PPK en segunda vuelta

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Ponte el alma, PPK, por Alberto Vergara

Por Débora Dongo-Soria/ Semana Económica.
Pedro Pablo Kuczynski avanzó a la segunda vuelta, según el conteo rápido al 100% de los votos de Ipsos Perú. De esta manera, el candidato disputará la segunda vuelta con Keiko Fujimori.
Tras una reñida campaña, ¿cómo se explica que PPK haya llegado a la segunda vuelta?
Los analistas políticos consultados por SEMANA Económica coinciden en que el triunfo de PPK se debe, en gran parte, a motivos externos más que a sus propios méritos o a una buena campaña electoral. La migración de votos de Julio Guzmán (Todos por el Perú) y el ‘pánico’ generado en una parte de la población por el alza de Verónika Mendoza en las encuestas son factores decisivos en su pase a la segunda vuelta. Para el politólogo Arturo Maldonado, PPK ha sido el que mejor capitalizó el voto ‘anti-Mendoza’, lo que le permitió captar a parte del electorado de Alfredo Barnechea (Acción Popular), Alan García (Alianza Popular), de otros candidatos que venían más abajo en las encuestas y de algunos indecisos.
“Hasta antes de la salida de Guzmán, PPK estaba estancado en las encuestas. Su candidatura ha sido impulsada por las circunstancias, pero no por él mismo. Él no ha tenido una gran performance en esta campaña”, sostiene Luis Benavente, director gerente de Vox Populi. Para Benavente, lo que ha permitido el pase de PPK a segunda vuelta es que ahora, a diferencia de la campaña anterior (2011), su candidatura representa una opción en contra del fujimorismo y en contra de la izquierda.
Para el investigador del IEP, Félix Puémape, la victoria de PPK también se explica por la fragmentación de parte del electorado rural que votó por Gregorio Santos y no por Verónika Mendoza, restándole los votos necesarios para pasar a segunda vuelta. Gregorio Santos obtuvo 4% de los votos, según el conteo rápido de Ipsos. “Buena parte del voto rural podría estar a favor de Keiko Fujimori, pero también de la izquierda, y dentro de la misma izquierda hay un actor, como Gregorio Santos, que en Cajamarca es bastante fuerte. Esto habría desfavorecido a Verónika Mendoza. Ese ‘cachito’ del voto rural es el que necesitaría para pasar a segunda vuelta”, comenta.
Puémape cree que, más adelante, el voto de los peruanos en el extranjero (cerca de 900,000, equivalente a casi 4% del electorado peruano) podría inclinar la balanza a favor de PPK frente a Verónika Mendoza, ya que el perfil de ese elector está más orientado a opciones más conservadoras en lo político y económico. Esto debido a que, en general, estos electores fueron los que dejaron el país por las crisis de los años ochenta y noventa.

¿CÓMO QUEDA VERÓNIKA MENDOZA?

Pese a la derrota de Verónika Mendoza, Puémape cree que el tercer lugar la fortalece tanto a ella como a la izquierda, que en elecciones anteriores no tuvo candidato propio ni supo mostrarse unida. “Ahora la izquierda tiene una lideresa competitiva electoralmente y va a tener una bancada”, señala.
Para el investigador del IEP, dicha bancada (21 curules, según el conteo rápido de Ipsos Perú) podrá representar y canalizar los conflictos sociales, los cuales suelen desarrollarse y cobrar mayor importancia en las calles, y no dentro del Congreso o las instituciones. Así -según Puémape-, los representantes del Frente Amplio podrían usar el Congreso como plataforma para darle una voz a quienes protagonizan conflictos sociales relacionados, por ejemplo, con la minería.

LOS HITOS DE CAMPAÑA DE PPK:

      • 30 de enero: Se difundió un video en redes sociales cuando PPK realiza un mitin y su candidato al Congreso de Junín, Mauricio Vila, ofrece cajas de cervezas, caña y coca a los asistentes

      • 24 de febrero: PPK tildó de ignorante a un periodista de Puno cuando le preguntaba sobre la renegociación del gas

      • 9 de marzo: El JNE excluyó a César Acuña y a Julio Guzmán de las elecciones

      • 17 de marzo: PPK pidió que no excluyan a Keiko Fujimori del proceso electoral

      • 22 de marzo: Dos ciudadanos solicitaron excluir a PPK por entregar cerveza durante un mitin en Huancayo

      • 27 de marzo: PPK atacó a Verónika Mendoza al decir que ella “no ha hecho nada en su perra vida”

      • 30 de marzo: El JNE determinó que PPK no entregó dádivas durante su campaña en Sapallanga, Huancayo

      • 31 de marzo: El JEE de Huancayo excluyó a Mauricio Vila Bejarano, candidato al Congreso por Peruanos Por el Kambio, por entregar coca, caña y cajas de cerveza durante una actividad proselitista

      • 4 abril: PPK dijo que firmará una ley para que Alberto Fujimori cumpla su condena desde su casa.

