Compartimos el texto de Pavlo Smytsnyuk, director del Instituto de Estudios Ecuménicos, ubicado en Lviv (Ucrania), presentado en la pre-asamblea Regional de la Conferencia de Iglesias Europeas (CEC), realizada el viernes 25 de febrero. El texto explica las reacciones de las diferentes iglesias ubicadas en la zona ante el conflicto desatado en el país. Traducido al castellano del texto original en inglés.
Estoy muy agradecido con las Iglesias miembros de la Conferencia Europea por su apoyo, y por la fuerte declaración sobre la guerra en Ucrania. Eso es muy importante para nosotros.
El tema que ustedes han elegido es “el amor de Cristo mueve el mundo a la reconciliación y a la unidad”, y me han pedido hablar sobre la guerra en Ucrania. La guerra es probablemente lo más lejano que uno pueda imaginar al amor de Cristo. Sin embargo, la guerra nos muestra -de una manera radical- el contexto real en el que la unidad y la reconciliación pueden suceder. Voy a comenzar mostrando la forma en que varias iglesias ucranianas han respondido a la agresión rusa, y luego voy a tocar tres aspectos: unidad, interconexión y reconciliación.
“La guerra es el padre de todos y el rey de todos; y a unos los ha mostrado como dioses, a otros hombres; a unos los ha hecho esclavos, a otros libres”, dijo el filósofo griego Heráclito [1]. Yo no sé si Ucrania surgirá de la guerra como esclava o como libre, pero Heráclito está en lo correcto al decir que la guerra es un punto de inflexión. Crea un nuevo orden y reestructura la sociedad. Es el momento en que la gente y las iglesias están llamadas a “tomar partido” y el estado de ambigüedad es intolerable.
Declaraciones de las iglesias ucranianas
Ha habido muchos gestos de condena a la guerra y de solidaridad por parte de varios líderes eclesiásticos y organizaciones ecuménicas en todo el mundo, algunos muy inspiradores y otros un poco ambiguos. Aquí, me gustaría hablar en particular sobre la manera en que han respondido las iglesias en Ucrania y Rusia. Las iglesias han reaccionado de manera conjunta y también individual.
El Consejo de Iglesias de Ucrania, que reúne a 16 iglesias y organizaciones religiosas, incluidos judíos y musulmanes, emitió una declaración con palabras de apoyo a las fuerzas armadas de Ucrania y bendiciendo a los soldados, pidiendo a la comunidad internacional que ayude a detener la invasión rusa [2]. Además, escribieron una carta al presidente Putin pidiendo que detenga la guerra antes de que sea tarde [3].
Ucrania es un país mayoritariamente ortodoxo, con una importante presencia católica (tanto de rito latino como griego) y vibrantes comunidades protestantes. Hay dos jurisdicciones ortodoxas principales en Ucrania, en tensión: la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, con un estatus de autogobierno dentro de la Iglesia Ortodoxa Rusa; y la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, formada en 2018.
El Metropolitano de la recién creada Iglesia Ortodoxa de Ucrania, Epifanii, [4] y el Arzobispo Mayor de la Iglesia Católica Griega de Ucrania, Sviatoslav Shevchuk, [5] pidieron a todos que oraran por la paz, pero también hablaron sobre el deber de los ciudadanos de proteger a Ucrania. Ambos pidieron a la comunidad internacional su apoyo.
Los protestantes también han alzado la voz para condenar la agresión rusa abiertamente. La Iglesia Evangélica Luterana Alemana de Ucrania insiste en que la paz por la que debemos pedir debe ser “una paz justa que resulte en la expulsión del agresor de los territorios ocupados y en un castigo apropiado por los crímenes cometidos” [6]. Hicieron un llamado a todos los que sirven en las fuerzas armadas a unirse a la defensa del país, e invitan a “hermanos y hermanas del extranjero a que ofrezcan ayuda diplomática, de información y (…) y humanitaria”. La Unión Ucraniana de Iglesias Evangélicas Bautistas -que es probablemente la denominación protestante más grande en Ucrania- tomó una posición más pacifista: el pastor Antonyuk hizo un llamado comunitario a la oración (diciendo que nuestra arma es la oración) pero también mencionó la necesidad de ofrecerles hospitalidad a los refugiados [7].
