Por Francisco Tudela- www.altavoz.com
El Gran Hermano puede mirarte a los ojos cuando conversas por Skype. Puede escuchar tus audios y tus conversaciones, ver tus videos, apreciar tus fotos, leer tus correos electrónicos y examinar tus documentos. ¿Creías que no se ocupaba de tu Facebook? Error, sí puede entrar cuando quiere.
El jueves pasado, el diario británico The Guardian y The Washington Post descubrieron una gigantesca operación digitalizada de inteligencia, al revelar que la NSA, a través del programa “Prisma”, accedía secreta y digitalmente a las llamadas de 121 millones de estadounidenses, a través de la compañía Verizon. Esta era tan solo la punta del iceberg. Ahora se sabe que también acceden, mediante órdenes judiciales secretas, a AOL, Apple, Facebook, Google, YouTube, Microsoft, Skype, Paltalk y Yahoo.
Un contratista de 29 años de la Agencia de Seguridad Nacional, Edward Snowden, empleado de la firma Booz Allen, delató el mecanismo informático del espionaje. El domingo dijo desde Hong Kong que, efectivamente, fue él quien entregó la información a The Guardian. Hoy, la firma lo despidió por “violación del código de ética de la firma”. Ese es el menor de sus problemas.
Dianne Feinstein (D), presidenta de la poderosa Comisión de Inteligencia del Senado de EE.UU., ha dicho secamente: “Creo que se trata de un acto de traición”. Los abogados señalan que pudiera no ser un acto de traición, pues solo se traiciona a favor de un enemigo. Sin embargo, Edward Snowden estaba juramentado y sometido a la ley de secretos de los EE.UU. Traidor o no, es de todas maneras un delincuente o un héroe.
Las operaciones de espionaje digital son conforme a ley, pero la magnitud de la interceptación es tal que ha llevado a los estadounidenses a preguntarse sobre cuál debe ser el equilibrio adecuado entre el respeto a las libertades individuales y la seguridad nacional. El director nacional de Inteligencia de los EE.UU., James Clapper, ha señalado que la interceptación ha permitido neutralizar seis grandes atentados terroristas en siete años, uno de los cuales tenía como objetivo el metro de Nueva York.
Se han salvado muchas vidas, pero 305 millones de estadounidenses sienten que su gobierno tiene acceso potencial y fácil a sus identidades, historia crediticia, desplazamientos, etc. A final de cuentas, a su privacidad.
El impacto de las revelaciones se extiende más allá de las fronteras estadounidenses, pues gran parte de la humanidad utiliza los sistemas de las ya mencionadas compañías. El 43% de los principales websites del mundo están domiciliados en los EE.UU., así como el 30% de los servidores.
Inquietos los alemanes, Angela Merkel ha hecho saber hoy que interrogará a Barack Obama sobre el asunto cuando este último visite Berlín, este 18 de junio. Hoy, 11 de junio, William Hague, el secretario de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, se ha presentado frente a la Cámara de los Comunes para aclarar que sus servicios de inteligencia operan legalmente y con órdenes judiciales.
La realidad es que “Prisma” está para quedarse. Nadie desmontará este sistema global acorde con las necesidades de la época. Sin embargo, queda irresuelto el tema constitucional de fondo, que consiste en que no hay verdadera libertad sin privacidad.
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