Racista

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“Sigrid Bazán sí fue racista y clasista cuando dijo que la UPN le pertenece a los ‘Acuñas pobres’” [ENTREVISTA]

Por Claudia Risco– www.medium.com
Continúan las críticas a la presentadora de noticias tras la viralización de un video en el que se le escucha relacionar a la Universidad Privada del Norte (UPN) con familiares del empresario César Acuña, a quienes llama “los Acuñas pobres”. La antropóloga Ana Leonor Lamas nos ayuda a entender qué hay detrás del enojo que los dichos de Sigrid Bazán han causado en la comunidad universitaria.
Ya está en stickers de WhatsApp. Con frases como “La gente con techo de calaminas tiene ideas locas”o “No, tú eres pobre”, el rostro de Sigrid Bazán se está utilizando para ridiculizar las expresiones que tuvo en referencia a la Universidad Privada del Norte y sus supuestos propietarios. Como se sabe, en días recientes circuló en redes sociales y medios de comunicación el registro de una videollamada grupal en la que Bazán y dos amigos suyos conversan y se expresan sobre algunas universidades peruanas.
En el video se escucha a Bazán preguntar por el significado de las siglas de la Universidad Peruana del Norte (UPN), a la que, al parecer confunde con la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Tras aclararle el significado de la siglas, uno de sus amigos agrega información sobre los propietarios de la universidad para evitar confusiones. “De los Acuñas (sic); no de César, sino de su esposa”, explica y antes de que pueda terminar la frase, la presentadora dice “pobres”. Su interlocutor la interrumpe y le dice “es de la exesposa, Rosita Acuña”. Nuevamente la presentadora de noticias acota de manera inopinada la referencia: “Acuña pobres”, se le escucha decir. A su compañero parece hacerle gracia el término y la corrige: “No, esa no era pobre”.
DESAFORTUNADOS COMENTARIOS
Para la antropóloga y coautora de libro “Deconstruyendo el rombo: consideraciones sobre la nueva clase media en el Perú”, Ana Leonor Lamas, las declaraciones fueron sacadas de contexto, pero eso no las hace menos desafortunadas. “A pesar de que ha sido sacada de contexto su aseveración, sí creo que (…) deja ver una cierta actitud discriminatoria contra las universidades privadas, especialmente las universidades privadas de segunda generación”, indica.
Para entender un poco lo que menciona la investigadora, es importante definir qué son las universidades de segunda generación. “Son universidades que son creadas después del decreto legislativo 882, que se promulga en 1996 por Fujimori, que lo que hace es liberar el mercado de la educación. Entonces, a partir del decreto se hace posible la creación de instituciones educativas con fines de lucro. Antes de eso las universidades privadas existían, pero eran creadas necesariamente a través de una ley emitida por el congreso; después del mencionado decreto, prácticamente cualquier privado puede crear una institución educativa”, menciona.
Dentro de ese grupo se encuentran la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), Universidad Tecnológica del Perú, la Universidad César Vallejo (UPC), la Universidad Privada del Norte (UPN), entre otras. Cabe aclarar, que como es fácil de corroborar, no todas le pertenecen a la familia del señor César Acuña.
“Cuando uno dice que proviene de una universidad como la UPN, la Universidad César Vallejo o Alas Peruanas, sobre todo en Lima, está diciendo que esa persona probablemente no tenga muchos recursos económicos, que es pobre”, advierte Lamas. Y continúa: “Pero detrás de esa etiqueta de pobre también está diciendo que esa persona es peor profesional, que viene de una institución cuestionable, de poca calidad. Y también está diciendo que esa persona probablemente sea más chola o más indígena (…) eso también explica la indignación de varios sectores de la población con lo que dijo Sigrid”.
Las expresiones de Bazán y sus amigos incomodan porque, como explica la investigadora, aún vivimos en una sociedad en la que el título universitario funciona, en la práctica, como un instrumento de discriminación social y laboral. “A pesar de que Sigrid no haya dicho que la UPN sea una universidad de pobres, sí está asociando a la UPN –que es una universidad que definitivamente ella no conoce– con ciertos personajes políticos, los que están asociados, a su vez, con este sector social que es cuestionado en sus capacidades profesionales. Y que también es choleado en esta sociedad fuertemente discriminatoria en la que vivimos ¿no?”, elabora la antropóloga.
Lamas, además, incide en trascender a la anécdota y no quedarnos solamente en las declaraciones desafortunadas de una persona pública. “Por eso me parece tan importante que cuando hablamos de cómo funciona el clasismo y el racismo en el Perú, en relación a la educación superior universitaria, veamos también cómo funciona la discriminación en el mercado laboral”, apunta.
LOS MENOS QUERIDOS
“Un 33 % de las firmas top del país no contrataría egresados de la Universidad Alas Peruanas. Y tienen la misma opinión sobre la Norbert Wiener (13 %) y la Universidad César Vallejo (12 %)” menciona un artículo del diario Gestión sobre una encuesta que engloba a estas universidades como “las menos queridas” por los empresarios “top” de este país.
“¿Cómo un chico que se gradúa y que invierte su plata en algunas de estas universidades no puede acceder a una empresa prestigiosa, a un puesto laboral en una empresa prestigiosa? ¿Por qué es discriminado? Porque su título universitario no solamente habla de sus capacidades, sino también lo marca como una persona de determinado sector social económico, que además es discriminado.”, agrega Leonor Lamas, quien también afirma que esta es una práctica común en las últimas dos décadas.
