Ciencia Política

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El Colegio de Politólogos

Diario expreso - José CevascoPor José Cevasco- Diario EXPRESO.
Si algo me llamó la atención como estudiante era el nombre de Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, por lo cual muchos colegíamos en que solo el abogado estaba preparado para la política. Con los años entendí que la política no era un monopolio del derecho y que la política podía, por su propia naturaleza, andar sin ese cordón umbilical. Durante mi primera Oficialía Mayor, tuve el honor de ser profesor en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Federico Villarreal, donde aprecié directamente la importancia de esa nueva profesión que se gestaba en dicha casa de estudios, denominada Politólogo.
Entendí que el politólogo era un profesional que estudiaba el comportamiento político del país y, sobre todo, la dinámica del poder. Sin darme cuenta, empecé a analizar mi trabajo como Oficial Mayor y comprendí que en ese cargo se ejercía también la politología, porque analizaba el movimiento del poder y cómo sus actores interactuaban para una convivencia que generaba un equilibrio dinámico, de tal forma que el parlamento podía funcionar.
Impulsé durante los finales de los años noventa el SECIGRA en Ciencias Políticas, el cual fue aprobado por el Congreso en dos oportunidades, pero que lamentablemente fue observado por el Poder Ejecutivo. Sin embargo, yo no dejaba de creer en los politólogos, y es así que convoqué a tres bachilleres en Ciencia Política de la UNFV, exalumnos míos, y creamos la Oficina de Participación Ciudadana del Congreso, la cual viene funcionando por más de 27 años. En dicha Oficina creamos múltiples sistemas de participación ciudadana con el Congreso, y entendí aún más la importancia de los politólogos.
Es por ello que sugería que, al lado de algún decisor público o privado, debería estar un politólogo, ya que ellos son los encargados de evaluar el efecto de las futuras decisiones, tomando en cuenta la dinámica de los actores del espacio en que se aplicarán las políticas que se aprueben.
El Congreso acaba de aprobar la ley de creación del Colegio de Politólogos y está a la espera de su promulgación. Algunos analistas políticos se han escaldado por la aprobación del Colegio de Politólogos, creyendo que ya no podrán realizar análisis políticos porque no tienen dicha profesión, y eso está absolutamente alejado de la realidad.
Lo cierto es que el Congreso ha hecho bien en aprobar la creación del Colegio de Politólogos, y estoy seguro de que su presencia le hará mucho bien al debate, análisis y decisiones políticas de los que gobiernan las instituciones públicas y privadas de nuestro país.

Estos caviares son…

Diario expreso - Martha Meier M.Q.Por Martha Meier Miró Quesada- Diario EXPRESO.
La actual crisis de violencia e inseguridad que padecen ciudades como Lima y Trujillo tiene en Carlos Basombrío, el niño bonito de los caviares, a uno de los responsables. Parece olvidar que fue ministro del Interior del gobierno Kuczynski. Y con el desparpajo propio de esa costra de expertos en todo y eficientes en nada, le carga el muerto al gobierno de Dina Boluarte.
¿Qué hizo el señorito Basombrío cuando fue ministro del Interior? Entre otras cosas, decir: “Un policía que mata a un delincuente se convierte en delincuente”. A alguien extorsionado, baleado o que ha perdido a un familiar por la delincuencia, ¿coincidirá con eso? ¿Cuál cree Basombrío que es la labor de un policía? ¿Masajear a los peligrosos con aceite de bebito?
Al delincuente hay que sacarlo de la calle. Y a las peligrosas narco-bandas de delincuentes colombianos, mexicanos y venezolanos, devolverlos a sus terruños. Lo hizo el expresidente de los Estados Unidos Bill Clinton con la Mara Salvatrucha (MS-13) al enviarlos a El Salvador, sin informar al gobierno que llegarían miles de los más sanguinarios pandilleros, que aprendieron la comercialización de drogas, extorsión y el sicariato en las calles de Nueva York, en las zonas de Queens, Bronx y Harlem.
Urge denunciar el Pacto de San José para alejarnos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Washington, y la cual inteligentemente Estados Unidos no integra, y librarnos de la burocracia de la OEA.
Es humillante estar bajo el ojo de una cofradía de ineptos comunistas, y que nuestro país deba sentarse en una mesa, por ejemplo, con una ínfima isla caribeña angloparlante como Trinidad y Tobago, cuya extensión total —sumando ambas islas— es de aproximadamente 5,128 km2, es decir, casi seis veces más chica que el departamento de Lima. Un paisito que no ha jugado ningún papel en la historia. Y a la hora de votar, tiene el mismo peso que el Perú.
Para quien no lo recuerda, y según lo dijo Bukele ante diputados argentinos, en 2011 El Salvador tenía setenta mil maras asesinando, extorsionando, robando y controlando la microcomercialización de drogas. Y la OEA, con el izquierdista chileno José Miguel Insulza a la cabeza, promovió un acuerdo del país con esas lacras. Y así, El Salvador se convirtió en el país más peligroso del globo.
En cuanto al paro y la marcha contra la inseguridad, terminaron siendo lo que sabíamos: una acción política desestabilizadora que, como es usual, al caer la tarde, los pacíficos terminaron violentos y atacando a la policía. Hasta donde se tiene información, el jueves hubo pro-senderistas y avezados delincuentes infiltrados.
Le toca a Boluarte poner mano dura, sin miedo, sacar a fuerzas combinadas en defensa de los peruanos de bien. Y quienes fueron ministros del Interior y descabezaron a la policía para colocar a elementos funcionales a los caviares no quieran dar cátedra, porque cuando se haga lo que se debe, defenderán a los criminales.

