Retrato de Marco Polo. Fuente GETTY IMAGES.
“El libro de las Maravillas” de Marco Polo: la verdadera historia del bestseller del siglo XIV
Por Anna Bressanin- BBC.
¿Se puede confiar en un hombre que afirmó haber visto un unicornio en la isla indonesia de Sumatra?
Esta y otras preguntas igualmente válidas han puesto en duda la veracidad las afirmaciones que Marco Polo realizó en su libro “Los viajes de Marco Polo” (también conocido como “El Libro de las Maravillas del Mundo”), el cual en el siglo XIV se convirtió en un éxito de ventas y fue traducido a decenas de idiomas, copiado a mano en innumerables manuscritos y disponible en cualquier corte de Europa.
Los cuentos de Polo son el primer relato europeo de la Ruta de la Seda y están llenos de maravillas, especias, oro y piedras preciosas. También describen hábitos sexuales extravagantes, así como intrigantes estrategias de guerra, lo que hace que su diario de viaje sea un verdadero placer de leer, aunque “difícil de creer” en algunas partes, como señaló un amanuense especialmente escrupuloso en un lateral de su ejemplar.
Sin embargo, no hay necesidad de ser escéptico. 700 años después de la muerte de Polo, ocurrida el 8 de enero de 1324, se puede decir con cierta autoridad que el famoso comerciante, explorador, escritor y antropólogo veneciano efectivamente vio un unicornio, o al menos, que creyó haber visto un unicornio.
Vista del Gran Canal de Venecia. Fuente GETTY IMAGES.
En la Edad Media, la ciudad italiana de Venecia, de donde era originario Marco Polo, era uno de los centros comerciales y económicos más importantes del mundo.
Venecia: la Nueva York del momento
“Venecia en aquella época era la Nueva York del mundo”, explicó el historiador Pieralvise Zorzi, cuya familia tiene sus raíces en la época de Polo y más allá. La ciudad italiana era una metrópolis multicultural y de mente abierta, un centro vibrante para el comercio entre Oriente y Occidente, donde la única religión verdadera eran los negocios, y la familia Polo sobresalía en ello.
El padre de Polo, Niccolo, y su tío Matteo (Maffeo en veneciano) tenían un palacio muy cerca del apartamento de Zorzi en el Gran Canal, así como oficinas en Constantinopla (la actual Estambul), la cual tuvieron la astucia de cerrar justo antes de que Grecia se apoderara de la ciudad y expulsara a los venecianos.
Los Polo vendieron todo justo a tiempo y se dirigieron hacia el este en busca de nuevos mercados (comerciaban con seda, especias, gemas y la muy buscada glándula de un pequeño animal, el ciervo almizclero, utilizada para elaborar perfumes). Regresaron unos años más tarde y, en su segundo viaje a China en 1271, se llevaron a Marco, que entonces tenía 17 años.
Según el texto de Polo, durante tres años de viaje por la Ruta de la Seda –desde Acri (en el actual Israel) hasta la corte del emperador mongol Kublai Khan en Khanbaliq (hoy Pekín)– atravesaron Medio Oriente y buena parte de Asia Central.
Luego pasaron unos 20 años en China, haciendo negocios y trabajando como una especie de embajadores del gobierno local. Regresaron a través de Sumatra y las islas Andamán, navegando alrededor de la India antes de llegar a Adén, Estambul y, finalmente, Venecia.
Cuando regresaron a casa, Polo tenía unos 40 años. Según la leyenda, cuando llamaron a la puerta de su palacio, un criado preguntó quién tocaba y ellos respondieron en el dialecto local “i paroni” (“los dueños”).
Sin embargo, un año después, Polo estaba en la cárcel. Había sido capturado por los genoveses en una de las batallas entre las ciudades marítimas rivales de Venecia y Génova.
Moneda con el rostro de Marco Polo. Fuente GETTY IMAGES.
A los 17 años Marco Polo se embarcó en la aventura de su vida, al acompañar a su padre y tío por oriente.
Un golpe de suerte
En prisión, Polo tuvo la suerte de conocer al escritor Rustichello da Pisa, quien vio el potencial literario de su relato de un mundo que en aquel momento era en gran medida desconocido para los europeos. Y lo escribieron.
El libro fue un éxito. El manuscrito fue tan entretenido que fue copiado varias veces y traducido a varios idiomas.
