Testigos de Jesucristo

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Evangelio según San Lucas 14,25-33.
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: “Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar’.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Hace algunos años un amigo me ha dado un libro: Todo que he tenido que saber lo he aprendido en el kindergarten (All I Really Needed to Know I Learned in Kindergarten). Fue escrito por Robert Fulghum. Fue un libro interesante, con mucha sabiduría, y mucho humor. Las cosas que el dice que aprendemos en el kindergarten, y deben servirnos para toda la vida, son: Comparta todo.
Juegue rectamente (Fair play).
No pegue a nadie.
Ponga las cosas donde las has encontrado.
Limpie los que has ensuciado.
No lleven cosas que no son tuyas.
Discúlpese cuando ha lastimado a alguien.
Lave las manos antes de comer.
Jale la cadena.
Las galletas calientes y la leche fría son buenas para ti.
Viva una vida balanceada: aprender algo y pensar algo, dibujar y pintar, cantar y bailar y jugar un poco cada día.
Tome una siesta cada tarde.
Cuando salga al mundo, cuidarse con el trafico, agarrarse de la mano, y andar juntos.
Sea consciente de maravilla.
Me parece que si tenemos seis años, dieciséis o setenta estas lecciones en verdad nos sirven en nuestra vida. Solamente cada uno de nosotros, al escuchar esta lista, podemos decirnos “Mi vida hubiera sido mejor si he aprendido esto como joven”, o “¿Cómo he olvidado esto?”
La razón que he pensado en esto hoy, es de nuevo Jesús nos habla de ser sus discípulos: lo que quiere decir vivir en unión con él, y seguir a él. En nuestro evangelio hoy (Lucas 14:25-33) Jesús nos da, también, algunas cosas para aprender que van a servirnos por toda la vida. Si queremos ser sus discípulos, de verdad, el nos dice a “cargar con su cruz para seguirme”. Sus palabras se vuelen más radicales cuando el nos dice que para ser su discípulo tenemos que renunciar todo que tenemos. Hasta más sorprendente es al comienzo del evangelio cuando nos dice que tenemos que “dejar a un lado a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas, a aun a su propia persona”. (En ingles sale la palabra “odiar”, en lugar de “dejar”.) Nos parece que no suena como algo que Jesús iba a decir.
Lo que creo que Jesús está diciéndonos es que tenemos que conocer, amar y servir a él sobre todo. Cuando busco en mi Biblia en Español, no encuentro la palabra “odiar”, sino “dejar”. No importa cual palabra usamos, la cosa importante es que Jesús está diciéndonos para ser su discípulo quiere decir darle el primer lugar en nuestra vida: un lugar sobre toda la gente que amamos y las cosas que tenemos. Las cosas, hasta la gente, pueden servir como una distracción para ser su discípulo, y el quiere que estemos tan unidos a él que es el centro de nuestra atención, y que él en verdad nos ‘posee’. Jesús no quiere decir literalmente “odiar” (en la traducción en Ingles) como íbamos a usar en una conversación, sin más bien debemos “amar” algo más, o alguien más: en este caso ¡EL! Naturalmente, cuando damos a Jesús el primer puesto en nuestra vida, luego el nos ilumina para saber como amar a la gente en nuestra vida, y como ser buenos corresponsables y respetar y usar bien las cosas que poseemos. El no está diciendo que la gente es mala, o que las cosas son necesariamente de pecado, sino que hay alguien más importante en nuestra vida: ¡EL!
En nuestra Primera Lectura del Libro de la Sabiduría (9:13-18b) es obvio que a pesar de que nosotros –por nuestra condición humana– somos “tímidos e inseguras”, el poder de Dios es grande y su sabiduría y su consejo viene a nosotros para iluminarnos y llevarnos a la verdad. Dios nos dirige a conocerlo, amarlo y servirlo.
