Documentos inéditos obtenidos por este semanario revelan que César Acuña “desaprobó por unanimidad” la sustentación de su tesis de Ingeniero Químico en la Universidad Nacional de Trujillo. Eso sucedió el 5 de junio de 1995. Al día siguiente de haber sido jalado en una ceremonia pública por la presentación de su tesis, Acuña solicitó que se declarara nula la audiencia aduciendo que el jurado había tenido mala fe con él y que se le diera otra oportunidad ante un nuevo tribunal académico. El jurado le respondió con un informe demoledor en el que enumera las deficiencias del trabajo y tilda de “hilarante” la sustentación de Acuña.
El 25 de agosto de ese mismo año el asesor de la tesis de Acuña y a su vez presidente del jurado calificador, Luis Moncada Albitres, se manifestó en contra de que se le expida el título profesional por haber presentado un trabajo con “graves deficiencias”.
Increíblemente, 12 días después Acuña tenía bajo el brazo su título ¿Cómo lo logró?
LA HISTORIA ACADÉMICA DE ACUÑA
El hoy candidato presidencial ingresó a la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Trujillo en 1972 y culminó sus estudios de bachillerato 16 años después, en 1988. Ese año el decano de dicha facultad era el ingeniero Masahiro Ywanaga Angulo, quien se negó a rubricar el diploma del grado de bachiller de Acuña porque descubrió graves irregularidades en su foja académica. “En el colmo de los colmos, el alumno César Acuña Peralta aparecía aprobando en un ciclo 48 créditos (en el año 1977), en lugar de 22 que era y es lo normal. Todo un superdotado. ¡Ni Einstein! Además había reprobado cursos secuenciales en forma paralela. Por si esto fuera poco, primero aprobó cursos superiores de línea y después los prerrequisitos, siendo esto imposible. Como también se comprobó (que) varios de sus documentos aparecían como ingresados a secretaría de la Facultad en días de huelga general indefinida, lo cual es materialmente imposible”, contó el excatedrático Ywanaga en una entrevista concedida a la revista del sindicato unificado de docentes de la Universidad Nacional de Trujillo, en agosto del 2011. El decano subrayó: “Yo no recordaba haberlo visto como alumno en los ambientes de la Facultad y, al revisar mis actas del curso de Operaciones Unitarias I, que sólo yo dictaba en Ingeniería, no aparecía ni como matriculado ni como asistente el nombre de César Acuña”. Ywanaga se negó a entregarle el título de bachiller.
En 1990 se formó un Consejo Universitario para revisar toda la carrera académica del estudiante encontrándose irregularidades en 17 asignaturas que, si bien aparecían en las actas como aprobadas por Acuña, los profesores testificaron que lo habían desaprobado o simplemente que no había tomado el curso. Acuña tuvo que esperar cinco años a que se nombrara un nuevo rector para reclamar su bachillerato. Y esperó pacientemente.
En marzo de 1995, sólo tres meses después de que cambiaran las autoridades universitarias, el nuevo decano, Mario Alva Astudillo, le otorgó el grado de bachiller a Acuña. Inmediatamente este solicitó que se le fije fecha para la sustentación de su tesis con el fin de obtener el título de ingeniero químico. El día establecido por el decanato de la universidad fue el 5 de junio de 1995. El jurado evaluador quedó conformado por los ingenieros Luis Moncada Albitres (presidente), Guillermo Evangelista Benites y Manuel Vega Herrera. Cabe precisar, además, que el presidente del jurado, el docente Moncada, también había sido designado asesor de tesis de César Acuña Peralta.
El exalcalde de Trujillo presentó, junto a su compañera de estudios Liliana Marín, la tesis titulada: “Diseño de equipo de separación de planta para el tratamiento de gas natural”. El documento que expidió el jurado, luego de escuchar a Acuña, concluye: “Los señores miembros del jurado de tesis han evaluado al señor exalumno César Acuña Peralta, obteniendo el siguiente resultado: Desaprobado por Unanimidad, lo que comunicamos para los fines convenientes”.
Al día siguiente, Acuña apeló el resultado remitiendo un escrito al decano de la Facultad de Ingeniería Química, en el que exigía la “nulidad de la evaluación de sustentación de tesis y designación de nuevo jurado dictaminador”.
Acuña se quejaba porque lo habían obligado a sustentar su tesis públicamente y alegaba que el jurado había sido “hostil” con él. “A pesar de situaciones anormales y la atmósfera negativa y hasta hostil contra el recurrente, procedí a la sustentación de mi trabajo, absolviendo satisfactoriamente todas las preguntas formuladas por el jurado. No sólo esperaba el resultado aprobatorio como una consecuencia lógica (de la exposición), sino que además recibí felicitaciones de varios de los asistentes”, decía Acuña en la carta enviada al decano, en la que aseguraba que era víctima de la animadversión de sus examinadores. “Sin embargo, el jurado, en forma sorpresiva y de manera irregular, acordó que la sustentación quedaba suspendida. Dejo constancia que existía inocultable intencionalidad contra el recurrente”.
