Bud Spencer

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Doce curiosidades sobre Bud Spencer, el “gigante bueno” de los ‘spaguetti western’

Spaguetti western

Uno se llama Carlo Pedersoli. El otro, Mario Girotti. Ambos fueron nadadores y de hecho precisamente en la piscina se conocieron, además de ganar títulos y medallas. Se llevan nueve años a favor de Pedersoli. Coincidieron por primera vez en la pantalla grande en 1967, para Dios perdona, yo no. Y desde entonces han regalado al público una dosis robusta de películas, bofetones y cucharadas de alubias. Por si aún no estuviera claro, dedicamos este capítulo a los inolvidables filmes estivales que nos han regalado Bud Spencer y Terence Hill.
Es justo con su primera aparición conjunta que Pedersoli y Girotti lanzan sus nombres artísticos. Así, el cartel de Dios perdona, yo no marca el nacimiento de dos futuras estrellas. “Me dieron una lista con 20 nombres y 24 horas para escoger uno. Elegí Terence Hill porque sonaba bien”, relata Girotti en su página web oficial. En cuanto a Bud Spencer, el nombre se debe a una cerveza de la que Pedersoli es muy fan y el apellido a su pasión por Spencer Tracy.
Con sus apodos flamantes, ambos actores protagonizan tres años después una de sus obras más famosas. Le llamaban Trinidad, de Enzo Barboni, catapulta en 1970 al estrellato a dos vaqueros hermanos que a las pistolas prefieren los manotazos. Al fin y al cabo, tampoco es que duelan menos que las balas. Como prueba, valga esta secuencia de Le llamaban Trinidad que contiene algunas  de las marcas de la casa: miradas cómplices, caras serias, pocas palabras y bofetones como si lloviera.
“Cuando actúo junto con Bud, es como si algo surgiera entre nosotros y conseguimos ser divertidos”, sostiene Terence Hill. Con esta receta, los dos exnadadores proponen un nuevo subgénero dentro del espagueti western: de la violencia y los tiroteos se pasa a la comedia, los mamporros y las alubias.  Como en Seguían llamándole Trinidad, secuela de 1972 en la que los hermanos empiezan atracando una diligencia y acaban arrasando en las taquillas de media Europa. El mismo resultado de Y si no… nos enfadamos, de 1974, en la que Hill y Spencer dejan las pieles de vaqueros para convertirse en mecánico y camionero, aficionados a las carreras de coches. Continúan, eso sí, las patadas y los diálogos míticos:
-¿Todavía estás enfadado?
-Sí.
-Y yo.
“Parece caca de cabra enana”. Firmado por Bud Spencer y referido al caviar. Justo lo que su compañero de toda la vida acaba de mezclar con champán, sal, pimienta y mantequilla. “Delicié, como se dice en París. ¿Sabes dónde está no?”, suelta Hill a Spencer, que le mira perplejo, tras terminar el cóctel de un trago. Con este, entre otros momentos, Estoy con los hipopótamos, de 1979, encierra la esencia de la pareja cinematográfica, que se traslada a Sudáfrica para acabar de un puñetazo con un traficante de animales. Se trata de la undécima película del dúo.
Fuente: Diario El País.

Puntuación: 5 / Votos: 53

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