Los ucranianos y Patriarcado de Moscú
La posición tomada por la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, que está en unión con el Patriarcado de Moscú, es muy importante. Aquellos de ustedes que hayan tenido la paciencia para escuchar el discurso de una hora hecho por el presidente Putin el 21 de febrero, cuando anunció el reconocimiento de dos repúblicas separatistas, recordarán que una de las razones que dio por las que Rusia debe intervenir en Ucrania, era: “en Kiev, están preparando represalias en contra de la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú”[8]. Pues bien, ayer la cabeza de esta iglesia, el arzobispo Metropolitano Onufry, de Kiev, ha calificado la invasión rusa de “repetición del pecado de Caín, quien por celos mató a su propio hermano. Tal guerra no se puede justificar, ni ante Dios ni ante la gente“.
Esta declaración es muy importante, puede que haya llegado un poco tarde, pero mejor tarde que nunca. Desde el comienzo de la crisis ucraniana hace ocho años, esta Iglesia siempre insistió en una unión espiritual y cultural con Rusia, y ha pretendido mantener una posición apolítica, neutral. Con frecuencia ha sido criticada por no tomar posición. Hubo un momento hace cinco años, cuando Onufry se negó a honrar a los soldados caídos en Ucrania Oriental, diciendo que quería quedarse fuera del conflicto. Hoy, a mi entender, la injusticia que Rusia está cometiendo es tan obvia que la Iglesia ortodoxa ucraniana ya no puede permanecer en silencio. Es bueno que se hayan rehusado a ser explotados por la propaganda rusa. Ahora ellos están diciendo: ustedes vienen aquí para salvarnos de “los nazis”, pero no los necesitamos. Pelearemos contra ustedes.
El hermano del Metropolitano Onufry en Moscú, el Patriarca Cirilo, no llegó a condenar la guerra ni a pedir que se detenga. Se limitó a “llamar a todas las partes del conflicto a hacer todo lo posible por evitar bajas civiles” [9]. Habló de la agresión rusa en términos de “los eventos que están tomando lugar” y de “tragedia”, elevando una oración a Dios para “preservar a los pueblos ruso, ucraniano y otros que están unidos espiritualmente por nuestra Iglesia”. Esperamos que Iglesia Ortodoxa rusa encuentre la voluntad y la valentía para clamar por el fin de la invasión rusa a Ucrania.
¿Por qué hago tanto énfasis en estas declaraciones? Yo creo que, en esas declaraciones emitidas por las iglesias, uno puede leer su identidad eclesial. Escritas a toda prisa, sin mucho tiempo para editarlas, reflejan cómo cada iglesia entiende su posición en la sociedad, el nivel de profundidad de su inculturación, la manera en que ven su relación con las personas que sirven, cómo se relacionan con el nacionalismo y la guerra y cómo interpretan la Sagrada Escritura. El momento es verdaderamente apocalíptico en el sentido etimológico del término: apokalypsis como desvelamiento, revelación. Las iglesias se revelan a sí mismas. Y también lo hacen las organizaciones ecuménicas.
Ahora voy a centrarme en los tres puntos que quiero enfatizar: unidad, interconexión y reconciliación.
Unidad
Las iglesias ucranianas han mostrado un excepcional momento de unidad. Esto es fruto de la guerra. Esta unidad puede que contenga riesgos, pero podría llevar a la reconciliación y la unidad. Habrá que esperar a ver los efectos que tendrá la guerra en cuanto a la unidad de la Iglesia ortodoxa ucraniana con sus creyentes en Rusia, y en diálogo con las dos jurisdicciones ortodoxas en Ucrania; pero es razonable esperar que la influencia de la guerra en la ortodoxía ucraniana será tremenda.
