Segundo domingo de Adviento

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San Juan Bautista

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Este es el comienzo del Evangelio de Jesucristo (Hijo de Dios). Así empieza Marcos su evangelio, que es el de este 2º domingo de Adviento (Mc 1,1-8). Lo empieza sin las introducciones y los rodeos de los demás evangelistas. A continuación e inmediatamente, nos presenta a Juan Evangelista, el Precursor de Jesús, en el marco de una cita del profeta Isaías (40.3), que Juan el Bautista hace suya y empieza a cumplirla. En su estilo conciso y nervioso, Marcos nos presenta el retrato de Juan, su trabajo (predicaba el bautismo y la conversión) y su Mensaje: “detrás de mí viene uno que es más poderoso que yo” y que “les bautizará en el Espíritu Santo”. Será difícil que nos parezcamos al Bautista en su estilo de vida, pero sí lo podemos imitar y hasta superar en mucho de lo que él hizo.
Concretamente en lo que se refiere al bautismo, que es lo principal que él hizo. Un bautismo de conversión con agua del río Jordán, que produjo un cambio y una expectativa grandes entre la gente, y logró reclutar a muchos para ponerse al lado del Mesías a su llegada, que Juan aseguraba ser inminente. Los hombres, toda clase de hombres, acudían de todas partes a hacerse bautizar por Juan. Les había metido una mística con un bautismo que el mismo Juan reconocía que no eran gran cosa. Me pregunto ¡qué hubiera hecho si hubiera contado con el bautizo por el Espíritu, que Jesucristo iba a traer y trajo! (Mc 1,8), y que nosotros tenemos.
Nosotros tenemos el bautizo por el Espíritu, que nos hace ser más grandes que el mismo Juan (Mt 11,11), pero aparte de esto, que es un regalo de Jesús, ¿¡qué hacemos con nuestro bautismo!? ¿Lo valorizamos en lo que es o nos pasamos la vida sin recordar que somos unos bautizados? ¿Crea en nosotros una mística por Jesús? ¿Es desde nosotros un medio de conversión para la gente, que cambia ante nuestro testimonio de vida? Podríamos seguir haciéndonos preguntas, pero será mejor que nos hagamos un par de promesas: 1, vivir como Discípulo Misionero del Señor, cada vez más y mejor, que es lo que el bautismo nos pide; y 2, celebrar todos los años nuestro cumplebautismo (como celebramos el cumpleaños).
Del bautismo hablaremos el próximo domingo. Digamos ahora algo de lo que Juan hizo ante la llegada de Jesús y que nosotros podríamos imitar: 1, prepararnos como él se preparó, en cuerpo, alma y espíritu, desde que su padre Zacarías le dijera que tendría que ser el Precursor del Mesías (Lc 1,76): 2, dejarse seducir por Jesús y su causa, en una entrega total e inteligente; 3, abandonarlo todo y ponerse en camino…hasta el río Jordán para iniciar su misión y 4, prepararle un pueblo, que se comprometió con Él por medio de un bautismo de conversión y perdón.; 5, elegir y formar un selecto grupo de discípulos, algunos de los cuales llegaron a ser discípulos y apóstoles de Jesús.

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