Monseñor José Antonio Eguren SCV

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Por Percy García Cavero– Político.pe
Mi regla siempre ha sido no involucrarme personalmente en los casos que defiendo como abogado. Sin embargo, el señor Pedro Salinas Chacaltana ha decidido implicarme en su campaña contra monseñor José Antonio Eguren, razón por la cual he considerado oportuno escribir estas líneas aclaratorias.
Primero quisiera descartar la falsa victimización a la que recurre Salinas cuando afirma que la querella constituye una venganza o un silenciamiento a su denuncia por abusos al interior del Sodalicio. La querella responde al derecho del que goza monseñor Eguren –como todo ciudadano– de salvaguardar su reputación y buen nombre, que se han visto afectados por las calumnias difundidas por Salinas. Una lectura serena y objetiva permite ver la ligereza y los excesos que ha cometido y sigue cometiendo este señor en el desarrollo de su investigación periodística más mediática y rentable.
Consulté, entre otros, a una reconocida asesora comunicacional extranjera si un periodista puede escribir sobre un tema del que es parte y me respondió como los demás: no es ético. La persona que hace una denuncia no puede ser la misma que lleve adelante la investigación y opinión periodísticas de su propio caso, ya que desde el momento en que Salinas denunció ante el Ministerio Público a varios integrantes o exintegrantes del Sodalicio como autores de los delitos de secuestro, lesiones y asociación ilícita en su contra, se convirtió en agraviado con pretensiones indemnizatorias.
Este hecho le quita imparcialidad como periodista: en el MUNDO MEDIÁTICO SALINAS ES JUEZ Y PARTE DEL CASO SODALICIO. Pero lo grave no es solo que transgreda una regla tan básica del periodismo, sino que esta sea ignorada o hasta aplaudida por varios medios de comunicación. La falta de rigor periodístico de Salinas se manifiesta también en la serie de imputaciones subjetivas y temerarias que hace en contra de monseñor Eguren. Le atribuyó abiertamente ser “ideólogo, encubridor y corresponsable de la cultura del abuso desarrollada en el Sodalicio que, en algunos casos, terminó en el abuso sexual” y no tuvo la hidalguía del buen periodista de rectificar o, por lo menos, matizar esa afirmación cuando el obispo se lo pidió con argumentos objetivos.
La prueba de esta grave imputación a monseñor Eguren sería, para Salinas, los episodios narrados por José Enrique Escardó sobre el arroz con leche y el pan con mantequilla. Estas “pruebas” no solo son improcedentes para sustentar razonablemente semejante acusación, sino que existe un pronunciamiento del Ministerio Público que declara que esos episodios –suponiendo que sean ciertos– no constituyen delitos. Salinas descalifica la decisión de la fiscal Peralta por ser ella católica y destaca además que fue sancionada por archivar el caso. Pero lo cierto es que esa decisión fue confirmada por un fiscal superior y la fiscal Peralta nunca fue sancionada por su pronunciamiento respecto a monseñor Eguren.
Salinas sostiene que el pronunciamiento fiscal no impide una investigación periodística. Pero un periodismo serio requiere fuentes creíbles y contrastación de información, lo que Salinas nunca ha hecho. Dispara a los cuatro vientos sus imputaciones sin el menor rigor periodístico. Un ejemplo claro de esta manera de proceder se ve en el caso del tráfico de tierras en Piura: utilizando el cómodo “presuntamente” difunde sin ninguna matización que monseñor Eguren sería el personaje central de estos hechos. Y su acusación se apoya en dos investigaciones periodísticas a las que califica de “serias”.
La primera es la que ha producido su socia Paola Ugaz, financiada por la cadena musulmana Al Jazeera. Dicho reportaje tuvo muchas deficiencias que este video pone en evidencia. Como dato adicional hay que decir que una de las principales fuentes del reportaje del Al Jazeera fue Carmen Rosa Campodónico, hoy presa en la cárcel de Sullana por tráfico de drogas. Como en este caso, otras fuentes usadas en el reportaje de Al Jazeera carecen de la más mínima credibilidad y han sido desmentidas categóricamente, al punto que NO EXISTE NINGUNA INVESTIGACIÓN FISCAL contra monseñor Eguren por este hecho.
La segunda investigación periodística es el libro “El origen de la hidra” de Charlie Becerra que, entre otros casos, se ocupa de la organización criminal la Gran Cruz. En ninguna parte del libro se afirma que monseñor Eguren sea el personaje central de una trama de tráfico de tierras en Piura. Eso es de la propia cosecha de Salinas que quiere abrir un nuevo socavón con monseñor Eguren en su tan beneficiosa explotación del tema Sodalicio.
