Por Ricardo Uceda
El momento de mayor peligro del modelo económico fue la campaña presidencial del 2006, en la que Ollanta Humala pudo ser presidente del Perú. Su programa de gobierno extendía desde sus primeras líneas una partida de defunción al “modelo neoliberal”, y nadie duda de que el cambio hubiera sido radical. Sus rivales eran Lourdes Flores y Alan García, ninguno de los cuales desandaría lo recorrido. La victoria final de Alan García constituyó entonces, en sí misma, el más importante momento de reafirmación política del modelo. Dicho de otro modo, su salvación.
¿Cómo lo hizo? Esta vez García eligió un jefe de campaña atípico: el economista Hernán Garrido Lecca. Habían estado distanciados en el primer gobierno aprista, pero se reconciliaron cuando el ex presidente volvió, en el 2001, para competir en las elecciones que siguieron a la caída de Fujimori. Por entonces, desde fuera del APRA, Garrido Lecca integraba un movimiento de socialdemócratas sin partido. Además, se había especializado en defender a los consumidores. Las tarifas que estaba cobrando Telefónica, monopolizadora de los servicios de telefonía desde la privatización de la Compañía Peruana de Teléfonos, eran todo un tema. Alan García se lo tomó para la campaña electoral y lo desarrolló brillantemente. Otro problema muy bien detonado fueron los services, comercializadoras de trabajadores, a quienes se explotaba con descaro.
García ya era otro. Criticaba las tarifas, pero en el fondo no la privatización. En Europa, no solo había visto la caída del muro de Berlín sino el comportamiento de los socialdemócratas europeos que defendían las inversiones sin rubor y al mismo tiempo los postulados de la causa, el Estado con rostro humano. Quería atraer al capital, reconciliarse con los empresarios y darse una imagen de auténtico garante de sus inversiones. Esto, por supuesto, no había que decírselo así a los electores. Al año siguiente, García se contaría entre quienes se opusieron a la privatización de EGASA y EDEGEL en Arequipa, el drama de nuestra anterior historia. Se trataba de derechizarse en el gobierno, no antes ni después. Un amigo de García que cenó con él en París antes de que regresara al Perú para la campaña, asegura que su viraje ideológico ya había concluido en el 2001. Cuando comenzó la campaña, ya era el que sería. “Había roto el tabique que a tantos izquierdistas les impide comulgar con el capital, y una vez roto ese tabique hay otra historia. Puedes negociar, familiarizarte, intimar con él. No hay límites”. Esto podría explicar, en su segundo gobierno, la impaciencia de García por promover -diríase imponer- la inversión privada en ambientes hostiles a la misma, que requerían un trabajo político previo.
A comienzos de enero del 2006, cuando García le propuso a Garrido Lecca dirigir la campaña, estaba en tercer lugar en las encuestas, detrás de Lourdes Flores y Ollanta Humala. En su primera reunión, el candidato le preguntó al jefe de campaña.
– ¿Con quién queremos pasar a la segunda vuelta?
– Con Ollanta Humala, sin duda.
García se mostró de acuerdo. Enfrentado con Flores, era más posible que perdiera que con Humala.
Esta primera y en apariencia simple decisión fue una de las tres ideas principales que determinaron que García derrotara a Humala en aquella elección. Llevada a la práctica, significaba que el centro de los ataques sería Lourdes Flores y que a Humala se le dejaría correr. Desde el comienzo, quedó establecido que Flores sería la “Candidata de los Ricos”. La frase pegó, pese a que las propuestas de Lourdes Flores no eran particularmente derechistas. Pero era cierto que los sectores pudientes la preferían a Ollanta o a García. Diríase que por ello su asociación con los ricos fue aceptada con tanta naturalidad.
