Cuerpo y sangre de Jesucristo

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Evangelio según San Lucas 7,1-10:
Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún.

Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”.
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: ‘Ve’, él va; y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘¡Tienes que hacer esto!’, él lo hace”.
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”.
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.

Peregrinación al Señor de Qoyllurit’i

Es una festividad religiosa intercultural que se desarrolla en las faldas del nevado Ausangate, en la localidad de Sinakara, provincia de QuispicanchisCusco. Es una de las mayores peregrinaciones católicas de la sierra sur peruana, celebrada anualmente en honor al Señor de Qoyllurit’i con una participación activa de gran cantidad de devotos que se autodenomian naciones, procedentes de diversos pueblos y ciudades.
Esta festividad y el santuario del Qoyllurit’i fueron declarados patrimonio cultural de la nación el 10 de agosto de 2004. Posteriormente el 27 de noviembre de 2011 la Unesco inscribió a la «Peregrinación al santuario del Señor de Qoyllorit’i» como integrante de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La siguiente es la versión oficial de la Iglesia, compilada por el cura del poblado de Ccatca entre los años 1928 y 1946: en 1780 un niño mestizo llamado Manuel se le apareció a Mariano Mayta, un niño quechua que pastoreaba en las alturas del nevado Colquepunku. Ambos se hicieron buenos amigos. El padre de Mariano al enterarse de esto fue en busca de su hijo y quedó sorprendido al notar que su ganado había aumentado. Como recompensa mandó a Mariano a comprar ropa nueva para Manuel. Debido a que la tela que portaba Manuel era solamente usada por el obispo del Cusco, se envió una comisión en búsqueda de este niño dirigida por el párroco de Ocongate.
El sacerdote intentó atraparlo y cuando lo consiguió el niño se transformó en una imagen sobre la piedra que hoy en día se ve, Mariano murió de la impresión en ese mismo lugar y fue luego enterrado bajo una piedra, en donde Manuel fue visto por última vez.
La piedra bajo la cual se dice que fue enterrado Mariano atrajo a un gran número de devotos indígenas quienes le encendían velas. Las autoridades religiosas ordenaron el repintado de la imagen de Cristo crucificado en la piedra. Esta imagen se empezó a conocer como el Señor de Qoyllorit’i.
La festividad de Qoyllorit’i reúne a más de 10,000 peregrinos cada año, muchos de ellos de comunidades rurales en áreas cercanas. Los campesinos asistentes se agrupan en dos naciones: Paucartambo y Quispicanchis. Esta división geográfica también refleja distinciones sociales y económicas ya que Paucartambo es una región agraria poblada por quechuas mientras que Quispicanchis es habitada por quechuas dedicados a la ganadería.
Las comunidades campesinas de ambas naciones emprenden un peregrinaje anual a la festividad de Qoyllorit’i llevando cada una consigo una pequeña imagen de Cristo al santuario. Estas delegaciones incluyen un gran elenco de danzantes y músicos vestidos en cuatro estilos principales.
La festividad es organizada por la Hermandad del Señor de Qoyllurit’i, una organización laica que también se encarga de mantener el orden durante la celebración. Los preparativos empiezan el día de la Ascensión con la procesión del Señor de Qoyllorit’i desde su capilla en Mawallani hasta su santuario en Sinakara. El primer miércoles después de Pentecostés, una segunda procesión lleva una estatua de Nuestra Señora de Fátima desde el santuario de Sinakara hasta una gruta cuesta arriba.
La mayoría de los peregrinos llegan el domingo de Trinidad que es cuando la eucaristía sale en precesión por el santuario; al siguiente día el Señor de Qoyllorit’i es llevado en procesión a la gruta de la virgen y traído de vuelta. En la noche de este segundo día los elencos de danzantes bailan por turnos en el santuario. Al amanecer del tercer día, ukukus agrupados por naciones escalan los glaciares del monte Colquepunku para recoger cruces puestas en la cima, también traen consigo bloques de hielo que son considerados de tener cualidades medicinales.
Fuente: Wikipedia.

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