Los excesos de Salinas no son mejores que sus deficiencias. Ante la carta notarial de monseñor Eguren, no respondió dando argumentos para descartar las razones por las que se le pidió la rectificación. Lo que hizo fue iniciar una campaña mediática que, por cierto, sigue la misma estrategia de las asesorías de imagen que realiza su empresa CHISAC. Primero publicó un artículo en el que le dice a monseñor Eguren que se verán las caras en los tribunales, reconociendo él mismo que la querella era el paso siguiente. Dice textualmente: “¿Quién se ha creído este señor? ¿Porque es obispo y billetón le vamos a tener miedo? ¿Los arzobispos son incuestionables?”.
Salinas pretende victimizarse bajo la premisa de que la querella afecta su libertad de expresión, cuando lo que hace en todos los medios no solo es expresar lo que le da la gana sino insultar a monseñor Eguren y a todos los que osen discutir su ejercicio de la profesión.
Como segundo paso, ha buscado desacreditar al abogado, o sea, a mí. Al día siguiente de que le notificaran la querella, una periodista de Útero.pe (de la familia empresarial de La Mula, en la que escribe Salinas), publicó gratuitamente un escrito sembrando dudas sobre mi persona con el argumento absurdo de vincularme con el exjuez Hinostroza porque cita mis libros en sus sentencias. Junto a ello, Salinas pretende desautorizarme con el caso de la discoteca Utopía. Me señala: él también hizo un informe legal para Alan Azizolahoff. Y así, por una lógica de compensación de culpas, ya no habría nada que reprocharle.
Sin embargo, hay una diferencia bien grande en el papel que ambos hemos tenido. Mi informe nunca estuvo oculto: fue publicado el 2005 en España en un libro colectivo en la prestigiosa editorial jurídica Civitas. En cambio, Salinas metió su asesoría a Azizolahoff bajo la alfombra para que nadie lo sepa, y cuando lo desenmascararon entonces no le quedó más que reconocerlo tratando de minimizar el hecho (con la venia de sus entrevistadores). Además, yo nunca me he arrogado socialmente la representación de víctimas por un suceso reprochable.
No deja de haber un grado de cinismo en salir a pedir justicia para unas víctimas y luego hacer la limpieza mediática de una persona a la que, por lo menos, se le imputa ser responsable de varias muertes. Esta manera de proceder de Salinas se manifiesta también en la asesoría que ofreció al exfiscal de la Nación, así como a otros personajes cuestionados. Es información pública que su empresa CHISAC ha prestado servicios a políticos y empresarios investigados por graves delitos. ¿Cómo se puede ser asesor del “investigador” y de los “investigados” sin entrar en un conflicto de intereses?
Salinas debería dejar de insultar en medios y preocuparse de que sus abogados defiendan bien su posición en la querella. Su contestación ha sido declarada inadmisible por no adjuntar el DNI del querellado, un error que no comete ni un alumno de primer ciclo. Si piensa que con su maquinaria mediática puede meter miedo, se equivoca. Existen personas y, gracias a Dios, también jueces y fiscales que no le tienen miedo a la presión mediática. Si Salinas considera que la querella es un mamotreto y que su proceder ha sido limpio y transparente, ¿de qué se preocupa?
“Cuando el perro muestra los dientes es porque tiene miedo”.

Carta notarial de Monseñor José Antonio Eguren por columna de Martin Scheuch

Señores Diario Digital Altavoz
Grupo Altavoz SAC
Atención: Martin Scheuch Pool
Calle Alfredo Salazar No 412–Dpto. 501 (al costado de la Clínica Anglo Americana)
San Isidro (Lima 27)
Lima.-
Por medio de la presente le solicito, en el ejercicio de mi derecho constitucional de rectificación, que proceda a rectificar la información contenida en el post publicado por usted bajo el título “Monseñor Eguren la fachada risueña del Sodalicio”, en el sitio Web Altavoz (www.altavoz.pe) el pasado lunes 13 de agosto del 2018. Amparo mi solicitud en el artículo 14 de la Convención Americana de Derechos Humanos y en el artículo 2 inciso 7 de la Constitución Política del Perú que regulan el ejercicio del derecho constitucional de rectificación.
En su artículo, que ha decidido difundir masivamente a través de Internet, usted realiza una serie de afirmaciones sin mayores evidencias que su sola palabra y algunas de ellas en condicional, las cuales, lejos de tener un carácter neutro, inducen al lector a creer que ha existido una real acción deleznable de mi parte. Son condicionales que actúan como afirmaciones sembrando ideas en el lector que usted tendenciosamente escribe: “Incluso habría sido testigo de algunos abusos y maltratos”; o la afirmación conclusiva gratuita: “mientras siga callando lo que sabe…”.
