El país que no entendió Cateriano
Por Umberto Jara- www.esferaradio.net
En política una foto es un mensaje. El flamante ex premier Pedro Cateriano, por su oficio, sabe que las imágenes dicen mucho en política. El problema es que no supo elegir la foto apropiada. Tras cumplir con el ritual de la ronda de conversaciones con las distintas tiendas políticas, decidió cerrar su periplo con una fotografía que lo muestra a él conversando con el centenario Luis Bedoya Reyes. ¿Cuál era el mensaje? Vaya uno a saber qué pensó transmitir Cateriano, señorial y clásico. Lo que el país interpretó es que se trataba de un desatino.
Quienes se acuerdan de Bedoya entendieron que Cateriano estaba diciéndole al país y al Congreso que su gestión iba a tener el estilo de la “política tradicional” y por eso exhibía una foto con un tótem de una clase política ya extinguida, tan extinguida como la habitación antigua, colonial y en penumbra en que fueron fotografiados. El breve ex premier se olvidó por completo de los sectores populares a los cuales no les interesan fotografías supuestamente simbólicas sino el pan de cada día que ha desaparecido de la mesa.
Quienes sí entendieron clarísimo el mensaje fueron los miembros del Congreso que serán todo lo cuestionables que queramos pero pertenecen y representan, quiérase o no, al país informal que reclama atención en una pandemia con decenas de miles de muertos que pertenecen, precisamente, a los sectores que no tienen recursos para salvar sus vidas. Ese Congreso le habla, guste o no, a los millones de desempleados que soportan a un presidente de la República que miente, miente y miente pasando por encima de los muertos, los contagiados y los desempleados. Son esos sectores de peruanos que tenían muy poco y ahora no tienen nada los que eligieron al actual Congreso porque la política tradicional no les dio absolutamente nada. Insultando y despreciando a los congresistas no se logra nada porque la realidad es una: allí están por elección popular. Y Cateriano no entendió que debía bajar de su pedestal arrogante para negociar, mal que le pese, con ellos.
El nombramiento de Pedro Cateriano despertó expectativas. Frente a las figuras cuasi demenciales de Vicente Zeballos y Víctor Zamora, era una opción de racionalidad. Pero no entendió el país que estamos viviendo. Cuando hay crisis con muertos y hambre hay que hilar fino y con respeto. A su estilo confrontacional, de ceño adusto sin pausa, sumó hechos e imágenes insostenibles: para el sensible tema del trabajo puso (y justificó) a un muchacho racista que provenía de un estudio de abogados dedicado a la más rancia asesoría empresarial y para los conflictos mineros nombró a un Belaunde, apellido que, en el imaginario del Frepap, es parte del apocalipsis. En política para llegar a la meta, las más de las veces, hay que fingir. Tal vez en su descanso imprevisto Cateriano tenga tiempo para ver House of Cards.
La escena final fue el extenso discurso que propinó el ex premier. Cometió la insensatez de seguir la ruta de Vizcarra y habló como si se tratara de una asunción de mando y no de un gobierno que debe manejar una crisis final. Los peruanos esperaban apenas tres temas: salud, empleo y reactivación económica.
Lo peor de todo es que la irracionalidad continúa. Tras su salida, estamos viendo una campaña de desinformación que, con el paso del tiempo, habrá de avergonzar a algunos de sus actores. Periodistas y analistas que nos quieren hacer creer que todo ha sido exclusivamente una conjura por la reforma universitaria. Si eso piensan realmente o si eso les hacen decir y ellos aceptan decirlo, siguen perdiendo espacio ante la opinión pública.
Lo ocurrido con Cateriano es el primer capítulo de las varias batallas que se vienen y que tendrán desenlace en la próxima campaña electoral: ha sido el pulso entre el país oficial y el país informal; ha sido la pugna entre el país de los empresarios que compraban políticos y el país que sobrevive en las peores condiciones desde antes de la pandemia. Digamos que Cateriano, en representación del país oficial, no quiso entender al país informal que se expresa, por ejemplo, a través del Frepap. Guste o no, es el Perú al que hemos llegado. Si no se entiende y no se dialoga, nos esperan más sombras de las que ya tenemos.
Si quieren que el país marche a la total debacle, sigan inventando que el gabinete ministerial cayó por una conjura contra un ministro llamado Benavides, un personaje que no vale nada ni representa a nadie.
Los obstruccionistas
Por Ricardo Vásquez Kunze- Político.pe
Los hechos son los hechos en el PERIODISMO y en la REALIDAD. El gabinete Cateriano ha caído sin siquiera haber empezado, luego de que el Congreso le negara el voto de confianza por una serie de intereses variados y subrepticios.
Quienes apoyaron al hoy renunciante presidente del Consejo de Ministros en el pleno fueron sus enemigos, los que supuestamente obstruyeron la presidencia de Martín Vizcarra en el anterior Congreso y contra los que Cateriano ideó el golpe de Estado del 30 de septiembre para defenestrarlos de la plaza Bolívar. Hoy, los hijos de ese golpe de Estado ideado por Cateriano le han metido la daga por la espalda: nunca mejor puesto el dicho de quien a hierro mata a hierro muere.
Pero ya no se podrá acusar jamás a Fuerza Popular de haber participado en la caída de Cateriano en plena crisis sanitaria, económica y social como no hay precedente en los últimos cien años. En aquella bancada, quienes supuestamente eran los obstruccionistas le dieron su voto de confianza al enemigo que los disolvió (y los dos que no, lo hicieron por algo que en otras bancadas ya olvidaron: PRINCIPIOS) porque pensaron antes en el país que en sus propios intereses.
