Isis, Al-Qaeda y Hezbollah, por acá

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Por Martha Meier Miró Quesada– Diario EXPRESO.
El nombramiento de la abogada y diplomática Lisa Kenna como embajadora de los Estados Unidos en Perú, reflejaría la preocupación de la gran democracia del norte por la infiltración del terrorismo islámico en esta parte del continente. De hecho, en diciembre 2018 Estados Unidos solicitó a once países de la región incrementar su cooperación en la lucha contra el Estado Islámico (Isis o Daesh), Al Qaeda y Hezbollah. Por ventura, la embajadora Kenna tiene vastos conocimientos geopolíticos sobre Oriente Medio y experiencia en Seguridad de Estado, su designación pues no parece ser fortuita.
Joseph Humire, experto en Seguridad Internacional, sostiene que a Irán –patrocinador de los terroristas libaneses de Hezbollah– le interesa Perú por la “actividad criminal en la zona del Vraem cerca de la triple frontera entre Perú, Chile y Bolivia (como sucede en la Triple Frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina), donde además hay presencia del narco mexicano y colombiano” (con quienes se vinculan). Hezbollah tenía planeado para diciembre de 2014 un ataque a la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP-Lima), desarticulado al capturarse a Mohamad Ghaleb Hamdar, terrorista libanés que vivía como un vecino más en Surquillo.
La presencia iraní y de sus terroristas auspiciados se expande en la región apoyando movimientos de izquierda radical y a grupos subversivos. Irán ha establecido recientemente una base de espionaje en Venezuela, con la venia del castro chavismo. En abril del año pasado, los servicios de inteligencia rusa alertaron, además, sobre actividades de Daesh (Isis) y Al-Qaeda en Latinoamérica, lo que se constata con la reciente captura de Brian Alvarado (23), presunto dirigente de Isis en Perú. El arresto de Hamdar en 2014 y ahora de Alvarado, el mes pasado en San Juan de Lurigancho, demuestran que Hezbollah, Isis y Al-Qaeda –y con ello Irán– son una amenaza real para la seguridad regional y nacional.
En los últimos años, unos doscientos peruanos se han “convertido” al chiismo, una rama del islam que obedece intelectual y políticamente a su líder. Varios jóvenes “conversos” acceden a universidades en Irán donde, sin duda, continúa el adoctrinamiento. Quienes reclutan a los jóvenes para la organización Inkarri-Islam son paramilitares etnocaceristas de la ‘Asociación Plurinacional de Reservistas del Tahuantinsuyo-ASPRET’. Inkarri-Islam tiene importantes enclaves chiís en: Lima, Cusco, Puno y Apurímac.
Mientras tanto, Vizcarra raquetea en el Lawn Tennis, por lo que la presencia de la embajadora Kenna debería tranquilizarnos.
¡God Bless America!

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