Por Carlos Hallet SJ- Profesor de la Universidad Católica del Norte, Antofagasta- Chile.
Figura relevante de la Orden del Císter, Balduino de Ford es un autor que se distingue por la originalidad de su espiritualidad.
Su tratado De dilectione Dei es una meditación sobre el Primer Mandamiento, que nos invita a amar a Dios “con todo el corazón en sus beneficios, con toda el alma en sus promesas, con todas las fuerzas en sus juicios y con toda la mente en sus preceptos“.
Su reflexión, nutrida de la Biblia y expresada en un lenguaje marcado por la retórica latina, insiste en que el amor perfecto exige del creyente amar lo que a Dios le agrada porque a Él le agrada. Termina identificando prácticamente amor con obediencia.
«Oh Dios, crea en mí un corazón puro» (Salmo 50, 12)
Balduino de Ford (hacia 1190), abad cisterciense Homilía 10, sobre el Cantar 8,6; PL 204, 513s.
«Grábame como un sello en tu corazón… porque es fuerte el amor como la muerte» (Ct 8,6). «Es fuerte el amor como la muerte» porque el amor de Cristo da muerte a la misma muerte… También el amor con que nosotros amamos a Cristo es fuerte como la muerte ya que viene a ser él mismo como una muerte, en cuanto que es el aniquilamiento de la vida anterior, la abolición de las malas costumbres y sepelio de las obras muertas. Este nuestro amor por Cristo es como un intercambio de dos cosas semejantes, aunque su amor hacia nosotros supera al nuestro. Porque «él nos amó primero» (1Jn 4,19) y, con el ejemplo de amor que nos dio, se ha hecho para nosotros como un sello, mediante el cual nos hacemos conformes a su imagen…»
Por esto dice: «Grábame como un sello en tu corazón». Es como si dijera: «Ámame como yo te amo. Tenme en tu pensamiento, en tu recuerdo, en tu deseo, en tus suspiros, en tus gemidos y sollozos. Acuérdate, hombre qué tal te he hecho, cuán por encima te he puesto de las demás criaturas, con qué dignidad te he ennoblecido, cómo te he coronado de gloria y honor, cómo te he hecho un poco inferior a los ángeles, cómo he puesto bajo tus pies todas las cosas (Sl 8,6-7). Acuérdate no sólo de cuán grandes cosas he hecho para ti, sino también de cuán duras y humillantes cosas he sufrido por ti; y dime si no obras perversamente cuando dejas de amarme. ¿Quién te ama como yo? ¿Quién te ha creado sino yo? ¿Quién te ha redimido sino yo?»…
Quita de mí, Señor, este corazón de piedra, quita de mí este corazón endurecido, incircunciso. Y dame un corazón nuevo, un corazón de carne, un corazón puro (Ez 36,26). Tú que purificas los corazones y amas los corazones puros, toma posesión de mi corazón y habita en él; llénalo con tu presencia, tú que eres superior a lo más grande que hay en mí y que estás más dentro de mí que mi propia intimidad. Tú que eres el modelo de la perfecta belleza y el sello de la santidad, sella mi corazón con la impronta de tu imagen; sella mi corazón, por tu misericordia, tú, «Dios por quien se consume mi corazón, mi lote perpetuo» (Sl 72,26).
Olor de santidad
Por Maria Paola Daud– Aleteia.
Osmogénesis, el perfume de santidad. Te contamos cuál era la fragancia de algunos de los más conocidos, según los testigos
La osmogénesis es el nombre “científico” del fenómeno por el cual se percibe perfumes u olores de modo extrasensorial, pueden ser fragancias agradables como el de las flores o desagradables como el de azufre.
El cristiano lo suele llamar “olor de santidad”, ya que este fenómeno considerado milagroso lo han poseído cientos de santos a lo largo de varios siglos; es más desde los Primeros Cristianos, como el caso de san Policarpo de Esmirna.
De él dicen las actas de su martirio que, quemado vivo en la hoguera, su cuerpo desprendía un agradable olor, y no el esperable a carne quemada.
La osmogénesis u olor de santidad, suele ser percibida como un perfume, dulce e intenso.
Posee distintas características: se puede dar en personas vivas o muertas, puede ser de breve duración, o permanecer por años.
Las fuentes son diversas: del cuerpo vivo, de las reliquias, de la tumba del santo o el lugar dónde es venerado. Y en el caso del Padre Pío, en sus lugares de bilocación.
¿A qué huelen los santos?
Son cientos de casos de osmogénesis en santos.
Fuente: it.aleteia.org, franciscanos.org, amicidomenicani.it, En Olor de Santidad, Jimenez Sanchez
El olor de santidad designa un olor agradable que emana de personas vivas e incluso de cadáveres, y de cuyo origen no se sabe nada: un hecho que, para los cristianos, siempre ha constituido una especie de milagro.
Se trata de un aroma (o fragancia, del latín fragrantia y del verbo fragrere, sentir) de una suavidad excepcional, un perfume perceptible por el olfato pero de origen desconocido para la ciencia.
En general, el perfume se nota en la proximidad de un humano (vivo o, más frecuentemente, fallecido) o de reliquias, o incluso al acercarse a un objeto litúrgico o a una pintura religiosa (icono).