Julio Guzmán no es una víctima

Por Marjorie Effio Palma
Decidí no publicar nada sobre estas elecciones luego del amargo final en el que se convirtió mi experiencia apoyando a un candidato presidencial. Y lo hice no por algún rezago de respeto hacia él. No. Tomé esa decisión por todas las personas que invirtieron sus sueños, esperanzas e ilusiones en un proyecto que iniciamos hace más de 2 años con mucho entusiasmo. El 7 de febrero, luego de mi renuncia a su campaña, pensé que por responsabilidad con el país debía decir todo lo que sé; luego de que el JNE lo sacó la carrera, entendí que ya no tenía sentido hablar y me mordí la lengua, y los dedos también. Ahora que han pasado los días, creo que debo aclarar algunas cosas por respeto a todos aquellos que, a través mío, creyeron en él; por consideración a mi familia, a mis amigos, a aquellos que siguen apoyándolo porque no saben la verdad, y al país, porque me subleva que levante la bandera de la democracia cuando ni siquiera conoce el significado de la misma. Me queda claro que el Perú se salvó de un candidato sin valores éticos y morales, un candidato que me demostró a tiempo lo que hace el poder con la mayoría de seres humanos.
Voy a ser presidente
Una persona a la que quiero y respeto me presentó a Julio Guzmán en una cafetería miraflorina, en diciembre de 2013. Empezábamos la charla cuando, sin ningún preludio, me dijo: “voy a ser presidente del Perú y te necesito para lograrlo”. Yo venía intentando generar cambios desde distintas instituciones del Estado hacía muchos años y encontré en él a la persona que podía liderar las grandes reformas que, entiendo, son necesarias para salir del hoyo en el que está el Perú desde que tenemos memoria. Él habló. Yo escuché. Le creí. Recuerdo con claridad la última escena de esa mañana: le pedí que me mirara a los ojos y me dijera qué es lo que iba a pasar si cambiaba su visión, si todo lo que me había dicho era mentira, si el poder se lo comía y se convertía en uno más de aquellos políticos que tanto daño le han hecho al país… “Yo te juro que eso no va a ocurrir pero, si pasa, eres periodista, y tienes toda la libertad para destruirme”, me respondió. Y pasó. Y aquí estoy, pero no para destruirlo, no es mi estilo, sino para explicar algunos acontecimientos ocurridos en los últimos meses de la campaña hasta mi renuncia, con el único objetivo de que entiendan que Guzmán no es una víctima de elenco estable, sino, más bien, de un ego exacerbado y de una soberbia desmedida.
La sorpresa de mis colegas periodistas cuando les dije que ya no estaba más con Julio, fue grande. No lo entendían y muchos salivaban esperando que lo cuente todo. “Me fui porque no estoy de acuerdo con muchas cosas que vienen ocurriendo al interior de la campaña. Es un tema de principios”, fue lo único que les pude decir. Recuerdo el mensaje de uno de ellos: “No tiene sentido tu renuncia. Nadie se va de una campaña cuando logra llevar a su candidato al 20% en las encuestas. Cuenta lo que ha pasado”. Pero no pude.
Julio Guzmán y yo éramos un equipo. Siempre me decía que confiaba en muy pocas personas. Entre ellas, yo, claro. Yo creía plenamente en él y adopté una actitud protectora; lo defendía con uñas y dientes frente a cualquier ataque, en espacios públicos y privados. Me consultaba todo (o eso me hacía creer). Era su jefa de comunicaciones y de prensa, su camarógrafa y su fotógrafa, su asesora, su abogada, su asistente, su chaleco, su hermana, su madre, su amiga… Todos cargos ad honorem, por supuesto. Mis consejos y críticas, que no fueron pocas, siempre se las hacía a puertas cerradas, y aunque sabía que estas últimas no le gustaban, siempre me escuchaba. Y así avanzamos hasta que comenzó a subir en las encuestas y se empezó a rodear de esas personas con mala entraña que abundan en el mundo, que le decían lo que era “mejor” para la campaña y sus objetivos. Mis desacuerdos con él fueron cada vez más estructurales y constantes y, así, poco a poco, me convertí en su principal crítica, en la persona que le cuestionaba las cosas importantes. Eso no le gustaba y se molestaba mucho conmigo. Entonces no me contó más, porque, según sus propias palabras, él no necesitaba que cuestionen sus decisiones, porque solo debía estar cerca de personas que mataran por él sin preguntar, porque él debía ser presidente a como de lugar y porque discrepar con él significaba desconfiar de él. Esos argumentos quebraron todo lo que, pensaba, habíamos construido. Me di cuenta de que el proyecto no era nuestro, sino suyo, y que haría lo que fuera por lograr su objetivo, hasta hipotecar a quienes dieron todo por aquel proyecto colectivo, por aquel proyecto de país. Conmigo no lo hizo una vez, sino varias veces. Incluso, después de un tiempo supe que sin yo haberle pedido formar parte de su lista al Congreso que fue votada en las internas, me vetó (junto con su hermana), argumentando que podía ser muy incómoda para sus fines dentro del parlamento. Ese, es Julio Guzmán.
