Evangelio según San Juan 14,1-12.
Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy“.
Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”.
Jesús le respondió: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.”
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.
Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”.
Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: ‘Muéstranos al Padre’?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre”.
Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:
En la vida es muy importante conocer el camino hacia el lugar al que nos dirigimos. En 1927, Charles Lindberg se convirtió en la primera persona en volar en solitario sin escalas a través del Océano Atlántico. A nosotros no nos parece gran cosa, pero hace ocho o siete años, con mucha menos tecnología disponible para pilotar y guiar aviones, esto le convirtió en una sensación internacional. Después de su triunfal vuelo de treinta horas de Nueva York a París, contó que en un momento del vuelo, cuando se acercaba al continente europeo, no estaba seguro de ir en la dirección correcta. Habló de lanzarse en picado sobre unos barcos pesqueros para preguntarles cómo llegar. Nunca supo si le oyeron, ni siquiera si hablaban Inglés, pero llegó a París. Estoy seguro de que todos nos hemos perdido alguna vez, pero sobrevolar el océano Atlántico sin saber la dirección exacta da bastante miedo.*
Pensé en esta historia sobre encontrar el camino cuando leí el evangelio (Juan 14:1-12) de este fin de semana. Jesús proclama que él es “el camino, la verdad y la vida”. Jesús ha venido, como Dios hecho hombre, a mostrarnos “el camino”, a revelarnos “la verdad” y a mostrarnos cómo vivir “la vida”. Una vez más, suena tan sencillo, pero en nuestra condición humana es un reto reconocer la voz, escucharla y seguirla. Reflexionamos sobre ello la semana pasada con el evangelio del Buen Pastor, y la importancia de reconocer la voz del Pastor.
En una Parroquia en que he trabajado en Canadá he conocido “Programa Alfa”, un programa de diez semanas sobre la vida cristiana. El tema del primer vídeo es “Cristianismo: Aburrido, falso e irrelevante”. Nicky Gumbel, un clérigo Anglicano, hace una hermosa reflexión sobre “el camino, la verdad y la vida” que quiero compartir con ustedes. Nos dice que Jesús, es el “camino”, y no es aburrido; que Jesús es “la verdad” y es verdadera; y que Jesús es “la vida”, y es muy relevante en nuestro mundo de hoy.
Jesús es “el camino”, que orienta a un mundo perdido. Estoy seguro de que todos hemos estado perdidos. Creo que la primera vez que recuerdo haberme perdido fue en el supermercado, probablemente mirando las galletas. Del mismo modo que podemos perdernos como individuos, nuestro mundo puede estar perdido. Si escuchamos las noticias y leemos el periódico, es obvio para nosotros que muchos en el mundo están perdidos, y que los valores y principios del cristianismo se están perdiendo en nuestra sociedad moderna. Jesús es “el camino” y tiene “el camino” para nosotros. Desafortunadamente, a veces en nuestra condición humana podemos estar de acuerdo con eso, pero a la larga, muchos no quieren ser obedientes a Jesús. Él nos muestra el camino, y algunos van en dirección contraria. Él nos llama a la humildad y a la obediencia, y nosotros elegimos hacer lo que nos place. Era genial que Frank Sinatra cantara: “Lo hice a mi manera”, pero ¿qué pasa si miramos atrás y nos damos cuenta de que “a nuestra manera” era el “camino equivocado”? A menudo pensamos que sabemos más. A veces podemos plantar cardos y pensar que florecerán rosas. ¡Lo que buscamos determinará lo que encontraremos! Sólo aceptando a Jesús como “el camino” cumpliremos la voluntad del Padre y construiremos un mundo que refleje la presencia de Dios en y entre nosotros.
