Congregación del Inmaculado Corazón de María
La congregación fue fundada por el sacerdote diocesano belga Teófilo Verbist, en la localidad de Scheut (Bruselas), donde se encontraba un antiguo santuario mariano, con el fin de responder a la invitación del gobierno francés de preparar misioneros que evangelizaran en China. De esa manera Verbist da inicio al instituto el 28 de noviembre de 1862, con la aprobación del cardenal Engelbert Sterckx, arzobispo de Malinas-Bruselas.
El instituto pasó a formar parte de las congregaciones religiosas católicas clericales de derecho pontificio, con la aprobación de la Congregación de Propaganda Fide, mediante decretum laudis de 1863, dándoles como administración la misión en Mongolia. El mismo fundador misionó en China, en la que actualmente es la diócesis de Chongli-Xiwanzi y murió en la localidad de Laohoukeou, en la Mongolia Interior (actualmente China).Hoy en día existen alrededor de ochocientos misioneros presentes en veintidós países: Bélgica, Países Bajos, Brasil, Camerún, China, Congo, República Dominicana, Guatemala, Haití, Indonesia, Italia, Japón, México, Filipinas, Senegal, Hong Kong, Singapur, Taiwán, Estados Unidos de América, Zambia y, desde 1992, Mongolia.
En China, los primeros scheutistas fueron enviados al vicariato de «Tartaria», como se conocía entonces a la vasta extensión situada al noroeste de China. Este gigantesco territorio eclesiástico había sido confiado a misioneros lazaristas desde el siglo XVII -como el padre Évariste Huc (1813-1860), el famoso aventurero que visitó el Tíbet-, pero necesitaban refuerzos. Al igual que los lazaristas, los scheutistas dirigieron su misión hacia el vasto territorio de Mongolia Interior -China-, donde el padre Verbist murió en 1868, tras haber contraído el tifus.
679 miembros de su orden le siguieron para evangelizar China, a pesar de la hostilidad del clima y de la gente. Entre 1899 y 1901, durante la rebelión de los bóxers, muchos scheutistas murieron como mártires en esta difícil tierra de misión.
A principios del siglo XX, los scheutistas presentes en China se volvieron hacia Mongolia Exterior -la actual Mongolia- y se establecieron allí, pero demasiado tarde. La revolución soviética arrasó el país, que se convirtió en una república socialista y atea en 1924 y prohibió la presencia de misioneros. Los misioneros belgas permanecieron en Mongolia Exterior hasta la revolución china (1945-1949), durante la cual once misioneros fueron martirizados, mientras que todos los demás fueron expulsados.
Los pioneros de la evangelización en Mongolia
En 1992, cuando cayó el régimen comunista, tres sacerdotes scheutistas recibieron el encargo de retomar la labor de sus predecesores. Uno de ellos, el filipino Wenceslao Selga Padilla, se convirtió en 2002 en el primer obispo de la prefectura apostólica de Ulan-Bator.
Wenceslao Selga Padilla (Tubao, La Unión; 29 de septiembre de 1949-Ulán Bator, Mongolia; 25 de septiembre de 2018) fue un religioso filipino, que permaneció gran parte de su vida en Taiwan y Mongolia, y desde 2003 hasta su fallecimiento fue prefecto apostólico de Ulán Bator. En 1960 entró en el seminario y en 1976 fue ordenado sacerdote para la Congregación del Corazón Inmaculado de María.
Era misionero en Taiwán; durante seis años, superior provincial de las provincias chinas de su orden. En 1991, Mongolia y la Santa Sede establecen relaciones diplomáticas y el padre Wenceslao es enviado como misionero a Urga (antiguo nombre de Ulán Bator). El 19 de abril de 1992 fue nombrado superior eclesiástico de la misión sui iuris de Urga. Cuidaba de los niños de la calle, las personas sin casa, los discapacitados y ancianos.
Cuando en 2002 Juan Pablo II estableció la Prefectura apostólica de Ulán Bator, se convirtió en el primer prefecto, y el 2 de agosto de 2003 fue elevado a la dignidad episcopal. Recibió la consagración episcopal 29 de agosto de 2003 por el cardenal Crescenzio Sepe en Ulán Bator. Siempre estableció su ministerio de albergar a las personas sin hogar y huérfanos.
A estos pioneros se unieron los discípulos de otra gran misionera belga, la Madre Marie-Louise de Meester (1857-1928). Tres monjas de su congregación, las Hermanas Misioneras del Inmaculado Corazón de María (506 miembros en 2022), también conocidas como las «monjas de De Jacht» -nombre de su casa madre cerca de Lovaina- llegaron a Ulán Bator en 1995.
Sor Lieve Stragier CICM
«Bajé del avión y no vi… ¡nada de nada!», recuerda Sor Lieve Stragier, una de las tres monjas, recordando el escaso desarrollo del país y de su capital en aquella época. Mongolia era entonces muy pobre y acababa de salir de largos años de ateísmo, pero la monja recuerda que enseguida sintió que «Dios ya había estado aquí».
Los mongoles «buscaban un sentido, sustituir algo que les había sido arrebatado durante los años comunistas», explica la Hermana Lieve. Recuerda que en sus primeros años, la misión acogía sobre todo a expatriados. Sin embargo, estos últimos «venían a misa con su chófer mongol», y esta presencia católica pronto despertó curiosidad, sobre todo entre los jóvenes. «Había una fascinación por todo lo occidental», explica la monja flamenca.
Entre los mongoles
Durante los primeros años, los misioneros esperaron a dominar el idioma y luego se dedicaron a averiguar cómo podían servir al pueblo mongol en su vida cotidiana. «Teníamos que aprender a vivir en comunidad, ésa era nuestra prioridad», dice la hermana Lieve.
Así que se ocupó de los niños de la calle que entonces vivían en las alcantarillas de Ulán Bator, «el único lugar donde hacía calor en invierno». Trabajó en el primer centro del país para niños discapacitados mentales y abrió un centro comunitario en las afueras de la capital.
Estas actividades dieron lugar a momentos de evangelización, sobre todo durante las sesiones de «compartir la Biblia», intercambios «muy prácticos» organizados para adultos en torno a textos bíblicos. Poco a poco, la pequeña comunidad fue creciendo. Lieve Strieger recuerda con especial ternura el día en que, para la cuna viviente de Navidad, el muñeco del niño Jesús fue sustituido por primera vez por un niño mongol, hijo de una pareja de conversos.
El padre Mathieu Ndjoek, que vivió en Mongolia de 2008 a 2018, fue el principal responsable del centro para niños abandonados de Ulan Bator, fundado por sus predecesores scheutistas allá por 1995. Aunque tuvo que enfrentarse a momentos difíciles, como los prejuicios sobre sus orígenes africanos, fue sensible al «gran sentido de la acogida de los mongoles», especialmente fuera de las ciudades.
Al igual que la Hermana Lieve Stragier, el sacerdote camerunés considera que la misión «no progresa como nos hubiera gustado», pero cree que hay muchos signos muy positivos en esta comunidad tan pequeña. En particular, señala, el hecho de que el «padre Giorgio» -Giorgio Marengo-, un sacerdote italiano que formó parte de los misioneros en Mongolia, se convirtiera, para sorpresa de todos, en el primer cardenal del país en 2022.
Fuente: Aleteia.org