Obispo Emérito de Caravelí

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Comunicado de Monseñor Reinhold Nann acerca de su renuncia como obispo de Caravelí

Hoy el Vaticano aceptó mi renuncia como obispo a la Prelatura de Caravelí y nombró como administrador apostólico a Monseñor Ricardo Rodríguez, Obispo Auxiliar de Lima.
Hace 7 años he empezado con mucho entusiasmo en la prelatura y he logrado muchos avances como la implementación gradual del plan de renovación pastoral, la reimplementación de la catequesis familiar, la creación de las caritas parroquiales, la solidaridad sacerdotal, la creación de dos centros de escucha, la implementación de protocolos de prevención en cada parroquia, la ordenación de tres sacerdotes, la reestructuración administrativa de la ODEC y otros. También he tenido tareas a nivel nacional como la presidencia de Caritas del Perú, ser asesor nacional de la catequesis familiar, miembro de la comisión episcopal por la protección de los menores, vicepresidente del concejo nacional de la Partnerschaft y miembro del instituto de sacerdotes diocesanos de Schoenstatt.
Con el tiempo esta actividad y algunas decepciones me causaron estrés y presión alta. Desde el tiempo del COVID mi salud corporal y mental se ha ido debilitando y siento, que ya no tengo la misma fuerza de antes. Después de unos controles los médicos me sugirieron un tiempo de descanso y recuperación. Así que decidí de renunciar a mi cargo de obispo de Caravelí y pedir un tiempo sabático. Mis tratamientos y tiempo de recuperación haré en Alemania con el soporte emocional de mi madre y mis hermanos.
Agradezco a Dios y al pueblo de Dios de la Prelatura de Caravelí por caminar juntos en estos años. Voy contento y algo cansado a la vez. Pido perdón por mis impaciencias y otros errores, que he cometido.
Les invito a recibir con los brazos y corazones abiertos al administrador apostólico Monseñor Ricardo Rodríguez. El sigue siendo obispo auxiliar de Lima y va a administrar la Prelatura, hasta que el Vaticano nombre un sucesor definitivo.
Celebraré una misa de acción de gracias el 14 de julio a las 7am en el beaterio de Caravelí. Monseñor Ricardo se presentará el domingo siguiente.
A mis hermanos obispos, a los sacerdotes, religiosas y laicos de Caravelí, a Caritas del Perú, a la Catequesis Familiar, al Movimiento de Schoenstatt, Partnerschaft, RPA, y a todos los amigos les agradezco su colaboración y amistad y les pido, que oren por mí, lo necesito mas que nunca. Unidos en la fe.
Caravelí, 01 de julio del 2024
Monseñor Reinhold Nann, Obispo Emérito de la Prelatura de Caravelí
Fuente: Cáritas del Perú.

