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Les rivières pourpres
Por Fernando Ducoing Lara Barragán.
Miedo y carne de gallina en el hielo glaciar. Jean Reno y Vincent Cassel buscan en el paraíso de los alpinistas a un loco asesino en serie.
Los ríos de color púrpura es un thriller esotérico sobre un asesino de serie, que se encuentra en alguna parte de la zona horripilante y escalofriante, entre Greenpeace, medicina legal y manipulación de genes. El estilo del film es una magnifica mezcla de choque, suspense y dulzura que recuerda a la película Seven de David Fincher. Es una impresionante muestra de la cinematografía francesa y comprueba que también ellos son capaces de hacer películas internacionales.
La película está basada en el libro de Jean-Christophe Grangé, quien también escribió el guión. Grangé alaba muchísimo al director Matthieu Kassovitz por su extraordinario trabajo y por la precisión de poner los sucesos en escena. Kassovitz rodó en 1995 Odio y fue desde entonces la nueva esperanza para la cinematografía francesa, ahora con Los ríos de color púrpura pudo satisfacer al público y confirmar todas las esperanzas.
Jean Reno, magnífico como siempre encarna a un inspector solitario famoso y conocido por sus magníficos trabajos policíacos y experto en esos casos, que se ve obligado trabajar junto con Max Kerkerian (Vicent Cassel) actor muy conocido en Francia) quien encarna a un comisario joven y más bien principiante. Los dos actores tienen papeles más bien serios donde se ver la perfección de ambos. En medio de este thriller también salen caracteres chistosos como los policías secundarios que con sus tonterías le ponen a la historia momentos cómicos que intervienen en la curva de suspense del público, a quien hacen reír.
La historia encuentra lugar en Guernon, un lugar en las montañas francesas donde está situada una pequeña ciudad universitaria que parece estar cortada de la civilización. Más que ciudad es un pueblo, donde todos se conocen y donde se trabaja de generación en generación en el mismo oficio. Todo parece estar muy bien controlado; es como una dictadura, como con los Habsburger las parejas se conocen desde pequeños para que de grandes se casen. Pero las cosas se pasan del límite, la locura le llega a los propios universitarios hasta querer crear una raza perfecta: alguien con el IQ de esa universidad y la fuerza de los campesinos de esa zona. Entre todo ese relajo se encuentra el protagonista “invisible” de la película: el asesino.
La historia tiene al espectador atrapado en la butaca. Mientras la película, las sospechas del espectador se cambian constantemente y la pregunta ¿Quién es el asesino? se prolonga hasta la segunda mitad de la película, hasta que nuestro protagonista encuentra muestras claves que provocan el efecto “aha” y el espectador piensa que todo ya pasó, ahora solo lo que falta es atrapar al asesino. Pero NO, el desenlace de la historia es algo inesperado y con influencias hollywoodenses.
Un elogio también a la fotografía de Thierry Arbogast, la cual salió bellísima, y no por nada se debe ver en una gran pantalla para disfrutarla mejor y tener una magnifica sensación con esos exquisitos e inolvidables paisajes de invierno arriba en los Alpes franceses y abajo en el pueblo universitario con sus hermosos bosques repletos de nieve.
Miedo y carne de gallina en el hielo glaciar. Jean Reno y Vincent Cassel buscan en el paraíso de los alpinistas a un loco asesino en serie.
Los ríos de color púrpura es un thriller esotérico sobre un asesino de serie, que se encuentra en alguna parte de la zona horripilante y escalofriante, entre Greenpeace, medicina legal y manipulación de genes. El estilo del film es una magnifica mezcla de choque, suspense y dulzura que recuerda a la película Seven de David Fincher. Es una impresionante muestra de la cinematografía francesa y comprueba que también ellos son capaces de hacer películas internacionales.
La película está basada en el libro de Jean-Christophe Grangé, quien también escribió el guión. Grangé alaba muchísimo al director Matthieu Kassovitz por su extraordinario trabajo y por la precisión de poner los sucesos en escena. Kassovitz rodó en 1995 Odio y fue desde entonces la nueva esperanza para la cinematografía francesa, ahora con Los ríos de color púrpura pudo satisfacer al público y confirmar todas las esperanzas.
Jean Reno, magnífico como siempre encarna a un inspector solitario famoso y conocido por sus magníficos trabajos policíacos y experto en esos casos, que se ve obligado trabajar junto con Max Kerkerian (Vicent Cassel) actor muy conocido en Francia) quien encarna a un comisario joven y más bien principiante. Los dos actores tienen papeles más bien serios donde se ver la perfección de ambos. En medio de este thriller también salen caracteres chistosos como los policías secundarios que con sus tonterías le ponen a la historia momentos cómicos que intervienen en la curva de suspense del público, a quien hacen reír.
La historia encuentra lugar en Guernon, un lugar en las montañas francesas donde está situada una pequeña ciudad universitaria que parece estar cortada de la civilización. Más que ciudad es un pueblo, donde todos se conocen y donde se trabaja de generación en generación en el mismo oficio. Todo parece estar muy bien controlado; es como una dictadura, como con los Habsburger las parejas se conocen desde pequeños para que de grandes se casen. Pero las cosas se pasan del límite, la locura le llega a los propios universitarios hasta querer crear una raza perfecta: alguien con el IQ de esa universidad y la fuerza de los campesinos de esa zona. Entre todo ese relajo se encuentra el protagonista “invisible” de la película: el asesino.
La historia tiene al espectador atrapado en la butaca. Mientras la película, las sospechas del espectador se cambian constantemente y la pregunta ¿Quién es el asesino? se prolonga hasta la segunda mitad de la película, hasta que nuestro protagonista encuentra muestras claves que provocan el efecto “aha” y el espectador piensa que todo ya pasó, ahora solo lo que falta es atrapar al asesino. Pero NO, el desenlace de la historia es algo inesperado y con influencias hollywoodenses.
Un elogio también a la fotografía de Thierry Arbogast, la cual salió bellísima, y no por nada se debe ver en una gran pantalla para disfrutarla mejor y tener una magnifica sensación con esos exquisitos e inolvidables paisajes de invierno arriba en los Alpes franceses y abajo en el pueblo universitario con sus hermosos bosques repletos de nieve.
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El autor es licenciado en Filología Española por la Universidad de Viena. Escribió su tesina sobre “La cinematografía Española y su relación con Hollywood”. Ha hecho un cortometraje para la escuela superior de cine y televisión de Viena.