Kenji sayonara

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Comisión Permanente aprobó destitución de Kenji

La Comisión Permanente del Congreso decidió aprobar el informe de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales que señala que Kenji Fujimori, Bienvenido Ramírez y Guillermo Bocángel deben ser destituidos y afrontar un proceso penal por cohecho activo genérico y tráfico de influencias.
Tras el debate en la Comisión Permanente, que contó también con la defensa de los tres parlamentarios con sus respectivos abogados, se procedió a aceptar el informe elaborado por el miembro de Fuerza Popular César Segura.
El informe, en lo que respecta a Kenji Fujimori, fue aprobado con 13 votos a favor, uno en contra (Del Castillo), una abstención (García Belaunde) por haber violado el artículo 39 de la Constitución; y con 10 votos a favor, 3 en contra y 2 abstenciones por los artículos 35, 38, 43, 44 y 45. Con esto, se admitió su destitución.
En el caso de Guillermo Bocángel, las dos votaciones por infracciones constitucionales terminaron con 12 y 9 votos a favor, mientras que en el de Bienvenido Ramírez votaron a favor 12 y 10 parlamentarios respectivamente.
-Votación del antejuicio-
En lo referente al antejuicio político por la presunta comisión de los delitos de cohecho activo genérico y tráfico de influencias, la Comisión Permanente tuvo una posición más firme: 15 votos a favor, cero en contra y cero abstenciones contra los tres congresistas.
El congresista que fue elegido por la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales para que sustente el informe ante el pleno será el mismo que lo elaboró: el fujimorista César Segura.
Para que proceda el juicio político y la destitución por infracción constitucional, se necesitan los votos a favor de dos tercios de votos válidos de congresistas (no pueden votar los que participaron en la aprobación de la Comisión Permanente). Para el antejuicio, solo se requieren votos en verde de la mitad más uno de los votos válidos.
Fuente: Diario El Comercio.

Hasta la vista, Kenji

Por Mario Ghibellini– Diario El Comercio.
El reloj del congresista Moisés Mamani es, como se sabe, un objeto doble. Por un lado, marca las horas y por otro, registra subrepticiamente escenas para el recuerdo. En lo que concierne a Kenji FujimoriGuillermo Bocángel y Bienvenido Ramírez, sin embargo, se diría que las dos funciones se fundieron en una sola. Filmarlos en el presunto intento de canjear promesas de obras por votos para salvar a Kuczynski de la vacancia fue, después de todo, empezar también la cuenta regresiva del tiempo que les quedaba de vida como parlamentarios.
Dos lentos meses han pasado desde entonces y, aunque algunos barajaron teorías sobre un gesto final de Keiko que salvaría al hermano derrotado del desafuero, la verdad –ahora lo sabemos– es que el tictac de ese reloj continuó sonando inexorable detrás del bullicio del trajín político cotidiano.
-Tarda pero llega-
Y decimos que ahora lo sabemos porque lo ocurrido días atrás en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales no deja margen para la duda: en Fuerza Popular están dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias con la destitución de los tres insurrectos que desafiaron la autoridad de la jefa del partido. Lo sugieren el tenor del informe que presentó el congresista César Segura a ese grupo de trabajo y la forma en que votaron al respecto los otros parlamentarios naranja allí presentes. Pero también –y sobre todo– el regodeo con el que algunos de ellos argumentaron por qué las cabezas de sus antiguos compañeros de bancada debían rodar hasta las puertas del Palacio Legislativo y, desde ahí, seguir camino hasta el local del Ministerio Público. Nos referimos, desde luego, a los miembros de la guardia ‘mototaxi’ que tomaron la palabra en la sesión y fustigaron tanto a los ‘avengers’ en desgracia como al idioma.
El mensaje del ‘keikismo’ es simple: el ajusticiamiento tarda pero llega. Y los potenciales insumisos que todavía pudieran subsistir por ahí, escondidos detrás de algún certificado de estudios trucho, han de haber tomado nota sobre el particular.
En realidad, faltan todavía dos votaciones más –la de la Comisión Permanente y la del pleno– para que el desafuero quede consumado, y hay que considerar además que los votantes de la primera no podrán participar de la segunda.
Pero la orientación del voto de los representantes de bancadas como la del Frente Amplio o la de Nuevo Perú en este primer round hace presagiar que también en las otras instancias estas podrían acompañar a Fuerza Popular en su empeño. Y a ello habría que sumarle los habituales mozos y mozuelas de estoques con los que el fujimorismo cuenta en el hemiciclo, los antiguos oficialistas que quieren lucir hoy lo más lejanos posible de PPK y sus compinches y todos los extras de otros partidos que quieren salir siempre en la foto de los campeones de la moralización.
Así y todo, no hay que perder de vista que, para aprobar una destitución, se necesita del voto de dos tercios de la representación nacional. Es decir, 67 de 100 (si descontamos los 30 que tiene la Comisión Permanente que, como aclaramos antes, no podrían participar de la votación final en el pleno). Así, resulta que Kenji y sus compañeros de aventuras solo tendrían que conseguir 34 votos (incluidos los suyos) para salvarse: una cifra que en cualquier otra circunstancia parecería fácil de alcanzar.
En esta, sin embargo, no lo es, por el particular descrédito en el que están envueltos los candidatos al desafuero. Aunque, quién sabe, en una de esas se les ocurre ofrecerles de nuevo a algunos de sus colegas alguito a cambio de su voto, y esta vez sí les liga.

