San Luis María Grignion de Monfort

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Santino Brembilla

Por José Antonio Varela Vidal
El padre Santino Brembilla es el primer italiano superior general de la Compañía de María, conocida popularmente como Misioneros Monfortianos. Se encuentra ejerciendo este servicio por un segundo periodo. En esta entrevista afronta los desafíos que vive hoy la vida religiosa ante la llamada por Benedicto XVI a una Nueva Evangelización. En sucesivas entrevistas, otras familias religiosas expondrán su actual momento y cuál será su respuesta al actual reto de transmitir la buena noticia al mundo de hoy, desde su carisma propio.
El padre Santino Brembilla, misionero por muchos años en América Latina, habla con claridad, en esta entrevista concedida a ZENIT, sobre los desafíos de la vida religiosa en la nueva evangelización y otros aspectos actuales de esta familia fundada por san Luis María Grignion de Monfort.
Hace algunas semanas, las congregaciones religiosas de todo el mundo se reunieron para hablar de la Nueva Evangelización, y la pregunta que ha quedado en el ambiente es ¿qué cambios se verán a mediano plazo entre los religiosos?
P. Brembilla: Se tocó el tema y me dio gusto que todos estemos apuntando a lo esencial en la vida religiosa, que es la conversión al Evangelio de las comunidades y en especial de las personas. Para esto se dará un acento especial en la formación permanente, así como en vivir con pasión, intensidad y profundidad el día a día, siempre a la luz de la palabra de Dios. Y algo fundamental: debemos ser consecuentes, pues antes de hablar de evangelizar a los demás, el primero que debe estar evangelizado es uno mismo y las comunidades. Hemos salido convencidos de que se debe hacer un profundo trabajo hacia el interior.
A su parecer, ¿por qué ha “bajado” esa pasión?
P. Brembilla: Son muchas las causas y una es que en las congregaciones ha entrado también la cultura de la secularización. Aunque se dice que creemos y vivimos nuestra vocación, el estilo de vida y lo que pensamos tiene mucho que ver con la mentalidad de la secularización. Hay otra causa, especialmente en el norte del mundo donde faltan vocaciones, y es el hecho de que sin nuevas generaciones que traigan entusiasmo y deseos de cambiar, los que han quedado envejeciendo se han asentado, perdiendo esta pasión y este empuje que se necesita para una renovación continua de nuestro servicio a la evangelización.
¿Qué pistas y orientaciones se vienen dando para retomar esta fidelidad evangélica?
P. Brembilla: Nosotros por ejemplo, en el Capítulo general de mayo de 2011, dimos líneas orientativas para seguir este camino, que debe verse en nosotros, entre nosotros y, a través de nosotros, en los demás. Es así que si no hacemos este cambio profundo en nosotros mismos y en fraternidad, para pasar de una “vida común” a una “comunión de vida”, no seremos un signo de la buena noticia del Reino en la sociedad de hoy.
En la asamblea de superiores mayores del año pasado se identificaron varios contextos de vivencia de la fe, de por sí difíciles: indiferencia, o los que han abandonado, u otros que “no la necesitan”…, ¿qué tipo de respuesta podrán dar las congregaciones a esta exigencia?
P. Brembilla: Esto nos exige una manera nueva de relacionarnos con todo este pueblo que vive un ateísmo práctico, que se ha alejado de la fe o de un camino de vida espiritual. Debemos ser luz, signo, vivir en coherencia con el Evangelio. Porque las personas hoy, a pesar de la secularización y el desinterés por un camino de fe, tienen sed de valores; y una estrategia nueva sería el contacto, el diálogo, la escucha, saber acompañarlos en procesos muy difíciles, sea por la crisis financiera o en la familia. Es importante que los religiosos estemos presentes y atentos, porque con las preguntas de la gente encontraremos caminos para retomar el sentido de la vida.
Algunos se preguntan cuál es el rol de la nueva evangelización, diferente de la misión ad gentes… Para los monfortianos, que están en los dos campos, ¿cómo se actuará en ambas?
P. Brembilla: Hasta hace unas décadas se hablaba solo de evangelización ad gentes, pero actualmente con todas estas sociedades creyentes que eran católicas y que hoy se han alejado, se habla de una evangelización para el hombre de hoy. Y esta va en todo sentido, no solo del norte al sur del mundo, sino con la participación de todos. Yo hice bastantes años de labor en el Perú, y allá hay más satisfacción con el trabajo misionero que en ciertos países. Europa es definitivamente, un desafío importante al que debemos responder.
¿Cuál puede ser el aporte de los misioneros del “sur” al “norte”?
P. Brembilla: Lo que se necesita es gente con pasión. El trabajo de anunciar el evangelio se hace solo cuando hay esa pasión que te quema el corazón como los discípulos de Emaús… Por eso la importancia de formar bien a aquellas vocaciones para la vida religiosa que provienen del sur. No debemos preocuparnos tanto del número, sino de la calidad, es decir, de la profundidad y de la coherencia de vida.
¿Cómo “matar” el secularismo que usted identifica en las congregaciones y órdenes religiosas?
P. Brembilla: No es fácil, porque ha penetrado de tal forma que no se le ve morir… Y me refiero a una vida muy cómoda, diría burguesa, donde se habla de los tres votos pero muchas veces la pobreza no se vive; y tampoco la obediencia, donde el individualismo ha penetrado la vida religiosa de tal forma que cuando buscamos voluntad para el servicio que se requiere, es difícil encontrar disponibilidad. Hay cosas que deben morir en los próximos años para renovarnos.
Se venía diciendo en estos días en Italia, que la Iglesia tiene muchas exenciones fiscales, beneficios, por lo que se ha abierto el debate sobre lo que debe (y no) pagar la Iglesia…
