Muchos son llamados, pocos elegidos

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Evangelio según San Mateo 22,1-14.
Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. 
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. 
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’. 
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; 
y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. 
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. 
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’. 
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. 
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. 
‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio. 
Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’. 
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos. 

PPK asistió a misa por el bienestar de la nación

El presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), estuvo presente en la misa que se celebró en honor al Señor de los Milagros y por el bienestar de la Nación en el santuario de Las Nazarenas.
La ceremonia fue oficiada por el cardenal Juan Luis Cipriani, quien oró por el Perú y le pidió al Señor de los Milagros que ilumine a las autoridades que tienen a su cargo el futuro del país. Además, agradeció la presencia de PPK , quien asistió junto a su esposa, la primera dama Nancy Lange.
“Sigamos este camino para prepararnos para la venida del papa Francisco, en este mes maravilloso, mes de octubre”, recomendó el cardenal.
Cuando se dio por concluido el acto litúrgico, el presidente se acercó hacia el anda del Señor de los Milagros para rezar por un momento.
Cabe resaltar que luego de 32 años de ausencia por parte de algún jefe del Estado en la misa, PPK asiste por segundo año convecutivo a la celebración eucarística.
El mandatario estuvo acompañado de los ministros de Trabajo y Promoción del Empleo, Alfonso Grados; del Ambiente, Elsa Galarza; de Agricultura y Riego, José Manuel Hernández; de Salud, Fernando D’Alessio; y de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Ana María Choquehuanca.
Asimismo, estuvo presente el titular del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez; la congresista Luz Salgado y altos mandos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú.
Fuente: Diario El Comercio.

Fátima: 4 grandes lecciones del “Milagro del Sol”

Por Tom Hoopes– Aleteia.
La Santísima Madre se apareció a tres niños de un pequeño pueblo de Portugal en 1917, llamando al mundo a arrepentirse y rezar el Rosario. Al principio, la única persona que los creyó fue Ti Marto, padre de dos de los niños.
Pero entonces, el 13 de octubre, un milagro prometido, el “Milagro del Sol”, fue presenciado por 70,000 personas, incluyendo escépticos y científicos.
Después de aquello, todos creyeron.
“El sol pintó el mundo de diferentes colores”, describió Ti Marto, que debió de alegrarse tanto como los niños al verlo. “¡Se movió y bailó en el cielo!”.
A partir de entonces, las experiencias en Fátima se convirtieron en un elemento central definitorio de la Iglesia, incluyendo todos los papados hasta Francisco, que canonizó a los niños Marto.
La razón es que Dios gritó un mensaje aquel 13 de octubre que es imposible de ignorar.

Primero: El milagro habló al mundo de la inmensa humildad de Dios

Es difícil exagerar la extraña naturaleza del Milagro del Sol: un milagro público espectacular que fue anunciado con antelación.
Dios casi nunca obra de esa manera. Dios es todopoderoso, tiene toda la realidad en su mano. Él es el artista de todo atardecer, el inventor de toda maravilla de la naturaleza y el autor de la historia. No necesita hacer un gran despliegue para demostrar nada; el cosmos es bastante grande, gracias.
Pero a veces lo hace igualmente.
“El sol plateado (…) fue visto dando vueltas y revoloteando entre las nubes que lo rodeaban”, informó un periódico de Lisboa. “La gente lloraba y rezaba con la cabeza descubierta, en presencia de un milagro que habían esperado”.
El significado inconfundible de este milagro es que Dios es más grande que todo lo que conocemos. No solo es más grande que el sol, es más grande que las leyes que gobiernan el movimiento del sol.
Pero el milagro también deja claro que Dios es también el “sabueso del paraíso”, el Dios humilde que no se detendrá ante nada para ganar nuestro amor.
Él es el Dios que te ofrece la Estrella de Belén y el eclipse del Viernes Santo recogido en los Evangelios; y si no crees en los Evangelios, te ofrece el Milagro del Sol recogido en los periódicos.

Segundo: Dejó claro que podemos confiar en María

Fátima no es la primera vez que María mueve cielo y tierra.
En el Evangelio de Lucas, capítulo 1, el inicio de la redención de Dios del hombre depende de una palabra de María.
En el Evangelio de Juan, capítulo 2, es María quien da pie al primer milagro público de Jesús, el inicio de su ministerio. En Juan, capítulo 19, ese ministerio termina también con María.
Para la Iglesia, sucede lo mismo. En Hechos, capítulo 1, María está ahí cuando se forma la Iglesia. En Apocalipsis, capítulo 12, ella está ahí en su apogeo.
No debería sorprender que María permanezca en el centro de los planes de Dios hoy en día. Las consagraciones al Inmaculado Corazón de María, desde san Luis de Montfort al padre Michael Gaitley, han proliferado desde que María dijera al mundo en Fátima que “al final, mi Inmaculado Corazón triunfará”.