En la Segunda Lectura, de San Pablo a Filemón (9-10, 12-17) Pablo da testimonio de Jesús. Su compromiso con Cristo es tan profunda que el se llama “un prisionero de Jesucristo”. San Pablo ha sufrido mucho para proclamar la Buena Nueva, y ha preparado sus seguidores, especialmente los lideres, como Filemón. En verdad, las Cartas de Pablo reflejan que el ha cumplido lo que Jesús ha pedido en el evangelio: el ha renunciado todo para seguir a Cristo y hacer su voluntad.
Como el libro Todo que he tenido que saber lo he aprendido en el kindergarten, nos muestra pasos sencillos, básicos, evidentes, para vivir en armonía con otros, para ser un buen ciudadano y un buen amigo; también las instrucciones de Jesús a sus discípulos –a nosotros– son también sencillos, básicos, e inspirados por Dios. Como podemos olvidar, o subestimar o evitar algunas de las reglas del kindergarten, también podemos poner al lado las enseñanzas de Cristo. Es nuestra elección: ¿quieres conocer, amar y servir al Señor, o no? Jesús nos dice que hay un precio que tenemos que pagar –este renunciar y el “dejar”– para entender plenamente y cumplir lo que Jesús pide, para ser sus discípulos, y nuestro seguimiento fiel va a llamar otros a conocer, amar y servir a Jesús el Señor.

El venerable Miguel Ángel Builes, signo de contradicción

Por Bernardo J. Calle O. mxy
Desde sus pastorales y el púlpito, proclamó y defendió la doctrina de la Iglesia y señaló los errores y pretensiones de las doctrinas filosóficas del liberalismo. Como consecuencia nefasta de su predicación, surgieron los odios y las luchas fratricidas entre los dos partidos tradicionales.
Repasemos un poquito la historia:
Entre los años 1920 -1930, el partido conservador ostentaba el poder en Colombia. Al finalizar el mandato el Dr. Miguel Abadía Méndez había perdido el prestigio como consecuencia de la crisis económica mundial y de malos manejos de sus colaboradores, entre otros. Resultó que para las próximas elecciones, el partido conservador se presentó dividido. Un grupo conservador del Congreso presentó al General Alfredo Vásquez Cobo, y otros, al Dr. Guillermo León Valencia. Ambos candidatos tenían un respaldo aparentemente igual.
“Entonces los congresistas conservadores optaron por apelar al Arzobispo Primado de Colombia, Monseñor Ismael Perdomo, quien recomendó al General Vásquez Cobo; pero la primera voz discordante entre el episcopado colombiano, fue la del arzobispo de Medellín, Monseñor Manuel José Caycedo. Así se cumplió lo del Evangelio: “Todo reino dividido va a la ruina”. Y de esta manera, el partido conservador entregó, en bandeja de plata, el gobierno, al partido liberal.
CONFERENCIA EPISCOPAL, año 1924.
Los obispos de Colombia eran, en esa época, 21. Estaban muy preocupados por la situación económica del País y por los últimos acontecimientos políticos. Veían el retorno del liberalismo al poder y tenían muy presente la cruel persecución que este partido había proporcionado al clero y a la Iglesia, en el siglo pasado.
Además de estas preocupaciones, tenían ante sus ojos una Circular del Directorio Liberal, en la cual se consignaban principios filosóficos y se daban consignas reproduciendo las antiguas posiciones del liberalismo radical.
Los obispos, reunidos en Conferencia Episcopal, resuelven emitir un severo documento que tiene como finalidad alertar a la nación sobre el peligro que sobre ella, se cierne.
Los principales puntos del documento, son los siguientes:
Manifiestan que están reunidos en un ambiente de serenidad y armonía, pidiendo al Espíritu Santo les ayude a orientar a su pueblo para el progreso de la Iglesia, el bien de las almas y el interés de la Patria.
