Curación del leproso

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Leproso

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
La curación de un leproso es el título del evangelio de hoy (Mc 1, 40-45), en el que Jesús, al curarlo, se muestra acogedor, compasivo, audaz, todopoderoso. Y, al enviarlo a los suyos, una vez sanado, cumplidor de la ley, cauto, comprensivo y humilde. Todos esos calificativos le caen a Jesús de maravilla, especialmente el de compasivo. ¡Compasivo y misericordioso! Es lo que Él fue y es como Él quiso y quiere ser visto. Me pregunto si pasará igual con nosotros, sus seguidores. ¿Nos caracterizamos y distinguimos por ser hombres y mujeres compasivos y misericordiosos? ¿Nos nace serlo? ¿Nos esforzamos por serlo?
Decir que Jesús fue un hombre compasivo no es poco, pero tampoco es todo. Habría que añadir que para Él la compasión es, debe ser, el alma de todo. Dios es infinito en todo y posee en plenitud todos los atributos, pero, cara a nosotros, quiere ser reconocido como amor. No sólo que Dios es amor (1 Jn, 4,16) y que tiene entrañas de misericordia y compasión (Col 3,12), sino que siendo tan justo como misericordioso, optó por tratarnos en esta vida sólo con misericordia y compasión, y dejar la justicia para la otra (y/o aplicándola a su Hijo en ésta) (Lc 15, 11-32). Por eso, lo que Dios espera de nosotros es compasión más que sacrificios (Mt 9,13; 12,7).
Con palabras de hoy, diríamos que Jesús vino a traernos la cultura de la compasión y de la misericordia, obligándonos a revisar nuestra idea de Dios y del prójimo. Sobre todo nuestra visión y trato con el prójimo, con el que hay que ser siempre compasivo, como nos lo pide en la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25, 37). Prójimo de quien está en necesidad es el que es compasivo con él. Vete y haz tú lo mismo, añade Jesús. Es sintomático que el único mandamiento que dio el Señor a sus seguidores es que nos amemos unos a otros como Él nos amó. Y que, sin pedírselo, nos recuerde que el amor al prójimo es un mandamiento semejante al primero (amar a Dios) y medida del mismo. Como si esto fuera poco, nos dice que la Ley de Oro de la vida espiritual y de la moral es hacer al otro lo que tú quieres que te hagan a ti (Lc 6, 31).
Decididamente, compasión y compasivo son palabras claves para entender la vida de Jesús y su mensaje. Lo son también para comprender y vivir la Biblia, la Religión y la vida social, pues sin compasión no tienen sentido. Para Jesús no hay otra manera de ser hombre, de ser cristiano y de acercarse a Dios, que siendo compasivo y misericordioso. Es lo que Él fue por encima de todo. Y es lo que quiere que seamos nosotros. Y que, como Él, amemos de corazón a todos, nos sintamos a gusto entre la gente, hagamos el bien sin mirar a quién y sepamos perdonar y disculpar.

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