Desde luego, uno puede preguntarse si las relaciones internas de las iglesias ortodoxas o las relaciones entre cristianos, que conciben el diálogo como un servicio de cohesión nacional, no estarán transformando el llamado de Cristo a la unidad en un mero eslogan secular, en una consigna de guerra. La razón de estado que está por detrás de esa unidad no debería de quedar sin ser cuestionada. Una iglesia que reduce su rol en función de una nación y de sus intereses traiciona su vocación universal y su identidad escatológica que trasciende las preocupaciones por la construcción nacional [10]. Desafortunadamente, la guerra no es el mejor momento para discernir matices. Primero hay que sobrevivir.
También sospecho que la guerra llevará a los protestantes ucranianos, especialmente a los bautistas y pentecostales, que a veces han tendido a un relativo aislamiento de lo que sucede en el país a sentirse más responsables por la sociedad en que viven y por la coyuntura del país.
Interconexión
Vivimos en un mundo donde todo está interconectado. Esto es evidente cuándo pensamos en la crisis ecológica, en la pandemia del COVID-19 o en las discusiones sobre sanciones contra Rusia. Como dice el Papa Francisco en Fratelli Tutti, “somos una comunidad global que navega en la misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. […] Nadie es salvado solo; solamente podemos salvarnos juntos […] Cada uno es parte del otro” [11]. En la obra de Dostoievski Los hermanos Karamázov, Markel, el hermano de Staretes Zósima dice: “cada uno de nosotros ha pecado en contra de todos hombres, y yo más que nadie. […] todo el mundo es, de veras, responsable ante todos por todos y por todo” [12]. Cuando su madre le pregunta cómo, siendo tan joven e inocente, él puede ser responsable de los males del mundo, la respuesta de Markel es: “yo no se cómo explicártelo, pero lo siento así, incluso dolorosamente” [13]. Sugiero que esta es una profunda ilustración de la interconexión inexplicable e incomprensible que existe entre todo. (Uno puede preguntarse si la sabiduría de Dostoievski hizo parte del canon de “valores tradicionales” que Putin pretende defender en Ucrania, según su propio mensaje de hace dos días [14].
Lo que creo que es importante hoy es que las iglesias y los países de Europa puedan sentir, “incluso dolorosamente”, su interconexión con todo lo que está pasando en mi país, su responsabilidad por Ucrania. Espero que las iglesias en Europa, espiritualmente unidas con hermanas y hermanos ortodoxos ucranianos, católicos y protestantes, puedan sentir compasión y solidaridad activa -como un solo cuerpo, un miembro que está sufriendo- y que no dejen que Ucrania sufra sola. Esto puede implicar acercarse a sus iglesias, gobiernos y empresas, pidiendo que presionen a Rusia para que detenga la guerra, y apoyar a Ucrania de cualquier manera que sea posible.
Reconciliación
No sabemos cómo va a acabar la guerra, pero algún día llegará a su fin. Y no será fácil hablar de reconciliación entre ucranianos y rusos. No somos enemigos del pueblo ruso. Yo he recibido muchas palabras de apoyo de parte de clérigos y laicos ortodoxos rusos durante los últimos días. Muchos rusos han protestado contra la guerra, tanto en Rusia como alrededor del mundo; algunos de ellos han sido arrestados. Eso requiere mucho coraje -ellos representan el valor del pueblo ruso- y les dan un ejemplo a las instituciones religiosas y políticas de Rusia. Esa resistencia rusa a la guerra -por pequeña que sea- es importante. Es importante para Ucrania –que no juzguemos a todos los rusos colectivamente por lo que está haciendo su gobierno. Es importante para el pueblo de Rusia- mantener las “semillas del verbo”, rayos de luz en medio de la locura. Es importante para todos, en nombre de la reconciliación que, tarde o temprano, tendrá que venir.
