Evangelio según San Juan 13,31-33a.34-35:
Después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él.
Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’.
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.
En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”.
Oskari Juurikkala
Me llamo Oskari, soy de Finlandia y descubrí la fe católica en 2002, especialmente a través del Opus Dei. En esa época, estudiaba Económicas y leía mucha filosofía. Me interesaba mucho la historia del pensamiento económico. Es curioso como a través de ese interés Dios me iba buscando, porque encontré, por ejemplo, que la ciencia económica no nace con Adam Smith u otros pensadores del siglo XVIII, sino bastante antes, en concreto con teólogos católicos, con la famosa Escuela de Salamanca. Y eso me hizo pensar: “Bueno, si la ciencia económica que me interesaba tanto nace de teólogos, entonces hay que ver qué hay ahí en la teología”.
POCO A POCO IBA PENSANDO: “BUENO, ESTA IGLESIA CATÓLICA ES ALGO IMPRESIONANTE”.
En un momento dado leí un libro sobre la historia del cristianismo. Estaba escrito por luteranos para uso escolar, y me impactó mucho porque en ese momento yo no era creyente, no creía en Cristo, pero al leer la historia del cristianismo pensé: “No sé si es verdad, pero si es verdad, la versión original es la Iglesia católica”. Ya me quedé con la idea de que si un día me hacía cristiano, me haría católico. Poco a poco iba pensando: “Bueno, esta Iglesia católica es algo impresionante”.
Uno o dos años antes de mi conversión, yo pensaba que hay una cosa muy importante en la sociedad que es la familia, y hay una institución que especialmente habla en favor de la familia, que es la Iglesia católica, y eso me impactó mucho. Entonces, yo empezaba a pensar que la Iglesia sería para mi como un aliado en la defensa de la familia. En ese momento yo no tenía fe pero lo veía como una institución muy valiente.
Cuando ya pensaba que tenía que hacerme católico, aún no había conocido a ninguno, nunca había entrado en una iglesia, y en Finlandia hay muy pocas iglesias. Y entonces leí una entrevista a un economista español en la que mencionaba la Obra, en una o dos frases. Y como yo estaba ya pensando en esto, tomé el nombre Opus Dei, y pensé “¿Qué es esto?”, lo puse en Google, encontré la web de la Obra y así conocí el Opus Dei.
Con eso ya me interesé más, busqué un mail, les contacté, supe que hay un centro en Finlandia y así comenzó mi camino de conversión, me propusieron recibir charlas de formación para conocer un poco más la fe católica.
La primavera del 2002 hice un curso de doctrina básica de la fe católica y era una de las primaveras más felices de mi vida. Porque realmente descubrí un mundo tan bonito, que nunca me había imaginado algo así. Es que la fe católica era algo tan inimaginable para un chico que había sido un ateo, de estilo Richard Dawkins… La fe es una maravilla: es difícil darse cuenta de la belleza de la fe.
Me acuerdo también el día en que entendí que Dios existe, porque yo ya recibía una formación y pensaba que la Iglesia católica tiene razón, pero Dios para mi era más una Idea que una Persona. Un día estaba haciendo mi oración diaria de 15 minutos, con Camino de San Josemaría, y de repente en vez de meditar conmigo mismo unos puntos de Camino, empecé a darme cuenta: “No. Eres un Tú… Dios es algo que comunica conmigo. Me trata como un tú. Y yo también puedo tratarle como un Tú, como otra persona”. Me acuerdo concretamente de ese momento y de ese lugar.
A veces los creyentes en nuestra época son un poco desencantados por el ambiente difícil de la sociedad, de los medios, etcétera. Y yo en cambio tiendo a ser siempre muy optimista, quizá porque yo mismo salgo de un ambiente que no era creyente. Yo no sabía casi nada de la Iglesia católica hasta qu era universitario. Sobre todo, en Finlandia, hay muy pocos sacerdotes católicos. En ese sentido, es una maravilla poder ordenarme y volver a Finlandia para ayudar a la Obra y a toda la diócesis, porque hay muchos que buscan la fe.
Podría pensarse que es un desafío volver como sacerdote a un país donde la Iglesia católica son solo el 0.2% de la población, pero yo lo veo más bien al revés. Primero, son muy pocos los sacerdotes, y habrá mucho trabajo que hacer. Se puede hacer muchísimo con tantas personas que no son católicos, pero son creyentes, o gente que busca, que están dispuestos a informarse y quieren saber más de la fe.