Ronaldo Antônio Osmar, ex delegado de la policía civil, único superviviente del asesinato del misionero jesuita español Vicente Cañas, ocurrido en en abril de 1987, ha sido declarado culpable por el Tribunal federal regional de Cuiabá y condenado a 14 años y 3 meses de reclusión (véase Fides 14/11/2017). En el primer proceso, celebrado en 2006, 19 años después del delito, se absolvió a los acusados por falta de pruebas. Este nuevo proceso que ha durado dos días, 29 y 30 de noviembre, ha llevado a la condena de Osmar, que fue el mandante y contacto a los sicarios para la emboscada mortal al misionero.
Según la información enviada a la Agencia Fides, durante este nuevo proceso instituido, ya que en el precedente no se habían tomado en consideración todas las pruebas, se han examinado los testimonios de dos indios Rikbacktsa, quienes escucharon de uno de los presuntos ejecutores del misionero confesar el crimen e implicar al acusado y a quien le contrató para organizarlo.
Se trataba de un gran hacendado de Londrina quien veía amenazados sus intereses por la defensa de las tierras indígenas que lideraba el jesuita Vicente Cañas. Fausto Campoli, compañero de Vicente Cañas, ha testificado ante el jurado la estrecha relación del jesuita con los indios Enawene Nawe y cómo estos le consideraban un miembro más de su pueblo, refutando la tesis que trataba de demostrar que fueron los mismo indios quienes lo asesinaron.
En el proceso han estado presentes los familiares de Vicente Cañas, llegados desde España para el juicio, junto a numerosos representantes de los jesuitas y de las realidades eclesiales comprometidas en el trabajo pastoral con los pueblos indígenas. Sus sobrinos Rosa y José Angel han comentado la sentencia con las siguientes palabras: “Estamos muy contentos, esto abre un precedente impresionante en este país. Después de tantos años de espera se ha hecho justicia, lo que representaba nuestro tío era abrir un camino para la protección de los pueblos indígenas. Esta sentencia servirá para defender a muchos otros que no pueden defenderse”.
Para el padre Antonio Tabosa SJ, superior de la Plataforma Apostólica Centro Oeste (PACO), el pronunciamiento significa “lo primero es justicia para un misionero jesuita que dedicó su vida a los indígenas aquí en la región de Matto Grosso, lo segundo justicia para sus familiares que estuvieron con nosotros en este juicio y sentir el dolor y la impunidad de la muerte trágica, y sobre todo justicia para los pueblos indígenas que tanto les cuesta defender sus derechos sino hubiese quien les defendiese de aquellos que quieren invadir de sus tierras”.
Vicente Cañas nació en Albacete, España el 22 de octubre de 1939. En la fiesta de San Francisco Javier de 1965 recibió el crucifijo misionero y el 19 de enero de 1966 llegó a Brasil. En 1968 su nuevo destino fue Mato Grosso, donde se dedico sin reservas a la inculturación de los pueblos indígenas. Fue asesinado a los 48 años de forma violenta, en abril de 1987.
Fuente: Agencia Fides.
Perú: Capturan al presunto asesino de sacerdote jesuita
Por Esther Núñez Balbín- Zenit.
En el marco de las investigaciones se detuvo al principal sospechoso del crimen. Se trata de un exalumno de 29 años Osman Pitug Wajush. La captura se produjo por las inmediaciones de la carretera Bagua Sarameriza.
Para los niños y jóvenes de las comunidades nativas de la Amazonía peruana, el colegio Fe y Alegría N°55 Valentín Salegui se convirtió en un baluarte educativo. El profesor Carlos Riudavets Montes, sacerdote jesuita, quien también hacia las veces de director cuando se requería, dedicó 40 años de su vida a formar a las naciones amazónicas. Sin embargo, encontró la muerte en este lugar. ¿Quién podría arrebatarle así la vida?
El misionero de nacionalidad española brindó formación y educación técnica a niños y jóvenes de las comunidades awajún y wampis, “su recuerdo siempre estará vivo por haber sido un sacerdote jesuita ejemplar para nuestro pueblo”, así expresaron sus condolencias a la Compañía de Jesús los nativos de las cinco cuencas de los ríos Marañon, Chiriaco, Nieva, Cenepa y Santiago.
Mientras el pueblo de Imaza, provincia de Bagua, ubicado en el departamento de Amazonas en el oriente peruano clama justicia, las autoridades policiales continúan con la exhaustiva investigación del crimen del sacerdote jesuita profesor de aula en esta institución educativa perteneciente a la comunidad Yamakaientsa.
El presidente de la Organización Indígena Peruana (ORPIAN) Salomón Awanach Wajush invocó a los apus de las naciones amazónicas, presidentes de las rondas campesinas y miembros de las cuencas amazónicas a sumarse a las acciones de búsqueda, “pedimos a todos tomar las medidas inmediatas del caso para colaborar con la ubicación y captura del responsable de este crimen”, subscribieron en un comunicado.
Nació en Sanlucar de Guardiana (Huelva) España. Llegó al Alto Marañón en 1980. Hasta el 10 de agosto, día en que la muerte lo alcanzó a los 73 años, su compromiso, entrega y labor responsable con los pueblos originarios fue notable. Es por eso que a este pedido también se sumó la Red eclesial Pan Amazónica (REPAM), “frente a esta pérdida hacemos eco de toda una comunidad que ahora llora su ausencia”, la REPAM pide a las autoridades peruanas el esclarecimiento de su muerte.
Hasta el momento los peritos de criminalística recogieron muestras de tejido orgánico hallado en las uñas del sacerdote, así como cabellos y sangre en la escena del crimen, para ser analizados en la identificación de los autores del execrable crimen que conmociona a los peruanos del oriente del país.
Tras las declaraciones recogidas de dos profesores y un vigilante, el sacerdote habría sido atacado por un exalumno, esta es la hipótesis que hasta el momento manejan las autoridades policiales de Chachapoyas, quienes indicaron hace unos días que el sujeto huyó con destino a Loreto.
“Lo conocí cuando era pequeña, me enseñó mucho. Siempre fue muy caritativo con los necesitados lo daba todo por ellos”, cuenta consternada la exalumna Rosa Cardozo, a la prensa peruana, quien no logra comprender por qué se ensañaron con el religioso tan querido y conocido en el oriente peruano.
Los restos mortales del misionero jesuita yacen ahora en el Vicariato de Jaén, tras las exequias realizadas en la localidad de Chiriaco. El cardenal jesuita Pedro Barreto condenó el hecho, además recordó que conoció de cerca el loable trabajo del sacerdote con las familias de las comunidades originarias de la Amazonía. Entre tanto la Conferencia Episcopal Peruana pidió que se investigue el hecho y se logre identificar a los responsables.