Por Raffaele Guerra- Vatican Insider
Tal vez es un dato único en el mundo: en 1991 el 75% de los ayarios, minoría étnica de la Georgia sud-occidental, era musulmán. Hoy, según los documentos oficiales de la actual República de Ayaria, el 75% pertenece a la metrópolis de Batumi de la Iglesia Ortodoxa gregoriana. Se trata de una inesperada conversión. La islamisación de los ayarios comenzó en 1614, año de la conquista otomana.
En cuanto a la dinámica del regreso masivo de los ayarios al cristianismo ortodoxo ya había hablado al respecto el metropolita Dimitri, encargado de la provincia eclesiástica de Batumi (capital de la República caucásica), en una entrevista de fines de 2012. El metropolita Dimitri indicó que la conversión de casi todo un pueblo se dio bajo sus ojos: «En 1991», declaró, «cinco mil personas, entre musulmanes y ateos, se conviertieron a la Ortodoxia. El mismo año abrimos una escuela superior de estudios teológicos en la ciudad de Khulo: fue la primera escuela religiosa que abrió en la URSS».
Hoy muchos párrocos provienen de familias islámicas. Basta pensar que el rector del seminario de Batumi es el nieto de un mullah que se formó en Estambul.
La Ayaria confina al sur con Turquía y, según algunos artículos que hab aparecido recientemente en la prensa local, los turcos sostienen iniciativas para incrementar la presencia islámica en la región.
Los periódicos ayarios indicaron que llegaron a su región algunos discípulos del conocido predicador otomano Süleyman Hilmi Tunahan, original de una aldea que hoy se encuentra en territorio búlgaro y que desarrolló sus actividades en Estambul hasta 1959. Por lo demás, en Ayaria hay pequeños enclaves islámicos, sobre todo entre las localidades del interior. Justamente en la población de Khulo hay una mezquita y una madrasa (escuela coránica), y los ancianos todavía hablan el turco.
La convivencia, por ahora, parece pacífica, a pesar de que la conversión al cristianismo de muchos musulmanes se haya convertido en una especie de tabú entre el resto de la minoría islámica georgiana, que va desde los chechenos en la frontera con Chechenia y Dagestan hasta los chiítas de la Georgia oriental, hacia Azerbayán.
Hay que reconocer que el estado georgiano no favorece el islam, es más el cristianismo ortodoxo está incluido en un marco en el que todavía está vigente la religión del estado. Justamente al final de agosto, en el distrito de Adiguéni, en la Georgia sud-occidental, se verificó el caso del “minarete de la discordia”, como lo llamó la prensa local.
Las autoridades civiles demolieron un minarete porque no se había pagado el impuesto necesario de los materiales de construcción. Todos los musulmanes que protestaron en contra de la demolición fueron arrestados.
La razón de la conversión, según el metropolita Dimitri de Batumi: los ayarios fueron convertidos por la fuerza al islam por los otomanos, pero, en fondo, siguieron siendo cristianos. Continuaron, hasta época reciente, usando la cruz, aunque en secreto, mantuvieron la costumbre de decorar los huevos para la Pascua (típica tradición popular del oriente cristiano) y también los íconos en sus casas. Además hay que añadir el fermento religioso que se vivió durante los últimos años de la URSS y después de la caída en 1991. Ícono de este fenómeno fue la conversión pública del presidente Eduard Shevardnadze, ex ministro del Exterior soviético que se convirtió en uno de los hijos espirituales del Patriarca georgiano Ilía II.
Claro, a la Iglesia ortodoxa Gregoriana no le falta el activismo, e incluso ha vuelto a caer en algunas polémicas en la frontera con Armenia. Hace pocos días, el padre Hakob Sahakyan, párroco armenio de la ciudad de Akhaltsikhe, declaró a los medios locales que la Iglesia georgiana está organizando peregrinajes y ceremonias religiosas en las dos antiguas capillas “gemelas” de la localidad de Damala, que pertenece a un complejo monástico de los siglos X y XI, considerado patrimonio artístico de los armenios que viven en Georgia. Por ahora, la cuestión no ha degenerado: llegó al Ministerio armenio de la Cultura, que nombró a una comisión de especialistas para ocuparse del asunto.
La nueva controversia con los armenios indica que hay un estado que profesa oficialmente el cristianismo ortodoxo, que destina consistentes recursos a la Iglesia de estado y que, a pesar de englobar a las minorías religiosas, mantiene la prioridad entre las confesiones cristianas con respecto a las demás religiones. Incluso las relaciones con la Iglesia católica, que representa al 2% de la población georgiana, viven a menudo situaciones poco claras.
Se trata seguramente de una deliberada y consciente política religiosa, pero también de una cuestión de seguridad interna y de fronteras. Tiene que ver sobre todo con el islam y Chechenia, en la que desde hace tiempo va tomando forma el radicalismo islámico, como se puede ver con las iniciativas improvisadas de algunos individuos, como los terroristas que llevaron a cabo el atentado en el maratón de Boston en abril de este año.
Aumentan las conversiones en Georgia
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