Josef Kentenich: fundador de Schönstatt jamás fue rehabilitado

La enorme influencia espiritual que el Padre Josef Kentenich fue ganando en los años posteriores al campo de concentración, así como la profundidad del vínculo que lo unía con su Fundación, comenzó a provocar incomprensiones hacia él y su obra tanto dentro de la misma como en las autoridades eclesiásticas. Los métodos pedagógicos de la espiritualidad schoenstattiana fueron puestos bajo signo de interrogación por distintas personas, debido a su contraste con las formas pedagógicas de la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II. Si bien muchas autoridades eclesiales inclusive participaban de los retiros y la espiritualidad mariana de Schoenstatt, algunos la encontraron poco tradicional, e hicieron la petición de una visitación eclesiástica al Padre Kentenich y a su movimiento. Los resultados de la visitación podrían haberse considerado como un éxito para cualquiera, puesto que aprobaba todos los contenidos y desde luego la espiritualidad del movimiento, haciendo notar simplemente que ciertos métodos pedagógicos quizás debían ser reconsiderados. La respuesta del Padre Kentenich no se hizo esperar: para él, los métodos que estaban siendo puestos en duda eran precisamente los pilares de carisma del movimiento y la manera de garantizar la educación “orgánica” de la fe que él tanto buscaba. La visitación produjo una intensa correspondencia de parte del Padre Kentenich a las autoridades eclesiales, resaltando la importancia de los puntos puestos en duda, y argumentando que la incomprensión de éstos era precisamente consecuencia de las fallas en la comprensión de la fe por parte de la autoridad eclesial previa al Concilio Vaticano II. Si bien, en la actualidad todas sus correcciones son admiradas, e incluso fueron consideradas en la redacción de ciertos puntos del Concilio, en su momento fueron causa de gran disgusto, y la dureza con la que Josef Kentenich se expresó de ciertos puntos ocasionaron una gran indignación de parte de algunas autoridades.
La respuesta del Padre Kentenich fue encontrada como desproporcionada a la simplicidad de la recomendación eclesiástica, su comportamiento crítico y energético fue tomado por algunos como un ataque, y sin ninguna argumentación, se le ordenó a Josef Kentenich separarse del Movimiento de Schoenstatt hasta que ciertos puntos fueran aclarados. La separación de su obra debía llevarse a cabo lejos de cualquiera de sus centros, por lo que fue recibido con sus hermanos palotinos en la ciudad de Milwaukee, Estados Unidos. La medida disciplinaria se convirtió en un exilio, y ciertas problemáticas prolongaron la pena por la dolorosa duración de 14 años. Josef Kentenich, sin embargo, jamás dudo de su fidelidad a la Iglesia, y sabía en su corazón, que algún día también la Iglesia comprendería la misión que él sentía que le había sido encomendada por Dios, y que al hacerlo sería liberado de su exilio, y podría regresar con su Familia de Schoenstatt. Durante ese tiempo, manifestó una actitud de total obediencia a las decisiones eclesiásticas y vivió su exilio con una paciencia admirable. Josef Kentenich estaba separado de la Obra de Schoenstatt, pero la espiritualidad schoenstattiana no era más que su propia experiencia de vida, de consagración a la Virgen María, de pedir y permitir que ella sea la educadora de la fe, y de la aceptación sin atajos de la voluntad de Dios, aunque fuera motivo de sacrificios y penurias. Josef Kentenich interpretaba que esa espiritualidad lo ayudaba a obedecer a la Iglesia y a mantener la esperanza de su restitución y la restitución de su carisma.
En esos años, en ausencia del fundador, se sucedieron intensos debates acerca de la misión de Schoenstatt, de su carácter de carisma autónomo de la comunidad de Padres Palotinos, y sobre la posición que ocupaba el Padre Kentenich dentro de la obra.
En 1965, luego del Concilio Vaticano II, y de las consecuencias prácticas que el Concilio significaba en la educación de la fe, finalmente los métodos del Padre Kentenich fueron comprendidos y aceptados, y el fin de su exilio parecía acercarse. Existía un solo caso en la historia eclesial de la restitución de alguien sancionado por la Iglesia de la manera por la que fue el Padre Kentenich, aunque sus métodos fueran aceptados, muchos dudaban de una retractación o una restitución oficial, sin embargo, a finales de ese mismo año, el Padre Josef Kentenich fue recibido en audiencia por el papa Pablo VI quien anuló todos los decretos que pesaban en su contra y lo reivindicó como Fundador de la Obra de Schoenstatt. La noticia causó gran revuelo y alegría al interior del movimiento, la espiritualidad del fundador había sido rescatada y reivindicada por el Concilio Vaticano II, y el Padre Kentenich se asemejaba entonces a todos aquellos grandes fundadores de la historia de la Iglesia cuya labor había encontrado obstáculos y enemigos, pero que finalmente había encontrado su reconocimiento y valorización como verdadero camino de fe. Curiosamente, aquellos caminos más probados dentro de la Iglesia, cuya verdad y razón ha sido demostrada, han sido los más duraderos y los más fructíferos.
Luego de estos acontecimientos, el Padre Kentenich abandonó la Sociedad de los Padres Palotinos, en donde había encontrado tanto aliados como opositores, y al separarse la obra de la congregación, se incardina como sacerdote diocesano de la Arquidiócesis de Münster. En julio de 1965 funda el Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt, conformado inicialmente por aquellos sacerdotes y seminaristas palotinos que encontraban en Schoenstatt su verdadera vocación, y cuyo ingreso a la sociedad palotina tenía razón en su vínculo original con la Obra de Schoenstatt.

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