Jesús es “la verdad”, que aporta realidad a un mundo confundido. Con demasiada frecuencia, hoy se considera la verdad como algo “relativo”. Matthew Kelly, en Los Cuatro Signos de un Católico Dinámico, escribe mucho sobre esto en su capítulo sobre el estudio. Esto significa que la gente cree que no existe una verdad objetiva. Lo que es verdad para ti es asunto tuyo, y lo que es verdad para mí es asunto mío. No existe una verdad estándar o “verdadera”. Jesús vino a revelar “la verdad”: con sus palabras, sus acciones y su sufrimiento, muerte y resurrección. Durante siglos, la Iglesia ha interpretado para nosotros esa verdad. Grandes filósofos y teólogos han tratado de enseñarnos la verdad, pero algunos hoy en día pasan por alto esa verdad por su propia “verdad”. Desgraciadamente, esta actitud lleva a la confusión, a la confusión de ideas y al desorden en la vida de las personas. Por ejemplo, para muchas personas su fe en Cristo se basa en sus sentimientos, no en convicciones. Y así, cuando sus sentimientos son “buenos” y vuelan alto, son felices y profesan y viven una fe. Pero cuando las cosas van mal, cuando tocamos fondo, la fe construida sobre los sentimientos muere. Sólo la fe construida sobre convicciones y sobre “la verdad” cumplirá la voluntad del Padre y construirá un mundo que refleje la presencia de Dios en y entre nosotros.
Jesús es “la vida”, que trae luz y vida en un mundo oscuro. A veces las noticias son muy oscuras. A veces las realidades que estamos llamados a afrontar en nuestras vidas -como individuos, familias y sociedad- parecen muy oscuras. Si aceptamos “el camino” y “la verdad”, compartiremos con Jesús “la vida”. Sin embargo, estar perdidos y confundidos en relación con “el camino” y “la verdad” nos conducirá a una vida y a un mundo de tinieblas. En la Segunda Lectura, de la Primera Carta de Pedro (2:4-9) Pedro escribe: “Tropiezan desobedeciendo la palabra, como es su destino”. No seguir “el camino” y “la verdad” conducirá a una vida no vivida en unión con Dios, no vivida en armonía con los demás. Aunque hayamos sido “iluminados” por Cristo en nuestro Bautismo, a menudo vivimos y actuamos no en la luz, sino en las tinieblas. A menudo elegimos la oscuridad, especialmente cuando caemos en el pecado. Jesús ha venido a darnos luz y vida, y a conducirnos al Padre, a la felicidad y a la santidad aquí y ahora. Sólo aceptando a Jesús como “la vida” cumpliremos la voluntad del Padre y construiremos un mundo que refleje la presencia de Dios en y entre nosotros.
En la Segunda Lectura, San Pedro nos recuerda la Escritura del Antiguo Testamento según la cual Jesús es “la piedra angular”, pero que “los constructores desecharon”. Cada uno de nosotros es “constructor” de su propia vida, de su familia, de su lugar de trabajo, de su escuela y de su mundo. Las lecturas de este fin de semana nos invitan a reflexionar sobre hasta qué punto Jesús es nuestro “camino” personal, nuestra “verdad” y nuestra “vida”, y si lo hemos rechazado como “piedra angular” de nuestra vida y hemos optado por seguir perdidos, continuar en la confusión y permanecer en la oscuridad.
*Este relato introductorio está tomado de Homilías dominicales ilustradas, Año A, Serie II, por Mark Link, S.J. Tabor Publishing, Allen Texas. Página 39.
Queridos hermanos y amigos de la Congregación de la Resurrección y de la Comunidad Católica de las Bermudas:
El hermano Ed Benson CR, falleció de un ataque al corazón en Kitchener, Ontario. Sirvió en muchas funciones en educación como profesor, entrenador y administrador. En las Bermudas, por invitación del Obispo Robert Kurtz CR, trabajó con jóvenes y líderes juveniles. Sus hermanos de la Comunidad, su familia y amigos le extrañarán mucho. ¡Dios le conceda el descanso eterno, y recompensa por su fiel vida religiosa y ministerio!