Autoritarismo con fachada democrática

Berit Knudsen // Prisión preventiva y sus trampasPor – Diario La Razón.
El autoritarismo suele esconderse tras la fachada de una falsa democracia, empleando tácticas que simulan el respeto a normas y principios liberales. Manipulan procesos electorales, cooptan instituciones y suprimen la participación ciudadana para consolidar el poder interno, guardando apariencias para proyectar legitimidad.
La manipulación electoral es el mecanismo más usado, mediante la realización de elecciones que respetan algunos procedimientos democráticos, pero el objetivo es perpetuarse en el poder. La descalificación de candidatos opositores, represión política, fraude y modificación de leyes electorales favoreciendo al líder dominante son métodos comunes.
Rusia, bajo Vladimir Putin, es un ejemplo de elecciones convertidas en herramienta para legitimar el poder del régimen, mientras los partidos opositores son reprimidos o marginados. Las modificaciones constitucionales eliminando límites de mandato o la cooptación de medios de comunicación convierten la competencia política en un acto meramente simbólico. Igual que en Venezuela, se desvirtúa el proceso electoral, controlando al poder judicial e impidiendo que la oposición acceda al poder, sin importar el reclamo popular.
El control de medios de comunicación es imprescindible. Restringir el acceso a información libre y plural es uno de los primeros síntomas autoritarios, cooptando medios de comunicación, impidiendo críticas o debates abiertos. Con propaganda estatal buscan proyectar una imagen de estabilidad, justicia social y eficacia, posicionándose como alternativa superior a las democracias liberales, acusándolas de corrupción, caos o dominio de élites.
Los regímenes autoritarios tienden a manipular el lenguaje, apropiándose de términos como «democracia», “libertad” o “justicia” para proyectar una imagen de integridad. Por ello muchos países autoritarios incorporan la palabra “república” o «democracia» en su nombre oficial como la República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte), República Democrática del Congo o República Democrática Popular de Laos; pero ninguno de estos países garantiza derechos políticos, libertades o participación ciudadana.
En Corea del Norte, el aparato propagandístico del gobierno justifica el control absoluto de la familia Kim, presentando su modelo como forma avanzada de «democracia popular». En China, el Partido Comunista controla el relato público y los medios, promoviendo su modelo autoritario como más efectivo que las democracias occidentales.
Al apropiarse de este lenguaje, los regímenes autoritarios buscan convencer a sus ciudadanos. La retórica empleada intenta desviar críticas internacionales, presentándose como víctimas de la injerencia extranjera, justificando la restricción de libertades civiles en nombre de la estabilidad o seguridad del Estado.
Una táctica autoritaria recurrente es el “efecto espejo” que consiste en proyectar sus propias falencias contra democracias liberales u oposición interna. Acusar a otros de sus propias prácticas, como corrupción, manipulación de procesos electorales, represión o violación de derechos humanos desvía la atención sobre sus propios abusos, desacreditando toda crítica al régimen.
Acusaciones contra los Estados Unidos por desestabilizar la “democracia” en países autoritarios es una práctica común en regímenes que centralizan el poder, reprimen a la oposición y manipulan elecciones. Esta narrativa victimista busca movilizar el apoyo, deslegitimando las protestas y movimientos de oposición, presentándolas como instrumentos de potencias extranjeras.
Los regímenes autoritarios han perfeccionado el uso de la fachada democrática para consolidar el control y desvirtuar los principios de la democracia. Mediante la manipulación de elecciones, control de los medios, apropiación del lenguaje democrático y culpando a otros actores, estos gobiernos logran mantenerse en el poder bajo la apariencia de legitimidad. Pero, esta democracia simulada o “dirigida” socava los derechos de sus ciudadanos, poniendo en riesgo los valores democráticos globales, para romper fronteras entre regímenes autoritarios y democracias genuinas.

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