P. Brembilla: Para mí es fundamental la información, que debe ser exacta y real. Si las instituciones religiosas tienen actividades lucrativas, deben atenerse a las leyes del Estado, pagando impuestos para el bien de la sociedad. Al mismo tiempo, las obras de caridad y de solidaridad deben ser públicas y conocidas para que la gente esté conforme con las exenciones. Por ejemplo en Italia, dentro del mundo de los migrantes que son los nuevos pobres, hay religiosos que hacen un servicio encomiable y se les debe apoyar.
La congregación de los Misioneros Monfortianos ha cumplido 300 años, con una importante presencia en Haití durante 150, o en el Perú que ya son 50 años. ¿Qué significa todo esto para usted?
P. Brembilla: Como me decía mucha gente en el Perú, donde fui para la celebración: “Estamos agradecidos por todo el bien que han hecho en el país; la presencia de la comunidad monfortiana ha sido un regalo del Señor”. Para nosotros es un motivo que nos llama a seguir con la misma pasión y dedicación, a fin de vivir nuestro carisma al servicio del Evangelio.
Hablando de la evangelización en América Latina, esta también tiene críticas… ¿A usted qué le parece el trabajo que se viene realizando allí?
P. Brembilla: La falta de una mayor presencia, más profunda y seria de la Iglesia católica, es un serio problema. Un recuerdo de mi trabajo en el Perú fue que cuando llegué a la selva de Uchiza, en el departamento de San Martín, la parroquia que me asignaron abarcaba ochenta pueblos, con una sola iglesia en el mismo pueblo de Uchiza, y donde solo participaba la gente mayor. Cuando comencé a trabajar en las comunidades y a visitar los pueblitos, una señora me decía que era católica pero que cada fin de semana iba a un grupo evangélico diferente, a fin de escuchar el Evangelio y cantar, porque los católicos no se reunían. Otra me decía que no iba a los templos, pero enviaba a sus hijos por que si no, ¿cómo aprenderían la palabra de Dios? Pienso que el vacío dejado por nuestra Iglesia es la causa del gradual alejamiento de la gente que quiere vivir su fe. Por ejemplo, yo trabajé con la ayuda de muchos laicos, a quienes reunía cada mes para formarlos, y así pudiesen conducir ellos las comunidades. Era un modo de encontrarlas preparadas y animadas durante mis visitas. Esto es algo que hay que continuar o retomar como prioridad, porque con la formación de laicos comprometidos -que asuman sus responsabilidades-, se fortalecerán nuestras comunidades católicas.
¿Y los monfortonianos cómo podrán responder a la nueva evangelización?
P. Brembilla: Justamente, como acabamos de celebrar los 300 años y en el 2016 celebraremos 300 años de la muerte de nuestro fundador, hemos pensado especialmente desde 2012, en que se cumplen otros 300 años desde que Montfort escribió el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, proponer a los hermanos de la congregación una seria reflexión para reapropiarnos de la espiritualidad monfortiana, acudiendo también a otras obras suyas. Así podremos llegar a celebrar los 300 años de la muerte del fundador, no solo con gestos exteriores, sino a través de un camino que renueve nuestras vidas personales y las de las comunidades. Cuando visitamos al papa en mayo, él con un rostro amable nos dijo que Juan Pablo II era una gran figura que había difundido por todo el mundo la profundidad de la espiritualidad de nuestro santo fundador. Y también en la homilía de la misa de beatificación, el papa citó dos veces a Monfort, señalándolo como un santo que influyó mucho en la espiritualidad del nuevo beato.
¿Alguna otra ‘proyección’ que pueda adelantar a los lectores?
P. Brembilla: Desde el nuevo gobierno tenemos el deseo de centrarnos en el carisma que nos ha dejado como herencia Monfort, ya que nuestra congregación -por situaciones históricas-, se ha metido en todo: parroquias, colegios y otras más, haciéndonos perder nuestra especificidad que es la evangelización a través de las misiones. Nuestro Capítulo nos ha pedido elegir con coraje y audacia, a fin de retomar este camino de coherencia con el carisma que nos dejó el fundador.
¿Cómo está desarrollada la congregación actualmente?
P. Brembilla: No somos muchos, solo 900 religiosos en el mundo, presentes en 27 países. En las ultimas décadas se ha ido estabilizando con vocaciones provenientes de Filipinas, Indonesia, India y Papúa en Asia, aunque también tenemos de África y de América Latina. Y como en Europa está bajando mucho, venimos buscamos caminos de colaboración internacional para que en aquellos lugares históricos, donde hay nuevos desafíos, podamos crear comunidades internacionales para profundizar la formación y espiritualidad monfortianas; un ejemplo será en Francia, donde están nuestros orígenes. Finalmente, limitaremos compromisos en parroquias, para dejar que el clero diocesano siga con el trabajo parroquial.
¿Cómo va el proceso para declarar a san Luis María de Monfort doctor de la Iglesia?
P. Brembilla: Se ha bloqueado un poco el camino, pero el mismo papa ha dicho que se siga trabajando. El padre carmelita Lethel, que predicó el retiro de Cuaresma al Papa y a la curia, tuvo la impresión de que Benedicto XVI, al escuchar sus reflexiones, ha tenido otra mirada sobre la figura de Monfort.
¿Qué pide la Iglesia para darle este título?
P. Brembilla: Es importante presentar toda su espiritualidad y no parcialmente como algunos movimientos la han presentado, aun distorsionándola… Debemos realizar más estudios y convocar a simposios en diversas partes del mundo, a fin de mostrar cómo él sigue influyendo en la espiritualidad de la Iglesia.

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