Cómo le debe haber caído a Cateriano y a sus caviares que entre los pocos que votaron por la confianza haya estado la bancada de Fuerza Popular. Se acabó el mito del obstruccionismo, de la zancadilla, de la sangre en el ojo que expandían sin pudor las Mávilas Huertas, las Rosa María Palacios y los Álvarez Ródrich que ahora chillan por el monstruo de representación que ayudaron a encumbrar.
Ahora, así como la vez pasada, los golpistas botan espuma por la boca a causa de lo que han derivado en llamar “Los malditos de la plaza Bolívar” o “traición a la patria”. Sí, claro, como no.
Los hechos han dejado demostrado que todo lo que se dijo acerca del obstruccionismo de Fuerza Popular fue una vulgar mentira que se usó como pretexto para perpetrar un golpe de Estado, que terminó devorando a los propios golpistas. Mientras tanto, los “obstruccionistas” tuvieron la responsabilidad patriótica de darle la mano a Cateriano en su hora más difícil.
Hizo bien Cateriano –hay que reconocerlo– en no dejarse pisar el poncho por lo del ministro de Educación y morir en su ley. Mientras, los caviares siguen mirándose el ombligo culpando al pobre ministro Ruggiero que a nadie interesa más que a ellos o al Acuerdo de Escazú, que en la mente de los congresistas y del vulgo vive en la galaxia de Andrómeda. Querían nuevo Congreso: ¡ahí está!
Manuel Merino: Ofrecimos a Pedro Cateriano postergar su presentación por críticas contra tres ministros
El presidente del Congreso, Manuel Merino, aseguró que en la reunión que sostuvo con Pedro Cateriano antes de la presentación para solicitar el voto de investidura, no solo le dijo que había críticas de varias bancadas contra el ministro de Educación, Martín Benavides, sino contra otros dos miembros del gabinete: la ministra de Economía, María Antonieta Alva, y el de Trabajo, Martín Ruggiero.
Por eso, aseguró que le ofreció aplazar su pedido de voto de investidura hasta 10 días para que “levante” las observaciones que le trasladaba, pedido que Cateriano rechazo.
“(Pedro Cateriano) debió ver, no solo desde el miércoles (29 de julio) hasta el lunes que se presentó, la propuesta de la mesa como le dije, que si el tiempo era insuficiente para que pueda levantar estas situaciones, podemos ampliar 10 días más para que se presente ante el Congreso. No quiso. Se creyó suficiente o creyó que su trabajo enmarcado fundamentalmente en confundir al pueblo peruano hoy pretende ponerlo en medios de comunicación como que es una responsabilidad de los nueve grupos parlamentarios”, dijo esta tarde en una conferencia de prensa desde el hemiciclo.
Manuel Merino respondió así ante la versión que dio Pedro Cateriano en varias entrevistas luego de perder el voto de investidura y presentar, como consecuencia, su renuncia. El saliente primer ministro detalló que en una reunión del 29 de julio, convocada por el presidente del Congreso, le dijo que no había consenso dentro del Congreso para darle la confianza por haber ratificado en el cargo a Martín Benavides como ministro de Educación.
Al respecto, el titular del Parlamento aseguró que actuó así “de manera democrática” y con transparencia, en aras de la gobernabilidad, para poder decirle a Cateriano las “debilidades” que tenía el nuevo gabinete en tres ministerios: Educación, Economía y Trabajo.
“(Pedro Cateriano) sabía que traía un gabinete que no estaba totalmente renovado y una mochila pesada de dos ministros que habían repetido (con interpelaciones pendientes) y un ministro que no tenía experiencia. Esa advertencia la conocía él, no había nada oculto”, aseguró Merino, quien negó haber querido condicionar el voto de investidura.
“Rechazo enfáticamente cualquier insinuación de chantaje o de negociación sobre el voto de confianza […] Lamento las declaraciones del presidente de la República, que pretenden soslayar el tema fundamental que democráticamente hemos trasladado a su presidente del Consejo de Ministros […] La crisis del Gabinete es responsabilidad exclusiva del presidente de la República”, acotó.
Pese a esto, el presidente del Parlamento atribuyó la negativa al voto de investidura, no a los ministros cuestionados, sino a una “falta de expertise” de parte del renunciante primer ministro para responder al país sobre temas de salud y economía.
-Interpelaciones seguirán si ratifican ministros-
Manuel Merino aseguró que las interpelaciones contra los ministros de Economía y de Educación, en el caso de este último ya aprobada por el pleno, deberán seguir su curso si es que el nuevo gabinete decide mantener en sus cargos a María Antonieta Alva y Martín Benavides, y que si no convencen podrán ser sometidos a una censura.
“Las interpelaciones de la ministra (de Economía) como del ministro de Educación están en vigencia y si repiten a estos ministros, cuando les toque, van a tener que presentarse […] Pasarán por el pliego de preguntas y si no convencen al pleno naturalmente el Parlamento tiene la condición de poder censurar. Son interpelaciones que están pendientes y deben ser explicadas”, manifestó.
Manuel Merino concluyó señalando que Martín Vizcarra puede nombrar a un gabinete “estrictamente político pensando en las elecciones”, pero que no permitirá que se deslegitime la labor de los partidos políticos y el Parlamento.
“Necesitamos un gabinete que muestre garantías de un proceso transparente en la conducción y la responsablidad la tienen ellos. Si cree que debe poner un gabinete estrictamente político, pensando en las elecciones, pues que lo haga. La población quiere resultados y lamentablemente, el señor Cateriano no ha tenido resultados, por eso se cayó su gabinete”, señaló.
Pedro Cateriano no obtuvo el voto de investidura tras 20 días de haber jurado en el cargo en reemplazo de Vicente Zeballos.
Fuente: Diario Gestión.