En el libro que publicó junto al antropólogo Ludwig Huber, Deconstruyendo el rombo, Leonor Lamas estudia esta problemática más a fondo. “Cuando entrevistábamos a gente de recursos humanos de las empresas más prestigiosas del Perú lo que nos decían es que ellos de entrada no contrataban a ninguna persona que venga de universidades que no fueran la de Lima, la Católica (donde estudió Sigrid Bazán), la Pacifico, la de Piura o la Cayetano. Eran muy cerrados en sus prácticas de contratación. Entonces, si queremos de verdad tomarnos en serio esta crítica que le hacemos a Sigrid, hay que tener una conversación mucho más amplia de cómo funciona el racismo en el Perú particularmente en relación al mercado laboral y el mercado de educación universitaria”, precisa.
CLASISMO INTERIORIZADO
Los dichos de Sigrid Bazán nos hablan también de un racismo y clasismo interiorizados por la presentadora de noticias. Así lo cree Lamas, quien señala que estas son ideas sobre la segmentación del mercado educativo que están muy arraigadas en nociones clasistas también muy vigentes en el imaginario colectivo. “En el caso de Sigrid está asociando esta universidad, UPN, que no conoce, con los Acuña, a pesar de que es una universidad del grupo Laureate, que es una gran corporación educativa mundial. Es una universidad, sí, con pensiones más bajas que la UPC, pero para la cual los estudiantes igual tienen que pagar una pensión significativa; no es gente pobre la que va. En general, la gente pobre en Perú no puede pagar una pensión universitaria. Entonces es una reducción, una simplificación, decir que una universidad como la UPN es universidad de pobres o asociada con estos sectores sociales”, indica.
Pero ¿por qué es cuestionable esta simplificación? “Las universidades privadas en el Perú son mucho más diversas de lo que pensamos. Hay que reconocer que de esas universidades (privadas, de segunda generación), las que han pasado el proceso de licenciamiento han hecho esfuerzos importantes para mejorar su calidad educativa. El problema de ese tipo de aseveraciones no es solamente que son potencialmente clasistas y racistas, sino que también nos llevan a simplificar nuestros diagnósticos sobre la realidad universitaria en el país, que es mucho más compleja que eso”.
La antropóloga indica que los estudiantes provienen de sectores bastante diferentes. “Tienes estudiantes que se estaban pagando su propia universidad y que trabajaban en bancos; estudiantes que habían tratado de entrar a una universidad pública, pero después no pudieron hacerlo así que entraron a esta universidad; estudiantes que simplemente les quedaba más cerca de su casa, pero que no tenían inconvenientes económicos”, precisa y hace un llamado a ver con una mirada un poco más profunda la composición social de estas universidades.
“No es tan simple como decir todos son pobres. Es más: muchos de estos estudiantes forman parte de este sector de la clase media emergente que ha crecido más en los últimos años de crecimiento económico y que sienten que aseveraciones como las de Sigrid Bazán invalidan sus bien merecidos y luchados esfuerzos (principalmente los de sus padres) por movilizarse socialmente”, agrega.
Para ejemplificar su punto, la investigadora hace una comparación entre Raúl Diez Canseco y César Acuña. “También tiene su universidad, que es la San Ignacio de Loyola y también ha participado en política ¿no? También tiene escándalos de corrupción. Sin embargo, tú no ves a la gente acusarlo de ignorante, o de hablar mal”.
En su explicación, Lamas recuerda también que el racismo en el Perú no solamente se basa en el color de la piel. También está entrelazado con temas como cultura, acceso a educación, la forma en la que nos vestimos, la manera en la que hablamos. “Cuando en el Perú se cuestiona a alguien por su educación o por su decencia es muy probable que estos cuestionamientos también estén bañados de racismo o una degradación del otro en base a su origen”, añade.
LA TRAMPA DEL MESTIZAJE
La antropóloga espera que casos como el de Sigrid Bazán permitan ver cómo funcionan las dinámicas de racismo y clasismo en el Perú. “La discusión sobre el racismo ha estado muy silenciada, en Perú nos escondemos bajo esta idea de que el que no tiene de “inga tiene de mandinga para argumentar que no podemos ser racistas o que el racismo no existe en Perú porque todos hemos estado mezclados”.
En esa línea destaca la importancia de investigar sobre las raíces históricas del racismo en nuestro país, las mismas que suelen ser difíciles rastrear debido a la prevalencia de nociones que, en la práctica, han servido como excusa. El concepto de ‘mestizaje’ es uno de ellos, al que Lamas define como “un proyecto de blanqueamiento de la población y que siempre supuso la superioridad de la blancura por encima de todo lo demás”. Así, la investigadora argumenta que el mestizaje no puede servir para ‘demostrar’ que no somos racistas. “Por el contrario, nos tiene que servir para reconocer que la misma matriz de nuestro proyecto nacional ha sido una matriz racista”, advierte.
NOS HACEMOS CARGO
Aunque Lamas reconoce iniciativas recientes provenientes de las redes sociales para hablar sobre racismo y poner estos temas en la discusión pública, considera que el rol de los medios tradicionales es fundamental porque en muchas ocasiones se han mostrado cómplices en avalar prácticas racistas y discriminatorias. Sobre este punto menciona al comediante Jorge Benavides y sus personajes el Negro Mama y la Paisana Jacinta, con los que perpetúa de manera descarada aberrantes caracterizaciones. La antropóloga considera que a partir del rol activo que han tenido los medios en promover este tipo de estereotipos, su responsabilidad para derrocarlos debe ser mucho mayor.
“Ahí creo que tiene que haber un dialogo más cercano, como el que estamos teniendo ahorita, entre académicos y reporteros. La academia peruana definitivamente tiene un rol mucho más activo que tomar, precisamente porque proviene u ocupa un sector social más de élite”, finaliza.

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