¿Marchas fracasan por rechazo a caviares que hicieron presidente a Castillo?
Por Miguel Lagos- Diario EXPRESO.
Algo se ha escrito y dicho sobre las causas que limitan que las protestas no estén teniendo convocatoria creciente y sostenible entre la población pese al considerable rechazo a Dina Boluarte -y al Congreso- registrado por las encuestas. Los sectores antigobiernistas siguen frustrados al no poder replicar, por ejemplo, las violentas marchas que sacaron en cinco días al acciopopulista M. Merino de la presidencia en 2020.
Uno de los motivos que inhibe la participación podría estar en la fuerte violencia política planificada vista luego del autogolpe del 7 de diciembre de 2022 por parte de los extremistas (incluyendo a terroristas y delincuentes) y como venganza por la expectoración de Pedro Castillo. Otro va por los daños económicos que provocan las movilizaciones y los paros. Un asunto no menor por la debilidad económica y la crisis de inseguridad. Los bolsillos vacíos o las cuentas en rojo pesan más que las batallitas políticas que autoprovocan un daño material evidente. Por ejemplo en Puno, Cusco, Arequipa, etc. hay cautelas por no volver a cortar el crucial flujo de turistas, y, sobre todo, un recelo a que se repitan las extorsiones políticas y las amenazas de violencia contra los emprendedores que no se unen a las protestas y las tensiones.
También se ha dicho que es el sancochado, el entrevero forzado de reclamos, contradictorios inclusive, los cuales apuntan a manipular políticamente las circunstancias. Ahí están los descabellados pedidos de libertad y restitución de Pedro Castillo; además de la cantaleta de la Asamblea Constituyente, el ilegal cierre del Congreso, etc. junto a un adelanto de elecciones que no asegura en absoluto que lo que venga para el país sea mejor. Además se ha advertido que mientras no surja un liderazgo claro que se ponga a la cresta de las manifestaciones (como lo intentó Toledo en la “Marcha de los Cuatro Suyos”, aunque ciertamente no se está hoy ante una “dictadura” como se pretende etiquetar forzadamente al boluartismo), éstas no calarán entre la población.
En suma pues, múltiples factores pueden estar frenando los desenlaces anhelados por la extrema izquierda, sus narrativas y sus facilitadores. Y hay otro condicionante quizá con cierto peso y que suele obviarse. Muchos entre la ciudadanía a nivel nacional ven cómo los llamados “caviares” políticos, progresistas o de “centro” (respaldados por sus activistas periodísticos) buscan capitalizar las movilizaciones. Ahí aparecen desde los del Partido Morado y sus reciclados, hasta las facciones vizcarristas afanosos en recuperar protagonismo y espacios de influencia. La gente puede estar resistiendo aceptar que estos sectores lideren la calle cuando también fueron los que facilitaron la llegada a Palacio de Gobierno, el hacerse del poder al corrupto prosenderista Castillo y sus asociados. ¿Cuál es la autocritica que se han hecho estas fuerzas caviares luego de convertir a Castillo en un falso “mal menor” en 2021 y habérselo encajado a los peruanos como un presidente de peligros mínimos o controlables?
No contentos con ello hasta ayudaron a victimizarlo apostando a la carta del “racismo” y hasta justificaron o invisibilizaron cuanta tropelía se iba perpetrando desde el desgobierno. Fueron los mismo que sirvieron hasta de escudo de la otrora vicepresidenta Dina Boluarte a la que creyeron poder controlar si Castillo era vacado.
Lo que podría estar sucediendo entonces es que un grueso de peruanos que no marcha ni en las regiones ni en la capital (más preocupados además por sus ingresos y la situación económica que por la revancha política) puede a la vez rechazar a Boluarte y al Congreso, pero también a los caviares que hicieron mandatario a Castillo -y cogobernante a Cerrón- y que ahora se autopresentan como los “salvadores de la democracia”.