De otro lado, en el mencionado post, usted hace otras afirmaciones falsas como que fui superior en 1982, cuando ese año estuve en la ciudad de Medellín – Colombia, estudiando en el “Instituto Teológico Patoral del CELAM” en preparación a mi ordenación sacerdotal (ver Anexo 1). Asimismo, hace afirmaciones arbitrarias que atribuye sólo a mi persona y que podrían aplicarse con más razón a otros y no solo a mí, como aquella que mi escudo episcopal esta la “M” de María y la llama de fe (uno de los símbolos del Sodalicio), o mis referencias a Germán Doig y Luis Fernando Figari, hechas no solamente por mí con ese talante, sino por muchos otros, pues se desconocía en ese entonces de sus pasadas acciones (ver Anexo 2).
Asimismo usted afirma que formé parte de una mal llamada “cúpula” del Sodalicio y que contribuí a “implementar y aplicar las medidas de sometimiento mental que forman parte del sistema de disciplina sodálite”.
Quiero recordarle que no he ejercido cargos de autoridad de mayor importancia o duración al interior del Sodalicio como para que usted me impute ser forjador de una cultura del sometimiento y del abuso. Si esa cultura hubiese sido tal y generalizada, como usted la describe en su artículo, no se entendería por qué al día de hoy existen miembros del Sodalicio o ex sodálites agradecidos de haber pertenecido a esta sociedad de vida consagrada laical (ver Anexo 3). Asimismo, tampoco se entendería por qué la fiscalía de investigación penal que, al respecto, lleva en Lima, se ha limitado la investigación a unas pocas personas.
Las afirmaciones que usted realiza en mi contra quedan en el área de la subjetividad. Sin desmerecer la repercusión emocional y psicológica que puedan haberle causado a usted y a las personas que pudieron padecer actos de abuso, dichos actos no me pueden ser atribuidos desde la subjetividad.
Finalmente, su artículo me sorprende aún más, pues luego de haber salido usted de la vida comunitaria sodálite, decidió elegirme para celebrar un evento tan importante en su vida como es su matrimonio y, además escogiendo la iglesia de una parroquia encomendada al Sodalicio. Así, el 29 de noviembre de 1996, presidí con alegría la Santa Misa en la cual usted contrajo matrimonio con la Srta. María Eleana Delgado Scheelje en la iglesia de la Parroquia Nuestra Señora de la Reconciliación (Urbanización Camacho – La Molina), perteneciente al Sodalicio de Vida Cristiana. A lo que se suma, que desde esa fecha hasta el pasado lunes 13 de agosto, usted nunca me ha manifestado sus críticas hacia mi persona y menos contactado personalmente para ello. Más aún usted no me denunció ante la “Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación” como autor de algún acto de abuso, ni como encubridor de la cultura de abuso (ver Anexo 4). Hoy, después de 22 años, publica un artículo en contra mía con tonos agresivos y afirmaciones gratuitas, el cual considero difamatorio. Haberme elegido para presidir su matrimonio siempre lo consideré como un gesto auténtico y transparente de su confianza y amistad hacia mi persona (ver anexo 5).
Acompaño al siguiente escrito en calidad de Anexos:
Anexo 1: Copia del Diploma de Estudios del Instituto Teológico Pastoral del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) donde se acredita mi presencia en Medellín Colombia durante el año 1982.
Anexo 2: Copia de la Biografía, Escudo Episcopal, y de las palabras en la Consgración Episcopal de Monseñor Kay Martín Schmalhausen Panizo, Obispo Prelado de Ayaviri, que acredita que el mencionado escudo usa también la “M” de María con la llamada “llama de la Fe”, en su escrito episcopal y que ha tenido palabras de reconocimiento a German Doig, Luis Fernando Figari y al Sodalicio de Vida Cristiana.
Anexo 3: Copia de la Carta de ex sodálites del 01 de junio de 2016.
Anexo 4: Copia del Caso 06 del Sr. Martin Scheuch Pool ante la Comisión de “Ética para la Justicia y la Reconciliación”, donde no se me señala como denunciado.
Anexo 5: Copia de la Constancia de Matrimonio entre el Señor Martin Scheuch Pool y la Srta. Eleana Delgado Scheelje.
Entiendo que la libertad de opinión es un derecho constitucional que le autoriza a usted poder decir lo que piensa sobre mí, el Sodalicio y la Iglesia Católica en general, pero tal derecho no es irrestricto e irresponsable, sino que debe ser muy cuidadoso de no dañar las honras ajenas, como lamentablemente usted está haciendo conmigo, y por lo tanto me veo obligado a solicitarle, por esta vía, que proceda a rectificarse de lo afirmado por usted de manera errónea.
Atentamente,
Monseñor José Antonio Eguren Anselmi
Arzobispo Metropolitano de Piura

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