Velatorio
Los restos de Soledad Piqueras Villarán, son velados en la iglesia de La Recoleta ubicada en la Plaza Francia en el Centro de Lima. Numerosos políticos expresaron sus condolencias a Susana Villarán por la lamentable pérdida. Entre ellos se cuenta el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio; así como la teniente alcaldesa Patricia Juárez.
Soledad Piqueras Villarán
Cruel destino el que padecen quienes viven bajo la sombra de los padres. De niña, Soledad Piqueras Villarán fue la hija del diputado de izquierda Manuel Piqueras. De adulta, la primogénita de la alcaldesa Susana Villarán. Lo único que cambió fueron las fichas, como suele ocurrir en la política. Halló la muerte en la vieja casona del poeta Miguel Burga en el jirón Moquegua.
Entrevista por Renato Espinoza.
Como parte de la guerra sucia que caracterizó la reciente campaña electoral por la alcaldía de Lima, Susana Villarán fue ‘acusada’ de tener una hija drogadicta. La ‘tía regia’ tomó el tema de manera deportiva y confesó, en el programa de Jaime Bayly, haberse fumado unos porritos durante su juventud y, sí, efectivamente, dijo también que tenía una hija felizmente recuperada de las drogas.
Esa hija se llama Soledad. Tiene 40 años y es muy parecida físicamente a Susana, sólo que con el pelo largo y ensortijado. Como su madre, también es separada y también tiene tres hijos. Su padre, Manuel Piqueras Luna, fue diputado por Izquierda Unida y miembro de la comisión que investigó al ‘Comando Democrático Rodrigo Franco’, llegando a la conclusión de que Agustín Mantilla se encontraba detrás de dicho grupo paramilitar.
-¿Te sentiste víctima de la campaña?
-Para nada. A mi madre le advirtieron que iba a salir esa información sobre mi paso por el consumo de drogas y ella decidió, luego de consultármelo y con mi aprobación, ir a hablar con Jaime Bayly sobre el tema.
-¿Tú eres de la generación de Bayly, no?
-Jaime es una persona que yo conozco desde chiquilla. Somos amigos, hemos salido juntos a bailar al Nirvana y al No Helden.
-¿Eran épocas movidas?
-Yo diría que ésas eran más bien tranquilas. Al menos yo estaba encaminada con el teatro. Había consumo de alcohol, claro, y uno podía ‘meterse alguito’, pero para mí en esos años el consumo era muy esporádico.
-¿Y cuándo ese consumo pasó a ser un problema?
-Hace unos cinco años, con el alcohol y la cocaína, pase por momentos muy difíciles. Fue casi un año de adicción. Vivía con mi mamá y ella se preocupaba mucho por mí. Realmente no estaba bien. Ella me ayudó mucho.
-Ahora se te ve muy bien.
-La recuperación es una bendición. Después de haber pasado por una etapa de infierno dantesco, horrible y totalmente autodestructivo, me siento feliz. Hace tres años que estoy limpia.
Soledad trabaja como directora de la ONG Equipo de Investigación y Tratamiento en Asperger y Autismo (EITA), que presta atención a personas con los rasgos de este síndrome. El trastorno de Asperger, que está en siete de cada mil personas, supone una discapacidad para entender las relaciones sociales, manifestándose con comportamientos sociales inadecuados. Los menores que lo padecen se toman todo de manera literal y no pueden mentir, por ello suelen ser víctimas de acoso escolar o bullying. Son tan sinceros que suelen meterse en problemas simplemente por decir lo que piensan: “¡Señora, qué fea es usted!”.
-¿Acaso tu trabajo consiste en enseñarles a mentir?
-Imagínate ir por el mundo diciéndoles la verdad a todas las personas con las que te cruzas, diciéndoles lo que realmente piensas de ellos. ¡Imagínate! No se trata de transformar su personalidad, pero sí de enseñarles a guardarse ciertas cosas y a tomar distancia de situaciones que les pueden hacer daño, ya que son muy vulnerables.
-¿Y tú te sientes vulnerable?
-Hay tanta soberbia en este mundo, que muchos nos creemos autosuficientes en algún momento. La adicción es una soberbia, crees que puedes manejarlo todo cuando en realidad hay cosas que no puedes controlar. Así como les enseñamos a los Asperger a cuidarse en la calle, yo también sé que me tengo que cuidar y que no debo pisar el palito nunca más en mi vida. Por eso hay lugares a los que ya nunca voy a volver a ir. De hecho, respecto a la cocaína, me siento como en la Naranja Mecánica de Stanley Kubrick; al sentir su presencia, me embarga un espanto tremendo, solo atino a pararme e irme. Es algo que destruye familias, a mí me hizo mucho daño.
-En su calidad de flamante alcaldesa de Lima, tu madre se comprometió a combatir algunos problemas de los Asperger en la ciudad.
-Debido a su hipersensibilidad auditiva, la contaminación sonora es sumamente nociva para el Asperger. Y la falta de una señalización vial nítida los puede poner en más de un aprieto. Por ejemplo, si no hay un crucero peatonal en un kilómetro de distancia, pues ellos caminarán hasta encontrarlo para cruzar la pista.
-¿Tu madre dijo que vivieron en San Juan de Lurigancho?
-Nací en Miraflores, en la sala común de la clínica ‘Hogar de la Madre’, en una habitación en la que habían hasta seis mujeres compartiendo los gritos del parto con mi madre. Y sí, vivimos en San Juan porque mis padres creían en la teología de la liberación del padre Gustavo Gutiérrez, él decía que para entender y ayudar a los pobres debes de vivir como ellos.
-¿Es verdad que quien te cambiaba los pañales era tu papá?
-Mi viejita, ‘la tía regia’, no sabía mucho de ese tema. Mi padre había sido el mayor de siete hermanos y había ayudado a su mamá a cambiarles los pañales.
-¿Tu vida va cambiar cuando tu madre asuma la alcaldía?
-Mi vida cambió cuando nacieron mis tres hijas. Desde ese momento todas mis preocupaciones giran en torno a ellas. Sé que puedo tener obstáculos durante el camino, pero yo los voy superando. Soy una mamá que ama a sus hijas: Ellas son mi razón.
Fuente: Revista CARETAS.