Con el paso de los siglos, el texto se convirtió en un perfecto enigma para los filólogos, ya que la versión original pronto se perdió y lo que quedaron son docenas de traducciones de traducciones, ninguna de las cuales es necesariamente exacta.
Eugenio Burgio, quien ha estudiado las obras de Marco Polo en la Universidad veneciana Ca’ Foscari, dio un ejemplo de los viajes de este libro: una versión francesa podría traducirse a un dialecto del norte de la región entre la Emilia Romaña y el Véneto. Esta versión, a su vez, podría llevarse al dialecto toscano. Y del toscano alguien lo tradujo al latín.
¿Qué tan cerca está esta versión latina del original? Es difícil decirlo, pero Burgio y su equipo pretenden publicar la primera edición filológicamente completa de “Los viajes de Marco Polo” a finales de este año, en inglés, con el objetivo de ofrecer las hipótesis y versiones más plausibles.
“El sueño no confesado de un filólogo es ser una especie de Indiana Jones, desenterrar tesoros”, explicó Burgio. Y eso es exactamente lo que él y su equipo están haciendo: desenterrar esta joya literaria escrita por uno de los primeros escritores de viajes del mundo.
Vista de una de las casas donde vivió Marco Polo. Fuente GETTY IMAGES.
Millones de turistas visitan anualmente la Corte del Milion, una de las casas donde vivió Marco Polo en Venecia, aunque su palacio familiar desapareció hace siglos.
Una tarea complicada
En Estados Unidos, “Marco Polo” es un popular juego, donde un jugador con los ojos vendados grita: “¡Marco!” mientras intenta atrapar a los que responden con “Polo”. Curiosamente, el legado del viajero veneciano del mismo nombre es tan esquivo como los jugadores del juego.
No sólo la versión original de su libro se perdió para siempre, sino también el palacio familiar de Polo, que fue quemado en un incendio en el siglo XVI.
Zorzi llevó a la BBC a dar un corto paseo desde su apartamento para visitar el sitio y desde allí se ven al menos seis placas de mármol colocadas en diferentes edificios que decían ser la casa de los Polo.
La lápida de Polo en la iglesia veneciana de San Lorenzo también desapareció y nunca se le dedicó ningún monumento en la ciudad.
“Es una maldición”, dijo la profesora Tiziana Plebani, quien ha pasado 10 años estudiando a Polo y su testamento, escrito en su lecho de muerte.
El legado de Polo es etéreo y la veracidad de sus relatos ha sido cuestionada durante siglos. ¿Realmente fue hasta China? Y si eso es cierto, ¿por qué no mencionó el té ni la Gran Muralla? Ni siquiera hablaba chino, lo que parece improbable para alguien que afirmó haber hecho negocios en la región durante un cuarto de siglo.
La lapida que señalaba el lugar donde fue sepultado Marco Polo en la iglesia veneciana de San Lorenzo desapareció hace mucho tiempo y ello impide saber donde descansan sus restos.
Algunas de estas cuestiones se plantearon ya en la Edad Media. Sin embargo, recientemente los expertos parecen estar de acuerdo en que existen respuestas razonables. Por ejemplo, a Burgio no le sorprende que Polo no mencionara el té en su diario de viaje.
“Esto de beber té es algo que obsesiona a los historiadores anglosajones”, dijo Burgio.
“¿Por qué a Marco le gustaría el té? Entiendo si fuera vino o café, pero ¿té?”, agregó, al tiempo que recordó que el chino no era el idioma de la clase dominante en aquella época.
“Y la Gran Muralla aún no estaba terminada”, añadió Zorzi.
Además, las pruebas de los viajes de Polo están contenidas en documentos legales. Tras la muerte de su marido, la hija de Polo, Fantina, acudió a juicio para pedir la devolución de su dote, enumerando entre sus propiedades un pasaporte de oro que el Kublai Khan regaló a su padre.
La preciosa tablilla significaba que Polo había viajado con la bendición del Khan. Sin mencionar que Polo también podría describir en detalle cosas como el sistema monetario de China. Pero aunque los expertos creen que podría haber exagerado su papel de embajador, afirmando ser más importante de lo que era, parece más que probable que llegara a China.
Vista de la Gran Muralla. Fuente GETTY IMAGES.