Tercero: Dios mostró la importancia de la familia

Mientras lo testigos veían el Milagro del Sol, los tres niños pastores vieron algo diferente: vieron la imagen de un padre y un hijo. San José y el Niño Jesús aparecieron en el cielo, con Jesús bendiciendo al mundo entero.
Es como si María, después de atraer la atención del mundo al llamamiento de Dios al arrepentimiento y la oración, quisiera resaltar lo que es más importante. No ella, no el infierno y no el Santo Padre o la jerarquía, que aparecieron todos en anteriores visiones; lo más importante era Jesús, el hijo que Dios confió al cuidado de José. Lo más importante es la familia humana.
Según escribiría sor Lucía más tarde en una carta a un cardenal: “La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del Matrimonio y de la Familia. No teman, porque cualquiera que actúe a favor de la santidad del Matrimonio y de la Familia siempre será combatido y enfrentado en todas las formas, porque esta es la cuestión decisiva”.

Cuarto: Ella nos mostró que los niños, y también todos nosotros, podemos cambiar el mundo

El Milagro del Sol quedará señalado de costa a costa aquí en Estados Unidos y por todo el mundo en grandes celebraciones como la procesión de luz de velas del cardenal Donald Wuerl en Washington, D. C., y un Rosario en la catedral de Los Ángeles.
Estas celebraciones marcan los 100 años de la experiencia de Fátima, 100 años de católicos rezando por la conversión de Rusia y rezando para salvarse del “fuego del infierno”.
Todo comenzó porque Nuestra Señora de Fátima contactó con tres niños y ellos dijeron al mundo que el destino de la humanidad descansa no en los presidentes o los consejos internacionales, sino en cada uno de nosotros, en que recemos y nos sacrifiquemos por los pecadores.
Justo como ha sido desde el mismo comienzo.

Hiroshima después de la bomba - Foto: Dominio público

El milagro de Hiroshima cumple 70 años: cuatro jesuitas alemanes salvados de la bomba por el Rosario

Hace unos días se cumplió un aniversario más del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, uno de los episodios más dramáticos de la historia de la humanidad. El 6 de agosto de 1945, fiesta de la Transfiguración, muy cerca de donde cayó la bomba “Little Boy”, cuatro sacerdotes jesuitas alemanes sobrevivieron a la catástrofe, y la radiación -que mató a miles en los meses siguientes- no tuvo efecto en ellos. Esta historia, documentada por historiadores y médicos, es conocida como el Milagro de Hiroshima.
Los jesuitas Hugo Lassalle, superior en Japón, Hubert Schiffer, Wilhelm Kleinsorge y Hubert Cieslik, se encontraban en la casa parroquial de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, uno de los pocos edificios que resistió a la bomba. En el momento de la explosión, uno de ellos se encontraba celebrando la Eucaristía, otro desayunaba y el resto en las dependencias de la parroquia.
Según escribió el propio Padre Hubert Cieslik SJ en un diario, únicamente sufrieron daños menores producto de cristales rotos, pero ninguno a consecuencia de la energía atómica liberada.
Los médicos que les atendieron tiempo después les advirtieron que la radiación recibida les produciría lesiones graves, así como enfermedades e incluso una muerte prematura.El pronóstico nunca se cumplió. No desarrollaron ningún trastorno y en 1976, 31 años después del lanzamiento de la bomba, el Padre Schiffer acudió al Congreso Eucarístico de Filadelfia y relató su historia, confirmando que los cuatro jesuitas estaban aún vivos y sin ninguna dolencia.
Fueron examinados por decenas de doctores unas 200 veces a lo largo de los años posteriores, sin que se hallase en sus cuerpos rastro alguno de la radiación.
Los cuatro religiosos nunca dudaron de que habían gozado de la protección divina, y en particular de la Virgen: “Vivíamos el mensaje de Fátima y rezábamos juntos el Rosario todos los días”, explicaron.

El Padre Schiffer SJ escribiría “El Rosario de Hiroshima”, un libro en el que da cuenta de todo lo que vivió.
Hace un año, al celebrarse un aniversario más de Hiroshima, el Obispo de Niigata y Presidente de Cáritas Asia, Monseñor Tarcisius Isao Kikuchi, difundió un mensaje en el que subraya que Japón puede contribuir a la paz “no con nuevas armas, sino con sus actividades de nobleza y amplia historia en el crecimiento mundial, de modo particular en las consideradas naciones en vía de desarrollo”.
El prelado añade que “con esta contribución al desarrollo, que lleva al pleno respeto y a la realización de la dignidad humana, sería muy apreciado y respetado por la comunidad internacional”. Cada año, del 5 al 15 de agosto, el país celebra una Oración por la Paz.
En Hiroshima y Nagasaki murieron unas 246 mil personas, la mitad en el momento del impacto y el resto en las semanas posteriores por los efectos de la radiación. La bomba de Hiroshima coincidió con la solemnidad de la Transfiguración del Señor y la rendición de Japón ocurrió el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
Fuente: ACI Prensa.

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