la expulsión de los diez hermanos, donde dice que se les atribuye a todos por igual y sin ningún tipo de aclaración o precisión, “haberlo hecho de esta manera, me advierten, constituye una injuria y un daño a la reputación y al buen nombre de todos los expulsados, así como a la justicia y a la verdad que siempre han guiado la iglesia, más aún cuando uno de ellos es un obispo. En mi caso, puedo asegurar que no he pasado por un debido proceso”, dijo el monseñor.
Agregó que guarda la esperanza de que cuando se conozcan en profundidad los hechos sobre su caso, de los cuales considera que no se ha tenido conocimiento hasta ahora, se pueda reconsiderar la decisión adoptada.
Precisó que, en el caso de su renuncia al oficio pastoral de arzobispo metropolitano de Piura, no fue informado de manera plena y precisa cuáles son las acusaciones en su contra.
Solo se me informó de una, recién el pasado mes de abril, ante la cual considero que pude demostrar su falsedad en mi declaración de respuesta al Dicasterio para la Doctrina de la Fe y que no tiene relación con ningún tipo de abuso”, acotó.
Finalmente, calificó de falsa la acusación de ser la cabeza de una organización criminal de tráfico de tierras en Catacaos, “ya ha sido esclarecida en toda su extensión, hasta la saciedad, por parte de abogados y expertos. Asimismo, debo manifestar que cuando declaré en Lima ante la “Misión Especial Scicluna–Bertomeu”, en el mes de julio de 2023, “no se me comunicó ningún tipo de acusación concreta”, indicó.

El arzobispo expulsado de Sodalicio por el Vaticano: «El Señor nos quiere junto a Él en la Cruz»

El prelado peruano lamenta que «nunca me fueron informadas de manera plena y precisa cuáles son las acusaciones en mi contra», que define como «actos gravísimos»

Álex Navajas

Por Álex Navajas.
Monseñor José Antonio Eguren ha recibido la noticia de su expulsión hace unos días del movimiento Sodalicio «con amor, profundo dolor y obediencia». En una carta que hizo pública, el arzobispo emérito de Piura (Perú) mostraba «a los hermanos que han sido expulsados conmigo, mi cercanía espiritual en estos momentos en que el Señor nos quiere junto a Él en la Cruz», en referencia a los otros nueve miembros del Sodalicio que se han visto obligados a abandonar la organización religiosa.
El Vaticano lanzó contra todos ellos la pasada semana una dura acusación de «abuso físico, incluso con sadismo y violencia; de conciencia, con métodos sectarios, y espiritual», aunque sin especificar qué acusaciones correspondían a cada uno de los ya ex miembros de Sodalicio. Según explica el propio prelado en su carta, «muchas personas en sus comunicaciones de estos días me han expresado su pena y mortificación por la forma como se ha comunicado nuestra expulsión, donde a un grupo de diez hermanos se nos atribuye a todos por igual, y sin ningún tipo de aclaración o precisión, actos gravísimos». «Haberlo hecho de esta manera, me advierten, constituye una injuria y un daño a la reputación y al buen nombre de todos los expulsados, así como a la justicia y a la verdad que siempre han guiado a Iglesia, más aún cuando uno de ellos es un obispo», subraya monseñor Eguren. «En mi caso, puedo asegurar que no he pasado por un debido proceso», asegura.
«Mi expulsión se da en un contexto muy particular, nada menos que en el año en que celebro 50 años de haber ingresado al Sodalitium Christianae Vitae, mi querida Comunidad, en la que aprendí a amar al Señor Jesús con el Corazón Inmaculado y Doloroso de la Madre, y a servir a la Iglesia como ella quiere ser servida», lamenta el prelado. «A lo largo de toda mi vida de sodálite sacerdote y de obispo, no he buscado otra cosa sino amar a la Iglesia y hacerla amar. Con ese mismo amor, con profundo dolor y obediencia, acojo esta decisión», confiesa.

Defiende su inocencia

Monseñor Eguren, sin embargo, defiende su inocencia, y apunta en su misiva que «guardo la esperanza de que cuando se conozcan en profundidad los hechos sobre mi caso, de los cuales considero que no se ha tenido conocimiento hasta ahora, se pueda reconsiderar la decisión adoptada» por la Santa Sede. Además, lamenta «que nunca me fueron informadas de manera plena y precisa cuáles son las acusaciones en mi contra». «Tengo la seguridad de que tarde o temprano la verdad se abrirá paso y con ella la auténtica justicia», enfatiza.
Pese a todas «las calumnias y mentiras en mi contra» a raíz del comunicado vaticano de condena, monseñor Eguren concluye su carta rogando «que no dejen de rezar por el Papa Francisco».
Fuente: www.eldebate.com

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