Cómplices interesados

Por Aaron Salomón-Político.pe
Recuerdo que la mañana del pasado 20 de marzo en el Congreso me dijeron que no me aparte de la televisión porque en cualquier momento soltarían una bomba. “Cualquier denuncia tonta”, pensé. Jamás imaginé lo que estaba por venir. Aquel día la bancada naranja presentó por la tarde al país un conjunto de videos que demostraría que la política peruana –con todos sus vicios– es cíclica: las prácticas montesinistas habían vuelto.
El parlamentario Kenji Fujimori, el entonces engreído de la izquierda caviar, aparecía en el material audiovisual intentando comprar la consciencia del legislador Moisés Mamani para que rechace el segundo pedido de vacancia contra el exmandatario Pedro Pablo Kuczynski. Amparado en el respaldo de sus infantiles y poco honestos ‘avengers’, el menor de los Fujimori ofreció con total desfachatez OBRAS PÚBLICAS a cambio de la salvación –nuevamente– del artífice de la ilegal excarcelación de su padre expresidente. En ese momento, el hijo predilecto de Alberto Fujimori mereció -con justa razón- toda clase de vituperios. Su desafuero era inminente.
Sin embargo, en los últimos días el panorama ha cambiado radicalmente: varios parlamentarios –extremadamente legalistas– han fustigado el informe del naranja César Segura que recomienda la destitución de Kenji Fujimori, Guillermo Bocángel y Bienvenido Ramírez por haber infringido una serie de artículos de la Carta Magna, principalmente –de acuerdo a lo que explicó Segura– el 38 (“todos los peruanos tienen el deber de honrar al Perú y de proteger los intereses nacionales, así como de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento jurídico de la Nación”).
Según las extrañas críticas de algunos pepekausas y apristas, el congresista de Fuerza Popular no ha podido especificar con claridad qué artículos habrían violado los disidentes fujimoristas (¡cómo si existiera algún artículo que hable sobre compra de votos!).
Aquí no hay casualidades y menos aún cuando en juego está la presidencia de la Mesa Directiva. Cada voto cuenta y a una eventual lista alterna evidentemente no le conviene que ingresen tres nuevos naranjas en reemplazo de los caricaturescos padres de la patria.
Pero hay que exigir que estos intereses de ninguna manera pueden estar por encima de una merecida sanción. Kenji y su grupúsculo deben salir del Parlamento lo antes posible. Así que todos aquellos congresistas que blindan el desafuero deberían recordar la máxima de que “la historia no olvida y menos perdona”.

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