Marco Polo no podía haber escrito de la Gran Muralla china, porque la misma no estaba completada para el momento en que estaba en el país, aseguran expertos.
El primer feminista
La historia de Fantina tiene más que revelar: quizás Polo fue uno de los primeros feministas. En su testamento, dejó todo a su esposa e hijas, lo cual era inusual en ese momento.
“Es cierto que no podía dejar su fortuna a hijos ni a hermanos, porque no los tenía, pero podría haber buscado parientes varones más lejanos”, explicó Plebani.
“Entonces, o no se llevaba bien con ningún hombre de su familia, o realmente valoraba y respetaba a sus hijas y a su esposa. Esto último tiene sentido, considerando que los comerciantes venecianos abandonaban la ciudad durante años, y a sus mujeres se les confiaba todo en casa”, agregó.
Aunque era un hombre medieval, Polo describió sin juicio alguno una región del Tebet (el Tíbet actual) donde nadie se casaba con una virgen mientras que las mujeres que tenían muchos amantes eran consideradas las mejores esposas, ya que por algo debían ser buscadas.
También se maravilló de la llamada Isla de las Mujeres (o Isla Femenina) en la India, donde los hombres sólo iban a visitarla tres meses al año (marzo, abril y mayo).
Y narró cómo las mujeres y niñas tártaras de Asia Central montaban a caballo igual que los hombres.
Kublai Khan. Fuente GETTY IMAGES.
Una hija de Polo reclamó una tablilla que Kublai Khan le dio y que simbolizaba el permiso para que pudiera viajar por sus dominios.
Interesado por todo
Sin embargo, los intereses y la curiosidad de Polo eran eclécticos, incluyendo todo “desde los hábitos sexuales de las concubinas hasta un tipo particular de pollo que tiene pelo en lugar de plumas”, dijo Burgio.
Escribió sobre la ciudad de Sapurgan (hoy Sheberghan en Afganistán), la cual tenía los mejores melones del mundo que eran “más dulces que la miel”. Describió las costumbres de la región de Malabar, en el sur de la India, donde la gente se lavaba antes de comer y usaba sólo la mano derecha para comer.
Asimismo, admiró la sabiduría del Kublai Khan, que “plantaba árboles a lo largo de los caminos”, para que los viajeros pudieran encontrar fácilmente sus rutas y sentirse cómodos bajo su sombra.
No sólo no creía que su propia cultura fuera superior a las demás, sino que era un ferviente admirador del imperio mongol y escribió sobre las maravillas y los aspectos inteligentes de cada cultura con la que interactuó.
“Era la primera vez que Polo salía de Venecia”, explicó Zorzi.
“Era un hermoso mundo visto a través de los ojos de un adolescente, y todo es tan nuevo, tan increíblemente interesante que podría grabarlo todo en su cabeza”, agregó.
Ilustración de los animales fantásticos que Marco Polo vio. Fuente GETTY IMAGES.
El unicornio que Polo creyó haber visto en sus viajes en realidad podría tratarse de un rinoceronte.
Hoy el mundo es mucho más pequeño, añadió Burgio, porque ya casi no quedan rincones inexplorados. Polo vivió en una época en la que todavía había mucho por descubrir y parece haber visto a la humanidad en su conjunto, señalando que “las personas pueden comportarse de manera diferente a nosotros, pero por nuestras mismas razones”.
“Polo nos enseña a ser abiertos, más curiosos y más dispuestos a relacionarnos (con otras culturas)”, dijo Plebani, quien lo ve como un “mensajero de paz y asombro”.
Hablando de asombro, ¿qué pasa con los animales míticos que afirmó haber encontrado? Una es la salamandra medieval, un lagarto legendario que se pensaba que tenía el extraño poder de vivir en el fuego. Polo afirmó que lo vio en Chingitalas (norte de China), pero también dijo que no se trata de un animal en absoluto. Lo describió como un material resistente al fuego que tiene filamentos: hablaba del amianto.
¿Y el unicornio? Polo explicó que su cuerno es grueso y negro. Su cabeza parece la de un jabalí y siempre está boca abajo. Le encanta el barro.
“Es muy feo y no se parece en nada a lo que nos imaginamos, no a una criatura que pueda ser acunada por una virgen; es todo lo contrario”, escribió.
De hecho, Polo sí vio este animal y es lo que hoy llamamos un rinoceronte.