Por otra parte, García y Garrido Lecca contaban con que los medios de comunicación que se opusieran a su candidatura destacarían a Humala, principalmente para presentarlo como un enorme peligro. Este alarmismo, según el razonamiento, a la larga favorecería a Humala, al ponerlo en escena. Era lo que ellos querían: que el ex militar pasara a la segunda vuelta.
La segunda idea consistió en buscar un mecanismo que lograra que Alan García, o su candidatura, fuera aceptada positivamente por la gente. Garrido Lecca lo explicaba diciendo que había que “romper el hielo” con el electorado. Logró que en un primer momento Alan García no apareciera en la televisión haciendo propuestas y lanzando conceptos. Antes tendría que haber algo que lo conectara emocionalmente con los electores. En la campaña del 2001, este recurso había sido empleado con gran éxito por Hugo Otero. Alan García grabó un spot cantando “Contigo Perú” con el Zambo Cavero, y la simpatía de García, demonizado durante diez años, creció en amplios sectores populares.
La oportunidad se presentó cuando, en una actividad con jóvenes, Garrido Lecca observó cómo todos bailaban reggaetón. Lo disfrutaban más que otros bailes que los animadores de la reunión ponían. Él no conocía el reggaetón, le disgustaba, pero indudablemente era un gran medio para conectarse con los jóvenes. Fue el germen de la idea de hacer un spot en que estrellitas apristas bailaran reggaetón. No había otro mensaje: ellas bailando y al final un llamado para marcar la estrella del APRA en el voto. Cuando el spot fue presentado a la Comisión Política del APRA, hubo una rechifla generalizada. Cómo es posible, decían unos dirigentes, que un partido de más de ochenta años no presente una sola idea sobre los problemas del país. El APRA no es la Coca Cola, decían otros. Sin embargo, García estuvo de acuerdo con la idea, y el spot fue difundido y se convirtió en un éxito. Los ambulantes empezaron a vender estrellitas reggaetoneras en las calles de Lima. A finales de marzo, a diez días de las elecciones, García crecía sostenidamente hacia el segundo puesto y Lourdes Flores descendía. Por estrecho margen, Flores quedó fuera de la competencia.
La tercera idea se puso en práctica en la segunda vuelta, y consistió en provocar a Hugo Chávez para que se pronunciara sobre el Perú. García provocó a Chávez llamándolo “caradura”, por oponerse a que países latinoamericanos suscribieran TLC con Estados Unidos mientras les vendía a los gringos la mayor parte del petróleo venezolano. Chávez respondió llamándolo “ladrón de cuatro esquinas”, entre otras lindezas, y le dijo públicamente a Humala:
– Ollanta, compadre, eche pa’lante y salve al Perú, compañero, y tendrá todo nuestro apoyo.
La Cancillería peruana emitió una nota de protesta por las declaraciones de Chávez. El debate pasó a ser el apoyo del mandatario venezolano al candidato nacionalista. En los últimos días, este factor inesperado haría perder la presidencia a Ollanta Humala. En el mitin de final de campaña, el eslogan principal del APRA era: “O Chávez o el Perú”.
Fuente: Revista Poder.
Según James Lockhart Smith del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (International Institute for Strategic Studies-IISS) de Londres, en el 2006, Chávez y su gobierno “invirtieron recursos en la campaña por conseguir la presidencia de Ollanta Humala en Perú, pero perdieron”.
Fuente: Diario Perú 21.
Chávez financió campaña del 2006
Por ANTONIO MARIA DELGADO
adelgado@elnuevoherald.com
El presidente venezolano Hugo Chávez envió a Perú maletas llenas de dinero para financiar la campaña de Ollanta Humala del 2006 y no hay razones para pensar que ahora no está detrás del masivo despliegue publicitario que mantiene al candidato izquierdista en la delantera de la actual contienda electoral, dijo el ex primer ministro peruano Pedro Pablo Kuczynski.