El decano de la facultad, Mario Alva Astudillo, envió un oficio al presidente del jurado calificador pidiendo que se dé respuesta a la solicitud de Acuña. Días después Moncada respondió al decano con un oficio en el que decía: “El resultado de evaluación del trabajo de tesis presentado por los recurrentes (Acuña y Marín) se encuentra en la hoja de evaluación de cada graduando en los archivos de la escuela, en los cuales se informa como resultado el de ”desaprobado por unanimidad” para los dos graduandos y está fechado con 5 de junio de 1995”.
El decano exigió entonces que se le precisara detalladamente por qué había sido reprobado Acuña, lo que motivó un nuevo y demoledor informe del jurado evaluador. “La sustentación es un acto público y escapa al control del jurado la asistencia de algún interesado en el tema a sustentar. Debido a notorias deficiencias y vacíos en conocimientos básicos relacionados al tema materia de sustentación, el jurado acordó por unanimidad desaprobar a los dos graduandos. En ningún momento se notó atmósfera hostil hacia los graduandos. Lo que sucedió es que algunas respuestas ingenuas dadas por los graduandos causaron hilaridad en el auditorio. Señor decano,por lo expuesto y por la imparcialidadcon la que hemos actuadonos reafirmamos en nuestra decisión”, argumentaron los ingenieros Luis Moncada Albitres, Guillermo Evangelista Benites y Manuel Vega Herrera en el oficio N°117-95, fechado el 30 de junio de 1995.
Acuña no se conformó y volvió a insistir con la cantaleta de que los profesores le tenían cólera y con su exigencia de un nuevo jurado. En esta ocasión quien respondió al líder de APP fue su exasesor de tesis, Luis Moncada. “Por la gestión anterior fui nombrado asesor de trabajo de la tesis (…) la tesis presentada adolece de graves fallas de forma y de fondo, siendo una de las causales para su desaprobación”, explicó Moncada en un oficio del 25 de agosto de 1995. Y anunció: “Al tener conocimiento de la solicitud de cambio de jurado, aduciendo intencionalidad para su desaprobación y en salvaguarda de mi prestigio docente, es que pongo de su conocimiento que no soy responsable de las fallas que tenga el trabajo mencionado y soy de la opinión de que mientras no se hagan las correcciones pertinentes no puede ser sustentado nuevamente y, a la vez, renuncio a la asesoría de dicho trabajo”.
La dimisión del ingeniero Moncada Albitres debió zanjar definitivamente el asunto y evitar que se nombre a un nuevo jurado, como buscaba Acuña. Pero el decano Mario Alva Astudillo, el mismo que le había dado el bachillerato, contradiciendo esta vez a los catedráticos de la Escuela de Ingeniería Química, concedió el “título profesional” a César Acuña el 6 de setiembre de 1995. No hay que perder de vista que el proceso para nombrar a un nuevo jurado de tesis toma entre seis y 12 meses, según catedráticos consultados por esta publicación. Pero Acuña logró lo que parecía imposible y obtuvo su título de Ingeniero Químico en tiempo récord: 12 días después de que su propio asesor de tesis confirmó la indigencia intelectual del trabajo presentado.
Muchos años después, cuando la revista de la Universidad Nacional de Trujillo le preguntó al exdecano Ywanaga si sentía que Acuña se había salido con la suya al obtener su bachiller y titulo profesional irregularmente, este contestó: “Para vergüenza eterna de las autoridades que hicieron posible que un señor que nunca asistió a clases se titulara, en efecto así ocurrió. Sobre esto deberán responder el rector Guillermo Gil Malea y el decano Mario Alva Astudillo, que firmaron el grado de bachiller y el título de ingeniero fraguados de Acuña. El señor Acuña se salió con su gusto, cierto. Pero lo que nunca podrá demostrar es capacidad intelectual, menos conocimientos de ingeniería. La capacidad y los conocimientos no se pueden comprar. Basta escucharlo hablar para darse cuenta de sus graves limitaciones cognitivas. La pobreza de su lenguaje es alarmante y el atropello al idioma una vergüenza. El señor Acuña sabe tanto de ingeniería como un albañil de física cuántica”, dijo.
El capítulo de su paso por Madrid es solo una anécdota más.
Fuente: Hildebrandt en sus Trece.
Propiedad intelectual
Por Ángel Hugo Pilares– Diario el Comercio
El candidato de Alianza Por el Progreso, César Acuña, señaló en su conferencia de prensa que “los autores consultados para mi trabajo sí figuran como referencias bibliográficas” y que las “diversas fuentes y variados autores” que usó fueron “todos mencionados en la bibliografía”.
El Comercio revisó la tesis de César Acuña con un software especializado y encontró que el candidato transcribió en su totalidad páginas completas sin mencionar la fuente de la que provienen o mencionando únicamente esta fuente en la bibliografía y no dentro del texto, contraviniendo las normas académicas de la Universidad Complutense de Madrid, incurriendo en un plagio.
