Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Me gusta el tratamiento que da Marcos a la Cuaresma de Jesús, sus 40 días en el desierto. A diferencia de Mateo (4, 1-11) y de Lucas (4, 1-13), que abundan en detalles sobre las tentaciones, Marcos se despacha en 4 líneas (1,12-15). Dice simplemente que el Espírituempujó a Jesús al desierto donde estuvo 40 días y fue tentado por Satanás. Nada sobre el contenido de las tentaciones. Pero mucho, en su retrato mudo, de la lucha entre el bien y el mal, entre Jesús, animado por el Espíritu, y Satanás. Sabemos que éste se retiró derrotado, pero jurando que se volverían a encontrar (Lc 4,13).
Vencer el mal a fuerza de bien, aún a costa de la propia vida, es lo que Jesús decidió en aquellos cuarenta duros días. Con sangre sudor y lágrimas y buscando en oración la voluntad de su Padre. Nada de un Mesías espectacular y taumaturgo sino humilde y sencillo, aunque sin defraudar a sus seguidores (Mt 11,6).Y nada de un Mesías con un trono poderoso desde donde reinar, sino alguien que, levantado en la cruz, habría de atraer todas las cosas hacia El (Jn 12, 32). ¡Cómo debió sufrir y gozar el Señor decidiéndose por todo esto! Satanás ni se lo podría imaginar…
Otras cuestiones que le preocuparon a Jesús y que oró largo con su Padre, antes de tomar una decisión, fueron, según Marcos, estas otras dos: el dejar Judea e iniciar su evangelización en Galilea…, si el asunto que Juan el Bautista se traía entre manos -el non licet a la amante de Herodes-, terminaba mal, como terminó (Mc 6, 14-29). Y el concretar lo que habría de decir y lo que habría de hacer y conseguir en su evangelización.
Ciertamente, para Jesús, sus 40 días “de desierto” fueron la ocasión de representar y redimir en su persona la historia de su pueblo Israel -(yendo y viniendo por el desierto durante 40 años en medio de tremendas tentaciones, en las que cayó casi siempre) Fueron también la ocasión de encarnar en su persona la historia de salvación de la humanidad entera, en lucha contra la triple concupiscencia del mundo (1 Jn 2,16). Ustedes y yo estábamos de algún modo allí con El, luchando contra las tentaciones del placer, del tener (dinero, poder) y del parecer (vanidad y fama), desenfrenados.
Como Jesús, hagamos de la Cuaresma un tiempo fuerte de búsqueda de la Voluntad de Dios y, como nos pide el Papa Francisco en su Mensaje de Cuaresma 2015, una ocasión para fortalecer los corazones.
Primer domingo de Cuaresma
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