En una entrevista con El Nuevo Herald, el ex candidato presidencial destacó la importancia de los actuales comicios, diciendo que está en juego la continuidad de las políticas económicas que han permitido a Perú crecer a un ritmo de más de 8 por ciento anual a lo largo de los últimos años.
Kuczynski -quien quedó tercero en la primera vuelta electoral, detrás de Keiko Fujimori y Humala- dijo que éste último es el candidato que menos garantiza la continuidad y advirtió sobre sus estrechos vínculos con Chávez.
“Ciertamente, en la elección del 2006, el financiamiento [de la campaña de Humala] vino de Venezuela”, comentó Kuczynski. “Yo era el primer ministro en esa época y teníamos el tema bastante bien cubierto. Y no hay nada para pensar que en esta vuelta es distinto”.
Precisó que el dinero era enviado en maletas que ingresaban al país a través de la valija diplomática de la embajada venezolana y que luego eran entregadas secretamente a Humala.
“Midiendo el número de maletas que entraron, deberían ser sumas grandes, sin duda varios millones de dólares […]. Venían con mucha regularidad”, relató.
Esta no es la primera vez que Chávez es acusado de entrometerse en los asuntos internos de un país latinoamericano, otorgando financiamiento a candidatos de su preferencia.
Acusaciones similares han surgido en diversos países, la más escandalosa de ellas registrada en Argentina en el 2007, cuando un maletín con $800,000 presuntamente dirigidos para la campaña presidencial de la entonces candidata Cristina Fernández de Kirchner fue confiscado por las autoridades de aduanas.
Kuczynski dijo no tener dudas de que Chávez contribuyó con el financiamiento del masivo despliegue publicitario de Humala, el cual estuvo entre los mayores emprendidos en el espectro electoral de este año.
“La campaña de publicidad [de Humala] fue enorme”, comentó Kuczynski. “Nosotros gastamos algo más de $2 millones. La impresión en el mercado es que [el ex presidente Alejandro] Toledo gastó entre $15 y $20 millones y Ollanta [Humala] probablemente gastó mucho más que eso”.
Humala actualmente aventaja a Fujimori en las preferencias del electorado con una proporción de 42 frente a 36 por ciento, según los datos más recientes de la encuestadora Ipsos Apoyo sobre los comicios previstos para el 5 de junio.
Hasta el momento, Kuczynski ha evitado pronunciarse públicamente sobre cual de los dos candidatos respaldará en la segunda vuelta, pero admitió que los prospectos de una victoria por parte de Humala son más preocupantes que los de Fujimori.
“Aquí nos encontramos ante una gran disyuntiva, entre seguir como estamos, para continuar con políticas que aseguran bienestar económico, o tomar un giro hacia el nacionalismo y hacia la izquierda”, comentó.
Las políticas económicas adoptadas a lo largo de los últimos años han permitido al país mantener un acelerado ritmo de crecimiento, cercano al 9 por ciento con excepción del 2009, que fue un año malo para todo el mundo, dijo.
Ese crecimiento acompañado por una muy baja tasa de inflación ha permitido bajar el índice de pobreza del país desde un 50 por ciento a un 30 por ciento.
Aún es mucho lo que queda por hacer para mejorar las condiciones de vida de los sectores más humildes, pero un giro en la política económica anularía las posibilidades de hacerlo porque pondría en riesgo la prolongación del crecimiento económico, explicó.
Humala, en su campaña, ha señalado que se dispone a modificar el modelo económico para “priorizar la atención a los que menos tienen” y erradicar la pobreza.
“La propuesta del señor Humala y el equipo Gana Perú, es muy radical”, comentó Kuczynski. “Están hablando de estatizar una serie de actividades, de financiar pensiones de jubilación, utilizando quizás los fondos de pensiones actuales, que es un poco lo que se ha hecho en la Argentina […]. Es un giro hacia el nacionalismo y hacia la izquierda […]. Si entra Humala, yo no dudo de que habrá un cambio”.
Fuente: El Nuevo Herald.