“Desde 1606 ya estábamos allá en Filipinas en misiones y los misioneros también soñaban con evangelizar en otros países asiáticos. De hecho, hay unos años en que se va a Japón, pero el gobierno fue muy duro y prácticamente los que estuvieron en Japón murieron mártires. Desde entonces había esa ilusión y ese sueño por ir a China, pero, por distintas circunstancias es hasta el siglo XX, el año 1924 que llegamos allí y fuimos con mucha alegría. Los primeros años fue un grupo de unos diez o doce religiosos, estamos hablando del año 1924–1925, con mucha esperanza, con mucha intensidad, pues es un llamado de la Iglesia y como nosotros tenemos esa vocación de cooperar, aunque no somos Orden misionera, pero si es algo muy significativo, muy querido para nosotros atender territorios de misión”.
“El chino es una lengua difícil, la mentalidad oriental para nosotros occidentales tampoco es fácil; así que ese primer grupo de españoles que llegaron allá tuvieron este gran reto de aprender el idioma, de inculturarse y no todos lo consiguieron, algunos tenían más ese espíritu y esa habilidad y lo consiguieron, pero algunos no pudieron”.
“Hay que tomar en cuenta que, en el año 1948, Mao Tse Tung llega al poder y va ejerciendo un control muy fuerte hacia los religiosos que vivían allá en China. De hecho, expulsó a los españoles que trabajaban allá en la misión y luego a los chinos, que ya había vocaciones chinas, a los que se quedaron allá fueron encarcelados, otros enviados a realizar trabajos forzados, algunos a minas, otros a otras regiones, en total contamos a seis qué consideramos mártires. Todavía hoy, hay un cierto control de parte del gobierno, son celosos y ellos quieren coordinar todo, obviamente ya no hay guerra, ya no hay estos encarcelamientos, ya no hay nada de esto, pero si hay un cierto control porque de alguna manera no quieren que haya una autoridad externa. Entienden que tienen que ser los chinos los que coordinen las religiones y por ahí hay un poco de dificultad”.
“Llegaron hasta 10,000 los cristianos allí antes de la llegada de Mao Tse Tung. Ahora es difícil contar los que son cristianos, pero, ha ido creciendo, hay una buena comunidad de cristianos en esa región de Henan, en China. También tenemos algunos otros religiosos que no trabajan allí en esa misión, están en otras diócesis cercanas. Bueno, la evangelización es el fruto más grande”.
“En esta perspectiva, queremos orar por los hermanos que están en China, para impulsar el sentido misionero, a generar entre todos un sentido de ánimo, de esperanza, porque creo que la esperanza cristiana es una de nuestras grandes virtudes que hay que poner en el centro, justamente ahora que estamos en el Adviento, que se nos invita a confiar en este Jesús maravilloso que nace y que va acompañando nuestra historia. Entonces, celebrar precisamente para el poner en el centro a Jesucristo que es el que nos da la esperanza, la alegría y el amor por el camino”.
Fuente: Vatican News.
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