Denuncian la aparición de fuerzas enemigas que quieren destruir o aminorar el influjo de la Iglesia, impugnando dogmas, pervirtiendo la moral y atacando a la jerarquía y al clero; y al pueblo, imponiéndole obligaciones contrarias a la conciencia.
Denuncian cómo el liberalismo ha apoyado siempre, últimamente en forma pública y ostentosa, a las logias de Bogotá, lanzando ideas contrarias a la Iglesia.
Expresan los obispos que la Circular del Directorio liberal pretende hacer creer que ese partido es respetuoso de la religión, pero sostienen que el llamado “clericalismo” es el verdadero enemigo de la democracia.
Hacen una densa y patética síntesis de los agravios infligidos a la Iglesia, a partir del año 1849.
Protestan por los gérmenes del mal que se siembra en la juventud, cuando se implanta la enseñanza sin Dios, como medio de arrancar de los jóvenes la fe y las prácticas religiosas.
Terminan el Documento con la siguiente DECLARACIÓN:
“1- La Circular # 1 del Directorio Nacional del liberalismo, contiene aserciones que no pueden aceptarse como expresión de un partido meramente político, sino como una manifestación evidente de una secta anticristiana.
2- A ningún hijo de la Iglesia, sea cuales fueren sus opiniones políticas, le es permitido adscribirse a una secta, llámese como quiera, aliada o no con las logias masónicas, que profese directa o indirectamente doctrinas o prácticas reprobadas por la Iglesia, como las contendidas en la Circular del Directorio Nacional del liberalismo” (Conferencias Episcopales de Colombia. Tomo I, pg. 361, Ed. El Catolicismo, Bogotá, 1956. Citado por Oscar Osorio Jaramillo en su libro Miguel Ángel Builes: Un Profeta del Acontecer Nacional).
Esta era la primera vez que Monseñor Builes estampaba su firma como miembro del episcopado colombiano. Era el más joven del grupo y recientemente nombrado obispo.
Conociendo su fogosa personalidad y su firme entereza, comprendemos cómo su firma, rubricada en este trascendental documento, lo va a marcar y va a ser el punto de referencia para las batallas que librará en sus 58 Pastorales, en las cuales adoctrinaba a su pueblo y lo defendía de todos los errores y acechanzas del mal.
De esas 58 pastorales, seis las dedicó a condenar al Liberalismo; siete, al Comunismo; tres a la Masonería; siete, a Errores contemporáneos; diecisiete, a Temas Morales; once a La Iglesia y sus Derechos; cuatro a Cristo y la Eucaristía; tres, a la Santísima Virgen.
¿Quién era entonces este desafiante luchador?
“Presentamos un testimonio de total credibilidad: el Profesor Luis López de Mesa, quien fuera una de las inteligencias más singulares del país y cuya ideología está bien distante de la de su paisano Mons. Builes. Decía de él: “Miguel Ángel es un apóstol. Esta es su verdadera personalidad. Algunos oportunistas han querido aprovecharse de sus escritos para hacerlo aparecer como un jefe político. La intención suya ha sido distinta: defender lo que tenga relación con su oficio pastoral en la Iglesia, no hacer campañas; pero los oportunistas lo han aprovechado como trampolín para sustentar posiciones” (Miguel Ángel Builes, Un Profeta del Acontecer Nacional, página 33).
Antes, siendo párroco de Remedios, una población con todos los vicios y males de los pueblos mineros, había afilado la espada de su palabra para anunciar y denunciar en su periódico “LA ESPADA”.
También demuestra su carácter bélico y enérgico en la frase que acuñó en su escudo: “Pelea las buenas batallas de la fe” (I Tim. 6, 12).
Por último, su mismo nombre MIGUEL, le ha dado ese sello de luchador y defensor de los derechos de Dios.
Ojalá que los detractores y enemigos de Monseñor Builes, conocieran un poco más de la personalidad, actividad y sentimientos del que va camino a los altares.

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