Según la web de la Universidad complutense de Madrid, “por acuerdo de la Comisión de Calidad de Grado se advierte a los estudiantes de que en todo tipo de trabajo académico está absolutamente prohibida la reproducción de textos publicados (incluso en Internet) sin mostrar de forma inequívoca la fuente de donde proceden mediante un sistema adecuado de citas”.
La misma universidad agrega en el apartado relacionado a los plagios que “no respetar esta norma se considerará como un acto similar a copiar y, en consecuencia, será sancionado de acuerdo con la normativa vigente”, que incluye decretos legislativos, la Ley de Propiedad Intelectual y la Ley Orgánica del Código Penal.
El sistema adecuado de citas al que se refiere la Universidad Complutense es, según académicos consultados, el uso de un estilo que permita identificar claramente la fuente e identificar las páginas exactas que se citan. Usualmente se usan estándares como el APA o el MLA. En el área de Educación de la Complutense, donde se dio el plagio, hay documentos que señalan que el formato a usarse es el APA.
Según ese formato, no solo debe mencionarse en la bibliografía las fuentes consultadas, sino que debe hacerse evidente en el texto quién es el autor.
El mismo documento publicado por la universidad señala que si la cita textual de una investigación contiene más de 40 palabras se debe ubicar en un párrafo sin entrecomillar pero final de dicha cita se debe “ubicar la fuente y el número de página o de párrafo entre paréntesis”.
¿Por qué es importante esto?
Porque César Acuña no lo hizo.
El Comercio pudo ubicar páginas completas copiadas textualmente de otros estudios que Acuña transcribió sin cumplir esta normativa, por lo que habría incurrido en un plagio que la Universidad Complutense ya está investigando.
La Complutense
Por Eduardo Dargent- Diario La República.
Hay plagio en la tesis doctoral de César Acuña, no lo dude. No se deje enredar en la estrategia de Luis Favre de patear el problema hacia adelante, esperando que otro escándalo electoral nos haga olvidarlo. No hay que esperar a la Universidad Complutense para decirlo, cualquier persona que pueda contrastar textos puede concluir con total certeza que César Acuña plagió. Anel Townsend, que se ha paseado por diversos medios señalando que no ha leído la tesis para juzgarla, podría abrirla un momentito y se dará cuenta que su candidato roba ideas ajenas. No es difícil.
Pero si bien no es necesario esperar a la Complutense para concluir que hay plagio, sí es importante que dicha universidad diga algo, y pronto. Si existe justicia, Acuña debería perder su título. De no ser así, el mensaje sería patético para cualquier estudiante honesto y para todos quienes se han roto el lomo terminando una tesis. Y ese pronunciamiento debe llegar antes del día de la elección.
Solo una decisión rápida puede liquidar frente a una parte de la población la absurda defensa de Acuña. Lamentablemente la discusión sobre el plagio le es lejana a muchas personas, e incluso a algunos puede sonarle razonable que se señale que no hay plagio porque se incluyeron los libros copiados en la bibliografía (dicho sea de paso, no están todos). Como si eso perdonara la falta de comillas y el copy-paste colosal.
Un pronunciamiento externo, categórico, acaba con una discusión que ni siquiera debió darse, que en otro país ya tendría un político liquidado. Y permite a esa parte de la población a la que el tema sí le importa pero no tiene las cosas claras, tenerlo en cuenta al momento de votar. Hay otros a los que nada de esto importa, sin duda, pero no me sumo a los que creen que la gran mayoría de peruanos son cínicos perdona-todo o que estamos ante una masa uniforme. El que alguien haga trampa, y luego pretenda despreciar al votante señalando que su trampa es relevante, sí molesta a un sector importante de la población.
La Complutense nos debe un pronunciamiento rápido. Su ex alumno ha usado el título que le otorgaron para promover su universidad y su figura política. Una universidad que tiene exoneraciones tributarias que incrementa las ganancias personales de su dueño, quien luego puede usar esos fondos para influir en la política. Ustedes nos lo mandaron recargado, cabe reparar el error.
Si la Complutense por el contrario opta por el trámite lento, por el formalismo, puede que su decisión llegue tras las elecciones. Nos estaría perjudicando. Por ello, creo importante poner los reflectores sobre ella. Que sepan que estamos esperando. A ellos les conviene, además, levantar las críticas y suspicacias que deja el caso sobre su prestigio. ¿Qué pasó con el asesor y el jurado de tesis? Nadie está libre de ser engañado, obvio. Pero en este caso los plagios son de textos de colegas españoles que, supuestamente, los miembros del jurado conocen. ¿Por qué no se dieron cuenta? Un severo descuido, cuando menos.
Quiero aprovechar el tema para recordar algo más. Este modelo de universidad es producto de varios genios que creían que el lucro y la calidad irían de la mano. Descuidaron la universidad pública, la dejaron vegetar con sus problemas. Y no alertaron sobre lo evidente: que en un país sin un Estado fuerte, con una población necesitada de títulos, donde la corrupción está extendida y un titulado sin formación puede ser tan inútil como peligroso, el lucro era una receta explosiva. ¿Cuesta tanto que reconozcan que se equivocaron?