Es irónico que los rusos que hablan en contra de la guerra son, a menudo, los así llamados “liberales secularistas”, en lugar de los discípulos de Cristo. Aquí el filósofo ruso Vladimir Soloviev viene a la mente: en su libro El ocaso de la cosmovisión medieval dice: “si los que se llaman cristianos traicionan el propósito de Cristo – y lo hubiesen destruido, si hubiesen podido – entonces ¿por qué los que no se llaman cristianos, y que han renunciado de palabra a Cristo, no podrán servir el propósito de Cristo? En el evangelio leemos de dos hermanos; uno dijo “yo voy” y no fue; el otro dijo “yo no voy” y fue (…) ¿Cuál de los dos (…) hizo lo que quería su Padre?” [15].
Para concluir. En el pasado mes de agosto, nuestro Instituto de Estudios Ecuménicos en Lviv lanzó un proyecto sobre el ecumenismo y la construcción de la paz – comenzamos estudiando casos de reconciliación en el extranjero: los Balcanes, Israel/Palestina, del Irlanda del Norte, etc. Me gustaría citar una frase de la descripción del proyecto: “una manera de mirar la crisis de Ucrania puede ser a través de desfamiliarización. Con ello queremos decir mirar la situación a través de los lentes de otros conflictos, lo cual nos puede ayudar a mantener una distancia epistémica y emocional de la situación doméstica, permitiéndonos contribuir a una resolución racional y práctica del conflicto”.
Ayer amanecimos en una situación en la cual la desfamiliarización ya no funciona, porque nuestras familias están bajo amenaza. No hay distancia emocional posible porque tanto la razón como el corazón nos llaman a detener este derramamiento de sangre. Este es el momento en que ser súper partes significa estar con aquellos que sufren y están aterrorizados. Este es el momento en que el amor de Cristo nos llama a estar unidos y apoyar a los que están siendo asesinados por el deseo de ser libres.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios (Mateo 5, 9).
Notas:
[1] Heráclito, Fragmento LXXXIII (D.53), en Charles H. Kahn, ed. The Art and Thought of Heraclitus: An Edition of the Fragments with Translation and Commentary. (Cambridge: Cambridge University Press, 1979), 67.
[2] https://vrciro.org.ua/en/statements/uccro-address-regarding-russian-military-aggression-against-ukraine
[3] https://vrciro.org.ua/ua/statements/uccro-calls-on-president-putin-to-stop-the-war
[4] https://orthodoxtimes.com/metropolitan-of-kyiv-the-truth-is-on-our-side-the-enemy-with-gods-help-will-be-defeated-video/
[5] http://news.ugcc.ua/en/articles/appeal_of_his_beatitude_sviatoslav_on_outbreak_of_war_95772.html
[6] https://nelcu.org.ua/nastav-chas-molytov-za-spravedlyvyj-myr/
[7] https://www.baptyst.com/zvernennya-v-antonyuka-do-sluzhyteliv-i-tserkov-u-zv-yazku-z-pochatkom-vijny/
[8] http://www.kremlin.ru/events/president/news/67828
[9] https://mospat.ru/en/news/89020/
[10] Cf. Pantelis Kalaitzidis, “The Temptation of Judas: Church and National Identities”, Greek Orthodox Theological Review 47, núm. 1-4 (2002), 357-379.
[11] Francisco, Fratelli Tutti , n. 32.
[12] Fiodor Dostoievski, The Brothers Karamazov, trans. Constance Garnett (Londres: W Heinemann, 1951), 297.
[13] Dostoievski, The Brothers Karamazov, 297.
[14] http://www.kremlin.ru/events/president/news/67843
[15] Vladimir S. Soloviev, “On the Decline of the Medieval Worldview,” en Vladimir S. Soloviev, Freedom, Faith, and Dogma: Essays on Christianity and Judaism, ed.Vladimir Wozniuk (Albany, Nueva York: State University of New York Press, 2008), 168-169.