Nostalgia a mano armada

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Por Gonzalo Ramírez de la Torre– Lucidez.pe
Al mismo ritmo de “por Dios y por la plata”, la parlamentaria del Frente Amplio, María Elena Foronda, fue protagonista de un curioso lapsus la semana pasada. En una sesión de la Comisión de Pueblos Andinos, Foronda dijo: “Procederemos a votar a mano armada”, causando risa en todos los presentes y, consciente de la irónico de la situación, en ella también.
Y es que, claramente, un miembro del Frente Amplio, con los antecedentes que tiene el partido de indulgencia hacia algunas muestras de la izquierda radical, de pronto protagonizado semejante desliz, es una situación muy graciosa. No porque la violencia en sí sea algo digno de ser trivializado, sino porque da la impresión que justamente en este instante de inconsciencia supina, la izquierda, al fin, dejó constancia verbal del verdadero matiz de rojo que ostenta su bandera política. Y la involuntaria revelación es, con notas de impudicia política, oro cómico.
Pero claro, sería absurdo imaginar que esto delata una intención de golpe de estado o una sed de revolución armada al buen estilo del siglo XX. De hecho, lo que esto en verdad parece evidenciar es un poco de nostalgia, pero no cualquier nostalgia, obviamente, sino la peor, aquella que, en palabras de Joaquín Sabina, “añora lo que nunca jamás sucedió”.
Y es que póngase a pensar, la izquierda nacional, atracada en la prehistoria política por una necia renuencia a aceptar que el mundo ha cambiado, aún sueña con aquella gesta romántica por el poder, empuñando una bandera roja en la mano, coreando ‘La internacional’ y sacando al líder de turno a patadas de Palacio. La realidad, sin embargo, esa que los obliga a moderar su discurso para encandilar a ciudadanos que ya no se comen el cuento revolucionario, debe ser durísima para ellos y estos eructos del inconsciente, lo dejan clarísimo.
Pero claro, el diagnóstico que determina que los izquierdistas padecen de dolor por sus anhelos reprimidos no puede centrarse únicamente en el lapsus linguae de la señora Foronda. De hecho, para ese propósito, sobran los síntomas.
Están los relacionados al terrorismo, por ejemplo. Siempre ha estado clarísimo que al Frente Amplio le ha costado condenar con tajante firmeza las acciones de los terroristas del MRTA y Sendero Luminoso. Tanto ha sido así que han tenido en sus filas a gente allegada, de alguna u otra manera, a los grupos mencionados. Incluso, en su momento, por medio de Justiniano Apaza, no supieron cerrarle de plano las puertas del partido a un Peter Cárdenas Schulte que manifestó su interés de participar en política con un partido de izquierda. Luego veríamos, ya en el 2017, el “lapsus” con la foto de la terrorista Edith Lagos en un video del Frente Amplio y la insistencia de algunos miembros de la bancada en llamar “presos políticos” a los terroristas.
También está la actitud hacia Venezuela. Ante los últimos hechos (y su simetría con lo hecho por Alberto Fujimori en el Perú), los frenteamplistas se vieron obligados, a regañadientes, a condenar las acciones de Nicolás Maduro. Sin embargo, antaño ya se les había notado resistentes a criticar el régimen chavista, quizá porque es lo más cercano que tienen a la concreción de su sueño revolucionario (con toda la podredumbre que claramente ello ha conllevado). No obstante, a pesar del intento de distanciarse de esta dictadura, siguen negándose a apoyar las mociones que condenan ciertos actos en el país llanero y, recientemente, se negaron a aplaudir al opositor Julio Borges cuando visitó el Congreso, como si fuera un apestado.
Así, queda clarísimo qué es lo que aflige a la izquierda nacional hoy en día. Sin duda el rigor de la modernidad y el destierro de los radicalismos los llena de comprensible impotencia, al fin y al cabo ellos crecieron creyendo que esa era la forma en la que se tenía que hacer política. Felizmente tenemos episodios como los de María Elena Foronda para recordarnos qué es lo que los está molestando y para que comprendamos (aunque se nos haga difícil) que sufren de una nostalgia a mano armada.

Wilbert Rozas reemplaza a Richard Arce en Comisión de Ética

El congresista y vocero de Frente Amplio, Marco Arana, informó que su compañero de bancada Richard Arce será reemplazado por el legislador Wilbert Rozas, quien asumiría la vicepresidencia de la Comisión de Ética del Congreso de la República.
Arana indicó que, pese a los cuestionamientos de ilegalidad señalados por la agrupación de Nuevo Perú, la decisión contó con el respaldo de todo el pleno.
“La decisión del Pleno no ha sido ilegal. Se ha alcanzado ya la carta de reemplazo, lo reemplazará el congresista Wilbert Rozas”, manifestó.
Por su parte, el parlamentario Rozas señaló que quienes no estarían actuando conforme a ley serían los integrantes de Nuevo Perú, debido a que no son reconocidos como bancada a ante el Legislativo. Precisó que, como primera medida en la Comisión de Ética, procurará revisar las actas emitidas por el organismos y trabajar bajo las recomendaciones de su bancada.
“Aquí no existe una bancada de Nuevo Perú, sino una bancada de Frente Amplio. Ellos están discutiendo en un espacio que no les corresponde. Más ilegal es que ellos se comporten como Nuevo Perú, sabiendo que en el Congreso solo existe el Frente Amplio”, expresó.
Como se recuerda, en la última semana Frente Amplio emitió un pronunciamiento donde explicaba las medidas de esta decisión tras el pedido de algunos integrantes de izquierda.
“Ante esta situación y ante reiterados pedidos de diversos integrantes de la bancada, el vocero, conforme a sus atribuciones, reiterados de la Comisión de Ética al congresista Richard Arce. Esto debido a que se ha perdido todo tipo de confianza en su desempeño en la referida comisión”, se apreciaba en el comunicado.
Pese a ello, la facción allegada a la ex candidata presidencial Verónika Mendoza, la cual integrada Arce, presentó presentó un documento a la presidenta del Congreso, Luz Salgado, en el cual solicita que se demuestre que la mitad más uno de los integrantes de la bancada avalaron la expulsión.
Fuente: Diario Correo.

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