Su “injusta exclusión del proceso electoral”
Estas últimas semanas me he sentido impotente al escuchar a Julio Guzmán decir que su exclusión del proceso fue una “injusticia”. A él y a un grupo de sus seguidores que, sabiendo la verdad, son capaces de hacer lo que sea por un poco de poder.
Para mí, la democracia es a un país, como la democracia interna es a los partidos políticos. Así de simple. Julio Guzmán no cumplió, a pesar de que fue advertido, con las normas que rigen para este proceso (ni con las internas ni con las de los organismos electorales). Y digo Julio Guzmán, porque aquí el partido Todos por el Perú no es responsable de nada. Él recibió el partido y dispuso de él a su antojo.
Resulta irresponsable que se pasee por medios nacionales e internacionales, y por organismos supranacionales, afirmando que esto es un fraude, cuando es clarísimo que vulneró las normas electorales. Decir que su exclusión es injusta es una patraña más para victimizarse. Es evidente que ha habido un manejo político/corrupto por parte de los miembros del JNE (no somos idiotas); es claro que, como resultado de la trasnochada aprobación de las modificaciones a las normas electorales hechas por el Congreso de la República, se generó un caos inaceptable en el proceso, pero la injusticia no está en que hayan excluido a Guzmán de la carrera electoral, sino en que no haya ocurrido lo mismo con otros candidatos. Esto último, no convierte en injusto su caso.
Somos un país con tan poca institucionalidad; nuestro sistema de partidos es tan poco formal, que nos creemos el cuento de que no cumplir con las normas electorales es un asunto de mero trámite administrativo. Y como el ex candidato lo sabe, convirtió ese argumento en su principal escudo. Pero no pues, la norma es la norma, te guste o no. Y si no la cumpliste, atente a las consecuencias. Punto.
Es increíble verlo gritar por calles y plazas que este proceso es fraudulento por las causas que lo han afectado, sobre todo, utilizando a los jóvenes que con purita pasión creyeron y aún creen en él. Esa actitud, cuyo propósito es justificar su irresponsabilidad en el manejo del partido, habla muy mal de él. Además, eso no solo le hace daño a un proceso, ya de por sí magullado, sino que afecta al país y a la democracia, que con tanto esfuerzo y dolor hemos recuperado.
No voy a profundizar en la larga lista de causas, decisiones y pruebas que me llevaron a renunciar, las mismas que van mucho más allá de las razones que lo sacaron de carrera. Y no lo haré por respeto a algunas personas que formaron parte del equipo, cuyo trabajo fue de primera, y por el partido (y sus fundadores), institución a la que valoro por su trayectoria democrática.
A quienes siguen en esta insensata campaña de Guzmán, no puedo pedirles perdón por decir la verdad, solo espero que entiendan que alguien tenía que decirla.
Julio Guzmán me mintió aquella mañana en un café miraflorino. El proyecto que lideró, nunca fue de Todos, y es que sus prácticas poco democráticas revelaron a un ser, más bien, autoritario. Por eso me alejé de él, porque yo no le vendo mis principios a nadie, porque nunca he necesitado “poder” para aportarle a la patria, y porque no acepto las mordazas y nunca jamás voy a dejar de decir lo que pienso.
Ahora tenemos algo mucho más importante en lo que pensar. Este domingo iremos a decidir nuestro destino para los próximo 5 años. Aún no sé por quién voy a votar, pero sé bien por quién no lo haré. No votaré por el regreso al pasado delincuencial del fujimorismo; no votaré por la primera dama del dictador que nos sumió en la más grande miseria; no votaré por la hija que le dio la espalda a la madre, ni por la mujer que avaló las esterilizaciones forzadas practicadas a sus pares; no votaré por la cómplice de un gobierno que mató a muchos inocentes y que se robó la plata de todos los peruanos. La marcha del martes, que recordó el trágico 5 de abril de 1992, fue muy emotiva y me ha devuelto la esperanza en mi país. Siento que somos un pueblo que se levanta ante la injusticia y el olvido, y que es capaz de movilizar miles de corazones con memoria para decir #KeikoNoVa #FujimoriNuncaMas

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