Por Martha Meier Miró Quesada- Diario Expreso
Los restos del pepekausismo pretenden culpar a terceros por su incapacidad para gobernar. No pasa un día sin que el congresista Gilbert Violeta amenace con un posible cierre del Congreso culpando al Legislativo –con mayoría de Fuerza Popular– de ser “obstruccionista” y acusando a Keiko Fujimori, la líder de ese partido, de no querer reformas para el pueblo. Esto mientras que el ministro de Educación del actual régimen “reformaba” la ronda infantil “Arroz con leche” para erradicar sus patrones machistas. Ya no ya.
La incompetencia del Gobierno es resultado de enfrascarse en la politiquería, olvidando su responsabilidad de enfrentar los grandes problemas del Perú, de prever y actuar con prontitud ante las emergencias. La temporada de heladas y friaje iniciada en mayo y que continúa es un buen ejemplo de ineptitud: a fines de agosto la mitad de los pueblos ayacuchanos afectados no ha recibido aún apoyo alguno del Gobierno.
Cerrar el Congreso y tararear el nuevo “Arroz con leche” no contribuye con los abandonados del friaje ni menos aún sirve para construir un mejor país. Ministros como Daniel Alfaro dilapidan recursos y esfuerzos en modificar una ronda infantil en vez de impulsar la gran reforma educativa requerida, acorde a la realidad geográfica, socio-económica y climática del país.
Una población bien educada y nutrida garantiza generaciones de ciudadanos informados y proactivos, electores conscientes y potenciales candidatos preparados para guiar con tino los destinos de la patria. Urge capacitar a los docentes, evitar la deserción escolar, edificar colegios bien equipados, y adecuar el currículo y el año lectivo a la realidad de cada zona.
Al tiempo que Alfaro cantaba su progre “Arroz con leche, me quiero casar con una mujer que sepa luchar”, en Palacio de Gobierno Vizcarra condecoraba merecidamente al cocinero Gastón Acurio. Eso tuvo su segunda: lograr una imagen amical para quitarnos de la cabeza cómo expectoraron a Vizcarra de uno de los tantos poblados del norte a los que jamás llegó la tan prometida “Reconstrucción con Cambios”, ni siquiera una tachuela.
Haría bien el presidente Vizcarra en recordar las palabras de Bobby Kennedy: “cada uno de nosotros podemos esforzarnos en cambiar una pequeña parte de los acontecimientos, y la suma de todos estos actos será la historia que escriba esta generación”. Presidente Vizcarra, sea usted el hombre que cambie al Perú con amor y desinteresadamente. Gobierne hoy. Una al país. Usted puede, si quiere, claro.
Arroz con leche
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